Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano
Montaner y Simón Editores, Barcelona 1891
tomo 8
páginas 638-639

Fourierismo

m. Sistema socialista de Fourier.

El Fourierismo ataca de frente a la familia. Monlau.

Fourierismo: Sociología. Fourier hace consistir el método que le llevó a lo que él mismo llama el descubrimiento de la ciencia social, en dos reglas y procedimientos de investigación, que le fueron sugeridos por la incertidumbre de las ciencias filosóficas, morales y políticas, reglas a las que da el nombre de duda absoluta y de alejamiento absoluto. Consisten estas dos reglas en lo siguiente:

El orden social actual y las ideas reinantes que a él se aplican, son objeto de esta duda y de este alejamiento. No dudaba Fourier del testimonio de sus sentidos, ni de su experiencia, de lo que él llamaba las ciencias fijas; su duda sociológica no tiene punto alguno de contacto con la duda metafísica de Descartes, que ni siquiera comprendió, ni tampoco con la duda irreligiosa de los filósofos del siglo XVIII. La duda de Fourier recaía sobre la totalidad de ideas, de creencias, costumbres y prácticas que se llama civilización. «¿Qué otra cosa, decía, habrá más imperfecta que esa civilización que arrastra todos los males y azotes tras de sí? ¿Qué otra cosa más dudosa que su necesidad y su permanencia futuras? ¿No es probable que no sea sino un escalón de la carrera social? ¿Si ha sido precedida de otras tres sociedades, el salvajismo, el patriarcado y la barbarie, se puede deducir que será la última porque es la cuarta?

»¿No nacerán, no veremos un quinto, un sexto, un séptimo orden social, que serán quizá menos desastrosos que la civilización, y que son aún desconocidos porque no se ha tratado de descubrirlos? Es necesario, por lo tanto, aplicar la duda a la civilización, dudar de su necesidad, de su excelencia y de su permanencia.»

Un espíritu que, como el de Fourier, dudaba de la civilización, forzosamente debía de inclinarse a crear un orden nuevo, debía soñar y fantasear, buscando un nuevo estado social, apartándose de las ciencias que para buscar la solución a los problemas sociales tomaban como punto de partida necesario la civilización. Así, pues, duda absoluta, alejamiento absoluto, distinción entre las ciencias muertas y las fijas, todas son desde el punto de vista del método y de la crítica, los principios fundamentales del fourierismo. Las ciencias consideradas por Fourier como inciertas son: la Metafísica, Teología, Política y Moral y Economía política. Al hacer la crítica de estas ciencias parece que en cierto modo se aproxima a las teorías de la escuela positivista; pero, mientras Fourier se manifiesta enemigo de estas ciencias, no como tales, sino en su manera de estar profesadas y establecidas, Augusto Comte suprime de raíz el problema teológico y el metafísico.

Después de la crítica de la Metafísica y de la Teología, hace Fourier la crítica de la Política, la Moral y la Economía política. Dos vicios irremediables, en la civilización, anuncian, según Fourier, desde tiempo inmemorial, la impotencia de las ciencias políticas. Estos vicios son la indigencia, que aflige a los individuos y las revoluciones que afligen a los Imperios. A pesar de todas las libertades, recursos y pactos sociales, los políticos jamás han sabido asegurar al pobre el primero de los derechos neutrales: el derecho al trabajo. ¿Sabrá preservar a los Imperios de las revoluciones?

Tampoco. Las revoluciones van creciendo, se las ve formando en lontananza sin medio alguno de evitarlas, y su inminencia prueba que la política jamás tuvo la menor noción sobre las metamorfosis que puede sufrir el orden civilizado. No menos impotente ni menos estéril que la Política se manifiesta la Moral. Preconizando la abstinencia y la continencia; declarando la guerra a la pasión y al placer; imponiendo un sistema restrictivo, su yugo al amor, introduce la Moral, la hipocresía y la mentira en las relaciones de los sexos y en todas las relaciones sociales. La Economía política también debe ser condenada. Es la teoría de una libertad que no es sino licencia y anarquía; es la consagración de los vicios y de los crímenes del comercio, de esos diferentes modelos de explotación del cuerpo social que se llaman bancarrota, acaparamiento, agiotaje, parasitismo o superfluidad de agentes; es la negación, erigida en sistema, de toda responsabilidad para los comerciantes, de toda seguridad en favor de los productores y de los consumidores.

La constante preocupación de Fourier era resolver el problema, hallar la teoría de la asociación. Las ciencias inciertas no podían dar esta teoría: era preciso buscarla en las ciencias fijas, es decir, fundadas en los principios fijos como las ciencias físicas. La idea de una dinámica, de unas matemáticas del mundo moral y social, análogas a la dinámica y matemáticas que rigen el mundo material, preocupaban a Fourier, y esta idea le condujo a sus grandes concepciones de la atracción pasional y de la unidad universal. Una fuerza, la atracción, asegura la armonía del movimiento de los astros: «¿No es una fuerza semejante, una especie de atracción, la única destinada a afirmar la armonía de las voluntades humanas, el concierto social? ¿No hay alguna relación entre esta atracción humana, y esta atracción pasional, y la atracción material descubierta por Newton entre las leyes de la una y de la otra?»

