La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XXV
Del Emperador Valentiniano, y del Emperador Graciano, su hijo, los quales imperaron en tiempo de Sant Ambrosio, y que por ser buenos christianos fueron príncipes muy valerosos y venturosos, y que a los príncipes muchas vezes les da Dios las victorias más por las lágrimas de los que oran que no por las armas de los que pelean.


Justiniano y Valente ambos fueron hermanos, sino que Justiniano fue el mayor dellos, y éste sucedió en el oficio del padre, conviene a saber: en ser prector de los exércitos, porque era ley muy usada entre los romanos que, si el padre moría en gracia del pueblo romano, de jure y de eredad el hijo sin más pedirlo eredava el oficio. Era Justiniano mancebo muy dispuesto, en que era blanco y roxo, y tenía el cuerpo bien sacado, y (lo que valía más que todo) era muy buen christiano y de todos en general por su amigable conversación era muy bienquisto; porque en un hombre generoso ninguna gracia se le iguala con tener la condición buena. En el tiempo que el Emperador Juliano más crudamente persiguía a los christianos, entonces Justiniano era pretor de sus exércitos, y como supo Juliano que Justiniano era christiano, embióle a mandar que sacrificasse a los ýdolos de los emperadores romanos o dexasse los oficios que tenía en sus exércitos. Bien quisiera Juliano matar a Justiniano, pero no osó; porque era ley inviolable entre los romanos que ningún ciudadano de Roma fuesse muerto si no fuesse por el Senado sentenciado. Visto por Justiniano lo que por el Emperador le era mandado (conviene a saber: que dexasse la cavallería o que dexasse la [186] fe christiana), no sólo dexó el oficio que tenía, mas aun perdonó todo el dinero que le devían; y, por ser mejor christiano, fuese fuera de Roma a un cenobio, y allí estuvo desterrado y encerrado dos años y medio, y dio en esto gran cuenta de sí; porque gran señal es de ser muy buen christiano aquél que por su voluntad renuncia las cosas del mundo. Aconteció que Juliano el Emperador fue a conquistar el reyno de los persas, y, como en la batalla súbitamente fuesse herido, súbitamente cayó allí muerto; porque a los tristes casos de fortuna tan sujeto está el emperador con todo su estado y regalo como el más pobre hombre que cada noche duerme en el suelo.

Venida la nueva a Roma que Juliano era muerto, en conformidad de todos Valentiniano por emperador fue electo, de manera que, aviéndole por Christo desterrado, muy justamente le dieron la corona del Imperio. No tenga nadie en nada perder lo que tiene, no tenga nadie en nada ser abatido por Christo; porque al fin al fin no nos pueden abatir tanto los hombres en mil años, quanto nos puede enxalçar Christo en una hora. En este año, que fue ab urbe condita mcxix, en una ciudad que se llamava Atróbata, súbitamente llovió mucha y verdadera lana, la qual era muy fina, de manera que aprovechó y enrriqueció a toda la tierra. En aquel mismo año, en la ciudad de Constantinopla granizó tales piedras que mató a muchos ombres y no dexó en los campos ganados. Por aquel mismo tiempo vino un terremoto por toda Italia, y aun estendióse en Cecilia, en que cayeron muchos y muy grandes edificios, y mataron muchos hombres y, sobre todo, la mar salió de madre y anegó muchas ciudades marítimas. Dize Paulo Diáchono, libro xi De gestis romanorum, que este Emperador Valentiniano fue de agudo ingenio, de aspecto grave, en el hablar muy polido (aunque hablava poco), en la correpción de los delictos era sobervio, en los negocios era pressuroso, en las adversidades era sufrido, de los hombres viciosos era muy enemigo, en comer y bever fue templado, de hombres virtuosos y religiosos fue muy amigo; de manera que dezían todos que parecía al Emperador Aureliano. Desde que murió el Emperador Marco Aurelio, en el qual se acabó la felicidad del Imperio Romano, tenían por costumbre en Roma que a [187] todos los príncipes nuevos siempre los comparavan a uno de los antiguos, conviene a saber: que si era animoso, dezían que parescía a Julio César; si era virtuoso, dezían que era otro Otaviano; si era desdichado, dezían que parecía a Thiberio; si era atrevido, dezían que parecía a Calígula; si era cruel, dezían que parecía a Nero; si era verdadero, dezían que parescía a Trajano; si era fermoso, dezían que parecía a Thito; si era ocioso, dezían que parecía a Domiciano; si era sufrido, dezían que parecía a Vespasiano; si era templado, dezían que parecía a Adriano; si era piadoso, dezían que parecía a Antonio Pío; si era cultor de los dioses, dezían que parescía a Aureliano; finalmente, el que era muy sabio y virtuoso dezían que parecía al buen Marco Aurelio.

