La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo XLVI
Que las cosas temporales las ha de tener el siervo del señor en poco: porque son muy peligrosas, y poco provechosas.


Omnis qui non renunciaverit omnibus que possidet: non potest meus esse discipulus. Dijo Cristo predicando a las compañas que le seguían, y es como si dijera: Bien me parece que me sigáis, y que oigáis, y que me creáis como hombres buenos: mas si queréis ser buenos cristianos, y llamaros mis discípulos, conviene os primero renunciar todas vuestras riquezas, y después iros en pos de mis pisadas. Para entender estas tan altas palabras de Cristo: es de notar, que los romanos traían por armas una águila, los argivos un buey, los persas un gallo, los medos una culebra, los pennos una palma, mas los discípulos de Cristo no pueden traer ninguna cosa: de manera, que los que militan sobre su bandera, ni se han de mantener con riquezas: ni aun pelear con armas. Cosa es mucho de admirar, que nadie envía lanas a Flandes sin las marcar, nadie lleva ovejas a extremo sin las almagrar, nadie trae paños a la feria sin los sellar, ni nadie compra esclavo sin le herrar: mas en la bendita tienda y ley de Cristo no hay mayor marca que no estar marcado, ni hay mayor señal que no estar señalado. En la casa de Cristo no hay necesidad de probar el oro, ni de almagrar el ganado, ni de listar el brocado, ni de guardar el trigo, ni aun de añejar el vino, pues no lo hay ni puede haber: lo que en casa de sus discípulos hay es, que la más estrecha pobreza es la mayor riqueza, y el que vive más necesitado, aquél es tenido por más perfecto. Discípulos tiene el mundo, y discípulos tiene Cristo: y en lo que se diferencian es, que los del mundo son los más ricos, los mejores vestidos, los más poderosos, los más acatados y aun más regalados: mas los de Cristo no son así, sino que son los más pobres, los más rotos, los más abatidos, y los más perseguidos: de manera, que la casa del mundo es mundanal, y la casa de Dios es un hospital. Mucho es de ponderar, que no dijo Cristo los que renunciaren, sino el que renunciare todas las cosas, ése será mi discípulo: porque dado caso que sean muchos los que han recibido el bautismo: cual o cual es el que allega a ser perfecto.

Vias tuas domine demonstra mihi: et semitas tuas edoce me, decía el profeta David, y es como si dijese: Enséñame oh buen señor, enséñame los caminos que van derechos a ti, y las sendas por do llevas los justos a ti: porque no me va más de errar, o acertar: de anochecer en el infierno, o de amanecer en el paraíso. No puede ser en el mundo demanda tan justa, ni petición tan necesaria, ni aun ruego tan bienaventurado, como es pedir a Dios que nos enseñe el camino del cielo: porque es aquél camino tan fragoso de andar, y tan malo de acertar, que de los muertos le saben pocos, y de los vivos ninguno. El camino del demonio son malicias, el de la carne placeres, el del mundo vanidades, el de la soberbia honras, el de la gula manjares, el de la ira venganza, el de la acidia holganza, mas el de Dios no es sino pobreza: lo cual parece claro, en que a ninguno de su casa, consiente que tenga un real en la bolsa. Cuando él [XCr] nació en un pesebre desnudo, no debía de tener él casa de su patrimonio: y cuando sus discípulos comían de hambre las espigas, no debían de tener llenas de trigo las troges: y cuando en Cafarnaum no tenía blanca ni cornado con que pagar el tributo, no debía de tener dineros en cambio: y cuando se enterró en sepulcro ajeno, tampoco debía de tener hecho mayorazgo: San Agustín a este propósito dice: Es el camino por donde Cristo caminó tan estrecho, y es el postigo por donde entró tan angosto, que no puede caber por él hombre vestido: y de aquí es, que el que quisiere perfectamente a Cristo seguir, de todas las cosas mundanas le conviene despojar. Pone me ut signaculum supra cor tuum, decía Cristo en los cantares: y es como si dijera.

