Filosofía en español 
Filosofía en español


Tomo segundo

Dedicatoria, que hizo el Autor
al Exc.mo Señor D. Francisco María Pico, Duque de la Mirandola, Marqués de la Concordia. Príncipe de San Martín, Caballero de la Insigne Orden del Toysón, y Real de San Genaro, Mayordomo Mayor de S. M. y su Gentil-Hombre de Cámara, &c.

Exc.mo Señor.

No tendría yo aliento para poner, no digo en las manos, mas ni aun en los pies de V. E. este Libro, a no haberme V. E. mismo dado benignamente la mano para ascender [IV] a tanta altura. Dos Cartas, que hay en él en respuesta a dos de V. E. muestran al público la ocasión que me animó a procurarme este honor; y me pareció preciso dar al público esta satisfacción, para absolverme con él de la nota de temerario, ya que no pueda evitar la de ambicioso; pero al atractivo del noble objeto, que tiene esta ambición, pienso se rendiría igualmente otra virtud muy superior a la mía. Aspiro, Señor, a ennoblecer cuanto puedo este Libro, que al fin, como hijo de mi entendimiento, es preciso le mire con ternura a mi voluntad, y le ennoblezco, cuanto puedo, dedicándole a V. E. que es lo mismo que constituirle hijo adoptivo suyo. La adopción le dará la nobleza, que no pudo la producción. Como hijo mío no puede ser más humilde; como hijo de V. E. no puede ser más ilustre. Ya me lisonjeo de que viéndole por esta adopción entroncado en la antiquísima excelsa Casa de la Mirandola, puedo numerar entre sus abuelos al Gran Constantino. No menos glorioso origen dan a la Casa de V. E. el Conde Alfonso [V] Loschi en sus Compendios Históricos, que el año de 1652 sacó a luz, y dedicó a Luis XIV y Lucas de Linda, en su Descripción Universal, y Particular del Mundo, impresa en Bolonia el año de 1674, derivándola uno, y otro de una hija del Emperador Constancio, y nieta de Constantino, llamada Euride, que casó con Manfredo, ilustrísimo Caballero Alemán (uno de los Príncipes de Sajonia le cualifican los dos Autores), Camarero Secreto de Constancio.

Cuando yo fuese capaz de adular a V. E. dando por cierto tan antiguo, y noble origen de su Casa, no lo haría, porque sé que para la sincerísima integridad de V. E. sería ofensa lo que suena adulación. A la verdad, el Conde Loschi pone el Catálogo de los ascendientes de V. E. nombrándolos sucesivamente de generación en generación desde Manfredo, y Euride, hasta Francisco Pico, a quien el Emperador Ludovico IV a los principios del siglo XIV constituyó Vicario General del Imperio en Italia. Bien sé que con mucho menos fundamento inciesan [VI] algunos Escritores a sus Mecenas, elevando su nobleza de siglo en siglo, hasta colocarla en el Trono, ciñendo las sienes de algún Progenitor suyo de la Diadema. Y acaso Horacio a su ilustre Protector, de quien se derivó el nombre de Mecenas a todos los Personajes, que favorecen las letras, sin más motivo que alguna noticia vaga, le hizo descendiente de los antiguos Reyes de Etruria.

Mecoenas Atavis edite Regibus.

Pero también sé, y V. E. lo sabe mejor que yo, que es transcendente la incertidumbre en todas las series Genealógicas, que se dilatan a tanto número de siglos. Lo que no tiene duda, y todos lo pueden leer en el Diccionario de Moreri, v. Pic., y en las Memorias de Trevoux; año de 1736, tom. 3, pág. 2074, es, que en el año de 1100 era ya la Casa de Pico ilustre en Italia, y ya entonces eran Señores de la Mirandola; lo que le da por lo menos siglo y medio de mayor antigüedad, que la que goza la Augusta Casa, que sin más derecho que el de las Armas despojó a [VII] a V. E. en los principios del presente, del Ducado de la Mirandola, Marquesado de la Concordia, y demás Señoríos anexos; pues Rodulfo, primer ascendiente conocido de la Imperial Austríaca Familia, fue electo Emperador el año de 1273. Digo primer ascendiente conocido; pues sobre quién fue padre de Rodulfo, y de qué estirpe, están, a falta de noticias, muy discordes los Autores.

