Filosofía en español 
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Aristóteles

Aristóteles, Filósofo, Cabeza de la Secta de los Peripatéticos, hijo de Nicómaco y de Festiada, nació en Estagira, ciudad de Macedonia o de Tracia, en la Olimpiada XCIX, hacia el año 384 antes de J. C. Hay opinión de que su padre Nicómaco, Médico de Amyntas, abuelo de Alejandro el Grande, traía su origen de Esculapio. Perdió Aristóteles a su padre y madre en los primeros años de su infancia. Cuidó de su educación Proxenes, amigo de su padre, y le dio mala crianza. Pues así que empezó Aristóteles a estudiar la Gramática, y luego la Poética, dejó los estudios para holgazanear. No dejó por tanto de hacer algunos progresos en la Poesía. Hacen Porfirio y Eustacio mención de un Poema, que compuso sobre la muerte de los valientes Guerreros, muertos en el sitio de Troya. Habiendo con sus excesos y desórdenes disipado la mayor parte del caudal que había heredado de su padre, tomó el partido de las armas. Pero en vista de que nada aprovechaba en esta profesión, fue a Delfos a consultar al Oráculo sobre a que oficio debía de dedicarse. Mandóle el Oráculo fuese a Atenas, y se aplicase a la Filosofía. Corría entonces el año 18 de su edad, y estudió la Filosofía, no bajo de la disciplina de Sócrates, (según lo discurrieron Ammonio y el Cardenal Besarion contra dictamen de Diógenes Laercio) sino bajo de la enseñanza de Platón. Había muerto Sócrates desde el año 400 antes de J. C., en la XCV Olimpiada, y antes de nacido Aristóteles, quien acabó sus estudios con el año 37 de su edad. Asegúrase que habiendo desbaratado toda su hacienda, fue reducido a ejercer la Farmacia en Atenas. Estudió no obstante con tanta aplicación, que sobresalió a cuantos oían las lecciones de Platón; y siempre que por alguna indisposición, o por estar ocupado en negocios no podía asistir a la Escuela, se decía que estaba ausente el Filósofo de la verdad. Era incansable en el trabajo; y creciendo cada día su deseo de aprender, hojeó o recorrió cuantos Escritos de Filosofía encontró, de los que tenían alguna reputación. Repara Diógenes Laercio, que comía poco, y aun menos dormía; y que para resistir a la fuerza del sueño, tendía fuera de la cama una mano en que tenía una bola de hierro, que llegando a caer en una bacia de metal, le despertaba con su ruido. Esto practicólo también después Alejandro, según testimonio de Ammiano Marcelino. Ponderaba con escrupulosa atención las cosas, y ponderadas reducialas al método y regla. Por cuya razón dale Galeno a Aristóteles el glorioso elogio de haber el primero de los Filósofos escudriñado a fondo las causas generales de los Entes, y haberlas deducido con más individualidad. Pretenden Clemente Alejandrino y Eusebio, puede ser sin fundamento, que tuvo Aristóteles en Atenas repetidas conferencias con un Judío, para instruirse en las Ciencias y Religión de los Egipcios. Con esto suplió el viaje de Egipto, tenido entonces por necesario a quien quería hacerse docto. Habían pasado como cosa de quince años desde que estudiaba Aristóteles aleccionado por Platón, cuando empezó a formar sistema contrario al dictamen de su Maestro. Resintiose de ello Platón, quejóse abiertamente, y arguió a su discípulo de ingrato y rebelde. Después de la muerte de Platón, acaecida el primer año de la Olimpiada CVIII, el 548 antes de J. C., salió de Atenas Aristóteles, y se retiró a Atarna, pequeña ciudad de Mysia, cerca del Helésponto, donde reinaba entonces Hermias, antiguo amigo suyo. Casóle este Príncipe con su hermana, o según otros, con su hija, o nieta Pythias. Fue tan vehemente el amor que a esta Señora le tuvo Aristóteles, que le ofreció sacrificios. De allí