La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo III
De cómo el siervo del señor entonces va por el camino que debe, cuando no hace lo que quiere: y de cómo en tal caso, el errar es el verdadero acertar.


Cum non facis vias tuas: et non invenitur voluntas tua, tunc delectaberis coram domino: dijo Dios por Isaías en el cap. LVIII. Cuando tú oh Israel, no haces lo que querrías hacer, ni vas por el camino que tú querrías ir, entonces irás por carreras seguras, y delante de Dios serán tus obras aceptas. Tres caminos hay que son reales y generales: el primero es de Dios que va derecho al cielo: el segundo es del demonio, y éste va al infierno: el tercero es el del hombre, y éste va al mundo: y del mundo al pecado, y del pecado al infierno: de manera, que es muy gran indicio de ir un hombre perdido, cuando le vemos caminar por su querer propio. El camino de Cristo es caridad, el del demonio es malignidad, el del mundo es vanidad, y el de la carne es torpedad: por eso ve tú hermano cuál destos caminos quieres eliminar, y por cuál dellos quieres caminar: porque tal cual fuere el camino que llevares en la vida, tal será la posada ado parares en la muerte. Séneca en el libro de ira dice: Cuatro cosas hay que al corazón del hombre son muy dulces para amar, y trabajosas para dejar: es a saber, la tierra ado es criado, la riqueza que ha allegado, la honra que ha alcanzado, y el amigo que ha tenido. Cosa es trabajosa dejar hombre su tierra propria, e irse a morar a tierra extraña: mas este trabajo sufrióle el patriarca Abraham y su nieto Jacob, el viejo por voluntad, y el mozo por necesidad. Trabajosa cosa es dejar el hombre el estado que tiene, y caer de la honra que mantiene: mas este trabajo y desconsuelo sufriólo el cónsul Cincinato, y el gran emperador Diocleciano: el uno de los cuales dejó el consulado, [Vv] y el otro renunció el imperio. También es cosa penosa dejar hombre la riqueza que allegó, y la hacienda que heredó: mas este trabajo y desconsuelo sufrióle Sócrates en Atenas, y Demóstenes en Tinacria: el uno de los cuales dio cuanto tenía a un templo, y el otro lo echó en la mar todo.

Aplicando lo dicho a lo que queremos decir, es el caso, que el trabajo verdadero y esencia del religioso no consiste en alejarse de su tierra, ni en dejar su riqueza, ni aun en apartarse de su compañía: porque al fin al fin, cada una destas cosas la costumbre las olvida, y el tiempo largo las cura. El intolerable y continuo, y espantoso trabajo del monje es, el negar cada hora a sí mismo, y el no poder hacer el su querer proprio. San Gregorio sobre el Ezequiel dice: Entre todas las lágrimas que lloramos, y entre todos los sacrificios que ofrecemos, no hay a Dios sacrificio tan acepto, como es el del que sacrifica su corazón proprio: lo cual hace y cumple, cuando niega a la sensualidad lo que le pide, y sigue a la razón en lo que le demanda. Solve calciamentum de pedibus tuis: terra enim in qua stas sancta est: dijo Dios a Moisés Exodi V. Y es como si dijera: Si has gana de me oír, y tienes voluntad de me hablar, deja ahí los zapatos, y llégate acá con los pies desnudos: porque hombre que está calzado, no puede hablar conmigo. A la sazón que dijo Dios esto a Moisés estaba metido en una zarza, y la zarza hasta más no poder ardía: de manera, que en quitándose los zapatos, se había Moisés en el fuego de quemar, o en las espinas se lastimar. San Agustín dice: Qué otra cosa son los zapatos que se hacen de algún animal muerto, sino nuestro bestial apetito, y el nuestro querer propio: Aquél tiene los pies calzados que se va en pos de sus apetitos: y aquél los tiene descalzos, que los tiene a la razón sujetos: y de aquí es, que nadie podrá verse con Dios en la zarza, si primero no se descalza su voluntad propia. ¿Qué otra cosa es la zarza llena de espinas y abrojos, sino la religión y monasterio cargado de penas y de trabajos? ¿Qué otra cosa son en la orden las disciplinas que nos dan, el recogimiento que tenemos, el silencio que guardamos, la abstinencia que hacemos, y las tentaciones que padecemos: sino unas zarzas que nos rasgan las entrañas, y unas espinas que nos pungen las carnes? O tú que vienes a la religión, has de pensar hermano mío que no vienes a vestirte ropa blanda, ni a sentarte a mesa puesta, ni a dormir en cama muelle, ni aun a morar en casa alegre: sino que viniste a vivir y aun a morir en el zarzal del monasterio: ado no te puedas bullir, ni osar de allí salir. No vaca de alto misterio, que por entricada, por cerrada, y por lastimosa que era aquella zarza, vio el buen Moisés a Dios en ella: para darnos a entender, que cuando el demonio nos espantare en la religión, con decirnos que es una zarza áspera, le respondamos que no hay lugar ado el señor mejor se halla, que es debajo de aquella aspereza. Créeme hermano mío y no dudes, que así como debajo del hueso está la caña, debajo de la cáscara está el núcleo, y que debajo de la corteza está la fruta, así debajo de la zarza y aspereza, está la perfección de la vida monástica: porque en la celda del monje regalado tarde o nunca toparás a Cristo. No halló Abraham al ariete sino entre las espinas, ni vio Moisés a Dios sino entre las espinas, ni murió Cristo en la cruz sino entre las espinas: ¿y quieres tú hermano traer en la religión ropas delicadas, y comer cosas regaladas? San Basilio, y San Benito, y San Agustín, y San Jerónimo, y San Franscisco, y Santo Domingo: ¿no se criaron por ventura entre estas zarzas y espinas, como unas rosas preciosas y odoríferas?

