La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo LII
De en cuán gran estima es tenido el hombre verdadero, y de cuán gran mal es ser tenido por mentiroso. Y tócanse aquí muy buenas figuras.


Perdes omnes qui loquuntur mendacium: decía el serenísimo rey David en el salmo V como si dijera: Oh gran Dios de Israel, naturalmente conozco de ti, que aborreces a los que obran maldades, y destruyes a los que hablan mentiras. Gran pecado debe ser la mentira, pues tan terrible sentencia da Dios contra ella: es a saber, que a todo hombre mentiroso, ha de poner el señor a cuchillo. Mucho es de ponderar, que [CIIr] en el general diluvio perdonó Dios a Noé, en la perdición de Sodoma libró a Lot, en la destrucción de Jericó reservó a Raab, en la cautividad de Babilonia dispensó con Jeremías: de manera, que nunca Dios usa tanto de su justicia, que no vaya mezclada con su clemencia: excepto con los hombres tramposos y mentirosos, que jura y perjura de no perdonar a ninguno de ellos. Séneca en el primer libro de ira dice: No hay virtud que de mejor gana premien los dioses, que es la verdad: y ni hay vicio que ellos más ayna castiguen que es la mentira: y de aquí es que al hombre mentiroso, ni la verdad le creen, ni la mentira le sufren. Epiménides filósofo preguntado qué cosa era verdad dijo: La verdad es la que rige los cielos, alumbra la tierra, sustenta la justicia, gobierna la república, confirma lo que es claro, y aclara lo que es dudoso. Quilo el filósofo hablando de la verdad dijo: La verdad es un homenaje que nunca cae, un escudo que no se pasa, un tiempo que no se turba, una flota que no perece, una flor que no se marchita, una mar que no se altera, y un puerto en que nadie peligra. Anaxarco filósofo preguntado qué le parecía de la verdad, dijo: La verdad es una salud que nunca enferma, una vida que nunca muere, un socrocio que a todos sana, un sol que nunca se pone, una luna que jamás se eclipsa, una puerta que a nadie se cierra, y un camino que a nadie cansa. Esquines filósofo en una invectiva contra Demóstenes dice: Tiene en sí gran fuerza la verdad, que sin ella la fortaleza es flaca, la prudencia es malicia, la temperancia es miseria, la justicia es sanguinolenta, la humildad es traidora, la paciencia es fingida, la castidad es vana, la riqueza es perdida, y la piedad es superflua. Platón en su Timeo decía: Si queréis, oh atenienses, saber qué cosa es verdad, dígoos que es un centro ado todas las cosas reposan, es el norte por do el mundo se rige, es el antídoto con que todos se curan, es la sombra ado todos descansan, es el terrero ado todos tiran, y aun es el blanco ado pocos aciertan.

Muy amigos debían ser de la verdad estos tan grandes filósofos, pues ensalzaron con tantos y tan honrados títulos: porque tarde, o nunca engrandece la lengua, si no es aquello que su corazón ama. Cuando el hijo de Dios y mayorazgo de las eternidades dijo un día predicando, ego sum veritas, y cuando dijo arrodillado delante Pilato, ad hoc venit in mundum, ut testimonium perhibeam veritati: más ensalzó la verdad que nadie, y más se obligó a hacer por ella que todos: pues por predicarla fue de los hebreos perseguido, y por defenderla fue a muerte condenado. San Agustín sobre San Juan dice: En esta palabra de Cristo, ego sum veritas más alto habla que piensas, y más misteriosa es que tú alcanzas: porque de todas las criaturas podemos decir que hablan verdad, tratan verdad, aman verdad, y tienen parte en la verdad: mas del hijo de Dios sería muy gran mentira decir, que tiene parte en la verdad, sino que de todo en todo es la suma verdad. El que no tiene más de una parte de verdad, cierto es que ha de tener la otra parte de maldad, o de necedad: y como en Cristo no quepa culpa, ni se sufra ignorancia, síguese que de necesidad ha de ser el Dios de la verdad, y el príncipe de la bondad. Si el hijo de Dios quisiera consentir en las mentiras de los sacerdotes, y en las hipocresías de los fariseos, nunca fuera delante Pilato acusado, ni fuera por Pilato a muerte condenado: mas como el bendito Jesús era la suma verdad, y era la eterna bondad, eligió antes morir, que no mentir: y perder antes la vida, que no favorecer mentira. San Crisostomo sobre San Mateo dice: [CIIv] En esto verás cuánto Dios ama la verdad, en que admitió a su compañía a la Magdalena profana, a la samaritana amancebada, a la mujer adúltera, a Mateo usurero, a Zaqueo el rico, al ladrón corsario, a Pedro el pérfido, a Paulo el blasfemo, mas nunca recibió en su colección a ningún tramposo y mentiroso: de manera, que no puede ser discípulo de Cristo, el que no es hombre verdadero. Ne auseras de ore meo verbum veritatis, decía el santo David en el salmo CXVIII como si dijera: Pues yo señor me precio de ser tu siervo, y estoy dedicado a tu servicio, no permitas que mi corazón piense alguna maldad, ni des licencia a mi lengua sino que diga verdad: pues hombre mentiroso, no puede ser a ti acepto.

