La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo V
De muchas maneras de yugos que se ponen en la escritura sacra, y que sólo el yugo de Cristo es el más ligero y menos penoso, y más meritorio.


Grave jugum positum est super filios ade: a die nativitatis usque ad diem sepulture: dice el eclesiástico en el capítulo cuadragésimo, y es como si dijese: Muy grave y muy enojoso es el yugo que traen sobre sí todos los hijos de Adán, desde el día que de sus madres nacen, hasta el día que en la sepultura los meten. No vaca aquí de misterio, en que llenando como suelen llenar dos animales un yugo: dice aquí la escritura, que el yugo de que ella habla no es más de uno, y que siendo no más de uno, tiene que llevar en él todo el mundo: de lo cual se infiere que debe de ser este yugo muy penoso de cargar, y muy peligroso de llevar. Razón es ahora de saber aquí quién es este yugo, y ado se fabricó este yugo, y aun sobre quiénes se carga primero este yugo: pues es tan grave y tan pesado, que tiene que llevar en él todo el mundo, y que ninguno es exento de no estar a él uncido. No osaremos decir, que este yugo es el del matrimonio: pues no son todos casados, ni es el de la religión pues no son todos frailes, ni es el del navegar pues muchos no navegan, ni es el de pelear pues muchos no pelean, ni es el del labrador pues muchos huelgan: de lo cual se infiere, que debe ser este yugo muy más grave que todos, pues comprehende a todos. Conviénenos pues buscar un yugo debajo del cual aren los reyes con sus coronas, los príncipes con sus cetros, los capitanes con sus banderas, los religiosos con sus hábitos, los mareantes con sus remos, los labradores con sus arados, y aun las mujeres con sus ruecas. Declarándonos pues decimos, que este yugo es el de la servidumbre, que sobre nosotros tenemos, y como unos a otros estamos sujetos, y que por preceptos de perlados, y por mandamientos de reyes somos regidos: del cual yugo y trabajo ninguno hasta hoy fue exento, desde que Adán cometió el pecado.

Siempre fue y siempre será, haber en el mundo quien mande y sea mandado, rija y sea regido, gobierne y sea gobernado: y lo que más de maravillar es, que deste tributo y servicio a nadie vemos ser privilegiado, pues nadie en el mundo ha sido tan poderoso, que sobre las coyundas deste yugo no haya arado y sudado. De ponderar es, que no dice la escritura simplemente jugum, sino grave jugum: y la causa dello es, porque en el principio del mundo fuimos nosotros criados, libres de servicio, exentos de pechar, y privilegiados de pagar: sino que por razón de haber el hombre pecado, fue introducida la servidumbre en el mundo. Grave jugum es por cierto, pues si mi padre Adán no pecara, a nadie yo sirviera, a nadie me sujetara, ni aun necesidad de nadie tuviera: mas como mi primer padre Adán comió de lo vedado, y traspasó lo que le fue mandado a él echaron del paraíso, y aun condenaron por esclavo. Grave jugum est, el yugo de la servidumbre: pues debajo de él es gobernado el pacífico del bullicioso, el humilde del soberbio, el justo del tirano, el piadoso del cruel, el animoso [Xr] del cobarde, y el sabio del ignorante: la cual desventura nunca por nosotros viniera, si pecado, y pecadores no hubiera. A este propósito dice el glorioso y bienaventurado San Agustín: Por eso el pobre hombre es a tantas cosas sujeto, porque él se quiso sujetar al pecado: y por esto reconoce señorío a tantos señores, porque no quiso reconocerle a uno sólo: y por eso guarda tantos mandamientos, porque no quiso guardar uno sólo: de manera, que por querer seguir su voluntad, perdió su libertad.