a tres años, cogido Hermias por Memnon General de los Ejércitos del Rey de Persia, retirose Aristóteles a Mitilena, ciudad capital de Lesbos, donde estuvo algún tiempo. Informado Felipe, Rey de Macedonia, de la ruidosa fama de Aristóteles, le encargó la educación de su hijo Alejandro, cuya edad se aproximaba a los catorce años. Aceptó Aristóteles el empeño; y en el decurso de ocho años, que amaestró a este Príncipe, enseñóle la Elocuencia, la Física, la Moral, la Política, y un genero de Filosofía, que nadie enseñaba, dice Plutarco. Mandó Felipe erigir estatuas a Aristóteles, y reedificar a Estagira, que habían arruinado las guerras. Después, perdió Aristóteles la gracia de Alejandro, por haber abrazado con nimio apego el partido de Calístenes, su pariente, que fue expuesto a los leones por orden de este Príncipe, porque, según decía este, había asentido a las proposiciones que le hizo Hermolao, contra su vida. Incurrió también Aristóteles en sospecha de haber tenido parte en el proyecto. Tras de poco tiempo retirose a Atenas, donde estableció nueva Escuela. Recibieronle graciosamente los Magistrados, porque en atención a este Filósofo había Felipe hecho grandes favores a los Atenienses. Dieronle el Liceo, donde filosofaba paseándose, y por eso llamóse su Secta, la Secta de los Peripatéticos. Hizose presto célebre este sitio por el concurso de los Discípulos. Entonces compuso sus principales Obras; aunque dice Plutarco, que había Aristóteles escrito ya sus Libros de Física, de Moral, de Metafísica, y de Retórica. Refiere además este Autor, que escribió Alejandro a Aristóteles una carta, en la cual se le quejaba de que había envilecido el precio de unos de sus libros, con haberlos hecho públicos. Dice también el mismo Plutarco, que irritado nuestro Filósofo de las sospechas de Alejandro, y de los regalos que había enviado a Jenócrates, lo sintió tan en lo vivo, que entró en la conjuración de Antipater contra este Príncipe. Afirman los Partidarios de Aristóteles, que careció esta opinión de todo fundamento, y que a lo menos no hizo impresión alguna en el ánimo de Alejandro, quien le mandó se aplicase a la Historia de los Animales. Para suplir el gasto de este estudio, envióle 800 talentos, que hacen de nuestra moneda 360.000 pesos, y le dio buen número de Cazadores y Pescadores, que trabajasen bajo de sus órdenes, y le trajesen de todas partes con que hacer sus Observaciones. Entretanto un Sacerdote de Ceres llamado Eurymedon, acusó de impiedad a Aristóteles, quien se justificó de este delito con amplísima Apología, que dirigió a los Magistrados; pero enterado del genio del pueblo de Atenas, muy escrupuloso en cosas de su Religión, y haciendo memoria del tratamiento que de él recibió Sócrates en semejante caso, tuvo tanto miedo, que se retiró a Calcis, ciudad de Eubea; y aún se cree que más quiso envenenarse, que entregarse a sus enemigos. Dicen San Justino y San Gregorio Nazianzeno que murió de disgusto de no haber podido comprehender la causa del flujo y reflujo del Euripo. Sobre cuyo fundamento inventaron los Modernos la fábula, que después tomó raíz, suponiendo que precipitóse este Filósofo en el Euripo profiriendo estas palabras: Sepúlteme el Euripo, ya que no pude comprehenderlo. Dicen otros, que murió de cólica, en el año 63 de su edad, el tercero de [710] la CXIV Olimpiada, y hacia el 322 antes de J. C., dos años después de muerto Alejandro. Lleváronse los de Estagira su cuerpo, y le erigieron altares. Dejó de Pythias una hija, que casó en segundas nupcias con un nieto de Demarato, Rey de Lacedemonia. Tuvo también en una concubina un hijo llamado Nicómaco, a quien quiso tiernamente, y le dirigió sus Libros de Moral.

