Filosofía en español 
Filosofía en español

Enrique Matorras Páez  1913-1936

retrato

Joven activista español, primero en la Juventud Republicana Radical Socialista, luego en el Partido Comunista de España S. E. I. C., donde sucede a Etelvino Vega en la Secretaría del Comité Central de la Juventud Comunista y es redactor de Juventud Roja y Mundo Obrero, &c., hasta que en 1934 decide trasladar su activismo al sindicalismo católico anticomunista, y en 1935 publica, en círculos editoriales jesuíticos, el libro El comunismo en España (desde 1931 hasta 1934), en el que ofrece precisos testimonios “desde dentro” del Partido y transcribe interesantes documentos. Tras dejar de ser un revolucionario profesional comunista encontró en Madrid empleo como barrendero municipal, pudiendo así mantener su creciente familia, quedando luego incorporado a la redacción del Ya (diario gráfico vespertino desde el lunes 14 de enero de 1935 –El Debate, A. C. N. de P., Editorial Católica–: “Ya tiene su diario de la noche la Compañía de Jesús. Una vulgar reproducción de los periódicos americanos…”). Detenido preventivamente en abril de 1936 e ingresado inmediatamente en la Cárcel Modelo de Madrid, se dijo que por querer atentar –en acusación poco fundamentada fabricada en la Brigada de Investigación Criminal del comisario Lino– contra dirigentes socialfascistas (Rodolfo Llopis, Julio Álvarez del Vayo o Luis Araquistain), en el mes de agosto no sólo fue víctima de las mortíferas y organizadas sacas de esa cárcel republicana, pues además fue torturado durante tres días en una checa por sus resentidos antiguos camaradas antes de ser asesinado. Al ser detenido en abril de 1936 la prensa le atribuye 21 o 22 años, se dice que al ser asesinado en agosto de 1936 ya había cumplido los 23. A falta de una fecha precisa le supondremos nacido en 1913.

En el verano de 1932 se juntaron en unión libre Enrique Matorras y Mariana Navarro Ballesteros (nacida hacia 1910, en 1947: “de treinta y siete años, viuda, vecina de Madrid”), y en abril de 1933 nació Enriqueta, que fue bautizada el 11 de mayo de 1934, el mismo día en el que contrajeron matrimonio católico sus padres, ya ambos reconvertidos. Mariana Navarro era hermana de otro dirigente comunista, Manuel Navarro Ballesteros [1908-1940], con el que Enrique Matorras había intervenido en el mitin de la Juventud Comunista del día primero de enero de 1932 en el Salón Variedades, junto con Isidora Ibarruri (a) Dolores [1895-1989] y Trifón Medrano Yurva [1890-1937]: los cuatro fueron procesados, por la justicia de la República burguesa, por “delito contra la forma de Gobierno”. Mariana Navarro pudo reconocer el cadáver de su marido cuando, días después de la saca de la Modelo, aparecieron cuatro cuerpos destrozados en las inmediaciones del viejo palacio de la Moncloa (el A. H. N. conserva “fotografía de la Dirección General de Seguridad de Enrique Matorras y de su cadáver” en el sumario 408/1936 incoado el 26 de agosto de 1936 por el Juzgado número 7: Audiencia de Madrid, 108, Exp. 25). Quedó viuda Mariana Navarro con tres hijos, Enriqueta, Enrique y Jesús Matorras Navarro. (Jesús Matorras Navarro, en marzo de 1965, representando a los trabajadores de Marconi, fue uno de los dieciocho enlaces sindicales y vocales jurados de la siderometalurgia madrileña que firmaron un famoso escrito dirigido al secretario general de la Organización Sindical franquista –encabezado por Marcelino Camacho y Julián Ariza, de Perkins Hispania–, escrito que es tenido como uno de los hitos en la constitución de las Comisiones Obreras como añorada estructura sindical separada e independiente de los sindicatos entonces tutelados por la administración pública española.)

Existe un relato biográfico de Enrique Matorras, escrito en primera persona, del que conocemos dos versiones publicadas en 1941 y 1946, y que más probablemente es interesada reconstrucción póstuma de terceros, basada sin duda en recuerdos, testimonios y escritos del autor. En lo que sigue, en sucesión cronológica, se van combinando las escasas automenciones de Matorras en su libro El comunismo en España, fragmentos de noticias de prensa (que al menos ofrecen como verdad la fecha de publicación), y algún fragmento de tal relato (R.)

“Como hijo de la clase obrera –mi padre era cartero; mi madre procedía del campo–, me vi obligado al trabajo desde la niñez. Después de abandonar el internado a los once años, ocupé un puesto de vendedor de periódicos y lotería en el ‘Café Oriente’, en Atocha.” (R.)

“Así pasaron los años entre continuos esfuerzos por escuchar discursos de todas clases y de todos los matices, obtener el mayor número posible de libros y participar en toda clase de reuniones en donde creía poder aprender algo nuevo. La consecuencia de todo ello fue un perfecto enmarañamiento de todas mis ideas. Por el mismo tiempo llegaron en España los disturbios políticos que siguieron a la caída del Dictador Primo de Rivera, y ese movimiento vino a aumentar mi inquietud. Por aquel tiempo actuaba yo en varios puestos. Pero –para decir la verdad– aunque visitaba una escuela, para alcanzar conocimientos en teneduría de libros y otros negocios, me preocupaba más la política que mi trabajo. Precisamente el otoño anterior me había puesto en comunicación con un grupo de revolucionarios, que editaban un semanario con el título Rebelión. Esta revista, aunque no profesaba manifiestamente el Marxismo, adolecía de una intensa tendencia materialista. Yo era uno de los colaboradores más entusiastas y redactaba artículos contra la Religión y la Iglesia.” (R.)

1930 «Partido Republicano Radical Socialista. Ante los reiterados ataques de que se hace objeto a la enseñanza del Estado por parte de sus cuerpos consultivos, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Es lícito que estos cuerpos, instituidos para ser garantía de perfección y avance de la enseñanza oficial, aconsejen reformas que la degradan y retrotraen a tiempos pretéritos? No. Esto es un verdadero sabotaje de la enseñanza del Estado. Asimismo no es justo afirmar que el Estado no puede acometer el problema de la enseñanza por incapacidad económica, mostrándose como se muestra tan generoso con algunas instituciones de enseñanza privada y no pocos servicios públicos estériles e improductivos. No podemos ocultar el sentimiento que nos produce la actitud mantenida frente a este problema por sabias personalidades profesionales, que valorizadas por una actuación ciudadana acreditada, en principio, inician su declive rotundo con traspiés consecutivos y agravados. Esta entidad pide –y utilizará cuantos medios estén a su alcance para implantarla– una enseñanza estatal, laica, única, abierta exclusivamente a la inteligencia, y por tanto, gratuita en sus diversos grados. Manuel Sancho y Sancho, Dantón Demófilo Ferrero, Ricardo Mohedano Morán, Leopoldo Argüello, Luis Antonio Magdalena, Miguel Calvo Sánchez y Enrique Matorras.» (El Liberal, Madrid, 29 junio 1930, pág. 2.)

«Un mitin pro amnistía. Mañana, viernes, a las diez de la noche, en el Círculo Republicano Radical Socialista de la Guindalera, calle Lozano, núm, 3, se celebrará un mitin pro amnistía, en el que hablarán D. Enrique Matorras Páez y D. Pedro Matanzas, de la Juventud Republicana Radical Socialista, y D. Álvaro Fernández Suárez, republicano federal. Presidirá, por la Comisión pro Amnistía, D. José Fuentes Guerrero.» (El Sol, Madrid, jueves 21 agosto 1930, pág. 6. ≈ La Libertad, 21 agosto 1930, pág. 8.)

«Nuevos actos en favor de la amnistía. El de esta noche. En el Centro Republicano de la calle de las Aguas, número 3, se celebrará un mitin pro amnistía hoy, día 28, a las nueve de la noche, en el que tomarán parte como oradores D. Enrique Matorras López [sic], doña Francisca Quisol García, D. Mauricio Trilla Machín, D. Mariano Teruel Moyano y don Cipriano Mera Sanz, que presidirá por la Comisión pro amnistía. La Comisión pro amnistía.» (La Libertad, Madrid, 28 agosto 1930, pág. 8.)

“Mi entrada oficial en el partido comunista tuvo lugar en diciembre de 1930. Después de haber sido por muy pocos días miembro de una ‘célula’, fui nombrado por la Dirección superior de Madrid, miembro del Comité madrileño de la Juventud Comunista. No tengo por qué decir que mis lecturas predilectas de esta época eran Marx, Engels, Lenin, Bucharín, Stalin, &c. Me entregué con toda mi alma al trabajo de la organización. En Abril de 1931 se proclamó la república y muy pronto salió a luz el órgano de la organización Juventud Roja. Yo fui nombrado redactor y administrador. Al mismo tiempo desarrollaba una gran actividad al frente del Comité Madrileño.” (R.)

1931 «En el mes de junio vio la luz publica el órgano oficial de las Juventudes comunistas, Juventud Roja. En él se recogió toda la actuación general del partido y se adaptó a las facultades de la juventud. Con este periódico demostraba una vez más el partido la táctica hábil para ganarse a los obreros. En sus columnas se dedicaba espacio especial para las actuaciones de las células juveniles comunistas en las fábricas y talleres. Se publicaron varias interviús con jóvenes obreros de las mismas, recordando las de la fábrica de muebles “Las Tres Águilas”, perfumería “Floralia”, fábrica de chocolates “La España” y alguna otra. De la orientación política del periódico era responsable el Comité Central de las Juventudes. Su director, Etelvino Vega. La redacción la formaban Manuel Navarro Ballesteros, Luis Sendín, Santos Arévalo y el que esto escribe. La administración también estaba a mi cargo.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, III-5: “Juventud roja”.)

«A la madrugada siguiente [27 agosto], el juez militar, acompañado de la policía, clausuró, después de incautarse de algunos documentos, la administración de Juventud Roja en la calle de Martín de los Heros, 78, y suspendió el periódico. Después procedió a detener a Máximo Palmero, Pedro Martínez Cartón, Emilio Casas, Miguel Nistal y otros, instruyendo sumario por el fuero militar y siendo procesados por intento de sedición y rebelión militar. La causa terminó sobreseída.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, III-13: “Intentos de sedición en el Regimiento n.° 31 de Madrid”.)

«La verdad sobre la detención de unos comunistas. Con motivo de la detención de los cinco obreros sin trabajo, que en una nota publicada por algunos diarios se considera como “de gran importancia”, se nos envía una nota en donde se dice que estos detenidos lo fueron solamente por hallarse durmiendo en “Mundo Obrero”, por carecer de trabajo. No hay contra ellos otra causa. Dos de ellos fueron puestos en libertad el día antes. Otro estaba esperando la concesión de un billete de caridad que le trasladara a un pueblo asturiano. Los dos restantes son igualmente obreros, que se acogían al local de “Mundo Obrero” por no tener refugio. De otras detenciones que también se han practicado no se ha dicho nada. Pero es de extrañar la omisión del nombre de Enrique Matorras, administrador de “Juventud Roja”, detenido con los cinco anteriores en el mismo “Mundo Obrero”, y cuya detención se ha silenciado, pareciendo, más que una detención, un secuestro.» (La Tierra, Madrid, 29 agosto 1931, pág. 2.)

