La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XLVII
De las particulares encomiendas que Marco Emperador encomendó a su hijo, espeçial a su muger y a sus criados.


Hete dicho, como de padre a hijo, lo que toca a tu provecho. Quiérote agora dezir lo que deves hazer después de mi muerte por mi serviçio. Las cosas que yo amé en mi vida, si quieres ser hijo de tu padre, haslas de tener en mucho después de mi muerte.

Encomiéndote, hijo, la veneraçión de los templos, el acatamiento de los saçerdotes y la honra de los dioses: tanto duró la honra de los romanos quanto perseveraron en el serviçio de los dioses. No peresçió el reyno de los pennos por ser menos rico y más covarde que el de los romanos, sino por ser más amador de thesoros y menos cultor de los templos.

Encomiéndote, hijo, a Elia, tu noverca o madrastra; y acuérdate que, si no es madre tuya, es muger mía. So pena de la mi maldiçión, no permittas sea maltractada, porque su daño terná afrentada mi muerte e ynjuriada tu vida. Yo le dexo los tributos de Hostia para su mantenimiento; y los huertos Vulcanos, que yo planté para su recreaçión, no seas osado de tomárselos, porque quitándoselos mostrarás tu maldad; en dexárselos como yo mando, tu obediencia; en darle más, tu bondad y largueza. Acuérdate que es muger, romana, moça y biuda, y de la casa de Trajano, mi señor, y que es madre adoptiva tuya y muger natural mía, que te la dexo muy encomendada.

Encomiéndote a tus cuñados y mis yernos, y a tus hermanas mis hijas. Yo las dexo a todas casadas, no con reyes estrangeros, [197] sino con vezinos naturales. Todos quedan dentro de los muros de Roma, do ellos a ti serviçios, y tú a ellos hazer puedes merçedes. Ten, hijo, mucho tino en tractarlas de tal manera, que ni porque sea muerto el viejo de su padre sean desfavoresçidas, ni porque vean Emperador a su hermano se tornen locas. Son de muy tierna condiçión las mugeres que de pequeña occasión se quexan, y de muy menor se ensobervesçen. Consérvalas después de mi muerte como yo las tenía en mi vida, que de otra manera será su conversaçión coxquillosa al pueblo e importuna a ti.

Encomiéndote a Lípula, tu hermana, que está con las vírgines vestales. Acuérdate que es hija de tu madre, mi Faustina, a quien yo amé mucho en la vida y hasta mi muerte he llorado su muerte. Cada año dava a tu hermana dos mill sexterçios para sus neçessidades. Yo la casara también como a las otras, si no se quemara la cara en las brasas. Y todos tuvieron el caso a desdicha, espeçial Faustina, su madre, que siempre la llorava; pero yo la desdicha le cuento por dicha, porque no fue tan quemada su cara de las brasas quanto fuera en este mundo su fama abrasada de muchas lenguas. Yo te iuro, hijo, que para el serviçio de los dioses y para la fama de los hombres, ella está más segura con las vírgines en el templo que no tú con los senadores en el Senado. Desde agora adevino que, al cabo de la jornada, ella se halle mejor con su ençerramiento que tú con tu libertad. En la provinçia de Lucania le dexo los dos mill sexterçios: no cures de occupárselos.

Encomiéndote a Drusia, biuda romana, que trae gran pleyto con el Senado, porque en los bulliçios passados fue de los proscriptos su marido. Yo tengo muy gran compassión della, porque ha ya tres meses que tiene puesta la demanda y con mis grandes guerras no he podido declarar su iustiçia. Hallarás por verdad, hijo, que en treinta y çinco años que he governado en Roma, jamás muger biuda de ocho días arriba tuvo delante de mí pleito o querella. Ten, hijo, gran compassión de las tales, porque son muy peligrosas las mugeres neçessitadas, y alargándoles el pleyto disminuyen de su crédito; y al fin al fin, yendo el negoçio a la larga, no cobrarán tanto de su hazienda quanto perderán de su fama. Ten [198] compassión de los hombres pobres, y tenerla han de ti los hombres muy ricos.

Encomiéndote, hijo, a mis criados antiguos. Mis años largos, mis guerras crudas, mis neçessidades muchas, mi cuerpo pesado y mi enfermedad larga hales sido occasión de mucha pena. Ellos, como leales, por darme la vida tomavan la muerte. Justo es que, pues yo tomo su muerte, ellos hereden mi vida. Una cosa ten çierta: caso que mi cuerpo quede con los gusanos en la sepultura, siempre delante los dioses terné dellos memoria. En esto paresçerás ser buen hijo: en que pagues a los que sirvieron a tu padre. Mira, hijo, todo príncipe que haze iustiçia siempre cobra enemigos en la execuçión della. Y como esto se haga por mano de los que cabe él andan, quanto están más privados al prínçipe, tanto están más odiosos al pueblo. Y como cada uno ame la iustiçia en general y todos aborrezcan la execuçión della en particular, muerto el príncipe iusto, el pueblo quiere tomar la vengança de sus criados iniusta. Quando eras niño, te criaron mis criados porque los sustentases agora que son ya viejos. Por çierto, infamia sería al Imperio, offensa a los dioses, injuria mía, ingratitud tuya, que hallando tú diez y ocho años sus braços abiertos, hallasen ellos un día tu puerta çerrada.

Estas cosas he querido encomendarte en particular, y tenlas siempre en la memoria, que pues yo me acuerdo dellas en la muerte, piensa quán de coraçón las amava en mi vida. [199]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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