Oh tú que vienes a servirme y a seguirme, ponme por blanco sobre el terrero de tu corazón, ado asesten las saetas de tus pensamientos: porque jamás se perdió, hombre que me siguió. Oh buen Jesús, oh amores de mi alma, y como en tus dulces palabras parece bien que me amas de todo corazón, pues me mandas ponerte sobre mi corazón: en lo cual te muestras ser verdadero enamorado, pues no pides por tu amor, sino el mi amor. No dice Cristo, que le pongas en la lengua para hablarle, ni en los ojos para mirarle, ni en las orejas para oírle, sino que le pongamos en el corazón para amarle, y servirle, porque así como él nos amó con el corazón, y nos redimió con la sangre: así quiere él que en las entrañas le amemos, y que con las obras le sirvamos. Tampoco dice Cristo ponme cabe tu corazón, o ponme debajo de tu corazón, sino que te dice le pongas encima de tu corazón: porque así como el bendito Jesús tan perfectamente te ama como si ninguna cosa más de a ti amase: así quiere él de ti ser tan a solas amado, que no le des en el amor ningún compañero. Aquél da en el amor compañero, que juntamente ama otra cosa con Cristo: lo cual él no quiere admitir, ni menos sufrir: porque en un corazón, no ha de caber más de otro corazón. Aquél pone a Cristo sobre el corazón, que sobre todas las cosas le ama: y aquél le pone cabe su corazón, que otra cosa con él ama: y aquél le pone debajo de su corazón, que a otra cosa más que a él ama: del cual pecado dice San Agustín, que menos le ama el que con él algo ama, que no el que de él no se acuerda. También es de notar, que no se contenta Cristo con que le pongamos en el corazón en el lugar más alto, sino que le pongamos delante nuestros ojos, como se suele poner el blanco en el terrero: en lo cual nos dio a entender, que todo lo que pensaremos, y todo lo que hiciéremos, no sea tanto en nuestro provecho, que no sea más en su santo servicio. Aquél pone sobre su corazón a Cristo, que le sirve de puro amor, y no por ningún temor, y que antes perderá mil veces la vida, que no cometer contra él ni sola una ofensa: porque según la sentencia divina dice, el que en un sólo mandamiento no fuere fiel, le contarán los otros como de infiel.

Decirnos tú, oh mi buen Jesús, pone me ut signaculum supra cor tuum: es decirnos que sigamos desnudos al desnudo, descalzos al descalzo, pobres al pobre, y crucificados al crucificado: porque toda obra que no se hace conforme a la traza y muestra, indigna es por cierto de ser pagada. ¿Qué otra cosa quiso el hijo de Dios decir cuando dijo, pone me ut signaculum supra cor tuum: sino que para ser varones evangélicos, nos conviene que tengamos tan grande envidia a los que ahora viéremos más pobres que nosotros, como la teníamos allá en el mundo a los que eran más ricos? Si quieres ver la diferencia que va de los perfectos a los imperfectos, verlo has en los discípulos de Cristo que debatieron en la cena, sobre cuál de ellos sería mayor, y en el hijo de Dios y en San Pedro que porfiaron [XCv] sobre cuál sería el menor: mas como en Cristo estaba la humildad más arraigada, en él y no en Pedro quedó la victoria. Entonces ut signaculum pones subre tu corazón a Cristo, cuando en caso de menoridad y humildad compites con tu hermano: y entonces con los discípulos pones sobre tu corazón al demonio, cuando a todos y en todo quieres ser preferido y honrado: por manera, que cual es el dueño que en tu corazón tienes, tal es el lugar que para ti y para él procuras. Torno pues al primer intento de nisi quis renuncisverit omnibus quae possidet, non potest meus esse discipulus: a los imperfectos no manda aquí Cristo que las riquezas desechen, sino que las desamen: porque las cosas temporales no nos las da Dios para que las amemos: sino para que las poseamos, y con ellas le sirvamos. No entran en esta cuenta los religiosos, y varones perfectos: los cuales se han de enemistar tanto con las riquezas, que no sólo las han de desarmar, mas aun del todo dejar, así como hacían los apóstoles en la primitiva Iglesia: y aun lo hacían en la ley de la naturaleza, ado no hubiera mío ni tuyo, si del mundo no se enseñoreara el pecado.