El primer principio de la Filosofía de Aristóteles es que hay una Ciencia, contra el dictamen de Platón, quien lo niega. Según él, adquiere el alma conocimientos por medio de los sentidos, que son otros tantos mensajeros establecidos para darle cuenta de lo que fuera de ella pasa; y de estas particulares aprehensiones forma ella de sí misma por la operación del entendimiento, conocimientos universales, ciertos y evidentes, que hacen la Ciencia. Así pretende, que del conocimiento de las cosas particulares y sensibles, se sube al conocimiento de las cosas generales e inmateriales; teniendo por cierto este principio: Que nada puede entrar en el alma sino por los sentidos; pues siendo tal cual es la fábrica del hombre, no puede juzgar de las cosas sensibles con alguna certidumbre, sino por medio de los sentidos. El orden que sigue es el del conocimiento del espíritu, que llega a la causa por el efecto; lo que llama San Agustín la vía de la Ciencia. Había Aristóteles aprendido este primer método de Archytas, y este, de Dexippo, quien en el orden de las Categorías, que había él dispuesto, ponía la sustancia a la frente de las demás. Pero, teniendo este conocimiento de las cosas universales deducido del conocimiento de las particulares, un principio expuesto al error, que es el sentido; procura Aristóteles rectificar ese principio, con hacerle infalible por medio de su Organo universal. Es este su segundo método, y en este Organo establece el Arte de la demostración por el del Silogismo. Son estos sus principios en general. Además de sus obras de Filosofía, escribió de la Poética, de la Retórica, de la Política, de la Jurisprudencia, y de la Gramática. Atribúyele Diógenes Laercio hasta cuatrocientos Tratados; y más de setecientos cuarenta y siete Francisco Patricio de Venecia. Tuvo Aristóteles mucha parte en todos los negocios secretos de la Corte de Felipe y de Alejandro. No le ensoberbeció la Filosofía, ni le hizo intratable. Era aseado, cortés y buen amigo. A uno que le preguntaba, qué era el buen amigo, respondió, que una alma en dos cuerpos. Fue su discípulo y sucesor en el Liceo Teofrasto, su íntimo y tierno amigo. Confióle Aristóteles sus Escritos, con prohibición de hacerlos públicos. Strabon, Lycon, Demetrio Phalerio y Heraclides sucedieron uno después de otro a Teofrasto, quien muriendo entregó los Libros de Aristóteles a Neleo, su amigo y discípulo. Era este Neleo natural de Scepsis, ciudad de Misia, donde escondieron sus herederos en una cueva sus Obras, para eximirlos de las pesquisas del Rey de Pérgamo, dueño de la ciudad de Scepsis, quien de todas partes recogía Libros, para formar una Biblioteca. Quedó oculto este tesoro por espacio de 160 años poco más o menos en la dicha cueva, de donde se sacó muy maltratado, y se vendió a un ciudadano de Atenas, llamado Apellicon, de cuya casa le mandó sacar Sila, para llevarle al Roma. Cayeron en adelante estos Libros en poder de un Gramático llamado Tyrannion, de cuyos herederos habiéndolos comprado Andrónico de Rodas, fue de algún modo el Restaurador de los Libros de Aristóteles; pues no solamente restauró lo que había lastimado el tiempo, sino también librólos de la extraordinaria confusión en que los había hallado, y mando sacar copias de ellos. Empezó pues él a acreditar las Obras de Aristóteles. Tuvo este algunos Sectarios en tiempo de los primeros doce Césares; pero creció mucho su número, imperando Adriano y los Antoninos. Fue Alejandro de Afrodisia el primer Profesor de la Filosofía Peripatética, establecida en Roma por los Emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero. En los subsiguientes siglos inclináronse los Letrados a la doctrina de Aristóteles, y la comentaron.

