Filosofía en español 
Filosofía en español


Alma (Vírgen) → Véase Vírgen madre.

Alma Redemptoris

Es una antífona compuesta en honor de la Virgen Sacratísima por el hermano Contracto, que floreció el año de 1054, y se reza en Completas desde la vigilia del primer domingo de Adviento, con el versículo Angelus Domini, &c., hasta el día de la Purificación: en la vigilia de Natividad se muda sólo el versículo, que es, Post Partum, y la oración Deus qui salutis, &c.; mas ocurriendo transferir el oficio de la Purificación, se continuará esta antífona, y también en donde se celebra la octava de la dicha fiesta; pues así lo tiene declarado la Congregación de Ritos en el oficio aprobado para los Carmelitas en el año 1606. En la oración que se dice después de la Natividad, se deja la. cláusula ordinaria Qui tecum vivit, por denotar a Cristo en los brazos de la Madre y no en el seno del Padre Eterno.

(Sup. á Bergier.)

Alma del Mundo

Entre los varios sueños de los antiguos filósofos, de los cuales decía Cicerón que no había absurdo que no hubiera salido de boca de algún filósofo, merece notarse la opinión de Pitágoras y de algunos estoicos, que concebían al mundo como un gran todo animado por una alma universal, de la cual eran participación tanto las almas humanas, como las almas que suponían en todos los seres: y aun en nuestros días no faltan algunos que suponen que hasta las plantas están animadas, y que todas las almas no son otra cosa que partículas desprendidas del gran todo, que se mueven y obran por influjo suyo, y que elevándose gradualmente en la escala de la perfección, llegarán un día a identificarse y confundirse con la grande alma de la cual procedieron.

Fácil es comprender que este sistema lleva derechamente al panteísmo y al ateísmo, desde el momento que no se concibe a Dios como un ser personal, espiritual, superior al mundo, y distinto de todos los seres que componen esta universalidad de cosas. Es también absurdo suponer que las diversas partes de este mundo, así como los cuerpos celestes, estén animados y sean como los miembros del mismo Dios; el cual, en este caso, no podría decirse completo en todo género de perfecciones. Crece todavía el absurdo desde que se considera que el mundo está regido por leyes constantes y necesarias, y que cada uno de los mundos sigue fatalmente el curso que desde su principio le trazó la Providencia, sin poder desviarse una línea de su curso ni detenerse un solo momento, ni precipitar su marcha, ni hacer cosa alguna de las que suponen una alma. La experiencia rechaza este absurdo sistema, porque jamás ha visto en el todo que se llama mundo, señales de inteligencia y libertad, o siquiera de instinto, como se observan en el hombre y en los animales.

Por otra parte, se destruye la naturaleza y esencia de nuestra alma, que siendo una sustancia espiritual, es también independiente en razón de supuesto, aunque se ordena a la unión con el cuerpo para formar el todo, que se llama hombre. Entonces se constituye individua, independiente, única y tan distinta de las demás, como asegura el sentido íntimo y la conciencia que tenemos de que somos un ser completo y personal.

El alma de Pedro, considerada [371] indiviualmente, es tan distinta de la de Juan y de la de todos los hombres, que no tienen de común sino la esencia metafísica; pero en sus propiedades individuales jamás se identifican, y a veces nada tienen de semejante. Además, son muchas veces opuestas en inclinaciones, tendencias, ideas y apreciaciones; por lo cual de ninguna manera puede decirse que sean partes de una supuesta alma universal, a no admitir que aquélla es un conjunto actual de numerosas contradicciones. Lo que es más, este sistema destruye la libertad humana y la moralidad de las acciones, pues si las almas fuesen porciones de una alma universal, no serían responsables de sus actos particulares.

No hay que añadir otras razones para refutar este enorme absurdo, que no tiene a su favor fundamento alguno racional, ni se deduce de ninguna de las verdades claramente conocidas por la ciencia. Pero de esto hablaremos con mas extensión en el artículo Panteísmo.

Perujo.

Alma (iconografía)

Los primitivos cristianos tenían varios símbolos para expresar el alma humana, que habiendo roto los lazos de la carne, llega a la patria celeste. Estos símbolos pueden reducirse a seis: I° Un caballo al escape, próximo a alcanzar el premio de la carrera, cuyo símbolo tuvo origen, al parecer, en estas palabras de San Pablo: Sic currite ut comprehendatis; o en estas otras del mismo Apóstol: Cursum consummavi. 2.° Un navío bogando viento en popa hacia un faro; o bien, el mismo navío llegado al puerto, viva imagen del alma, que rotas las ligaduras del cuerpo, vuela a la eternidad. 3° El cordero o la oveja, ya solos, ya llevados al redil por el Buen Pastor. 4.° La paloma, ya volando, ya junto a un vaso vacío, representación del cuerpo abandonado por el alma; ya en medio de un jardín florido, imagen alegórica del paraíso. 5.° En figura de una mujer, que vestida de una blanca stola, sale de un cuerpo inanimado. 6.° Una mujer orando o en contemplación puesta entre dos árboles. Hay que advertir, sin embargo, que cuando esta mujer está representada entre dos ancianos, significa, no el alma, sino a la casta Susana, representación que se halla en un número muy considerable de lápidas sepulcrales de los tiempos heroicos del Cristianismo.

Pallés.