Mucho es aquí de ponderar, que no ruega a Dios el profeta que le guarde la vida, ni le conserve la honra, ni le defienda el reino, ni le ensalce los hijos, ni le aumente la hacienda, ni aun le dé más fama, sino que no le deje decir ninguna mentira: teniéndose por dicho, que si no hay en el ánima ninguna bondad, nunca habrá en la boca alguna verdad. Oración es esta que todos habían de hacer, y petición es esta que todos habíamos de pedir: es a saber, que nos conserve el señor en los corazones la bondad, y no quite de nuestras bocas la palabra de verdad: porque hombre mentiroso, nunca puede ser buen cristiano. Nequaquam moriemin, sed eritis sicut discientes bonum et malum, Génesis. III. Dijo la serpiente a nuestra madre Eva en el paraíso, como si dijera: En ninguna manera moriréis aunque de ese árbol vedado comáis, antes se os abrirán los ojos del entendimiento para que de manera de dioses sepáis lo bueno que habéis de elegir, y lo malo de que os habéis de guardar. He aquí la primera mentira del mundo, he aquí el primer mentiroso que fue el demonio, he aquí la primera mujer engañada que fue Eva, y he aquí donde procedió toda la perdición humana: porque si Eva no creyera aquella mentira, ni ella jamás muriera, ni el mundo se perdiera. San Agustín sobre el Génesis dice: Mientes demonio mientes, que pues tú caíste del cielo por quererte con Dios igualar: también morirá Eva si no quiere a Dios obedecer. Oh cuán gravísimo pecado debe ser la mentira, mayormente cuando es perniciosa, que pues Eva fue alanzada de paraíso no más de por creerla, ¿qué pena merecerá el que osare decirla? Como todas las cosas tomen denominación de sus primeros principios, y el principio de la verdad sea Cristo, y el principio de la mentira sea el demonio, podremos con verdad decir, que así como todos los que hablan verdad, tienen por señor a Cristo: así todos los mentirosos tienen por su patrón al demonio. Cuando el hijo de Dios dijo a los hebreos, vos ex patre diabolo estis: no los llamó hijos del demonio, porque los había criado, sino porque los había engañado: y el engaño era, que como hijos de su padre defendían las mentiras, que él les había enseñado, e impugnaban las verdades que les predicaba Cristo. Cirilo sobre el Levítico dice: Si el demonio es padre de la mentira, ¿no será también hijo del demonio el hombre mentiroso? San Anselmo también dice: Como sea el señor señor de todo el mundo, bien puede él dispensar en el delito del hurto, para que el hurto no sea pecado: lo cual él no puede hacer en el pecado del mentiroso, que como él sea suma y perfecta verdad, no se puede apartar de la verdad: porque repugna a su divina potencia, caber en Cristo alguna mentira. Mucho es de ponderar, y aun nos debe de espantar, que a ningún soberbio, ni envidioso, ni goloso, ni avaro, ni lujurioso, ni ladrón, ni aun furioso llamó [CIIIr] hijo del demonio, sino fue al hombre mentiroso: de lo cual podemos inferir, que al hombre mentiroso le podemos llamar endemoniado.