“No quisiera detenerme ahora en exponer todas las actuaciones revolucionarias, que hicieron prosperar por aquel tiempo el comunismo español. En una de esas campañas celulares –en un cuartel– fui preso y llevado ante el juzgado militar. La prisión, que me proporcionó descanso y tiempo de estudio y meditación, avivó mi espíritu revolucionario. La cárcel fue mi casa, mi escuela, mi hospital y todo. Tenía que permanecer allí seis meses. Al salir de la cárcel, apareció el órgano central del partido Mundo Obrero. Fui nombrado redactor, pero duró poco; pues el 22 de Enero de 1932 fue prohibido por el Gobierno a causa de su propaganda revolucionaria y dejó de aparecer.” (R.)

«La redacción [de Mundo Obrero, diario] estaba formada en la siguiente forma: Director legal, Manuel Santano, el que no intervenía para nada en el periódico. Director político, José Bullejos, y director efectivo, José Silva, que más tarde fue sustituido por Manuel Navarro Ballesteros. Redactores: Miguel González, Vicente Arroyo, Helios Gómez, Dolores Ibarruri (“Pasionaria”), Ángel Pumarega y yo. […] El día 13 de noviembre salió a la calle el primer número; su tirada fue de 20.000 ejemplares, vendiéndose en Madrid, durante toda su primera época, un término medio de 6.000. Hubo unos días en que la tirada aumentó a cerca de 30.000 ejemplares, y entonces se vendían aquí unos 8.000 números diarios.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, IV-5: “Mundo Obrero, diario”.)

1932 «EL FISCAL, evacuando el traslado conferido para calificación en la causa número 44 de las incoadas en el año 1932 en el Juzgado de Instrucción de La Latina de esta Capital seguida en el mismo contra Trifón Medrano Yurva y cuatro más por el delito contra la forma de Gobierno formula, con el carácter de provisionales, las conclusiones siguientes: I. El día 1° de Enero del año 1932, se celebró en esta Capital un mitin de la Juventud comunista en el Salón Variedades sito en el número 27 de la carretera de Extremadura presidido por el procesado Trifón Medrano Yurva, en el que intervinieron como oradores los también procesados Ysidora Ibarruri Gómez, conocida por Dolores, Manuel Navarro Ballesteros, Luis Sendín, y Enrique Matorras, estos dos últimos declarados rebeldes, en cuyo acto los mencionados oradores y el citado Presidente, dirigieron duros ataques a la Guardia civil calificando de asesinos a los individuos que integran dicho instituto, excitando a la rebelión a rebelión a los allí presentes, diciendo que los soldados y marinos que no eran más que obreros y campesinos, y que circunstancialmente se encontraban al servicio del odiado régimen burgués, debían asesinar a sus jefes, desobedecerlos y unirse a los obreros y campesinos para hacer la revolución; que debía cortarse la cabeza a todo el Gobierno de monigotes, aprobando en dicho acto las conclusiones siguientes: formación del frente único revolucionario, y luchar por la liberación de los soldados y marinos condenados en diferentes Consejos de Guerra habiéndose dado durante la celebración del referido acto infinidad de gritos de “muera el Gobierno” y “muera la Guardia civil” y vivas a la revolución. II. Los hechos referidos en la conclusión anterior constituyen un delito contra la forma de gobierno, comprendido en el artículo 182 nº 2º, penado en el 186 ambos del Código penal. III. Del expresado delito son responsables en concepto de autores los procesador Trifón Medrano Yurva, Ysidora Ybarruri Gómez y Manuel Navarro Ballesteros. IV. En la ejecución del hecho no son de apreciar circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal. V. Procede que se imponga a los procesados las penas de dos a cuatro meses y un día de destierro a cada uno, a la distancia que estime prudente el Tribunal, y pago de costas por quintas partes, hasta el auto de rebeldía de los procesados Enrique Matorras y Luis Sendín, y por terceras de las posteriores. […] Madrid a 30 de Noviembre de 1932.» (Audiencia Provincial de Madrid, número 44 de 1932, número de secretaría 1948 de 1932. A.H.N.)

“Por entonces enfermó Etelvino Vega, Secretario General del Comité Central de la Juventud Comunista. Para evitar su prisión y aun para curarlo de su enfermedad fue enviado a Rusia, a un sanatorio. Fue entonces cuando se me nombró Secretario General.” (R.)

«A poco de la marcha de Hurtado y Mitje a Rusia, el resto del Secretariado reunió a todos los representantes de las regiones, con el fin de informarles de la actitud adoptada por Bullejos, Adame y Vega, la que tuvo efecto el día 28 de agosto. La reunión fue sorprendida por la policía, y todos ellos, incluso la delegación de la Internacional, fueron detenidos.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, VII-3: “Tramitación y resoluciones”.)

«Detención de un comunista. Como consecuencia de la detención de 17 comunistas en el paseo de las Delicias, 79, suceso de que dimos cuenta días pasados, ha sido hoy detenido en Madrid José Matorras Paz, de filiación también comunista. Se tiene noticia de que en Bilbao se han practicado otras detenciones, todas ellas con incautación de documentos importantes.» (La Época, Madrid, 10 septiembre 1932, pág. 3.)

«La detención de comunistas. Los agentes de la Brigada de Investigación Social han detenido hoy, en la calle de Escosura, a José Matorras Paz, a quien se le encontraron documentos que la Policía considera importantes. Se han practicado también algunos registros en Bilbao, que han dado por resultado la detención de varios elementos comunistas, que tenían en su poder algunos documentos. Todas estas detenciones están relacionadas con las practicadas hace días en Madrid, en una casa del paseo de las Delicias, donde la Policía sorprendió una reunión de elementos comunistas.» (Luz, Madrid, 10 septiembre 1932, pág. 3.)

«La Policía se incauta de una extensa documentación comunista. Como consecuencia de la reunión clandestina de elementos comunistas que la Policía sorprendió hace algunos días en el paseo de las Delicias, en la Dirección de Seguridad se preparó una estratagema que dió por resultado la incautación de importantes documentos relacionados con las organizaciones rojas de Berlín y otros puntos extranjeros. Como resultado de estas investigaciones, ha sido detenido un comunista llamado José Matorras Paz, que vive en la calle de Escosura. También se han hecho otras indagaciones en Bilbao.» (Ahora, Madrid, 11 septiembre 1932, pág. 3.)

“Este celo me llevó de nuevo a la cárcel y a superar las más duras fatigas, el hambre, toda clase de viajes por todos los caminos de España de un extremo al otro. Todo lo soporté con entusiasmo y fe. Estaba firmemente persuadido de la victoria del mundo obrero por medio de la revolución, lo que había de sanar todos los males de la sociedad. Trabajaba sin interrupción. Por eso no hubo entonces en España publicación comunista que no llevara mi firma al pie de alguno de sus artículos. En las asambleas, mis discursos levantaban verdaderas olas de odio.” (R.)

«Después de su expulsión, Bullejos, Adame, Vega y Trilla quisieron regresar inmediatamente a España. La Internacional, temerosa de la influencia personal de los mismos en el campo comunista español, quiso que la nueva dirección consolidara sus posiciones, y para ello impidió la salida de la U. R. S. S. de los componentes del grupo. Allí tuvieron que permanecer contra su voluntad hasta el mes de enero de 1933.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, VII-5: “Retención forzosa”.)

«De momento, solamente fue separado del Secretariado Vicente Olmos, uno de los que marcharon a Moscú a discutir con la Internacional. Más adelante se renovó por completo el Secretariado de las Juventudes, compuesto por Olmos, Arévalo, Medrano, Lafora y yo. Para sustituirle se nombró por el “Bureau Político” de las Juventudes a Rozado, de Grado, Montalvo, &c. Esta nueva dirección era incondicional de Hurtado, Mitje y de los delegados de la I. C.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, VII-6: “Repercusión en las Juventudes”.)

Tendría Enrique 20 años cuando en abril de 1933 nace Enriqueta Matorras Navarro (tenía trece meses al ser bautizada en mayo de 1934), por lo que ya mantenía relaciones con Mariana Navarro al menos desde la primavera-verano de 1932 (Mariana era unos tres años mayor y una de las hermanas de Manuel Navarro Ballesteros, encargado entonces en España del Socorro Rojo Internacional, redactor de Juventud Roja, director efectivo luego de Mundo Obrero, &c.; en 1968 Mariana representa a sus hermanos al reclamar la herencia de su tía Consuelo Ballesteros Velázquez, y aún vivían entonces Consolación, Dominga, Carmen, Llanos, Francisco y José Joaquín Navarro Ballesteros).

“Y sin embargo mi alma joven e inquieta anhelaba algo más elevado. Estaba cargada de ansias por realizar algo noble, por luchar en favor de un alto ideal. Y todo lo que la rodeaba lo encontraba bajo. Y así comenzó en mi alma una crisis moral, que me arrastró claramente a un estado de total desesperación. Busqué un lenitivo allí donde creía poder hallarlo: en la mujer. Trabé la más estrecha amistad con una camarada comunista y alcancé la dicha de fundirme totalmente espiritualmente con ella. Tuvimos una hijita. Pero aun esto no llegó a libertarme. Mi corazón enfermo me reclamaba distinto, de orden espiritual, de orden más elevado que todo esto.” (R.)

«No podía olvidarse la Internacional Comunista de que el deporte es una de las cosas que actualmente más atraen a la juventud, y que, ordenándole en determinado sentido, puede influir mucho en la formación intelectual del joven. Para aprovechar este poderoso medio, creó anexa a la organización política juvenil, la Internacional Deportiva Roja. En España se fue rápidamente a la formación de la Federación Cultural Deportiva Obrera, adhiriéndola a la citada Internacional. A esta Federación pueden pertenecer todos los clubs obreros, de sindicatos, barriadas, &c., todas las asociaciones artísticas o excursionistas y deportivo-culturales; y en sus estatutos marca concretamente que “procurara en todo momento dar al deporte un sentido de clase y fomentar el atletismo entre la juventud como medio de dotar a las amplias masas de obreros y campesinos jóvenes de la constitución física necesaria en sus luchas contra el capital y el Estado”, o sea, que hace del deporte un medio de instrucción militar de los jóvenes y los acostumbra a la disciplina de las marchas, &c.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, X-2: “Federación Cultural Deportiva Obrera”.)

«Información deportiva. El nuevo Comité de la Federación Cultural Deportiva del Centro de España ha quedado así constituido: Presidente, Manuel Vento; vicepresidente, Enrique Matorras; secretario, Ángel Vega; vicesecretario, Alejandro Vázquez; tesorero, Manuel Mateo; contador, Pascasio Bolaños; archivero, Alonso Martínez; vocal cultural; Francisco Pérez Domenech; vocal deportivo, Antonio Álvaro Blanco.» (Ahora, Madrid, 16 septiembre 1933, pág. 19. = La Tierra, Madrid, 16 septiembre 1933, pág. 2.)