El gran principio de la cosmología fourierista es el principio de unidad o de analogía formulado por Fourier en estos términos: Todo está ligado en el sistema del Universo. Dejando para más adelante la exposición de su sistema cosmológico, se expondrá ahora la teoría fourierista de la organización económica y social. Consiste esta teoría en la asociación industrial, opuesta a la división industrial del orden civilizado. En el ejercicio de la industria, dicen los fourieristas, no pueden existir más que dos métodos: el estado dividido, o cultivo por familias aisladas, tal como hoy se ve, o el estado societario, cultivo en numerosas reuniones que reconocieron una regla fija para el reparto de los productos. Los medios para realizar la industria societaria, cuyos resultados, según Fourier, serían: riqueza general y graduada, verdad práctica, libertad efectiva, paz constante, &c., son: la asociación debe naturalizarse primero en la Agricultura, que es la industria alrededor de la cual giran todas las demás. En lugar de los vastos centros que absorben las poblaciones, las aldeas, los caseríos, arrojados al azar en el mapa, mal catastrados, mal trazados sus límites, tan incoherentes en su distribución general como en su organización particular, la humanidad debe estar agrupada por comunidades, regulares por el número de sus habitantes, por su orden interior y por las condiciones de equilibrio en relación con otras comunidades, obedeciendo todas a leyes análogas. En el orden combinado o societario estas comunidades reciben el nombre de falange, palabra que significa una idea de conjunto, de unidad, de voluntad y de objeto. La falange debe estar compuesta de 400 familias (1.600 o 1.800 individuos, con arreglo a la densidad de las familias de 4,5). Las bases de esta asociación son: 1º Todos los habitantes de la comunidad, ricos y pobres, formarán parte de la asociación; el capital social lo constituirán los inmuebles de todos y los muebles y capitales aportados por cada uno a la sociedad. 2º Cada asociado a cambio de lo que aporte, recibirá acciones que representen el valor exacto de lo que haya entregado. 3º Toda acción tendrá hipoteca sobre la parte de los inmuebles que represente y sobre la propiedad general de la sociedad. 4º Todo asociado (se es asociado aun cuando no se posean acciones ni capital alguno) debe concurrir a la explotación del bien común, con su trabajo y con su talento. 5º Las mujeres y los niños entran en la sociedad con el mismo título que los hombres. 6º El beneficio anual, después de satisfechos los gastos comunes, será repartido proporcionalmente según las tres facultades productivas: capital, trabajo y talento. Los fourieristas suponen que esta organización producirá importantísimas y fecundas consecuencias, pues, por ejemplo, las 400 familias reunidas hallarían una gran ventaja en sustituir sus 400 hogares, que emplean a 400 mujeres, por una buena cocina dirigida por unas cuantas personas hábiles en el arte de cocinar; sus 400 graneros por uno bueno; sus 400 bodegas por una amplia y magnífica, &c., &c. La falange, o sea la reunión de 400 casitas, vendría con el tiempo a reunirse en un solo edificio; con 400 departamentos con dependencias comunes y particulares, y este gran edificio unitario recibirá el nombre de falansterio.

Expuesto en breves palabras el sistema económico y social de Fourier, corresponde ahora exponer su sistema cosmológico.

Fourier es, a juicio de los eruditos, el Ariosto de los utopistas. Poseía una vasta erudición, una imaginación maravillosa, e inspiro sus actos y sus escritos en el mejor y más grande sentimiento: el amor a la humanidad. Para la exposición de su sistema necesito crear, formar nuevas palabras, y de aquí el exceso de neologismos que se ve en sus obras, especialmente en su Teoría de los cuatro movimientos. Consecuente con sus doctrinas, expuso siempre en sus escritos las mismas ideas, y con frecuencia en los mismos términos. Y no sólo formó palabras, sino que acudió a una nomenclatura inventada por él, y a jeroglíficos que utilizó para sus formas simbólicas.

La lectura de sus trabajos, ha dicho Lemenier es, «a la vez interesante y penosa; interesante, por el tono brusco y original de un estilo diabólico, que sólo pertenece a Fourier; por la mezcla característica de buen sentido y de extravagancias, de sutileza y candor, que distingue su espíritu; penosa, a causa de la confusión inextricable que reina en el orden de las partes... Fourier impone al lector la necesidad de seguirle a través de todas las digresiones a que le arrastran su pasión por la analogía y los saltos continuos de su pensamiento, digresiones que adorna con los títulos más estrambóticos».

