La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo VI
De lo que dixo a la hora de la muerte el dicho philósopho al Senado de Roma.


«Pues soys sabios, Padres Conscriptos, no me parece que devéys tomar pesar de mi muerte, pues yo la tomo con alegría; porque no se ha de llorar la muerte que tomamos, sino la vida mala que hezimos. Muy simple es el hombre que teme la muerte no por más de perder los plazeres de la vida, ca no se ha de temer la muerte porque se pierde la vida, sino porque no es otra cosa la muerte cruda sino un verdugo de la vida mala. Yo muero, Padres Conscriptos, con alegría. Lo primero, porque no me acuerdo en toda mi vida aver hecho mal a ninguno en la república, y soy cierto que el hombre que no hizo mal a los hombres en la vida no le harán a él mal los dioses en la muerte. Lo segundo, yo muero con alegría por ver que de perder yo la vida toma pesar toda Roma; porque muy malaventurado es el hombre cuya vida lloran todos y en cuya muerte ríen muchos. Lo tercero, yo muero con alegría no por más de acordarme que en sessenta años que he estado en Roma siempre trabajé de aprovechar a la república; porque los justos dioses me dixeron a mí que no ay muerte con trabajo sino do uvo vida sin provecho. Lo quarto, yo muero con alegría no tanto por el provecho que he hecho a los hombres, quanto por el servicio que he hecho a los dioses; porque mirando en quán inútiles cosas empleamos la vida, podemos dezir que sólo aquel tiempo vivimos que en servicio de los dioses empleamos.

Dexando lo que toca a mi persona, quiero, Padres Conscriptos, descubriros un secreto que toca a la vuestra república, [88] y es éste: Rómulo, nuestro padre, fundó a Roma; Numa Pompilio erigió el alto Capitolio; Anco Marcio la cercó de muro; Bruto la libertó de tyranos; el buen Camillo alançó della a los gallos; Quinto Cincinato amplió sus reynos; pero yo la dexo poblada de dioses, los quales guardarán mejor a Roma que no los muros ni hombres, porque al fin más vale el favor de un dios que el esfuerço de todos los hombres. Quando yo vine a Roma, era confusión ver quán pobre de dioses estava Roma, ca no avía sino cinco dioses, conviene a saber: a Jovis, a Mars, a Jano, a Verecinta y a la diosa Vestal. Pero agora no es assí, sino que para cada uno queda un dios señalado, porque muy injusto es que estén los erarios llenos de tesoros y veamos los templos privados de dioses. Como son cclxxx mil vezinos, assí os tened por dicho que os dexo cc y ochenta mil dioses. Y por essos dioses os conjuro, o romanos, se contente cada uno con el dios de su casa y no cure de aplicar para sí a los dioses de la república; porque es reo a los dioses y odioso a los hombres, el que haze suyo proprio lo que en común es para muchos.

Ésta será la orden que ternéys con los dioses si no queréys errar en el servicio de los dioses, conviene a saber: que a la madre Verecinta ternéys para aplacar los dioses ayrados, y a la diosa Vestal ternéys para moderar a los hados desdichados; al dios Júpiter encomendaréys la governación de vuestra república y a él ternéys por dios sobre todos los dioses del cielo y de la tierra, porque si Júpiter no templasse la yra y embidia que tienen los dioses allá en el cielo, ya no avría memoria de los hombres acá en la tierra. De los otros dioses que yo os dexo particulares, aprovechaos dellos en particular, pero parad mientes, romanos, que si os fuere contraria en algún tiempo la fortuna, no sea osado alguno dezir mal del dios que tiene en casa; porque los dioses me dixeron a mí que harto abastava dissimular con los que no los sirvían, sin que perdonassen a los que los ofendían. Y no os engañéys, diziendo que son dioses particulares y desfavorescidos, porque os hago saber que no ay dios tan abatido, que para vengar una injuria no sea poderoso. ¡O!, romanos, razón es que de aquí adelante bivan todos muy alegres, y con esto penséys [89] que quedáys muy seguros, y tengáys por impossible ser vencidos de vuestros enemigos, porque ya no vosotros de vuestros vezinos, sino vuestros vezinos de vosotros demandarán dioses emprestados. Porque ya no me veréys más, a vuestro parecer parésceos que oy me tengo de morir, y a mi parescer sólo porque muero, oy comienço a bivir; porque me voy para los dioses que os dexo y os dexo los dioses para que me voy.» [90]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

<<< Capítulo 5 / Capítulo 7 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
© 1999 Fundación Gustavo Bueno (España)
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org