San Agustín en el décimo de sus confesiones dice: A muchos he visto, procurar de engañar a otros: y al primero tengo por ver que quiera ser engañado: y también he visto a muchos mentir: mas a ninguno he visto querer que le mientan: de manera, que la condición del mentiroso es, que todos traten con él verdad, y el sólo trate con todos mentira. Mendaces filii hominum in stateris suis, ut decipiant ipsi de vanitate in idipsum, dice el salmista hablando de los mentirosos, como si dijera: Aunque los hijos de los hombres son mentirosos en las palabras que dicen: mucho más lo son en los pesos y pesas, que tienen: porque ni en el fiel guardan fidelidad, ni en el peso lealtad. En estas palabras toca aquí el profeta, otro género de mentirosos, y otra manera de mentiras: es a saber, de los que hacen fingidas obras, y se arrean de hipocresías: de manera, que como otros mienten con la boca, mienten ellos con la obra. Cuanto es de menores quilates el cuerpo que no el ánima: tanto es mayor la mentira, que se comete con la obra, que no la que se dice con la boca: porque la palabra mentirosa solamente engaña; mas la obra del hipócrita, no sólo engaña, mas aun daña. Pero falso, y en peso falso se pesa: el que presume mucho, y merece poco: tiene a sí por justo, y a los otros por pecadores: loa mucho sus obras, y condena las ajenas: es otro del que parece, y parece otro del que es: cela la bondad, y finge la verdad: finalmente ama que le loen todos, y no sufre que le resista nadie. San Ambrosio en el exameron ron dice: Peso falso tiene, y aun gran mentira dice, el que siendo rey hace obras de tirano, y el que siendo cristiano vive como gentil, y el que es intitulado prelado y anda como publicano, y el que es religioso y tiene resabios del mundo: y aun el que es hipócrita y quiere ser tenido por santo. Todos estos son engañadores, todos son mentirosos, todos dos bulliciosos, y fementidos: de cuya conversación nos hemos de guardar, y apartar: porque en la Iglesia de Dios mayor daño hacen los que andan con obras fingidas, que no los que dicen palabras falsas. San Anselmo a este propósito dice: Ora sea para bien, ora sea para mal, más habla el hombre obrando que no hablando: porque mucho más se mueven los corazones de los hombres con lo que ven hacer, que no con lo que oyen decir. Los privilegios del hombre verdadero son: que por do quiera puede andar, con todos puede tratar, a nadie debe temer, ninguno le puede acusar, todos pueden de él confiar, y aun con su cara descubierta por doquiera ir. El trabajo del hombre mentiroso es, que si dice una mentira la ha de sustentar con otras mentiras: y más y allende de esto, ha de jurar y perjurar, por Dios, y por las vidas de sus santos, y por los santos evangelios, y por las vidas de sus más propincuos deudos, y aun por los siglos de sus pasados.

Preguntado el filósofo Demóstenes, que qué tal había de ser el amigo, que el hombre había de tomar, respondió: Para tomar uno por amigo, no han de hacer caso si es sabio, o prudente, o justo, o esforzado, o solícito: sino si es amigo de bondad, y que trata con todos verdad: porque del hombre verdadero, muy poco es confiar de él todo el mundo. Helio Esparciano dice: que como una vez dijese el emperador Trajano, que nunca había errado en elegir algún amigo: y preguntándole todos la razón de ello, respondió: La causa porque he sido en esto fortunado es: porque jamás tomé por amigo a hombre que [CIIIv] fuese codicioso, o notado de mentiroso: porque en el hombre que reina la codicia, y prevalece la mentira nadie puede tener amistad verdadera. San Gregorio en el pastoral dice: Debe el siervo del señor tratar verdad, y decir verdad: y si a ello no le constriñere la consciencia hágalo por la vergüenza: pues no se puede hacer a un hombre mayor afrenta, que averiguarle una mentira. Grandes son los trabajos que pasa un mercader, porque no le tengan por mentiroso, ni pierda con los que trata su crédito: y ojalá lo hiciesen así todos los hombres, que presumen ser en mucho tenidos, y en todo creídos: algunos de los