En los principios reprobaron los primeros Doctores de la Iglesia a Aristóteles, como a Filósofo que demasiado concedía al razonamiento y a los sentidos; pero escribieron y hablaron en su favor Anatolio Obispo de Laodicea, el celebre Didymo de Alejandría, San Gerónimo, San Agustín y otros muchos. En el siglo VI concilióle estimación y fama en el Occidente Boecio, y tradujo en Latín algunas de sus Obras. Pero después de Boecio hasta fines del siglo VIII, no hubo otro sino el solo Juan de Damasco, quien hizo un Compendio de la Filosofía de Aristóteles. Aplicáronse al estudio de este Filósofo los Griegos, quienes hicieron reflorecer las Ciencias en el siglo XI, y trabajaron en sus Obras muchos doctos de entre ellos. Habíase ya difundido su fama en Africa, entre Arabes y Moros. Alfarabio, Algazelo, Avicena, Averroes y otros ilustraron con sus Comentarios la doctrina de Aristóteles. Enseñáronla en Africa, y después en Córdoba, donde establecieron un Colegio, así que hubieron conquistado a España; y llevaron los Españoles a Francia los Comentarios de Averroes y de Avicena sobre Aristóteles. Enseñóse su doctrina en la Universidad de París; pero queriendo Amaurio mantener opiniones particulares, sobre los principios de nuestro Filósofo, condenóle de herejía un Concilio congregado en la dicha ciudad el año de 1210. Quemáronse los Libros de Aristóteles, y prohibiose su lección so pena de excomunión. En adelante, condenó su Metafísica una Junta de Obispos en tiempo de Felipe Augusto. El año de 1215, confirmó estas prohibiciones el Cardenal del título de San Esteban, Legado de la Santa Sede Apostólica; pero permitió que se enseñase la Dialéctica o Lógica de este Filósofo, en lugar de la de San Agustín, que antes se explicaba en las Escuelas de la Universidad. El año de 1231, prohibió otra vez el Papa Gregorio IX enseñar la Física y Metafísica de Aristóteles, hasta que se hubiesen estos Libros revisto, y corregido lo erróneo. No obstante hicieron poco tiempo después Comentarios sobre Aristóteles Alberto el Grande y Santo Tomás de Aquino. Cree Campanela que tuvieron particular permiso del Papa, para trabajar en estas Obras. En el año de 1265, Simón Cardenal del título de Santa Cecilia, Legado de la Santa Sede, prohibió absolutamente la lectura de la Metafísica y Física de Aristóteles. Cesaron todas estas prohibiciones el año de 1366; pues entonces los Cardenales del título de San Marcos y de San Martín, Comisarios diputados por el Papa Urbano V para reformar la Universidad de París, permitieron la explicación de los Libros cuya lección había sido prohibida. El año de 1448 aprobó el Papa Nicolao V las Obras de Aristóteles, y mandó hacer de ellas nueva Traducción Latina. Finalmente el año de 1452 el Cardenal de Estoutevilla, nombrado por el Rey Carlos VII para restablecer la Universidad de París, mandó explicasen los Profesores la Moral de este Filósofo, como también su Lógica, Física, Metafísica, y sus demás Tratados de Filosofía. El año de 1543, queriendo Ramus establecer otra Filosofía, compuso dos Libros intitulados, el uno Dialectica Institutiones, y el otro Aristotelicae Animadversiones; pero suprimió el Rey Francisco I estos Libros, y autorizó los de Aristóteles, cuya lección se continuó públicamente en la Universidad de París; y cuando el año de 1624 emprendieron Antonio Villon, Esteban de Claves y Bitaultio publicar y defender Conclusiones contra la doctrina de Aristóteles, condenólos la Universidad y también el Parlamento de París. Habiendo Gasendi y Cartesio publicado en el siglo pasado nuevos principios de Filosofía, empezó a menguar la estimación de Aristóteles, y apenas se mantuvo en las Escuelas. Consúltese una Obra de Juan Launoio, de varia Aristotelis fortuna; otra que compuso Patricio, intitulada Peripateticae Discussiones; y también un Tratado que publicó el P. Rapino, y lo intituló, [711] Paralelo entre Platón y Aristóteles. * Diógenes Laercio, in vita Aristotelis, lib. 5. Plutarco, in Alexandro & Sylla. Cicerón. Plínio. Eliano. Eusebio. San Agustín. Boecio. San Juan Damasceno. Strabon, l. 13. Patricio, in Discus. Vossio, de Philosophorum Sectis, &c. Gassendi, Exerc. Parad. adversus Aristotelem.

Habla Diógenes Laercio de varios Autores, del nombre Aristóteles.

El primero es aquel de que acabamos de hablar. El segundo gobernó la República de Atenas, y de él hay Arengas muy elegantes. El tercero escribió de la Iliada de Homero. El cuarto, Orador de Sicilia, respondió al Panegírico de Isócrates, y logró el apellido de Mythus. El quinto, escribió del Arte Poética, y era natural de Cyrena. Fue el sexto un Maestro de Gramática, de quien hace mención Aristoxenes en la Vida de Platón. Era el séptimo otro Gramático, pero de poca reputación. A estos se puede añadir Aristóteles de Calcida, quien escribió una Historia de Eubea, citada por Harpocration y por el Escoliador de Apolonio. Contó Jonsio en el siglo XVII hasta 31 Aristóteles. * Diógenes Laercio, l. 5. in Aristotele. Vossio, de Hist. Graec. l. 4. Jonsius, de Hist. Peripat., &c.