La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro II

Capítulo II
En que el auctor prosigue su intento, y pone cómo mediante los casamientos muchas vezes los enemigos se tornan amigos.


Por los exemplos que emos dicho, y por muchos más que dexamos de dezir, se puede assaz conoscer de quánta excellencia sea el matrimonio, no sólo para las cosas de la consciencia, mas aun para las cosas que tocan a la honra; porque (hablando la verdad) los hombres que en la república son casados, poca ocasión tienen para ser viciosos y mucha razón ay para ser honrados. No podemos negar que los matrimonios no sean costosos y enojosos para los maridos (lo uno en criar los fijos, lo otro en sufrir las importunidades de sus madres); pero al fin no podemos negar que la generosa y virtuosa muger es la que hinche la casa y por ella tiene auctoridad su marido en la república; porque en las cosas públicas más fe se da a uno que está rodeado de hijos que no a otro que está cargado de años.

El quinto beneficio que se sigue del matrimonio es la paz y reconciliación que se haze con los enemigos mediante los casamientos. Son los hombres desta vida tan interesales, son tan codiciosos, son tan importunos, son tan maliciosos, a que muy pocos ay que no vengan a parar en tener enemigos y en tener émulos; porque por nuestros pecados tropeçamos en mil ocasiones para estar enemistados y apenas hallamos una para reduzirnos a ser amigos. Presupuesto lo que los hombres quieren, lo que los hombres procuran, lo que los hombres dessean y a lo que los hombres anhelan, no me maravillo yo cómo tienen tan pocos amigos, sino cómo no tienen más enemigos; ca en las [358] cosas que traen consigo interesse ni miran que han sido amigos, ni miran que son parientes, ni miran que son próximos, ni miran que son christianos, sino que, pospuesta la consciencia y raýda de la cara la vergüença, cada uno encamina para sí el negocio, aunque sea en perjuyzio de su vezino. ¿Qué amistad puede aver entre dos hombres sobervios, pues el uno quiere preceder y el otro no se quiere humillar? ¿Qué amistad puede aver entre dos hombres imbidiosos, pues procura el uno lo que possee el otro? ¿Qué amistad puede aver entre dos hombres avaros, pues el uno no se atreve a gastar y el otro no se harta de allegar? Por mucho que leamos, por mucho que veamos, por mucho que andemos, jamás veremos ni oyremos de hombres que ayan carescido de tener enemigos; ca o ellos son viciosos o ellos son virtuosos: si son malos, siempre son retraýdos de los buenos; si son buenos, siempre son perseguidos de los malos.

Muchos de los antiguos philósophos gastaron su tiempo, y aun perdieron de su sueño, en buscar remedios para reconciliar los enemistados y traerlos a ser amigos, en que los unos dixeron que era bueno olvidar las enemistades por algunos años; porque muchas cosas con la razón no se acaban y después con el tiempo se curan. Otros dixeron que para aplacar los enemigos era bueno ofrescer dineros; porque los dineros no sólo quebrantan los coraçones blandos, mas aun rompen las peñas duras. Otros dixeron que el mejor remedio era poner de por medio nuestros amigos, en especial si eran hombres sabios y cuerdos; porque los rostros vergonçosos y los coraçones generosos en ofrecerles dineros se afrentan y con ruegos de buenos se amansan. Pensados todos los medios, y tanteados todos los remedios para reconciliarse los enemigos, no ay otros tan promptos y tan verdaderos como son los casamientos; porque es de tanta excellencia el sacramento del matrimonio, que en unos causa amicicias nuevas y de otros quita enemistades antiguas. Todo el tiempo que Julio César fue suegro del gran Pompeo y Pompeo se tuvo por yerno de Julio, nunca entre ellos se conosció malquerencia ni odio; pero después que Pompeo hizo divorcio con la casa de Julio, nascieron entre ellos enemistades tan formadas, que [359] después pararon en guerras muy crudas; y fueron tales y tan grandes que al gran Pompeyo quitaron contra su voluntad la cabeça y a Julio César vendimiaron muy temprano la vida. Quando los que moravan en Roma hurtaron muchas vírgines de tierra de los sabinos, si después no mudaran el consejo, en que de ladrones se tornaron maridos, por aquel hecho perescieran todos los romanos; porque los sabinos avían jurado de perder las haziendas y vidas por vengar la injuria fecha a sus hijas. No podía ser mayor enemistad que la que tenía Dios con el hombre, a causa de estar de por medio el pecado, y después acá jamás uvo ni avrá tan grandes amigos, no por más de por averse entre ellos fecho los admirables matrimonios, en que Dios se fizo hombre y el hombre se fizo Dios, y para más autorizar y confirmar el matrimonio quiso el Fijo de Dios que fuesse su madre desposada. Y después Él mismo fallarse en una boda do él tornó el agua en vino, como oy los mal casados tornan el vino en agua.

No se habla aquí de los varones religiosos, ni ecclesiásticos, ni de los que están en lugares devotos retraýdos; porque estos tales, huyendo las ocasiones del mundo y eligiendo el camino más sin peligro, ofrescieron a Dios sus ánimas y de sus cuerpos fizieron gratos sacrificios; porque no acontesce en la religión christiana lo que acontescía en la sinagoga; porque allí ofrescían cabrones y terneras, pero acá no se ofrecen sino sospiros y lágrimas. Dexados, pues, aparte aquellos como hombres que están para Dios secrestados, digo y afirmo que es santo y loable consejo aprovecharse del sacramento del matrimonio, el qual (aunque todos le tomen por voluntad) los príncipes y grandes señores le han de tomar por necessidad; porque el príncipe que no tiene muger y fijos, mucha soledad y tristeza tienen sus reynos. Plutharco, en un libro que fizo De los sacramentos, dize que era ley muy guardada entre los lidos que sus reyes fuessen de necessidad casados, y tenían en esto tanto extremo, a que si un príncipe moría y dexava hijo ya en edad para governar, no le dexavan governar el reyno hasta que fuesse casado; y (lo que más era) que el día que la muger muría, juntamente con su muerte la governación y la auctoridad real vacava, por manera que si mucho tiempo [360] estava biudo, mucho tiempo estava sin reyno. Como los príncipes estén en el miradero para mirar a todos y también ellos sean de todos mirados, obligación tienen a ser honestos y retraýdos, lo qual en este caso no serán si no son con matrimonio ligados; porque al fin, viéndose de la carne vencidos, forçado les será andar por casas desonestas derramados. [361]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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