«Páginas deportivas. El nuevo Comité de la Federación Cultural Deportiva Obrera del Centro de España ha quedado constituido como sigue: Presidente, Manuel Ventó; vicepresidente, Enrique Matorras; secretario, Ángel Vega; vicesecretario, Alejandro Vázquez; tesorero, Manuel Mateo; contador, Pascasio Bolaños; archivero, Alonso Martínez; vocal cultural; Francisco Pérez Domenech; vocal deportivo, Antonio Álvaro Blanco.» (ABC, Sevilla, 17 septiembre 1933, pág. 41.)

«Noticias. Nuevo Comité. La Federación Cultural Deportiva Obrera ha elegido recientemente el siguiente Comité: Presidente, Manuel Vento; vicepresidente, Enrique Matorras; secretario, Ángel Vega; vicesecretario, Alejandro Vázquez; tesorero, Manuel Mateo; contador, Pascasio Bolaños.» (Luz, Madrid, 20 septiembre 1933, pág. 14.)

«Otro aspecto muy importante de su actividad consiste en ligar la cuestión deportiva con la sexual, “tendiendo a hacer desaparecer los prejuicios de pudor en las jóvenes, fomentando y practicando para ello la más absoluta promiscuidad de sexos y aconsejando las uniones libres”. Con esta teoría se inculca en las jóvenes adolescentes una verdadera mentalidad de prostitutas, porque si bien  es cierto que no admiten como principio el intercambio sistemático de pareja, no es menos cierto que la teoría es deformada, y, en la práctica, se llega a las aberraciones más descaradas. Así se da el caso de muchachas de dieciocho y veinte años, degeneradas hasta el punto de ser insensibles al coito normal. Esta afirmación, que puede parecer un tanto exagerada, estoy dispuesto a demostrarla con nombres y apellidos, los que aquí no consigno por razones de delicadeza.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, X-2: “Federación Cultural Deportiva Obrera”.)

Dos versiones de un mismo relato en torno a Enrique Matorras

Ofrecemos unos fragmentos de dos versiones de un mismo relato atribuido a Enrique Matorras, publicadas cinco y diez años después de que fuera asesinado, la una en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, la otra en los umbrales de la Guerra Fría. Parece que este relato ya había quedado publicado antes en Argentina: “En 1938 era publicado en Buenos Aires un texto de Matorras, cuyo origen desconocemos, explicando su conversión al catolicismo, dentro de la campaña de propaganda de los círculos pro-nacionalistas argentinos: Matorras, E.: El secretario del comunismo español, Cuadernos Mínimos, Buenos Aires, 1938” (Erik Norling, “Prólogo” a Enrique Matorras, El comunismo en España (1931-1934), Fides Ediciones, Torredembarra [Tarragona] 2021, págs. 23-24). Estas dos versiones, difundidas ambas desde instituciones de la agitprop de la Compañía de Jesús, vieron la luz en la Caracas de 1941 y en la Barcelona de 1946. Adviértase el contraste entre el rancio motivo gráfico de la edición barcelonesa frente al más novedoso grafismo caraqueño. La versión española resalta el martirio del autor, la venezolana permite suponer que “Don Enrique” mantiene su proselitismo. Ambas versiones del mismo relato incurren en un curioso error, que no hubiera podido cometer Enrique Matorras de haber sido él quien se refiriese a su esposa: “¡Me encontraba unido con mi compañera comunista, hija de uno de los más altos dirigentes del partido en todo España!” / “Yo estaba unido con una mujer comunista, hija de uno de los principales jefes del partido en España”: Mariana Navarro Ballesteros no era hija, sino hermana de Manuel Navarro Ballesteros, cuñado, que no suegro, de Enrique Matorras. En fin.

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Los intelectuales tornan a Cristo. Don Enrique Matorras”, SIC. Revista de Orientación Católica, Caracas, abril 1941, tomo IV, nº 34, páginas 195-197.

Fue Secretario General del Comité Central de la Juventud Comunista, en España. Se convirtió en 1934. Después de su conversión ha tratado de atraer a las ideas sociales católicas a sus antiguos camaradas del Comunismo, por una intensa propaganda en la Prensa.

Enrique Matorras, De comunista a católico, Editorial Vicente Ferrer, Barcelona, febrero 1946 (Colección popular Fomento Social, nº 15), páginas 3 y 8-9.

El autor de este folleto es Enrique Matorras. A fines de 1930 ingresó en el Partido Comunista, y en 1932 fue nombrado Secretario General del Comité Central de las Juventudes Comunistas. Él mismo refiere su conversión en las páginas que siguen. En 1934, formando ya parte de las filas del sindicalismo católico, como conocedor profundo de la organización comunista, publicó el libro titulado El  Comunismo en España, del cual extraemos algunos párrafos. Enrique Matorras fue encarcelado al principio del Movimiento, e inmolado como mártir de sus  nuevos ideales de elevación y moralización de la clase trabajadora.

 

Como hijo de obrero –mi padre era cartero y mi madre provenía del campo– desde la infancia me acaparó el trabajo. Apenas salí del Internado a los once años, cuando obtuve un puesto de vendedor de periódicos y billetes de lotería en el «Café Oriente» en la calle madrileña de Atocha. […]

Como hijo de la clase obrera –mi padre era cartero; mi madre procedía del campo–, me vi obligado al trabajo desde la niñez. Después de abandonar el internado a los once años, ocupé un puesto de vendedor de periódicos y lotería en el «Café Oriente», en Atocha. […]

 

Yo había esperado que el Materialismo histórico había de solucionar la cuestión social. Ahora veía palpablemente su incapacidad para lograrlo. Todo lo contrario; yo encontraba una sociedad desquiciada, llena de fallas y resquebrajaduras, que eran precisamente las que había de salvar. Perduraban las clases capitalistas, que no miraban sino su propia conveniencia y estaban dispuestas a ceder pequeñas concesiones a los obreros, si éstos se las arrancaban por la fuerza. Y allí estaba el estado dispuesto a servir incondicionalmente a esas clases interesadas y egoístas.

Había esperado que el materialismo histórico resolvería la cuestión social. Ahora veía claramente su incapacidad para ello. Me encontraba, por el contrario, ante una sociedad descompuesta, llena de aquellos defectos y lacras que precisamente se debían suprimir. Veía algunos sectores capitalistas que, ocupados únicamente de su provecho, no se ocupaban lo más mínimo de los problemas sociales, y sólo concedían mejoras a los trabajadores cuando éstos se las arrancaban a la fuerza. Veía un Estado que se consideraba obligado a servir incondicionalmente a los intereses de estas clases egoístas.

 

Ni el amor a mi mujer y al niño, en que me arrojaba como en un lago encantado por más fuerte y sincero que fuese, alcanzaba a llenar el intimo vacío de mi alma. Era bello, pero quedaba el vacío desesperante de mi interior.

Hubo instantes en que llegué a pensar que no valía la pena de vivir en una época tan insensata, y que sería mejor poner fin a la vida y libertarme de los tormentos espirituales, que me torturaban.

Y sucedió que un día caminaba yo por un parque de Madrid ocupado con mis pensamientos, cuando di con un conocido, no recuerdo bien si del Internado o de alguna otra época de mi vida. Lo cierto es que a lo largo de la conversación me notificó que se había hecho espiritista y me invitó a tomar parte en una sesión. He de declarar que el espiritismo siempre me pareció absolutamente ridículo, pero accedí para matar el tiempo. Según esperaba, no me encontré con nada sorprendente, sino con cosas absolutamente grotescas, que me hicieron reír. Me entregaron un folleto de Allan Kardec, una síntesis de su teoría, que yo ya conocía. Allí se hablaba de «Dios». Esta sola palabra bastó para despertarme una infinidad de recuerdos.... La escuela, la iglesia, las filas de los colegiales cuando marchábamos a la misa parroquial... la primera comunión. Con estos recuerdos pasé el resto de la noche y la consecuencia fue que a la mañana siguiente me dirigí a una librería de viejo para comprar una Biblia, pues deseaba leer algunos de sus trozos. Para decir la pura verdad la buscaba más por capricho que por otro motivo. No pasó por mi corazón el menor sentimiento de que aquello pudiera ser el comienzo de mi conversión.

Compré mi Biblia y la comencé a leer. Pronto descubrí, entre los varios trozos del Evangelio, algunos pasajes sobre la justicia social. Las leí con sorpresa y cuanto más avanzaba descubría horizontes, que me eran totalmente desconocidos hasta entonces. Seguí leyendo y llegué a ver claro que tal vez la religión católica es la que podría resolver mis cuestiones.

Pero eso era embarcarse en un problema muy serio. Yo estaba unido con una mujer comunista, hija de uno de los principales jefes del partido en España. La amaba sinceramente. Además teníamos una hijita que yo debía sustentar y educar. Todo ello ofrecía gravísimas dificultades a la solución de mi problema.

Y tampoco el amor a mi mujer y a mi hija, en el cual me había volcado como un mar contenido, por más  firme y auténtico que fuese, podía llenar por completo lo más íntimo de mi alma. Y, aunque era hermoso... persistían la desgana y el vacío de mi espíritu.

Había momentos en que me parecía que no valía la pena vivir en un tiempo tan absurdo, y creía que lo mejor sería poner fin a todo y librarme de los tormentos que torturaban mi alma.

Pero he aquí que un día, mientras paseaba por uno de los parques de Madrid, entregada a mis pensamientos, me encontré con un conocido antiguo, no recuerdo si de los tiempos de internado o del puesto de periódicos. Lo cierto es que, en el transcurso de  la conversación, supe que se había hecho espiritista, y fui invitado a tomar parte en una sesión. He de confesar que siempre me había parecido el espiritismo sumamente ridículo; mas, por pasar el tiempo, acepté la invitación. Como esperaba, no asistí a nada extraordinario, sino a cosas absolutamente grotescas, que me divirtieron. Sin embargo, se me dio un folleto de Allan Kardec, resumen de su teoría, que va me era conocida. En él se hablaba de «Dios». Esta sola palabra despertó en mí innumerables recuerdos: el colegio, la Iglesia, las filas de los alumnos al ir los domingos a oír misa en la parroquia, la primera comunión. En estos recuerdos pasaron las últimas horas de la noche, y la consecuencia fue que, a la mañana siguiente, me dirigí a una librería de viejo y pedí una Biblia, pues deseaba leer algunos pasajes. Si he de ser sincero, lo hacía más por curiosidad que por otro motivo. No tenía en mi corazón la menor sospecha de que esto pudiera ser el primer impulso para mi conversión.

