La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XIV
De una plática que hizo la Emperatriz Sophía a Tiberio Constantino, siendo ambos a dos governadores del Imperio, y el fin de la plática es reprehender a Thiberio porque en gastar los thesoros del Imperio hera muy largo.


«Bien te acordarás, Tiberio, que ser ayo de Justiniano y governador del Imperio, quando estavas en Alexandría ni pensavas que lo merecías; y, si lo pensavas, pensavas que no lo alcançaras, porque tú eres hombre sabio, y el hombre sabio según lo poco o lo mucho en que le puso la fortuna a sí y a sus pensamientos aprieta o afloxa la rienda. Los que tienen la condición vana y a poder de braços quieren hazer que su fortuna sea muy próspera, siempre bivirán los tales vida penada, porque no ay cosa que más acorte la vida que cevar los pensamientos de vana esperança. Por ser tú qual eras en aquel tiempo, y por ser que fueste bienquisto de Justiniano, el pueblo te pidió, el Senado te eligió, el exército militar te recibió y todo el Imperio de tu electión se alegró. Y no tengas esto en poco, porque no todas las vezes en la electión de uno concurren las voluntades de todos. Fágote saber, Tiberio, que a mí no me pesó que, pues el Emperador estava indispuesto, tú fuesses governador del Imperio; y que otra cosa de lo que sentí sintiera, sé cierto que no lo dixera ni contradixera, porque somos de tan baxo crédito las mugeres, que más ganamos en aprovar lo mediano que dizen los otros que no lo muy bueno que dezimos nosotras.

Pues la fortuna a tan alto estado te ha hecho subir, mucho te ruego, mucho te amonesto y mucho te aviso te sepas en él [121] tener bien quedo, porque para subir a la honrra abasta que el cuerpo sude, pero para sustentarla es menester que el coraçón llore sangre. Bien sabes tú que mandar más, valer más, poder más y tener más en las casas de los príncipes muchas vezes se da más por solicitud humana que no por merecimientos de la persona, y esto permítelo Dios muchas vezes porque veamos descender y caer con infamia a los que vimos subir y prosperar con sobervia. Tú, Tiberio, eres hombre, yo soy muger; tú tienes prudencia, pero yo tengo larga experiencia; y, si tú alcanças mucho, yo he visto en este mundo harto. Pues en fe desto que he dicho, te digo que en dos maneras se pierden los hombres de tu manera en casa de los príncipes: la una si piensan que merecen mucho y que pueden poco, porque los superbos pensamientos siempre traen los coraçones alterados; la otra es que quiere uno solo mandar al Emperador y al Imperio, lo qual si alguno lo alcançare lo alcançará con trabajo, y lo sustentará con peligro, y lo posseerá poco tiempo, porque es impossible que al hombre de gran privança le sea mucho tiempo fiel la fortuna. Aunque seas prudente y sabio, aconséjote que siempre te aproveches del consejo ageno, mayormente en cosa de govierno, ca mucho va saber mandar o saber obedecer; porque el saber obedecer alcánçase por buena naturaleza, mas el saber mandar sólo se alcança por larga experiencia. Ten esta regla general, que do vieres que será acepto tu ruego, jamás aventures el mandamiento; porque por mandar serás temido y por rogar serás amado. La cosa que más faze andar descontentos a los que están en las cortes de los príncipes es poder poco, tener poco y valer poco; porque de andar el hombre desfavorecido viene a andar el coraçón desmayado. Por contrario, la cosa que faze perderse los grandes privados de los príncipes es poder mucho y valer mucho, y encima desto aprovecharse más del valer que no del saber, de la autoridad que no de la razón; porque no puede durar mucho en la privança el hombre que haze todo lo que quiere en la república.

Todo esto he dicho porque sepas que estoy muy maravillada de tu prudencia y no menos lo estoy espantada de mi paciencia, en ver que los tesoros que Justiniano llegó con [122] mucho trabajo y los conservó con mucho cuydado, que tú agora los gastes con tanto descuydo; y desto no te maravilles, porque no ay paciencia que lo sufra ver la hazienda propria gastarse y desperdiciarse por mano agena. Hágote saber, Tiberio, que ya ni ternemos para guardar ni ternemos para dar, lo qual es muy peligroso en las casas de los príncipes; porque la fama de los muchos tesoros hazen a los príncipes tener subjetos a sus enemigos. Los príncipes tienen necessidad de ser virtuosos y tienen necessidad de ser ricos, porque con la virtud goviernan a los suyos y con la riqueza reprimen a los estraños. No sólo es necessario que el príncipe no sea pobre, pero también es necessario que su república sea rica; porque en la verdad, de ser muy pobres los pueblos nascen muchos escándalos en los vezinos; porque al fin al fin estando la república rica no puede padecer el príncipe mucha pobreza. Yo no niego que no es muy bueno remediar a los pobres y socorrer a los necessitados, pero también digo que no es obligado ninguno a dar en particular a ninguno el tesoro que está guardado para la conservación del pueblo; porque muchas vezes un príncipe por ser largo en dar de lo suyo, la necessidad le faze después ser tyrano en tomar lo ageno. Fágote saber, Tiberio, que muy pocos príncipes hallarás que no sean o sobervios, o ambiciosos, o viciosos; porque a la verdad, mocedad, soledad, libertad y riqueza crudos enemigos son de la honesta vida. Yo no digo que han sido todos los príncipes malos, pero digo que no han sido muchos los buenos, y los que son y fueren buenos deven ser muy acatados; porque no se pueden llamar tiempos bien fortunados si no aquéllos en que uvo príncipes muy virtuosos.

Fágote saber, Tiberio, que muchos príncipes, careciendo de naturaleza mala y teniendo la inclinación buena, vienen a parar en tyranía no por más de por aver venido a pobreza; porque (a la verdad) el coraçón generoso a toda cosa se aventura viéndose acossado de pobreza. E dígote más, Tiberio, que si los príncipes vienen a ser tyranos por lo mucho que les falta, no menos vienen a ser viciosos por lo mucho que les sobra; y en este caso los príncipes viciosos en los mismos vicios son castigados, porque este mal tiene el sobrado regalo: que [123] no dexa tomar gusto en el deleyte propio. Pues pregúntote agora yo: ¿quál es mejor o, por mejor dezir, destos dos males quál es el menor: que el príncipe sea pobre y con esto que sea tyrano, o que sea rico y con esto que sea vicioso? A mi parescer, más vale que sea rico y vicioso que no pobre y tyrano; que al fin con el vicio, si dañare, dañará a sí solo mesmo, pero con la riqueza aprovechará al pueblo todo; pero si es pobre, con la tyranía dañará a muchos y con la pobreza no aprovecha a ninguno, porque el príncipe pobre ni puede supeditar a los ricos ni puede socorrer a los pobres. Sin comparación es más provechoso a la república y más tolerable a los hombres que el príncipe sea mal hombre y con esto que sea buen príncipe, que no que sea mal príncipe y que sea buen hombre, porque según dize Platón, los athenienses acertaron en buscar príncipes antes provechosos que no virtuosos y los lacedemonios erraron en querer príncipes antes virtuosos que no provechosos. Cata, Tiberio, que es cosa más segura y para la república más provechosa que los príncipes tengan tesoros que repartir entre sus criados, que no pobreza y ocasión de robar y cohechar a sus pueblos; porque de ser los príncipes muy necessitados vienen a inventarse grandes tributos en sus reynos.» [124]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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