San Agustín sobre estas palabras de Cristo dice: Sino fuera porque hubiese en la Iglesia ricos, que hiciesen caridad: y no fuera porque se cumpliera el número de los escogidos para la gloria, estaba Cristo también con la alteza de la pobreza, y con la limpieza de la castidad: que como estas dos virtudes puso en el número de los consejos evangélicos, él las pusiera en el canon de los mandamientos divinos. El venerable Beda también dice: ¿Qué otra cosa es decir Cristo, vende todo lo que tienes, y sígueme: sino decir, sé pobre como yo soy, deja el mundo como yo le dejo, ámame tú a mí como yo te amo a ti, cambia tu hacienda por mi alta pobreza, y confía de mis manos las necesidades todas: pues tengo el querer, y el poder para remediártelas: Orígenes también dice: Decir Cristo al varón perfecto, que venda las riquezas y le siga: es como si le dijese. No sigas las riquezas que van huyendo, sino sígueme a mí que te voy esperando: porque siendo como somos tan grandes enemigos ellas y yo, no puedes a ellas seguir, sin a mí perseguir: y para a mí seguir has primero a ellas de perseguir. El glorioso Crisóstomo dice: Decir Cristo vende omnia quae habes et sequere me, es decir: sigue a mí que soy pobre de voluntad, y no de necesidad: y que no pido para guardar, sino para dar: y que mi pobreza no es pena de pecado, sino que en lugar de merced la doy yo al justo: porque en mi casa y colegio, el que es más hambriento, y desnudo, aquél es de mí más privado. San Jerónimo sobre San Lucas dice: Mandarnos Cristo, que renunciemos la plata, y el oro: no es porque ello es en sí malo: sino porque para seguirle los buenos les es muy grande estorbo: y de aquí es, que cuando Cristo en su testamento dijo a los suyos: ego dispono vobis regnum, sicut disposuit mihi pater: privólos de tener dineros, y heredólos en muchos trabajos. San Hilario a este propósito dice: Decir Cristo a los varones perfectos, que vendan lo que tienen, y le sigan, no fue consejo áspero sino dulce, no peligroso sino seguro, no de contrario sino de amigo, no de hombre avaro sino de muy largo: porque ninguna cosa se puede en esta vida llamar grande, sino es el corazón que menosprecia cosas grandes. San Gregorio en una homilía dice: Mandar Cristo que vendamos lo que tenemos y le sigamos, más le es de agradecer que no de él nos quejar: pues las riquezas temporales nos causan trabajo en allegarlas, cuidado en guardarlas, peligro en defenderlas, enojo en repartirlas, y contradicciones en [XCIr] conservarlas: de manera, que en dejarlas dejamos muy pocos dineros, y ahorramos de inmensos enojos. Sicut spine adinvicem complectuntur, et ideo consumentur: sicut stipula ariditate plena, dijo Dios por el profeta Naum en el I capítulo, y es como si dijera: Así como en los zarzales no hay quien pueda a las espinas allegar, ni unas de otras despegar, ni desarrebujar, así son los ricos de Damasco, y los mercaderes de Tiro: los cuales están en sus mercaderías tan azahondados, y en sus contrataciones son tan delicados: que ni unos de otros se pueden apartar, ni aun ellos mismos se pueden entender. No vaca de alto misterio, llamar el profeta espinas a las riquezas, y zarzales a los hombres ricos: porque así como las espinas no se dejan tocar, ni tratar, así los hombres ricos no se dejan comunicar, ni con los menores quieren conversar: a causa que la soberbia y la riqueza siempre traen entre sí trato y compañía.