Compré la Biblia y comencé a leer. No tardé en encontrarme, entre los diversos pasajes del Evangelio, uno sobre la justicia social. Lo leí con avidez y, cuanto más avanzaba, tanto más iba descubriendo horizontes que hasta entonces me habían estado ocultos. Seguí estudiando, y entonces comprendí que acaso la religión cristiana pudiera dar la solución a mis dificultades. Pero esto era para mí un gran problema. ¡Me encontraba unido con mi compañera comunista, hija de uno de los más altos dirigentes del partido en todo España! La amaba sinceramente. Además, teníamos una hijita, que yo debía alimentar y educar. Todo esto ocasionaba insuperables dificultades para la solución de mi gran problema.

 

Sigue el relato diciendo que se le ocurrió a Enrique pedir consejo al sacerdote que le había bautizado y preparado para su primera comunión, párroco que seguía en la Parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel… Tras unas pocas charlas, y después de tantear prudentemente a su esposa: “También mi compañera se convirtió y consintió en el matrimonio. El 11 de mayo de 1934 nos casamos, y el mismo día fue bautizada nuestra hijita, que entonces tenía trece meses” (entrecomilla R. C., en 1945, en Hoja del Lunes de Barcelona, meses antes de aparecer De comunista a católico: “Los comunistas también se convierten. Un dirigente comunista español se convirtió en 1934”).

Fue el periódico tradicionalista El Siglo Futuro –Dios, Patria, Rey - Adveniat Regnum Tuum– quien gozoso publica en primera página, pocos días después, el “Rectificando” de Matorras. La buena nueva pronto se difunde por una parte de la prensa de la republicana España:

«Un ejemplo a imitar. Un comunista que se convierte. Enrique Matorras, exsecretario del Comité Central de las Juventudes Comunistas, ha abjurado sus errores, se ha convertido y ha ingresado en la Federación de Sindicatos Católicos de Madrid. Con este motivo ha hecho público un documento en el que comienza haciendo historia de por qué se afilió al comunismo, y pone de manifiesto el desengaño que iba sufriendo cuanto más se entregaba a la organización; desengaño que al principio achacó a los hombres, pero que tuvo que acabar reconociendo que era debido a la idea comunista. Reta a sus antiguos compañeros a discutir con él la verdad de la religión católica y los principios sociales contenidos en ésta. Añade que sabe que su rectificación le costará muchos sinsabores, pero que los sufrirá, pues la obligación de los que comprenden el error es apartarse de él. Termina haciendo un llamamiento a sus compañeros de otros días para que sigan la senda de él.» (La Época, Madrid, 18 mayo 1934, pág. 6.)

«Los arrepentidos. El ex secretario general de las Juventudes comunistas de España se convierte al catolicismo. El que hasta hace poco fue secretario del Comité central de las Juventudes comunistas de España, Enrique Matorras, se ha convertido pública y solemnemente al catolicismo, abjurando de sus grandes errores pasados. Nuestro querido colega El Siglo Futuro publica ayer una carta suya, en la que, entre otras cosas no menos interesantes, dice: […]» (La Nación, Madrid, 18 mayo 1934, pág. 4.)

«Por telégrafo. Rectificación de un comunista. Ingresa en los Sindicatos Católicos. “La verdad única está en Cristo”. Madrid 17, 12 noche. El secretario del comité central del partido comunista, don Enrique Matorras ha publicado en el diario El Siglo Futuro unas declaraciones como rectificación de sus errores. […]» (La Independencia, Almería, 18 mayo 1934, pág. 2.)

«Un secretario comunista que ingresa en los sindicatos católicos. El secretario del Comité central del partido comunista, Enrique Matorras, ha publicado una carta diciendo que la verdad única está en Cristo y exhortando a sus camaradas a abrir los ojos a la justicia y a la luz. Anuncia, por último, que ha decidido ingresar en los Sindicatos católicos.» (La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, 18 mayo 1934, pág. 7.)

«Un significado comunista se convierte al catolicismo. Pide su ingreso en la sindicación católica obrera. Madrid. Enrique Matorras, ex secretario del Comité central de Juventudes Comunistas ha enviado una carta a la Federación de Sindicatos Católicos de Madrid en la que confiesa públicamente su conversión y abjura de sus errores, diciendo que al cabo de cuatro años de vida agitada vuelve a la religión, pues la única verdad está en Cristo. […]» (Región, Oviedo, 18 mayo 1934, pág. 8.)

«Un comunista que se convierte. El secretario del Comité Central del partido comunista, Enrique Matorras, publica en el diario El Siglo Futuro una carta abjurando de sus errores. […]» (El Defensor de Córdoba, sábado, 19 mayo 1934, pág. 1.)

«Un escrito elocuente. Enrique Matorras, ex secretario del Comité central de Juventudes Comunistas, confiesa públicamente su conversión. Rectificando: […]» (El Día, Alicante, 19 mayo 1934, pág. 3.)

«Del comunismo a la sindicación católica obrera. Madrid. Enrique Matorras, ex secretario del Comité Central de Juventudes Comunistas, ha enviado una carta […]» (El Día de Palencia, 19 mayo 1934, pág. 4.)

«Conversión al catolicismo. Enrique Matorras, ex secretario del comité central de las juventudes comunistas, ha abjurado sus errores, se ha convertido y ha ingresado en la Federación de Sindicatos católicos de Madrid. Con este motivo ha hecho público un documento en el que comienza haciendo historia de por qué se afilió al comunismo y pone de manifiesto el desengaño que iba sufriendo cuanto más se entregaba a la organización, desengaño que al principio achacó a los hombres, pero que tuvo que acabar reconociendo que era debido a la idea comunista. […]» (La Vanguardia, Barcelona, 19 mayo 1934, pág. 24.)

«Comunista que abraza el catolicismo. Enrique Matorras, ex-secretario del Comité central de las juventudes comunistas, ha abjurado sus errores […]» (La Cruz, Tarragona, 20 mayo 1934, pág. 6.)

«D. Enrique Matorras, ex-Secretario del Comité central de las Juventudes Comunistas, confiesa públicamente su conversión. Al cabo de un periodo de cuatro años de vida agitada, ideas erróneas y hechos contrarios a la Religión de Cristo […]» (Noticiero de Soria, 21 mayo 1934, pág. 3.)

«Correspondencia jocista. Más sobre el apostolado Obrero. Amigo Enrique: Pláceme hoy, como comienzo de mi carta, el congratularme de una noticia que han publicado los periódicos y que tú seguramente conocerás: el cambio de ideas operado en el compañero Enrique Matorras, ex secretario del Comité Central de Juventudes comunistas, y de ello quiero aprovecharme para hacer hincapié en algunos principios, que si bien para los verdaderos jocistas están fuera de toda duda, no pasa lo mismo con muchas personas que se hallan mal informadas; tengo intención de referirme a la necesidad del apostolado del obrero por el obrero. […] Anímennos estas consideraciones, el celo por la salvación de nuestros hermanos los trabajadores y dennos nuevas fuerzas para propagar el ideal de la J. O. C. en España. Te abraza tu amigo, Carlos Rodríguez (Empleado de Banca).» (El Siglo Futuro, Madrid, 22 mayo 1934, pág. 4.)

«Conversión al catolicismo. Enrique Matorras, ex secretario del comité central de las juventudes comunistas, ha abjurado sus errores […]» (El Iris, Ciudadela, Menorca, 23 mayo 1934, pág. 2.)

«Un importante documento. Enrique Matorras, ex secretario del Comité Central de Juventudes Comunistas, confiesa públicamente su conversión. Rectificando: […]» (Gaceta de Tenerife. Diario católico, Órgano de las derechas, Santa Cruz de Tenerife, domingo 27 mayo 1934, pág. 1.)

Matorras
“La fiesta del Corpus Christi. Enrique Matorras Páez, ex secretario del Comité Central de Juventud Comunista, en la procesión del Santísimo.” (El Siglo Futuro, Madrid, 4 junio 1934).

«La fiesta del Corpus Christi en el Asilo de San Rafael. Arriba: la Comunión a los acogidos. Abajo: Enrique Matorras, ex secretario del Comité Central de Juventud Comunista, en la procesión del Santísimo. En la hermosa capilla que la benemérita Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que tiene a su cargo el Asilo-Hospital de San Rafael para niños lisiados y raquíticos, ha tenido lugar ayer, domingo, la fiesta del Corpus Christi. Por la mañana, a las nueve, se celebró una Misa solemne, a toda orquesta, cantada por un nutrido coro de niños allí asilados, oficiando los Padres Alejo Fernández, Isidro García y Federico Rubio, viéndose la capilla y coro repletos por completo de fieles, no pudiendo dar cabida a todos los que asistieron a tan caritativo acto y teniendo que oírla algunos desde la calle. Durante la Misa estuvo expuesto el Santísimo, destacándose en el presbiterio la bandera de la Federación Local de los Sindicatos Católicos Obreros. El altar mayor estaba profusamente iluminado y adornado con flores que los fieles habían llevado para rendir homenaje a Jesús Sacramentado. Por la tarde, a las seis, tuvo lugar la bonita procesión por el interior del Asilo, a la que asistieron representaciones con sus banderas de la Casa Social Católica, de la plaza del Marqués de Comillas, 7, abriendo marcha la del Sindicato de Tipógrafos, entidad decana de la citada Casa; Oficios Varios, Dependientes de Comercio, Carpinteros, Limpieza y Riegos, Albañiles, Pintores, Jardineros, Oficios Varios de Tetuán de las Victorias, con toda su Directiva, Juventud Obrera Católica y Federación Local, que cerraba la hermosa fila. Seguía a estas banderas un precioso estandarte con la efigie de la Inmaculada Concepción, y detrás infinidad de niños de primera Comunión, que arrojaron infinidad de flores al Dios de la Eucaristía durante el largo trayecto de las salas-enfermerías, donde los niños presenciaron la procesión desde sus camas. Llevaron el palio jóvenes de la Juventud Católica de la Casa Social. Al regreso de la procesión todas las banderas se situaron en el altar mayor, formando un arco y rendidas sus cruzadas astas al paso de la Custodia, resultando un momento de emoción para los que lo presenciaron. Al final se dio la bendición con la hermosa joya. Además de las representaciones de que hemos hecho mención, también asistieron varias Juntas directivas de los Sindicatos y el Comité de la Federación en pleno. El público llenaba por completo salas y pasillos por donde tenía que pasar la Custodia, levantándose con este motivo tres hermosos altares en el trayecto. Amenizó la fiesta la banda de música de los Salesianos. Los reverendos Padres y Hermanos se han desvivido por atender al sinnúmero de fieles que acudió a hincarse de hinojos ante el Divino Redentor. Felicitamos muy de veras a la benemérita Orden de San Juan de Dios por el acto tan simpatiquísimo llevado a cabo con tan feliz éxito.» (El Siglo Futuro, Madrid, lunes 4 de junio de 1934, pág. 3.)

«Como nota simpática, hemos de hacer constar que la esposa de Enrique Matorras, ex secretario comunista, que se encontraban en el banquete, obsequió a la señora de Perdones con unas humildes flores, llenas de cariño y afecto.» (“Los Sindicatos Católicos de Obreros”, El Siglo Futuro, Madrid, lunes 25 de junio de 1934, pág. 3.)