El glorioso y bienaventurado San Bernardo también dice: Oh cuán gran compasión es de ver al hombre: es a saber, quién fue en paraíso, quién pudiera ser en el cielo, quién es ahora en el mundo, y qué será después de muerto: porque en el paraíso fue inocente, y en el cielo fuera bienaventurado, en el mundo es ahora esclavo, y en el sepulcro será de gusanos comido. Esclavo es el hombre de mil necesidades que le cercan, sujeto a mil infortunios que le siguen, siervo es de mil cuidados que le matan, cautivo es de mil enemigos que le persiguen, y vasallo es de mil gusanos que le esperan: de manera, que es entre todas las criaturas el más sujeto, y entre todos los animales el menos liberado. Grave jugum est el que tiene el hombre sobre sí: pues lo que puso Dios sobre sus pies, se le pone sobre la cabeza, y lo que se hizo para él, se levanta contra él: de manera, que teme y no es temido, sirve y no es servido, habla y no es oído, trabaja y no es galardonado, y aun se queja, y no es creído. Grave jugum est el de la servidumbre: pues por ella si entro en el agua me ahogo, si toco al fuego me quema, si amenazo al perro me muerde, si sigo al oso me mata, si trabajo mucho me canso, y si huelgo demasiado me entorpezco: de manera, que como a hombre de capa caída, no hay cosa que no se me atreva. Dime yo te ruego, ¿qué cosa hay en el mundo que tenga temor al hombre: y qué hay en el mundo de que no se tema el hombre? El hombre teme a la mosca que le importuna, teme al mosquito que le pica, teme a la chinche que le roncha, teme a la pulga que le muerde, y teme al arador que le escuece: y quien de tan pequeñas cosas es ofendido, ¿no estará por ventura de las grandes sospechoso? En esto pues se conocerán los que Dios tiene por suyos, y que llamados de su gracia vinieron a los monasterios, en que de tal manera los trae de brazo, y los tiene de su mano, que si los deja caer en alguna flaqueza, es porque le conozcan: mas no los consiente caer en alguna enorme culpa, para que le ofendan.

Onus babylonis, onus moab, onus in arabia, onus egypti, onus damasci, onus deserti maris, onus tyri, decía el profeta Jeremías en sus visiones, y es como si dijera: Vi a Babilonia con yugo cargada, vi a Moab cargada, a Egipto cargada, a Arabia cargada, a Damasco cargada, y a Tiro cargada: finalmente digo que vi a todos los reinos del mundo cargados, y debajo de un yugo cruel uncidos. El santo profeta David también se queja, diciendo: Sicut onus grave gravatum est super me, y es como si dijera: Aunque soy rey por Dios elegido, y por el pueblo recibido, y por las leyes exento, y por mi tribu de Judá libertado, han echado sobre mis cuentas un tributo, y sobre mis entrañas un pecho: que ni puedo llevarle, ni aun de mí echarle. El yugo de que arriba Salomón hablaba, no es el de que aquí ensayas y David hablan: porque este es de la servidumbre que en la ley vieja [Xv] tenían, y de los rigurosos preceptos que en ella guardaban: los cuales ni son ahora penosos de contar, cuanto más lo debían ser entonces de guardar. Antes que Cristo viniese al mundo, toda la ley vieja era penosa, y era enojosa, y traía a los suyos cargados, y aun penados: porque era muy rigurosa con los que la quebrantaban, y no agradecida con los que la guardaban. En pago de los preceptos morales que guardaban, y de los legales que cumplían, y de los ceremoniales que reverenciaban, y de los sacrificios que ofrecían, solamente les daba Dios victoria de sus enemigos, paz a sus repúblicas, salud a las personas, y hacienda para sus casas. Yugo era muy áspero el de la vieja ley, pues el que quebrantaba lo que estaba ordenado, se iba luego al infierno, y para el que lo guardaba no había paraíso. La vaca bermeja, que mandaba Dios ofrecer en el décimo nono de los números, y la becerra propiciatoria, que sacrificaban en el vigésimo primo del deuteronomio, y las dos vacas paridas que llevaban el arca: primo regum sexto: ¿qué otra cosa era mandar Dios que no trajesen yugo, ni tuviesen arado, si las habían de ofrecer en su templo, sino que ninguno de los que trajesen el yugo de Moisés podía ir al cielo, sino solamente al limbo? No vaca de alto misterio, prohibir Dios en la ley vieja, que no le ofreciesen animales que hubiesen traído yugo, y hubiesen arado: para darnos a entender, que otro era el yugo que habíamos de traer, y otra era la ley que habíamos de guardar: mediante el cual yugo nos habemos de salvar, y de todos los otros yugos librar.

Expónese por muy alto estilo esta autoridad: léase con atención.