Zarzas y zarzales son las casas y personas de los hombres ricos: cuyas trampas y cautelas son peores de desenzarzar, que no son las riquezas de desarrebujar: y lo que es peor de todo, que ni se consienten apartar, ni se quieren corregir por ejemplos que vean, ni por amenazas que les hagan. En los zarzales y espinas ni se coge fruta, ni se labra nada, ni aun se halla sombra: de lo que ellos aprovechan es, para que se acojan allí los lagartos, para que se rompan allí las ropas, y para que rasguen allí las carnes. Peores que zarzas y espinas son las casas de los ricos avarientos: en cuya compañía tiene su trono la soberbia, tiene su nido la envidia, tiene su casa la ira, tiene su cueva la lujuria, tiene su asiento la gula, y tiene su estado la avaricia. Dime yo te ruego, ¿no son zarzas espesas, y espinas lastimosas, las personas y casas de los malos ricos: pues sin ninguna comparación son más los vicios que tienen, que no las gentes que mantienen? A las veces son peores los ricos y sus compañías, que no son las zarzas y las espinas: porque con las zarzas suelen bardar y cubrir las paredes, mas la compañía de los ricos roba y despoja las repúblicas: por manera, que si las espinas nos rompen las ropas, los ricos nos beben la sangre. Peores que zarzas son los bienes temporales: pues se dejan allegar, y no se consienten gozar: porque si son heredados tiénense en poco, y si son ganados cuestan al dueño mucho: de manera, que cuando se acaban de allegar, es ya tiempo de nos morir. Bravos zarzales son las riquezas: pues causa soberbia el tenerlas, codicia el allegarlas, avaricia el guardarlas, y pecado el mal gozarlas: de manera, que nos cargan los cuerpos de vicios, y los corazones de cuidados. Malas espinas son las riquezas: pues nos causan tantos sudores por los caminos, tantos peligros por las mares, tantas pérdidas en los tratos, tantos gastos por las posadas, y tantos enojos por las ferias: que a las veces querría hombre más pedírlo de puerta en puerta, que no ganarlo de feria en feria. Flacas espinas son las riquezas, y aun los ricos: porque si tienen industria para ganarlas, no tienen potencia para guardarlas: porque si son moliendas llévalas el agua, si son casas quémalas el fuego, si son ropas róelas la polilla, si son paneras comelas el gorgojo, si son ganados mátalos el muermo, y si son metales húrtanlos los ladrones: de manera, que pierden en un hora, cuanto allegaron en toda su vida. Espinas enojosas son las riquezas, pues al tiempo que los ricos las allegan andan solos, y al tiempo de gozarlas andan [XCIv] muy acompañados: diciéndoles unos que son sus criados, otros que son sus deudos, otros que son amigos, y otros que son sus aliados: de manera, que todos se llaman suyos al repartir los dineros, y ninguno halla cabe sí al tiempo de los trabajos. Zarzales peligrosos son las riquezas, pues nadie que las tenga puede escapar de ser mal quisto, ser envidiado, ser murmurado, ser maltratado, y aun ser infamado, no sólo de sus vecinos, mas aun de sus propios deudos, y amigos: y esto no por las injurias que les ha hecho, sino por las riquezas que les ha negado. Séneca a este propósito dice: Tanta piedad se ha de tener del rico cuando le sobra, como del pobre cuando le falta: pues jamás le faltan amigos que le pidan, y enemigos que le persigan. Y en otro lugar dice: Ten hermano mío las riquezas en poco, si quieres que la virtud, y virtuosos se tengan en algo: porque nadie puede ser tenido en mucho, sino el que tuviere todas las cosas en poco.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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