«Carta de un excomunista. Mucho más que el mejor artículo apologético que nosotros escribiéramos creemos que influirá en el ánimo de tantos extraviados la siguiente carta, que hace una temporada publicó la prensa. Rectificando […]» (La Hoja Parroquial, Santa María la Real de la Corte, Oviedo, 22 julio 1934, págs. 2 y 3.)

«Todo lo que antecede [se refiere al cuerpo del libro El comunismo en España] fue escrito en junio y julio de 1934. Ya se veía en el horizonte el negro presagio del estallido revolucionario. La misión especial que trajo a España Stefanof era la de dar instrucciones y dinero para el alzamiento.» (Enrique Matorras, El comunismo en España, Madrid 1935, Apendice: “Octubre 1934”.)

1935 «Habla luego Enrique Matorras Páez, que fue secretario de las Juventudes comunistas madrileñas, y empieza con un ataque brioso al socialismo en sus puntos teóricos y prácticos. Él los conoce. Ha luchado por ellos en las calles de Madrid hasta que ha visto la luz, por eso les fustiga con acritud, pero sin personalismos. Los elementos socialistas de Cuéllar, que hasta entonces habían asistido correctos, al ver atacadas sus posiciones, temiendo más por las consecuencias políticas que por el efecto doctrinal, se revuelven furiosos contra el orador, al que interrumpen con patochadas y vulgaridades fuera del caso, pero Matorras, pequeño, nervioso, masculino, no ceja en su empeño hasta que les explica ce por be cuanto es del caso con datos y citas auténticas de autores socialistas, que demuestran la gran verdad de que no hay tal dictadura del proletariado, sino dictadura sobre el proletariado. Los marxistas niegan veracidad a las citas. El ex comunista les dice con retintín y despacio, para que puedan tomar buena nota, los nombres de los autores citados, todos españoles, los títulos de los libros y las páginas en que las citas pueden leerse. Y cuando tiene dicho lo que se había propuesto decir, termina expresando el propósito de los Sindicatos cristianos de unirse incluso con los marxistas cuando se trate de la defensa auténtica de intereses obreros, jamás para crecimientos políticos.» (“El sindicalismo obrero cristiano continúa su propaganda en la provincia”, La ciudad y los campos. Semanario de acción popular agraria, Segovia, 2 de febrero de 1935, pág. 2.)

«Mitin de Orientación Sindical. Hoy, a las once y media, se celebrará, en el Teatro Nuevo, un mitin de Orientación Sindical Profesional, en el que tomarán parte: Un representante de la Federación Local de Sindicatos Profesionales; Vicente Martín, de Ávila; Enrique Matorras, de Madrid; Benjamín M. Pelayo, de Santander y José Cuadrado, de Salamanca.» (Miróbriga, Ciudad Rodrigo, 10 de febrero de 1935, pág. 5.)

«A continuación el obrero Enrique Matorras, de los Sindicatos Católicos de Madrid. Después de tributar un cariñoso saludo a los obreros mirobrigenses en nombre de sus compañeros de Madrid, manifiesta que no son socialistas, pero que tampoco son enemigos de las mejoras profesionales de los obreros. Hace resaltar los horrores de la revolución pasada y sus consecuencias, especialmente en los hogares de los trabajadores, todo ello motivado por las propagandas de prensa y mítines. Expone que el fin principal de ellos es defender los derechos de los obreros, la jornada de trabajo y demás mejoras. Combate los abusos del capitalismo y para evitar eso vienen, dice, a defender los derechos del proletariado. Da lectura de varias citas de las Encíclicas de los Papas y Pastorales de Obispos, en las que defienden los derechos de los obreros a fin de que se dé a cada cual lo suyo para demostrar con ello que la iglesia no es enemiga de los obreros. Censura a los patronos que consideran al obrero como un ser inferior y les explotan y termina recomendándoles que se agrupen, sí, para defender sus derechos y no para encumbrar a los políticos a costa suya y luego les abandonen. (Ovación).» (“Ciudad Rodrigo: Mitin de Orientación Sindical en el Teatro”, El Adelanto, Salamanca, miércoles 13 de febrero de 1935, pág. 7.)

«Campaña sindical en Castilla […] En Valladolid. […] En Salamanca. El domingo por la noche se celebró un acto de propaganda en Ciudad Rodrigo, con la intervención del presidente del Sindicato local, Vicente Martínez Hernández; Juan Díaz Cardenal, Alberto Lázaro, Enrique Matorras y José Cuadrado. Por la tarde, los mismos oradores, excepto el primeramente citado, hablaran en Vitigudino. En todos los actos, los propagandistas glosaron temas sociales de las encíclicas pontificias Rerum novarum y Quadragessimo anno, propugnaron por la consecución de las justas peticiones de los obreros e implantación, en una palabra, de la justicia social. Fueron escuchados por numerosísimo público, en su mayoría obreros, que les aplaudieron con el mayor entusiasmo. En Ciudad Rodrigo. Se celebró un mitin de orientación sindical antimarxista. El local aparecía completamente lleno de público, en el que predominaba el elemento obrero; también asistieron bastantes señoritas y numerosas obreras. Pronunciaron elocuentes discursos los propagandistas obreros Vicente Martín Hernández, de Ávila; Enrique Matorras, de Madrid; José Cuadrado, de Salamanca, y un obrero de Badajoz. Los oradores atacaron duramente al socialismo, y glosando las Encíclicas, expusieron la necesidad de la convivencia que debe reinar entre patronos y obreros.» (El Día de Palencia, Miércoles, miércoles 13 de febrero de 1935, pág. 2.)

En junio de 1935 ya está en las librerías su libro El comunismo en España. En las reseñas de prensa se atribuye entonces su edición a Ediciones Fax, aunque en realidad la cosa tiene más vericuetos, más jesuitismo indisimulado, pues propiamente el libro no va firmado en cubierta ni en portada por editorial alguna, y solo en la contracubierta, con letra canija, figura como distribuidor: “Exclusiva de venta: Ediciones ‘Fax’, Plaza de Santo Domingo 14, Apartado 8001, Madrid” (un año antes, por ejemplo, en las dos ediciones publicadas de la Defensa de la Hispanidad de Maeztu, la exclusiva de venta es también de Ediciones Fax, pero el libro va firmado con el emblema de “Cultura Española”).

La cosa tiene su interés a la hora de intentar atribuir qué editor o director espiritual estuvo detrás de este libro, pues estaría fuera de la realidad suponer que el converso Matorras, aconsejado primero por el párroco que le había cristianado y catequizado, presentado en sociedad por el tradicionalista El Siglo Futuro, de la mano de Miguel Garrido, presidente de la Federación de Sindicatos Católicos de Madrid, hubiera escrito sin más ese libro en junio y julio de 1934, añadiendo luego un apéndice sobre Octubre de 1934, para darle actualidad y que alguna editorial lo publicase o siquiera lo distribuyese. El libro está muy bien planeado y concebido, bien redactado y muy atemperado (nada que ver, por ejemplo, con la zafiedad de un Mauricio Karl, encubierto policía que había publicado en 1932 otro El comunismo en España), y sin quitar mérito al joven autor y sus circunstancias, trayectoria y experiencia, noticias y documentos de que pudiera disponer, parece necesario suponer que más de una mano experimentada intervino activamente en el diseño, curso y acabado final de la obra.

El vínculo con Ediciones Fax obliga a imaginar que esas manos amigas podrían bien estar por la madrileña Villa San José, desde 1928 activa casa cuartel de soldados de la Compañía de Jesús, al quedar allí acantonados dos pelotones distintos de entregados jesuitas, el uno responsable de la revista Razón y Fe, ya fundada en 1901, el otro encargado del más reciente activismo ideológico sindicalista de Fomento Social (Sisinio Nevares SJ, la Federación Nacional Católico-Agraria, apoyada desde ACNP por Ángel Herrera y Ángel Ayala SJ, por el marqués de Comillas –no se olvide el “Programa de Sociología Cristiana” de 1925–, &c.).

Propiamente Ediciones Fax no entra públicamente en escena hasta mediado 1931: en julio la Biblioteca de Clásicos Amenos de “Razón y Fe” pregona: “Exclusiva de venta: Ediciones Fax, Plaza de Santo Domingo 14, apartado 8001, Madrid”; en octubre se anuncian las primeras entregas de las Obras completas en 17 tomos del Padre Luis de Coloma SJ (“Pedidos a Ediciones Fax, Plaza de Santo Domingo, 14, Apartado 8001, Madrid”), mientras el “España ha dejado de ser católica” de Azaña en la Cortes, el 13 de octubre, obliga a barruntar que la nueva constitución traerá una nueva supresión en España de la Compañía de Jesús: un mes después La Hormiga de Oro anuncia el libro de Francisco Gaetani, La Psicoanálisis de Freud, versión española de “Razón y Fe”, Ediciones Fax). La utilidad de Ediciones Fax se confirma el 23 de enero de 1932, cuando el presidente Niceto Alcalá Zamora firma el decreto de disolución de la Compañía de Jesús, obligado, por supuesto, a cumplir el mandato del artículo 26 de la Constitución de la II República Española de 9 de diciembre de 1931, ley de leyes.

Tampoco puede decirse que Ediciones Fax pretendiera ser máscara ocultadora, pues dos años antes de su entrada en actividad era público y notorio que la Editorial Razón y Fe utilizaba ya el mismo domicilio y el mismo Apartado de correos 8001 de Madrid. ¿Por qué el libro de Enrique Matorras no lleva firma editorial, aunque sí asume la exclusiva de venta Ediciones Fax? ¿De haber colaborado “Villa San José” con Enrique Matorras, de qué parte habría venido esa ayuda? ¿Del sector Razón y Fe, activo en anticomunismo, que no tiene inconveniente en reconocer, por ejemplo, “edición castellana de Razón y Fe” en el libro ¡…Así es Moscú! (Nueve años en el país de los Soviets) de José Douillet, firmado por Editorial Razón y Fe con exclusiva de ventas de Ediciones Fax? ¿Del sector Fomento Social (al fin y al cabo, diez años después, es la “Colección Popular Fomento Social” la que publica el relato De comunista a católico)? ¿De los dos? ¿De ninguno de los dos? No lo sabemos, hermeneutas más ociosos y sabios sabrán escrutarlo. Una posible pista: el libro de Matorras utiliza una vez “manía funesta”.