Fue este Emperador Valentiniano muy buen christiano y en todas las costumbres de emperador fue muy corregido; sólo de una cosa y mérito fue notado, conviene a saber: que favoreció y se fio tanto de sus criados y privados, que por esta ocasión y su mala governación uvo muchas dissensiones en los pueblos. Dixo una vez Séneca al Emperador Nero: «Hágote saber, señor, que no ay paciencia que lo sufra, querer dos o tres absolutamente mandar a todos no porque son más virtuosos, sino porque son más privados.» ¡O!, príncipes y grandes señores, si yo fuesse vosotros, no sé qué me faría; pero vosotros siendo yo, de tal manera me avría con los que están en mi casa, que ellos se tuviessen por criados para me obedecer y no se alabassen de privados para me mandar; porque no es cuerdo el príncipe que por contentar a pocos quiere estar en desgracia de muchos. Murió este Emperador Valentiniano en el año cincuenta y cinco de su nacimiento, y en el año xi de su imperio, y murió de una enfermedad muy larga, en que se le secaron las venas, a que no le podían sacar ni una gota de sangre, y el día de su enterramiento hizo un muy largo y excelente sermón sancto Ambrosio; porque en aquellos tiempos quando muría alguno que avía favorecido mucho a la Iglesia, concurrían todos los sanctos obispos a su sepultura.

Siendo emperadores los dos hermanos, conviene a saber: Valentiniano y Valente, por ruego del suegro que quería mucho al nieto, y por ruego de la muger que desseava ver en [188] honra al hijo, el Valentiniano crió en augusto a un hijo suyo que avía nombre Graciano, el qual era en edad tan tierno, que aún no tenía barbas en el rostro. Y de verdad no consintiera esta novedad el Senado si no viera que el padre era muy virtuoso y el moço era muy cuerdo. Pero esto, y más que por él hiziera el Senado, Valentiniano lo tenía al Pueblo Romano muy bien merecido; porque muy justo es que los príncipes en la provisión de los oficios tengan más respecto a los servicios de los padres que no a la poca edad que tienen los hijos. Salió este mancebo Graciano tan reposado en la persona y tan buen christiano para favorecer a la Iglesia, que fue muy gran descanso para el pueblo romano que le eligió, y mucha alegría para su padre en quanto bivió, de manera que dexó en él una inmortal memoria después que murió; porque en el hijo virtuoso siempre está viva la memoria del padre muerto. En el año ab urbe condita mcxxxii, siendo que fue primero en augusto criado por universal eredero y único Emperador del Imperio Romano, el sobredicho mancebo Graciano por todo el pueblo romano fue declarado, ya que era muerto su tío Valente y su padre Valentiniano. Quando Graciano entró en el Imperio estavan muchos obispos cathólicos desterrados desde el tiempo de Valente Emperador, su tío, y luego este buen príncipe Graciano mandó desterrar a todos los obispos arrianos y que tornassen a sus iglesias todos los obispos cathólicos, y de verdad en esto se mostró religiosíssimo príncipe; porque no ay más justa justicia que confunda la malicia de los malos que en restituyr en su estado a los buenos. El primero año del imperio de Graciano todos los germanos y los gallos se rebelaron contra el Imperio Romano, en que no sólo no le querían obedecer, mas aun hizieron un muy grande y terrible exército para le conquistar, imaginando que, como Graciano era moço, no ternía seso ni esfuerço para defenderlo; porque debaxo de los príncipes muy moços sienpre suelen padecer grandes calamidades los reynos. Llegada la nueva a Roma cómo era rebelada toda la Galia y Germania, escrivió a todos los obispos cathólicos para que sobre este caso hiziessen en sus iglesias grandes sacrificios, y también proveyó que se hiziessen processiones generales por toda Roma, para que [189] el Señor de su pueblo alçasse la yra; porque los buenos christianos primero deven aplacar a Dios con oraciones que no resistir a los enemigos con armas. No menos en esto que en lo otro se mostró muy buen christiano este emperador Graciano, porque muchas vezes da Dios a los príncipes las victorias más por las lágrimas de los que oran que no por las armas de los que pelean. Esto hecho, y el negocio a Dios encomendado, acordó el Emperador Graciano adereçar para la guerra y personalmente dar la batalla. Y, si en lo primero se mostró príncipe christiano, en esto se mostró emperador muy valeroso; porque gran infamia sería de los príncipes lo que sus antepassados ganaron por esforçados y solícitos, ellos lo perdiessen por covardes y perezosos. Sin comparación era muy mayor el exército de los enemigos que no el exército de los romanos, y como se hallassen los unos y los otros juntos cabe un lugar que se llamava Argentaria, los romanos como eran pocos a la verdad ovieron gran temor a los enemigos; porque en la guerra la pujança de la potencia haze tener duda de la desseada victoria. Los romanos, visto esto, importunaron y rogaron al Emperador que no diesse la batalla, pues no tenía gente para ella, y en esto no dezían muy mal; porque un príncipe cuerdo no fácilmente la vida y la persona ha de cometer a los baybenes de la fortuna. El Emperador Graciano, sin mostrar mudança en el rostro ni turbación en las palabras, a todos los cavalleros que estavan en torno de su persona dioles esta respuesta. [190]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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