La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo VIII
De una carta que embiaron los del Senado a todos los del Imperio.


«El Sacro Senado y todo el Pueblo Romano a los sus fieles súbditos y a los sus caros confederados, salud vos dessea y victoria contra sus enemigos a los dioses demanda. La variedad de los tiempos, el descuydo de vosotros y la triste suerte de nuestros hados nos ha traýdo a tiempo que do Roma dende Roma conquistava y governava a reynos estraños, oy vienen a conquistarla y destruyrla hombres advenedizos, de manera que los bárbaros que solíamos tener por esclavos juran y perjuran que han de ser señores nuestros. Ya sabéys cómo toda aquella gente bárbara ha conspirado contra nuestra madre Roma, y han hecho ellos y su rey un voto público de ofrescer toda la sangre de los romanos a sus dioses en los templos; y podrá ser que, vista su sobervia y nuestra inocencia, la fortuna disponga otra cosa, porque es regla general que de la guerra que se comiença con malicia y se prosigue con sobervia es impossible que ningún príncipe saque victoria. Hanos parescido que ni porque ellos traygan la demanda injusta, ni nosotros tengamos assaz justificada la causa, no por esso se deve dexar de poner gran solicitud y diligencia en cómo resistiremos a esta gente bárbara, porque muchas vezes se pierde por pereza lo que está ganado por justicia.

Para remedio de todo este mal futuro, hanse proveýdo las cosas siguientes en este Sacro Senado, y para cumplirlas es necessario vuestro favor y socorro. Lo primero, tenemos determinado con toda presteza de reparar los fossos y puertas y [93] muros, y allí armar nuestros ingenios; y para esto y para otras necessidades de la guerra son necessarios dineros, porque ya sabéys que no se puede hazer buena guerra do sobran los enemigos y faltan los dineros. Lo segundo, tenemos proveýdo que todos los que han jurado la milicia romana se vengan a meter en Roma. Por esso, embiarnos eys a todos los que de cinqüenta decienden y de veynte años arriba suben, porque en las buenas guerras ha de aver hombres ancianos que aconsejen y mancebos esforçados que executen. Lo tercero, tenemos acordado que la ciudad se provea de bastimentos a lo menos para dos años, por cuya causa os rogamos que del vino nos embiéys la décima parte; de carnes, la quinta parte; de pan, la tercera parte; porque tenemos jurado de morir, pero no queremos morir de hambre en el cerco como temerosos, sino peleando en el campo como romanos. Lo quarto, tenemos proveýdo que, pues nos vienen a combatir bárbaros ignotos, trayamos a Roma para contra ellos dioses estrangeros, que, como sabéys, desde el gran Constantino acá estamos tan solos y tan pobres de dioses, que no tenemos más de un Dios de los cristianos. Por esta causa os rogamos tengáys por bien en esta estrema necessidad con vuestros dioses socorrernos, porque entre los dioses no sabemos que aya dios tan poderoso que él solo sea poderoso para defender a todo el pueblo romano. Reparados, pues, muy bien los muros, traýdos a la ciudad todos los mancebos belicosos, bastecidas las casas de bastecimientos, proveýdo el erario de dineros, assestados en sus lugares los engenios y, sobre todo, llenos de dioses los templos, esperamos en nuestros dioses que avremos victoria de nuestros enemigos; porque peleando con los hombres y no con los dioses siempre se ha de esperar victoria, porque no ay hombres tan poderosos que por otros hombres no puedan ser derribados. Valete, etcétera.»

Embiada, pues, esta epístola por todos los confines de Roma, sin esperar respuesta della ya los romanos públicamente blasfemavan el nombre de Christo, y ponían ýdolos por los templos, y hazían cerimonias gentílicas, y, lo peor de todo, que dezían públicamente que nunca Roma se vio [94] afrentada de tyranos sino después que eran christianos y que si no tornavan todos los dioses a Roma nunca Roma estaría segura, porque sus dioses, de afrentados que los avían echado de Roma, traýan aquellos bárbaros para vengar sus injurias. La Providencia divina, que no da lugar a que en todo lugar execute sus fuerças la malicia humana, antes que se reparassen los muros, ni tornassen respuesta los mensageros, ni entrassen en Roma los dioses estraños, el rey de los godos Randagaismo con dozientos mil bárbaros, sin efusión de sangre en los christianos, súbitamente en los montes vesulanos de hambre y de sed, y de piedras que caýan del cielo, perdió todo el exército sin quedar bivo ni uno, y él fue preso y en Roma descabeçado. Esto hizo la Sabiduría eterna porque viessen los romanos que Christo, verdadero Dios de los christianos, para defender a sus siervos no tiene necessidad de dioses estraños. [95]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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