En su Teoría de los cuatro movimientos, explica Fourier los destinos del Universo. Enseña que nuestro planeta, en el cual han de realizarse todavía una serie de creaciones, tendrá una carrera vegetal de 80.000 años, dividida en fases desiguales de la infancia, juventud, edad madura, vejez y decrepitud. Durante el período feliz, que debe comprender siete octavas partes de la duración total; tendrá la Tierra su máximum normal de población, tres mil millones de habitantes, cuya vida media será de ciento cuarenta y cuatro años, y que medirán siete pies de estatura. Las facultades intelectuales guardarán proporción con el desarrollo físico. «Existirán habitualmente sobre el globo treinta y siete millones de poetas iguales a Homero, y treinta y siete millones de geómetras iguales a Newton, treinta y siete millones de poetas cómicos iguales a Molière, y así de todos los talentos imaginables.» Apenas es posible formarse idea de la felicidad que gozará el globo en esta época de armonía. Los ejércitos asoladores de los estados serán reemplazados por ejércitos industriales, que canalizarán los ríos, harán producir a los desiertos y llevarán la cultura hasta el polo Norte, cuyas masas de hielos se fundirán por el calor de una corona irradiante, resultado natural de la restauración de las climaturas. Fourier promete a los hombres de hoy esta edad de oro, exponiendo el dogma de la transmutación de las almas humanas por períodos alternativos de existencia intramundana y extramundana, formando como los días y las noches de una vida inmortal. Fourier, por tanto, es autor de un sistema cosmogónico no menos curioso que su plan de reforma social.

Conociendo por larga experiencia el comercio, lo definía así: El arte de comprar por tres francos lo que vale seis, y de vender en seis lo que vale tres. Reprocha duramente al comercio sus abusos; le representa con el triste cortejo del acaparamiento, el agiotaje, la falsificación, el contrabando y la bancarrota, y le denuncia suponiendo que trata de imponer a Europa un feudalismo industrial por la concentración del suelo y los capitales en manos de egoístas especuladores. Indignado por el espectáculo de las injusticias sociales, llega a decir que nuestra civilización es un círculo vicioso de abusos en todas sus partes, y dedica páginas elocuentes a protestar con sólidas razones de todos estos males. Profundamente convencido de la verdad de su doctrina, sería inútil buscar en sus escritos contradicciones, dudas, lagunas ni omisiones. Todo lo abraza y lo ha previsto todo. Quiere dar a la raza humana la felicidad de que es susceptible su naturaleza, y parte del principio de que los misterios del orden moral se explican por la mismas leyes que los fenómenos físicos. El placer y el dolor son los signos de la verdad y del error, y las pasiones sirven de base al sistema que debe llevar al hombre a la perfección. No reclama la abolición en las instituciones existentes, ni exige que los hombres renuncien a ninguno de sus goces. No destruye los cultos, pues su teogonía se armoniza con ellos; no demanda una nivelación general, porque entiende que la igualdad es un veneno político. Respeta el derecho de la propiedad y no predica el comunismo, sino la asociación. No ataca la herencia, aunque hace menos exclusivos sus derechos; pero pretendiendo ampliar el cuadro de la familia, rompe los lazos de la misma. Admite tres fines de atracción: el deseo de lujo, la necesidad de agruparse, y la tendencia a la unidad.

En resumen, el sistema de Fourier, desde el punto de vista filosófico, descansa en los siguientes principios: 1º bondad primitiva de todas las inclinaciones del hombre; 2º armonía universal, conservada por la atracción que gobierna a todos los seres y que debe gobernar igualmente a las sociedades; 3º analogía universal, estableciendo que el mundo es un todo que se refleja en cada una de sus partes; 4º triplicidad del ser, activo, pasivo y neutro; espíritu, materia y principio matemático; eternidad y providencia de Dios; inmortalidad del alma, anterior y posterior a esta vida. Desde el punto de vista económico establece la necesidad de las bases siguientes: 1ª explotación unitaria de toda clase de industrias, agrícola, doméstica y mecánica, por familias asociadas integralmente en producción y consumo; 2ª participación de los productos en razón compuesta del capital, del trabajo y del talento; 3ª organización de los trabajadores en grupos y series; 4ª excitación al trabajo por la atracción pasional, es decir, por ese sentimiento anterior a toda reflexión que impele a los hombres unos hacia otros.

La doctrina de Fourier, un tanto obscura en sus obras, ha sido resumida y aclarada con gran precisión por Víctor Considerant en un libro titulado Exposición compendiada del sistema de Fourier.

Fourierista. adj. Perteneciente o relativo al Fourierismo.

Fourierista. m. y f. Persona partidaria del Fourierismo.

El rasgo característico del sistema de los fourieristas, o falansterianos, es dar rienda suelta a todas las pasiones, &c. Monlau.
 

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Montaner y Simón Editores, Barcelona 1891
tomo 8
página 39

Falansterio

(de falange.) m. Nombre dado en el sistema de Fourier al edificio en que debe habitar la falange, y el cual ha de reunir las tres condiciones de economía, utilidad y magnificencia.

Falansteriano, na (de falansterio.) m. y f. Partidario del sistema de Fourier.

El rasgo característico del sistema de los fourieristas, o falansterianos, es dar rienda suelta a todas las pasiones, &c. Monlau.

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Carlos Fourier Montaner
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