San Bernardo en sus meditaciones [VIr] dice: Oh buen Jesús, oh amores de mi alma, y cuántas veces yo te busqué en la celda, y en el claustro, y en la huerta, y aun en el coro: y después de muy buscado, te hallaba en el monte tras un tomillo, o tras un cardillo: Quien te quiere pues hallar y gozar, búsquete sobre la yedra con Jonás, cabe el junipero con Elías, entre las zarzas con Moisés, y entre las espinas con Abraham; porque tu morada es en el lugar solitario, y tus placeres son con el corazón lloroso y atribulado. No vaca tampoco misterio, que el zarzal en que Moisés vio a Dios, y Dios vio a Moisés, aunque en unas llamas ardía, no por eso hoja ni espina de él se quemaba: para darnos a entender, que el siervo del señor que tiene en sí algún fuego de devoción, o algún ardor de contemplación, ni traerá el cuerpo cansado, ni aun el corazón atribulado. Así como a Moisés no le espantó la soledad del desierto, ni la braveza del fuego, ni la aspereza del espino, sino que en llamándole Dios se descalzó, y se fue para allá derecho: así a ti hermano no te debe espantar el rigor del monasterio, ni la obediencia del prelado, ni la soledad del recogimiento: pues allende de hallar allí a Cristo, allí te enseñarán a cómo has de salir de Egipto: y venir en el desierto. También has de mirar hermano, que solo y descalzo llegó Moisés a hablar con Dios en el zarzal, o espino: para darte a entender, que si quieres hallar en la religión a Cristo, has de venir solo de las cosas del mundo, y has de andar descalzo de tu querer propio.

Hugo de arra anime dice: Trabajo es dejar las cosas del mundo, mas muy mayor trabajo es, irse hombre a la mano en el monasterio: porque es el hombre tan amigo de hacer lo que quiere, y de probar lo que puede: en que si son los ojos difíciles de cerrar, es el corazón muy más difícil de encerrar. Oh tú que vienes a la religión, debes contigo pensar que debes vivir en ella muy honesto, muy reformado, y muy guardado: porque en las religiones bien ordenadas, bien se sufre que entren en ellas grandes pecadores, mas no se permite cometer allí grandes pecados. Muy grandes pecados comete, el que no se acuerda para qué a la religión fue llamado, y ni hace caso de lo que tiene a Dios prometido: sino que está sin cuidado, y tan flojo se anda por el monasterio, como se anda un hombre mundano en las plazas del mundo. Dime yo te ruego, ¿si cuando viniste del siglo al monasterio, no sabías lo que tomabas, para qué lo tomabas? Si supiste lo que tomabas, y sentiste lo que prometías: di sementido porqué no lo guardas: No te corras hermano monje por llamarte sementido, pues tú no tuviste consciencia, de quebrantar lo que a Dios habías jurado: porque en las divinas letras, cual es la vida que cada uno hace, tal es el nombre que le ponen. En el libro de la vida solitaria dice así: Qué otra cosa es mandar Dios apedrear al que cogió unas cerojas el día de fiesta en tierra de promisión: sino el monje que peca en su monasterio, y casa que es tierra santa, y a Dios consagrada: lo que era venial allá en el mundo, se le ha de contar por sacrilegio en el monasterio: Si vienes pues hermano mío a la religión, para te enmendar, y para te reforzar, conviénete lo primero negar, y aun renegar de tu voluntad propia: porque en la orden no se puede llamar monje perdido, sino el que se rige por su seso proprio. San Jerónimo sobre aquellas palabras de si quis vult post me venire dice: Si queremos entender bien estas palabras, hallaremos por verdad, que para seguir a Cristo, hemos de perseguir a nosotros: y para acertar su camino, hemos de errar el nuestro: y para llamarnos suyos, hemos de dejar de ser nuestros: y aun para haber a Cristo de amar, hemos a nosotros de [VIv]

[OJO Falta folio VI vuelto]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

<<< Capítulo 2 / Capítulo 4 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org