Prólogo
Lector mío, preséntote un Libro, en cuya lectura hallarás poco deleite, porque el método y buena disposición que tienen la mayor parte en la gracia de un escrito, faltan aquí casi enteramente, por no permitirlo la materia. Adiciones, y Correcciones, separadas del cuerpo de la Obra que se adiciona, y corrige, son piezas sueltas, entre quienes no se halla algún orden, y por consiguiente ninguna hermosura. Pero en compensación deberás agradecerme el buen ejemplo que te doy, confesando, y enmendando algunos yerros míos. Son muy pocos los Autores que conocen los propios, y muy raro el que, aunque los conozca, los confiese. Para edificarte más, añado a esta confesión la de que no de todos los que enmiendo, debo a mí mismo el desengaño. Algunos, en materia de noticias históricas, me dio a conocer la caritativa admonición de uno, u otro docto amigo: por lo que me considero muy obligado a encomendarlos a Dios. Si mi buena intención merece contigo algo, te pido para mí el mismo beneficio. VALE.