Índice del libro de Enrique Matorras, El comunismo en España (Madrid 1935)

cubierta del libro

Capítulo I. Antecedentes necesarios: 1. Forma de la organización. 2. Comité Central, Comités regionales, Comité de radio, Células. 3. Células de barrio y células de empresa. 4. Control de la Internacional. 5. Táctica sindical, Comité Nacional de Reconstrucción, Grupos de oposición sindical revolucionaria, Fracciones comunistas. 6. Juventudes. 7. Organización antimilitarista. 8. Aparato ilegal, 7

Capítulo II. De enero a abril 1931: 1. Constitución del Bloque Obrero y Campesino. 2. Posición y fuerza del partido frente al movimiento republicano. 3. Actividad durante los días 14 a 18 de abril. 4. Mundo Obrero, semanario, 23

Capítulo III. Mayo a setiembre: 1. Jornada del primero de mayo. 2. Agitación entre los indígenas de Marruecos. 3. Días 10 y 11 de mayo: repercusión en provincias. 4. Sucesos de Pasajes. 5. Juventud Roja. 6. Campaña electoral para las Constituyentes y sus resultados. 7. Actividad comunista en el Ateneo. 8. Organización del Socorro Obrero español. 9. Reorganización del Socorro Rojo Internacional. 10. Huelga revolucionaria de Sevilla. Repercusión en Madrid. 11. Primero de agosto. 12. Sucesos de la calle de la Somera, en Bilbao. 13. Intentos de sedición en el Regimiento n.° 31 de Madrid, 31

Capítulo IV. De setiembre a fin de año: 1. Día internacional de la Juventud. 2. Elecciones parciales para diputados a Cortes. 3. Campaña antirreligiosa del Ateneo. 4. Pro Frente único. 5. Mundo Obrero, diario. 6. Agitación entre los ferroviarios. 7. Sobre la unificación con el Bloque Obrero y Campesino. 8. Éxito económico de Mundo Obrero. 9. Editorial Europa-América, 59

Capítulo V. Período de agitación: 1. Tragedias en el campo, 1932. 2. Campaña contra la Guardia civil. 3. Alcalá de Henares. Bilbao. 4. Movimiento de Figols y huelga del 25 y 26 de enero. 5. Deportaciones. 6. Carta de la Internacional Comunista al partido español. 7. Plenos de los Comités Centrales del partido y Juventudes. 8. La Correspondencia Internacional y Bolchevismo. 9. IV Congreso Nacional del partido. 10. Una detención. 11. Huelga de la alimentación en Madrid, 75

Capítulo VI. De mayo a la expulsión del grupo: 1. Días 1 y 2 de mayo. 2. Táctica anarquista. 3. Cosas internas. 4. Conferencia de unidad sindical. 5. Villa de Don Fadrique. 6. El Estatuto. 7. Primero de agosto de 1932. 8. Movimiento militar, 107

Capítulo VII. La expulsión del grupo: 1. Antecedentes. 2. Reunión del XII Congreso del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. 3. Tramitación y resoluciones. 4. La expulsión. 5. Retención forzosa. 6. Repercusión en las Juventudes. 7. Procedimientos de dictadura, 121

Capítulo VIII. Nuevas orientaciones: 1. La imprenta. 2. Frente Rojo y Mundo Obrero. 3. Delegación obrera de la U. R. S. S. 4. Campaña contra el paro. 5. Constitución de la Liga Atea. 6. Partido Comunista catalán, 145

Capítulo IX. Enero a junio 1933: 1. Movimiento de la C. N. T. 2. Unión de Escritores Proletarios Revolucionarios. 3. Teatro Proletario. 4. La Izquierda Revolucionaria y Antiimperialista y el Partido Social Revolucionario ingresan en bloque. 5. Frente Antifascista. 6. Primero de mayo. 7. Cuestiones interiores. 8. Periodo de agitación. Fiesta del Corazón de Jesús, &c. 9. Amigos de la Unión Soviética, 151

Capítulo X. Julio a fin de año: 1. Jornadas antifascistas. 2. Federación Cultural Deportivo Obrera. 3. Primero de agosto. 4. El Comunismo y Sevilla. 5. Muerte de Casanellas. 6. Elecciones para diputados. 7. Movimiento de la C. N. T. 8. La Navidad del preso, 161

Capítulo XI. Conclusión: 1. Fuerza actual. 2. Posibilidades. 3. El verdadero peligro. 4. Orientación a seguir, 173

Apéndice. Octubre de 1934, 179

«Punto de Mira. Algo sensacional. Verdaderamente sorprendidos, hemos leído el reportaje que publica Informaciones en su número de ayer. Reportaje acerca de la organización comunista en España. De los crímenes del comunismo en nuestra Patria. De la organización del movimiento revolucionario de Octubre. Este es el reportaje. Informaciones tira valientemente del velo. Pone las cartas boca arriba. Al pan pan. La verdad ancha y sencilla se abre paso entre la baraja de cifras, de nombres y de hechos. Datos exactos que proceden de un hombre que pudo rectificar a tiempo. De Enrique Matorras, que fue mucho tiempo secretario del Comité Central del Comunismo en España. Subvenciones a los revolucionarios españoles. Dinero ruso para propaganda y para periódicos. Una estupenda organización antimilitarista. Rusia organizaba en España sus tentáculos rojos. Instalaba sus células de espionaje en los cuarteles. Planos militares; armamento; fuerzas; fábricas de armas. Todo caía bajo el control comunista. La tercera internacional tomaba bien sus medidas. Y subleva esto. Y subleva saber –lo dice bien claro Enrique Matorras– cómo esa organización comunista organiza sus crímenes en Mayo del 1931. Cómo incendia los conventos. Cómo arma el brazo de sus pistoleros. España entera ha girado alrededor de la criminal voluntad de un puñado de criminales. Entonces, y ahora. En Octubre de 1934, la U. R. S. S. envía a Madrid un agente secreto para organizar el movimiento. Proclamas, armas y dinero. Todo contra España. Y todo en medio de la más vergonzosa ausencia de autoridad. No olvidemos que Maura era entonces ministro de la Gobernación. Y eso existe. Está en pié esa organización tenebrosa. En cada fábrica; en cada cuartel; en cada casino; en cada sociedad, hay un verso suelto pagado con dinero ruso. Para sublevar; para aleccionar; para organizar. Su fin es la revolución social, y la destrucción de todo lo existente. Sus medios, todos. Todos son buenos. El pasquín o la pistola. El caso es triunfar. El caso es hacer de España una albufera de sangre. Y hay que reaccionar contra eso. La autoridad tiene en sus manos los timones de profundidad. Y eso es todo. Con autoridad, esas maniobras criminales se hacen imposibles. Con autoridad. Con esa autoridad que hace que los pistoleros se coman sus pistolas, si llegara el casó. A. de la R.» (La Voz, diario republicano, Córdoba, 21 de junio de 1935, pág. 3.)

«La lucha antirreligiosa en España. Organización, programa y propaganda marxista contra la religión católica. En una interesantísima publicación titulada El Comunismo en España, debida a Enrique Matorras, ex secretario del Comité Central de la Juventud Comunista (Ediciones Fax, 1935), cuya lectura recomendamos a los que quieran darse cuenta de la orientación, organización y procedimientos de los serviles asalariados del Komintern en España, se dice en la página 62: “…la fracción comunista del Ateneo logró sacar adelante, en una Junta general, pese a la oposición de la Directiva, una proposición, en que se nombraba una Comisión para organizar la manifestación del 14 de octubre de 1931 en pro del artículo 26 de la Constitución, en estrecho contacto con el “Bureau Político” del P. C., que, por su parte, mediante mítines relámpagos, hizo campaña de agitación antirreligiosa en todos los barrios de Madrid.” En el mismo libro, página 148, se nos habla de la constitución en diciembre de 1932 de la “Liga Atea Revolucionaria”, del dinero enviado desde Moscú para su organización, de la publicación del periódico-revista Sin Dios, y de cómo se editaban los pasquines de excitación antirreligiosa. […] Vemos, pues, cómo se trata de corromper el alma de nuestras juventudes desarraigando las tradiciones nacionales, morales, sociales, religiosas e intelectuales que han mantenido nuestra cohesión, al objeto de reducirnos a una decrepitud moral que nos haga aptos para la esclavitud que nos preparan los judeomarxistas. A los maestros y catedráticos marxistas incumbe la faena más criminal, asesinando moralmente la conciencia infantil, sepultando el cuchillo del materialismo más abyecto en sus tiernas gargantas. ¡Atención, padres de familia, a los catedráticos y maestros marxistas! C. P.» (El Siglo Futuro, Madrid, 22 de junio de 1935, pág. 6.)

«Notas bibliográficas. El comunismo en España, desde 1931 hasta 1934. Sus orientaciones, su organización, sus procedimientos. Por Enrique Matorras, ex secretario del Comité Central de la Juventud Comunista.– Ediciones Fax, Madrid.– Un vol. de 188 páginas, de 19 por 13 centímetros, pesetas 3'50. Lo comentó hace poco más de un año la Prensa y lo recordarán los lectores: Enrique Matorras, Secretario del Comité Central de la Juventud Comunista, abandonó ese partido para alistarse en la sindicación obrera católica. Hoy nos cuenta, en este libro, las orientaciones, la organización, los procedimientos del Comunismo en España. Primero, como antecedente necesario, hace una descripción exacta de la organización del partido y de sus métodos, “pues es preciso –dice– desvanecer muchos equívocos y aclarar de una vez cuanto se refiere a esta cuestión”. Esto supuesto, empieza con el capítulo segundo y acaba con la obra la detallada descripción cronológica de los más importantes sucesos acaecidos desde 1931 hasta 1934: en todos ellos se destaca la actuación del partido comunista con sus éxitos y sus fracasos. Todo ello, repetimos, con absoluta claridad y sencillez y con datos concretos: nombres, fechas y sitios, &c. De aquí que el libro absorba al momento el interés del lector. Como conclusión hace un estudio de la fuerza actual del partido y de sus posibilidades; y propone, a seguida, el verdadero peligro y la orientación que, para precaverlo, se debe seguir. Del libro de Matorras se desprenden muchas y provechosas consecuencias que a todos, obreros y patronos, toca llevar a la práctica. Ese es el fin del autor al escribirlo. Voz leal y bien informada, conviene no desoírla.» (La Hormiga de Oro, Barcelona, 27 de junio de 1935, pág. 21.)