Venite ad me omnes qui laboratis et onerati estis: et ego reficiam vos. Jugum enim meum suave est: et onus meum suave est: et onus meum leve. Decía Cristo un día predicando: matth. Décimo cap. Y es como si dijera: Venid a mí todos los que trabajáis, que yo os pagaré, venid a mí todos los que estáis cargados, que yo os descargaré, venid a mí todos los necesitados, que yo os remediaré: venid a mí todos los sin dueño, que yo os recibiré: y el yugo que en mi casa os echare, sabed que es muy ligero, y la carga que os cargare es muy flaca. Oh convite nunca visto, oh palabra nunca oída, oh promesa nunca hecha, oh pregón nunca oído, cual es el que oí de Cristo por todo el mundo: porque son tan dulces las palabras que nos dice, y son tan altos los prometimientos que nos hace, que si otro lo dijese, no era de creer: y aun por más que lo jurase no lo podría cumplir. Venite ad me dice el mundo, y cargaros he de locuras, venite ad me dice la carne, y cargaros he de inmundicias, venite ad me dice el demonio, y cargaros he de malicias, venite ad me dice Cristo, y descargaros he de todas estas cargas: porque si tú, oh buen Jesús, no te encargases de nos descargar, cargas son estas para con ellas caer: y aun muy bastantes para nos condenar. El primero que en el mundo pregonó descanso, y el primero que se obligó a desagraviar el agravio, y el primero que juró de no se apartar del atribulado, fue el hijo de Dios bendito: y lo que más de todo es, que todo lo que descarga de mí, carga el buen Jesús sobre sí. Venite ad me todos los que estáis no [XIr] ociosos sino trabajados, no vagamundos sino ocupados, no descargados sino cargados, no libres sino sujetos: porque yo no me encargo de los que procuran la libertad, sino de los que se precian de la virtud. Venite post me dijo nuestro señor Jesucristo a los apóstoles, ite vos in vineam meam dijo Dios a los jornaleros, discedite a me dirá a los dañados, venite ad me dice a los sus escogidos: de manera, que tenemos licencia de entrar por sus puertas sin llamar, de parecer en su presencia sin temer, y de pedirle mercedes sin dudar, y aun de llamarnos suyos sin mentir.

Mucho y muy mucho es de ponderar, que en la probatica piscina no alimpió a más de uno, en casa de Simón leproso no perdonó más de a una, de todas las adúlteras no defendió a más de una, de todos los ladrones no reconcilió a más de a uno, de todos los ricos no aprobó más de a uno: mas en esta palabra venite ad me omnes, a todos llama, a todos convida, y a ninguno desecha. El bienaventurado San Bernardo a este propósito dice: Venite ad me omnes, oigo que pregonas por tu boca, oh buen Jesús; y pues llamas a los que están cargados, y la carga es de pecados, yo señor estoy más cargado que todos: y cuanto estoy más cargado, he menester más tu socorro: porque no hay en el mundo carga tan pesada, como es la carga de la mala conciencia. También es de notar, que no llama Cristo a los que trabajaron, o han de trabajar, sino a los que de hecho trabajan: pues dice, venite ad me omnes qui laboratis: en lo cual se nos da a entender, que en las cosas que tocan al señor, no abasta haberle servido en el tiempo pasado, y desearle servir en el tiempo advenidero, sino que también le hemos de servir en el tiempo presente: pues él no dilata el llamarnos, ni prolonga el remediarnos. No vaca de alto misterio, el no decir Cristo, todo yugo es suave, sino que solamente dice, que su yugo era suave: porque si así no se limitara, ni supiéramos de qué yugo hablaba, ni aun sobre qué ley nos sojuzgaba.

Iugum meum suave est: et onus meum leve, dice Cristo, y así es la verdad por cierto: porque en decir que su yugo es suave, nos da a entender, que todos los otros yugos son amargos: y en decir que su carga era ligera, nos da a entender, que las otras son pesadas: y la causa desto es: porque nos alivia cuando nos carga, y nos liberta cuando nos unce. Iugum meum suave est, dice que es suave, y no dice que sus yugos son suaves: de manera, que loa uno y no admite muchos: porque en la casa de Dios, ni quiere que con muchos yugos aren, ni aun consiente que peligrosas cargas tomen. El demonio es, el que nos persuade a muchos vicios, el mundo es el que nos engolfa en grandes negocios, y la carne es la que nos pide muchos regalos, que Cristo nuestro redentor a solo el yugo de amor nos obliga, y de la carga de aborrecer nos descarga. El yugo del mundo no es suave sino penoso, pues manda a los injuriados que se venguen, a los enemistados que desamen, a los afrentados que maten, y a los ofendidos que no perdonen: y lo peor de todo es, que así como entre los buenos es gran clemencia el perdonar, así entre los malos es muy grande afrenta el no se vengar.