cuales, no se les da más arrojar una mentira, que comer una haba. Séneca en una epístola dice: Como no estén en más todas las cosas de la costumbre que tomamos en ellas: si nos avezamos a comer poco con ello permanecemos, si a dormir poco con ello nos salimos, y si a mentir mucho con ello nos quedamos: por manera, que hay muchos hombres, que como están acostumbrados a comer cada día, así están avezados a mentir cada hora. A todos es notorio, que la mejor pieza de nuestro arnés, y la más rica joya de nuestro tesoro, no sea la parentela, ni la privanza, ni la riqueza, sino solamente la honra: la cual nunca tuvo, ni tendrá el hombre mentiroso: pues con nadie tiene crédito, y en ninguna cosa es creído. Aníbal príncipe de los cartagineses, fue muy animoso en emprender guerras, muy esforzado en seguirlas, y muy venturoso en acabarlas: mas Tito Livio mucho le nota de pérfido, y perjuro, y mentiroso: porque jamás daba a sus amigos lo que les prometía, ni tampoco guardaba lo que con sus enemigos capitulaba. No lo hizo así Gneo hijo del gran Pompeo: con el cual como cenasen en la mar, Mesana, Octavio, y Marco Antonio sus mortales enemigos, y le dijese a la oreja Menodoro capitán de su flota, que si quería consentir en ello él echaría aquellos dos sus enemigos al hondo, respondióle él: Si yo fuera Menodoro como tú ya lo hubiera hecho, mas pues soy Gneo Pompeo no lo tengo de hacer: porque en tal caso, morirían ellos con honra, y viviría yo con infamia. Palabras fueron éstas dignas por cierto de tal varón, e hijo de tan alto príncipe, como fue el gran Pompeo.

Herodoto dice, que los egipcios cuando hacían amistades, o confederaciones con otros, ataban los pulgares de los unos con los pulgares de los otros, y dábanse luego sendas lancetadas en ellos, y la sangre que de ellos salía se lamían los unos a los otros con la lengua: en lo cual daban a entender, que primero habían toda su sangre de derramar que los unos a los otros mentir. Jura un mentiroso por nuestra señora de Monserrat, por el sepulcro de San Vicente, por los corporales de Daroca, y aun por la cruz de Caravaca: no por más de porque le crean una muy gran mentira: la cual tanto ha de ser menos creída, cuanto es con más juramentos jurada. Infalible regla es, que cuando alguno afirma alguna cosa con gran juramento, es señal que miente más sobre pensado. El padre al hijo, y el amigo al amigo, y el señor al criado, por menos inconveniente tendría yo, les perdonasen algunas flaquezas, que no que les disimulasen algunas mentiras: porque no hay vicio a quien el tiempo no le corte las alas, excepto al mentir, que con la vejez toma más fuerzas. No basta a uno que del vicio del mentir sea limpio, sino que aun también se aparte del que es en este vicio vicioso: porque cuando quiere mentir uno muy recio, luego alega a su amigo por testigo, y todos los que aquella mentira oyen, tanta culpa echan al [CIVr] amigo que la aprueba, como al mentiroso que la dice. Miento, si estando yo en palacio, no dijo un amigo mío, que el y yo habíamos navegado en una poderosa galera: la cual era toda de cortezas de canela: y no fue nada decirlo, sino luego conmigo aprobarlo, y como yo no le osé desmentir, húbeme de quedar por mentiroso. Como otra vez yo fuese a predicar a César a palacio, y llevase en la mano una caña por el mal de mi gota: dijo aquel mismo delante de muchos, que él me había dado un tan honrado junco, que de nudo a nudo cabían dos cántaras de vino. Muy gran afrenta es al hombre virtuoso, tener por amigo al que no es verdadero: que de mí digo que ya yo no sabía qué me hacer con aquel amigo mentiroso, sino huir de donde se allegaba, y apartarme de do hablaba: y todo cuanto él aprobaba conmigo en público, me iba yo a desdecir después en secreto. Muy ajeno pues debe ser de la boca del siervo del señor el vicio del mentir: porque en la boca del seglar el decir una cosa por otra, no es más de mentira, mas en la boca del religioso es sacrilegio.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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