«Del Olimpo a la peña del café. La figura de la semana. Don Valor Matorras. ¡Gachó! ¡Vaya pavo! ¡Eso sí que es valor y no el del ex generalísimo en jefe de los revolucionarios de octubre, don Indalecio Prieto, ex ministro y marqués, en ciernes, de Inda! Este magnate y otros secuaces de su laya mucho tienen que aprender de ese mozalbete que se llama Enrique Matorras y que nosotros llamamos, en recuerdo de nuestras aficiones taurinas, don Valor Matorras. Figúrense ustedes que Matorras fue un tiempo secretario del Comité Central de la Juventud comunista. Figúrense, para que sigan siempre figurándose la verdad, que ocupó tal cargo con todas las consecuencias. Era Matorras un militante activo. Su ideal era puro. Le dolía en el alma que las clases trabajadoras, los proletarios, no pudieran obtener, ni aún a costa de su esfuerzo físico e intelectual, un bienestar mínimo al abrigo de vergonzosas miserias. Por ese dolor se lanzó a la lucha activa, ingresando en el partido comunista. Su talento y sus arraigadas convicciones de que era absolutamente necesario realizar una justicia social le auparon a los más altos puestos. Pero por lo mismo que Matorras es un chico de talento, no tardó mucho en ver que si él era un idealista, sus compañeros eran unos mangantes. Lo que a éstos les interesaba era el famoso “oro ruso”, que no es ningún mito, sino una realidad de la que podría dar muy buenos informes, por ejemplo, la Editorial Cénit. Matorras, sin embargo, como todo hombre de buena fe, aguardó algún tiempo. No le cabía en la cabeza tanta miseria y tanta sangre como a diario hacían sufrir y derramar precisamente a los trabajadores a quienes querían redimir, y pensaba que eso era un mal menor. Pero, sí, sí, mal menor. Aquello era el principio y el fin, el objeto y el sujeto; de lo que se trataba era de que los señoritingos comunistoides de barra de bar elegante y “cabaret” no carecieran de sus sueldos, dietas y viáticos, mientras en la “rue” los trabajadores andaban a tiros y mamporros con la Guardia civil y los de Asalto, con los correspondientes muertos y heridos y cuando menos contusos y chichoneados. A Matorras, naturalmente, se le cayó la venda y vio claro… Y abandonó el partido. En estas circunstancias, un Prieto, un Dencás, un Azaña, uno de estos pintas que al primer tiro que a ellos mismos se les escapa de sus pistolas se refugian en una gasolinera, huyen por una alcantarilla o se esconden a tomar el fresco en el primer balcón que encuentran, se hubiera precipitado a poner tierra por medio esquivando las posibles represalias. Pero Matorras –por algo le llamamos Don Valor– se queda aquí, y no contento con esto, lanza un libro que titula El comunismo en España, en el que cuenta las tropelías cometidas por sus dirigentes y las complicidades de esos tontos de circo que se llaman Luis de Tapia, Ossorio y Gallardo, Sánchez de Remate, Martínez Birria, Lezama, Victorio Macho, Benlliure y demás “amiguitos” de la U. R. S. S., de los que dice: “Así se da el caso de que las mismas víctimas contribuyan al sostenimiento de sus propios verdugos.” De la interesante lectura del libro de Matorras se deducen unas cuantas cosas. A saber: Que el comunismo es una grave amenaza contra España. Que se disminuye su virulencia por el interés de sus propios dirigentes, literatoides de vuelo corto, que se verían arrojados, con el triunfo del partido, de sus actuales puestos de chupancia burocrática. Que contribuyen a su desarrollo los majaderos del “humanitarismo” con su dinero, sus plumas y sus periódicos, sin pensar –acaso porque no puedan– que después le darían para el pelo. (Claro que esto le vendría muy bien, por ejemplo, a Fontdevila.) Y que Matorras bien merece que se le llame Don Valor, porque, sin duda, lo ha derrochado publicando su libro.» (Gracia y Justicia, Madrid, 29 de junio de 1935, pág. 14.)

«Libros nuevos. El comunismo en España, desde 1931 hasta 1934. Sus orientaciones, su organización, sus procedimientos, por Enrique Matorras, exsecretario del Comité Central de la Juventud Comunista. Ediciones FAX, Madrid. Lo comentó poco más de un año la Prensa y la recordarán los lectores: Enrique Matorras, secretario del Comité Central de la Juventud Comunista, abandonó ese partido para alistarse en la sindicación obrera católica. Hoy nos cuenta, en este libro, las orientaciones, la organización, los procedimientos del comunismo en España, del cual se separó. La sencillez en las palabras y en el tono, suele ser prenda de que, quien así se expresa, tiene razón y está con la verdad. No hay en su libro ni párrafos inflamados de proselitismo ni apologías inconcretas de la sindicación católica, ni violentas detracciones del partido comunista. Quien con tal propósito intentase su lectura se vería defraudado: en la primera página se percataría de que aquello es la misma sencillez, la misma claridad, la verdad misma. Es la manera de mover el ánimo del lector a sacar las más prácticas consecuencias. Por eso el autor, obrero que conoce bien a los obreros y que busca la verdad y el bien para los obreros, planta en el atrio del libro una dedicatoria sumamente expresiva: “A los obreros: A mis hermanos los trabajadores. A todos los desposeídos. A los que sufren las injusticias de la sociedad. A los que, queriendo redimir la Humanidad, militan en los equivocados caminos del socialismo y del comunismo. En especial, a los esforzados que luchan en la sindicación obrera católica, os dedica esta obra vuestro compañero y amigo, Enrique Matorras”. El Comunismo en España, es el título del libro. Su contenido no rebasa en una línea lo que dice el subtítulo: “Sus orientaciones. Su organización. Sus procedimientos”. Primero, como antecedente necesario, hace una descripción exacta de la organización del partido y de sus métodos, “pues es preciso –dice– desvanecer muchos equívocos y aclarar de una vez cuanto se refiera a esta cuestión”. Esto supuesto, empieza con el capítulo segundo y acaba con la obra la detallada descripción cronológica de los más importantes sucesos acaecidos desde el año 1931 hasta 1934; en todos ellos se destaca la actuación del partido comunista con sus éxitos y sus fracasos. Todo ello, repetimos, con absoluta claridad y sencillez y con datos concretos: nombres, fechas y sitios, &c. De aquí que el libro absorba al momento el interés del lector. Como conclusión hace un estudio de la fuerza actual del partido y de sus posibilidades; y propone, a seguida, el verdadero peligro y la orientación que, para precaverlo, se debe seguir. Muchos datos concretos y de sumo interés encierra el libro de Matorras. De su lectura se desprenden provechosas consecuencias que a todos, obreros y patronos, toca llevar a la práctica. Ese es el fin del autor al escribirlo. Voz leal bien informada, conviene no desoírla.» (La Época, Madrid, 9 de julio de 1935, pág. 5.)

«Comentario. La intervención extranjera en el pasado movimiento revolucionario. Enrique Matorras, ex secretario de C. C. de la Juventud Comunista española, acaba de publicar un libro tan sensacional como documentado. Mejor dicho: por la documentación resulta sensacional. Gracias a él sabemos hoy muchas cosas que se sospechaban, simplemente. Entre otras, las cantidades mensuales fijas, que para fines de agitación y criminalidad envían los déspotas de Moscú; los sueldos que cobran los dirigentes que se llaman “obreros” y no han dado golpe en su vida; los manejos dentro del Ejército para procurar desmoralizarlo; la organización de la bárbara jornada de fuego y de saqueos del 10 y 11 de mayo de 1931, con la destacada intervención de José Antonio Balbontín, el señorito metido a comunista que ha desaparecido, en cuanto se quedó sin acta, de la vida pública,... &c., &c. Pero la nota de actualidad más interesante es la de la intervención extranjera en la gran salvajada del pasado octubre. Enrique Matorras denuncia el caso con toda valentía. Stefanof, uno de los máximos dirigentes de la Internacional comunista, vino de Moscú días antes de estallar el movimiento, se entrevistó con los jefes socialistas, les hizo partícipes de la misión especial que le había encomendado el “Komintern” y dio a todos dinero e instrucciones para el alzamiento en el que murieron miles de ciudadanos españoles, se destruyó lo mejor de una gran ciudad, se cometieron crímenes horrendos, como los de Turón y se deshonró a España ante el extranjero. Además, y como nueva prueba de la indignante intervención extranjera en nuestros asuntos, se copia en el libro que acaba de publicar Matorras el suelto en que la Pravda, de Moscú, anunciaba el envío a la Sección española del Socorro Rojo Internacional, de la cantidad de 350.000 rublos oro. Todo ello es muy aleccionador y demuestra cómo gentes que creen honradamente que están haciendo una revolución nacional, sirven de carne de cañón a la peor judería internacional que es, como, se sabe, la que está al frente de estos movimientos para procurar, ante todo, una gran baja de valores y hacerse dueña de las grandes Empresas industriales, ferroviarias y marítimas a poco precio. Que es a lo que se llama “el gran negocio de la revolución”, aparte del que, de momento, hacen cuantos están en relación directa con esta clase de pájaros. El libro tendrá, seguramente, un éxito resonante.» (Miróbriga, Ciudad Rodrigo, 14 de julio de 1935, pág. 4.)

«El Comunismo en España. Desde 1931 hasta 1934. Sus orientaciones, su organización, sus procedimientos. Por Enrique Matorras, Ex secretario del Comité Central de la Juventud Comunista.– Ediciones FAX. Plaza de Santo Domingo, 13. Apartado 8001. Madrid.– 19 por 13 centímetros, 188 págs. Pesetas, 3,50. Lo comentó hace poco más de un año la Prensa y lo recordarán los lectores: Enrique Matorras, Secretario del Comité Central de la Juventud Comunista, abandonó ese partido para alistarse en la sindicación obrera católica. Hoy nos cuenta, en este libro, las orientaciones, la organización, los procedimientos del Comunismo en España. La sencillez en las palabras y en el tono, suele ser prenda de que, quien así se expresa, tiene razón y está con la verdad: la obra que reseñamos es de ello vivo ejemplo. No hay allí ni párrafos inflamados de proselitismo ni briosas apologías inconcretas de la sindicación católica, ni violentas detracciones del partido comunista. Quien con tal propósito intentase su lectura se vería defraudado; en la primera página se percataría de que aquello es la misma sencillez, la misma claridad, la verdad misma. Es la manera de mover el ánimo del lector a sacar las más prácticas consecuencias. Como conclusión hace un estudio de la fuerza actual del partido y de sus posibilidades; y propone, a seguida, el verdadero peligro y la orientación que, para precaverlo, se debe seguir. Muchos datos concretos y de sumo interés encierra el libro de Matorras. De su lectura se desprenden muchas y provechosas consecuencias que a todos, obreros y patronos, toca llevar a la práctica. Ese es el fin del autor al escribirlo. Voz leal y bien informada, conviene no desoirla.» (El Defensor de Córdoba, Córdoba, miércoles 17 de julio de 1935, pág. 2.)

«Un acto de la Juventud sindicalista obrera. Madrid. La Juventud sindicalista obrera ha organizado para hoy, día 3 de Agosto, en su domicilio social, Sacramento, 5, un acto en el que intervendrán los siguientes oradores: Antonio Pérez Domingo, Diego Aparicio López, Antonio Sevilla, Enrique Matorras y Anastasio Inchausti. Con este motivo hace un llamamiento a todos los jóvenes obreros para que acudan a su organización.» (Gaceta de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, sábado 3 agosto 1935, pág. 5.)

Al Partido Comunista de España, que obviamente ha preferido ignorar el libro El comunismo en España, le molesta sobremanera en octubre de 1935 que Enrique Matorras recuerde sus antiguos cargos al firmar sus artículos en el Ya (el periódico que la Editorial Católica de Ángel Herrera y ACNP habían fundado a comienzos de ese año, complementario del veterano El Debate). Adviértase el incremento del odio entre la primera y la segunda nota. (Diez meses después, el PCE se apropia de los talleres de El Debate y del Ya para imprimir Mundo Obrero):

«Un comunicado del partido comunista. Recibimos la siguiente nota: “En el periódico Ya, un individuo llamado Matorras publica unos artículos y al pie de su firma añade “ex secretario general del partido comunista de España”. Nos interesa hacer constar que ese señor no fue jamás secretario de nuestro partido ni ocupó cargo responsable alguno. Estuvo en la Juventud como empleado técnico y fue expulsado hace tres años.– El Comité central del partido comunista de España.» (Heraldo de Madrid, lunes 30 septiembre 1935, pág. 11. = La Libertad, martes 1 octubre 1935, pág. 4.)