Iugum meum suave est dice Cristo, pues que él no nos manda a nadie matar, ni aborrecer, ni perseguir, ni descalabrar, ni afrentar: sino que solamente nos manda al prójimo amar, y a él sólo servir: el cual oficio es para el [XIv] ánima muy provechoso, y es para el cuerpo poco penoso. Iugum meum suave est, pues es yugo de amor y no yugo de temor: y la propiedad del amor es, que lo áspero torna llano, lo cruel manso, lo ácido dulce, lo insípido sabroso, lo enojoso apacible, lo malicioso sincero, lo torpe avisado, y aun lo pesado ligero. Iugum meum suave est para el que de corazón me ama; pues el que ama no sabe murmurar de lo que le enoja, ni negar lo que le piden, ni resistir a lo que le toman, ni responder a lo que le riñen, ni vengarse aunque le afrenten, ni aun se ir si le despiden. Dime yo te ruego, que no sabe, el que amar bien sabe: ¿Qué deja de hacer, el que no deja de amar? ¿De qué se queja, el que siempre ama? Si el que ama tiene alguna queja, no se ha de quejar de lo que ama, sino de sólo sí mismo que en el amor hizo algún yerro: el cual yerro le pudo venir, ora de ser descuidado, ora de ser importuno. Iugum meum suave est, si como te alabas de ser cristiano, te preciases de ser mi enamorado, ni vivirías penado, ni aun andarías pensativo: por qué propiedad es del corazón enamorado, no huir de los peligros, ni desmayar en los trabajos. No vaca de misterio, que todo yugo cuando es nuevo: es de suyo muy pesado, mas cuando es ya algo traído, es más blando de sufrir, y es más ligero de traer: y la causa desto es, porque el animal que lo trae, está al yugo más hecho, y el madero está más seco. Oh suma bondad de ti Dios mío, pues no quisiste en naciendo cargar sobre nosotros el yugo de tu ley: sino tú mismo sobre ti mismo le cargaste y treinta años primero sobre ti le trajiste: de manera, que sobre tus hombros le enjugaste, y le aliviaste y aun le desbriznaste. ¿Qué yugo nos echó el hijo de Dios a cuestas, que primero él no le trajese sobre sus hombros?

Iugum meum suave est, dice Cristo: porque si nos manda ayunar él ayunó, si orar él oró, si perdonar el perdonó, si morir él murió, y si amar él amó: de manera, que si nos manda tomar alguna medicina, primero hizo él en sí la experiencia. Mucho es de ponderar, que no comparó Cristo su bendita ley al madero, ni a la piedra, ni a las plantas, ni al hierro: sino solamente al yugo: y la causa desto es, porque a todas estas cosas las puede llevar uno: mas al que llamamos yugo, no le puede llevar sino dos. A este propósito dijo Cristo: Iugum meum suave est. Porque al punto y hora que el siervo del señor baja la cabeza debajo del yugo para llevarle, luego se pone Cristo de la otra parte para ayudarle. Quién hasta hoy comenzó a hacer alguna buena obra, que no se hallase Cristo en ella: Iugum meum suave est: pues nadie me llama que no le responda, nadie me habla que no le escuche, nadie se me encomienda que no le socorra, nadie me sirve que no le pague, ni aun nadie trabaja a quien yo no ayude. Iugum meum suave est: pues la ley que yo doy a mis escogidos, y el yugo que yo echo a mis regalados, más perdona que castiga, más disimula que acusa, más espanta que cansa, y más alivia que carga: porque si yo le mando cargar, yo le ayudo a llevar. Oh buen Jesús, oh amores de mi alma, con adalid tan cierto quién temerá perder el camino: Siendo tú el piloto del navío, ¿quién temerá pasar el golfo? Llevando tú la bandera, ¿quién dudará de la victoria? ¿Cómo es posible que tu yugo sea trabajoso, yendo tú conmigo atado, y yo contigo uncido? Oh ley suave, oh yugo bienaventurado, oh trabajo bien empleado, oh sudor bien agradecido, el que por ti pasamos, oh buen Cristo: pues no [XIIr] sólo te precias de hallarte en mis trabajos, mas aun nos seguras de no dejarnos solos. Quién en el huerto de Jesemaní salió a recibir a los que iban a prenderle: ¿no crees tú que saldrá a abrazar a los que van a servirle? El yugo de los malos es pesado, que el yugo de los buenos no es sino ligero: porque allá en el mundo, aún no pagan los servicios que con muchos sudores hacemos: mas en la casa de Dios, no sólo pagan las buenas obras que hacemos, mas aun los pensamientos santos que tenemos.

[ilegibles en nuestro ejemplar 28 líneas de texto tachado y emborronado adrede con tinta.]

Los hebreos y paganos, que a nuestra ley infaman, y de ser áspera la acusan, ni tienen ocasión, ni menos razón: porque el defecto que ella tiene, no es por falta de no ser buena, sino por falta de no ser bien guardada. A los que quieren ser virtuosos, nunca los preceptos de Cristo se les hacen ásperos: porque el yugo de Cristo no es para los que se rigen por su opinión, sino para los que viven conforme a razón.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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