Siendo tanta la nobleza de V. E. por su Casa, la ruina de su Casa hizo más patente al Mundo todo lo que tiene de solidez, y realidad la nobleza. Perdió V. E. el Principado; pero conservando en toda su integridad el corazón de Príncipe. En el naufragio de su fortuna salvó V. E. la más preciosa parte de la herencia; esto es, la imitación de todas las heroicas virtudes de sus mayores.

Lo que dijo Barclayo de su Poliarco, cuando, colocado en una situación humilde con las radiaciones de un alma generosa, hizo brillar a los ojos de Gobrias todo el resplandor [VIII] de su gloriosas ascendencia, scilicet tot Herorum stirpem satis efficax natura monstravit, se verifica bien en V. E. Esa constancia de ánimo, a prueba de todos los rigores de la adversa suerte; esa serenidad inalterable, que es como carácter indeleble de la soberanía; esa infalibilidad amorosa, que es el más bello esmalte de la Grandeza; esa piedad verdaderamente regia, que hace a V. E. extremadamente sensible; así a las aflicciones, como a las prosperidades de la Monarquía; esa excelsa índole, que sabe acomodarse a las estrecheces de la dependencia, sin tocar en las bajezas de la adulación; esa libertad igualmente animosa que modesta, con que V.E profiere su dictamen, cuando el bien público lo pide; todas estas, y otras muchas sublimes cualidades, que omito, ponen tan a los ojos de todo el Mundo la celsitud de sus mayores, como si a todo el Mundo diese a leer su Genealogía, y su Historia.

No sólo influyó su ilustre estirpe en V. E. las prendas propias de Príncipe: otra muy [IX] rara entre los Príncipes, que es el resplandor de las Ciencias, heredó también V. E. de sus mayores. Muy rara digo entre los Príncipes, se entiende de otros Estados; pero muy frecuente entre los de la Mirandola. Aquel asombro de Italia, y del Mundo, el incomparable Juan Pico, Astro de primera magnitud, o Sol del Orbe Literario, derivó con la influencia de su gran ejemplo este especial lustre a su Casa, que habiendo brillado en muchos hijos de ella, resplandece hoy en V. E. con una plenitud de luces admirable, pues es V. E. versadísimo en la Historia Eclesiástica, y Profana, Anticuario insigne, Humanista, Crítico, gran Filósofo, y consumado Matemático; en cuyas dos últimas facultades logró V. E. lo que a muy pocos ha sido permitido; esto es, comprehender todas las exquisitas profundidades del gran Newton.

A tantas, y tan peregrinas prendas corona una piedad sólida, una vida verdaderamente cristiana, una práctica constante de las reglas del Evangelio, de quien fue [X] legítima hija aquella heroica resignación, con que V. E. sufrió tantos reveses de la fortuna, la pérdida de sus Estados, el lastimoso naufragio en que pereció su amada esposa, el incendio que redujo a cenizas su habitación con cuanto había en ella, los desaires de algún Ministro poderoso, que respecto de un hombre como V. E. es la cosa más insufrible del mundo; pero que aun por eso mismo da un realce soberano a una acción de V. E. en que resplandece un heroísmo extremamente sublime, por su especie rarísimo en el Mundo, y no sé si aun más raro en los Palacios, que fue restablecer con su intercesión en el favor del Monarca al mismo de quien estaba resentido, y de quien aún no había recibido alguna satisfacción, cuando había bastantes señas de estar deliberada su caída. Raro fenómeno Político, y Moral, cuyo término fue una demostración de mucho garbo, en que el Ministro explicó su liberalidad, y su gratitud.

Nuestro Señor dé a V. E. muchos años de [XI] de vida, en que continuando el ejercicio de sus raras virtudes, multiplique a favor de España, y aun de todo el Mundo, tan útiles ejemplos. Oviedo, y Marzo 2 de 1745.

Exc.mo Sr. Duque de la Mirandola,

B. L. M. de V. E.
Su más rendido servidor, y Capellán,

Fr. Benito Feijoo.


{Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, tomo segundo (1745). Texto según la edición de Madrid 1773 (en la Imprenta Real de la Gazeta, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo segundo (nueva impresión), páginas III-XI.}