«Comunicado del partido comunista de España a la Prensa. Nos remiten la siguiente nota: “En el periódico fascista Ya un individuo llamado Matorras publica unos artículos, y al pie de su firma añade: ‘Ex secretario general del partido comunista de España’. Nos interesa hacer constar que ese sujeto, escribidor contra los comunistas por lo que le pagan los fascistas, no fue jamás secretario de nuestro partido ni ocupó cargo responsable alguno. Estuvo en la Juventud como empleado técnico y fue expulsado hace tres años, cuando se descubrió que era un confidente y un provocador.Comité Central del P. C. de España.» (La Libertad, Madrid, viernes 4 octubre 1935, pág. 2.)

«Los tópicos del marxismo. En la frase “La tierra para el que la trabaja”, han sintetizado los marxistas su programa de acción en el campo. La consigna sirve admirablemente para la agitación entre los obreros agrícolas, colonos, yunteros, pequeños campesinos. En ella se parapetan para atraer a las masas campesinas al terreno revolucionario. A la vez les hacen creer que todos, absolutamente todos los antimarxistas, están en contra de ella, y que sólo quieren y amparan la propiedad para los grandes terratenientes y la explotación y la miseria para loa humildes del agro. Los marxistas callan que fue precisamente el liberalismo económico, con su concepto individualista de las riquezas, quien dejando sin protección alguna a los campesinos pobres, implícitamente facilitó a los ambiciosos y caciques la adquisición injusta, y en muchos casos violenta, de grandes extensiones de terreno, con el consiguiente despojo de los pequeños propietarios. El concepto liberal de la economía que en la industria produjo los Kreuger, los Morgan, los Stawisky, fue el que engendró ese tipo vago juerguista, caprichoso e insensible a las penas de los humildes, que el pueblo español conoce por el “señorito andaluz”. Todo esto se lo callan los marxistas; pero su cinismo aumenta cuando son ellos los que prometen desde el Poder entregar las tierras a los campesinos. Así, por ejemplo: en el programa de “gobierno” del partido comunista español figura este párrafo: “Todas las tierras de los grandes terratenientes, de la Iglesia, de los monasterios, de las municipalidades y del Estado serán confiscadas sin indemnización, así como también los útiles de labranza y demás pertenencias, y serán entregadas gratuitamente y repartidas a todos los obreros agrícolas y campesinos trabajadores para que las trabajen individual o colectivamente, según decidan por su propia voluntad”. Y bien, en aquel país en que han llegado al Poder, y donde “bajo la dictadura del proletariado se construye victoriosamente el socialismo”, un destacado burócrata comunista, E. Paschukanis, en un artículo comentando los acuerdos del VII Congreso de los Soviets, celebrado en Moscú entre el 25 de Enero y 6 de Febrero del presente año, nos dice: “Los campesinos individuales constituían, en el año 1928, la masa fundamental de la población 111.131.000; en el año 1934, han quedado sólo 37.902.000 campesinos individuales. La burguesía grande y pequeña –téngase en cuenta que para los comunistas son burgueses hasta los vendedores ambulantes de los mercados– descendió de 22.100.000 en 1931, y de 6.801.000 en 1928, hasta 174.000 en 1934 (0,1 por 100 de la población total)». Esto significa que el repasto de tierras llevado a cabo por Lenín en 1917, y propugnado por el partido comunista español en su programa de “gobierno”, no es más que un “camelo” para engañar a los campesinos sumándolos al hecho revolucionario para luego, cuando “la dictadura del proletariado” se haya consolidado, despojarlo por la fuerza de las bayonetas, y convirtiendo el campo en granjas estatales, someterlos como a los antiguos esclavos, al látigo de los cabos de vara. Más claro se nos muestra esto mismo con los datos que más abajo nos suministran; copiemos: “Lo mismo se nota en el cuadro de la distribución de los fondos de producción. Desde 1925 hasta 1934, los fondos productivos del sector socialista se elevaron desde el 48 por 100 de la suma total, hasta el 95'8 por 100 de todos los fondos productivos”. Tengamos en cuenta que habla de la agricultura, y veremos que el margen de 4'2 por 100 que resta para la economía privada, significa en un país de una población superior a 160 millones de habitantes, en su mayor parte campesinos, lo que una gota de agua en el Océano Atlántico. Ese es el verdadero panorama que los marxistas presentan a los campesinos cuando les dicen que “la tierra es para el que la trabaja”, sostenido y amparado por el ejército rojo y la G. P. U., obedientes a la consigna de la “Santidad e intangibilidad de la propiedad social”, que según frase de L. F. Boross, es la base en que puede y debe descansar hoy la Constitución soviética. Frente a estos hechos concretos, da la casualidad que los presuntos amigos de “la explotación y la miseria de las masas campesinas”, defienden el acceso a la propiedad, los arrendamientos a largo plazo, el patrimonio familiar inembargable, las Cajas rurales y las cooperativas agrícolas. Y también es casualidad que allí donde estos sistemas se han puesto en práctica, ni han existido los grandes terratenientes, ni ha podido hacer adeptos el marxismo, ni la miseria de las masas campesinas ha pasado de ser un fantoche burlesco del que los propios campesinos se ríen irónicamente, mientras saborean con delectación la brisa de la tarde, sentados en familia a la puerta de sus viviendas. ENRIQUE MATORRAS (De Correo de Mallorca).» (El bien público, Mahón, viernes 11 octubre 1935, pág. 1.)

1936 «Un artículo de Matorras. Firmada por Enrique Matorras se ha publicado en Ya una información sobre la ayuda rusa que recibe el Frente Revolucionario. Dice que Moscú amenazó a los comunistas españoles si no se unían a los republicanos. Agrega que el Komintern costea en España numerosas publicaciones rojas, entre ellas Mundo Obrero, el periódico de las Juventudes de Madrid; el órgano oficial del Komintern titulado Informacional Internacional, La Correspondencia Sindical Internacional, la Internacional Comunista y la Internacional Juvenil Comunista, editadas todas en Barcelona; Euskadi Rojo, de Bilbao; La Verdad, de Sevilla; El Bolchevique, en Almería; Catalunya Roja y otro periódico de Almería, que cuestan a Rusia cerca de 80.000 pesetas mensuales. Además reciben sueldos de Moscú los once miembros del “Bureau político”, que cobra cada uno 400 pesetas mensuales y un instructor por cada región con el mismo sueldo. El Secretariado Rojo Internacional, compuesto por 5 individuos y 3 delegados cobran a otras 400 pesetas. Aparte el Komintern envía normalmente 10.000 pesetas mensuales para propaganda, cantidades que en circunstancias extraordinarias eleva a lo que sea preciso. Cuando las elecciones para diputados de las Constituyentes, remitió pesetas 100.000 y en las elecciones de 1933, doscientas cincuenta mil. Al mismo tiempo Moscú va estableciendo industrias en España. Termina el articulista diciendo que espera que se le desmienta, pues está dispuesto a dar nombres y direcciones de quienes reciben las cantidades y explicar los procedimientos de que se valen para entrarlas en España.» (El Diario Palentino, Palencia, martes 4 de febrero de 1936, pág. 3.)

Resultaba conveniente neutralizar el activismo en la prensa, en cuanto se pudiera, de un “traidor” como Enrique Matorras. Las elecciones generales de febrero de 1936 terminaban con el “bienio negro” y la represión burguesa tras el fracaso revolucionario de Octubre de 1934:

«El principal significado político-histórico del 16 de febrero es que había abierto una posibilidad de desarrollo pacífico, constitucional y parlamentario de la revolución democrática en España. Por eso había luchado el Partido Comunista. Eso es lo que querían las fuerzas obreras y democráticas y lo que quería el pueblo español. Pero las elecciones, el triunfo electoral del Bloque Popular, no eran una meta en sí. Eran un punto de partida. Las masas, con grandes manifestaciones en las calles, impusieron la inmediata liberación de los presos políticos; la amnistía fue legalizada “a posteriori”. En marzo de 1936, se celebró en Madrid un Pleno ampliado del Comité Central del Partido, con la participación de delegaciones de las provincias y de los Partidos de Cataluña, Euzkadi y Marruecos. La resolución del Pleno ponía de relieve el crecimiento de la actividad política de la clase obrera, de los y las capas medias que el triunfo del Frente Popular había provocado. Al mismo tiempo, comprobaba la gravedad de la situación que se estaba creando en España como consecuencia de las maniobras conspirativas y provocadoras de las fuerzas reaccionarias y fascistas. Dichas fuerzas se entregaron afanosamente a ultimar la preparación de la sublevación militar –que ya venían proyectando con anterioridad– desde el momento mismo de ser conocido el triunfo electoral de las izquierdas. Pero las masas desbarataron ese plan. El Partido Comunista les había prevenido del peligro. En cuanto se conoció el resultado electoral, una verdadera marejada humana invadió la calle. El pueblo impuso la formación inmediata de un gobierno de izquierdas. Pistoleros a sueldo multiplicaban los asesinatos y atentados contra dirigentes obreros y personas democráticas. Por todos los medios imaginables, los fascistas intentaban sembrar el desorden, hacer imposible el normal desenvolvimiento de una vida democrática en España. […] Ningún Gobierno había contado en España con un apoyo de masas comparable al que tuvieron los dirigentes republicanos en ese período. Disponían de todos los elementos para haber podido desarraigar del suelo de España, si hubiesen actuado al estilo jacobino, las plantas venenosas del fascismo, asegurando así el desarrollo pacífico de la democracia. Pero no lo hicieron.» (Historia del Partido Comunista de España, París 1960: “Capítulo segundo. La República. Los gobiernos republicanos de izquierda”.)

En vísperas de las celebraciones del 14 de abril de 1936, primer lustro de la República, la Brigada de Investigación Criminal difunde notas y filtra fotos de cuatro “extremistas detenidos por la Policía”, en dos operaciones distintas (que entremezclan algunos apresurados historiadores e interesados cuentistas). En la casa número 13 de la carretera del Pardo, “donde habita una mujer de ideología anarquista”, detienen a Marciano Durruti, de 25 años, “hermano del célebre anarquista Durruti”, y a Sinforiano Moldes, de 28, llegados recientemente de Barcelona: en el registro de esa casa los agentes “encontraron parte de los ficheros de Falange Española… Ninguno de los detenidos supo explicar cómo y con qué objeto estaban en su poder tales ficheros y documentos. Durruti ha declarado que es militante anarquista, y Moldes que pertenece a Falange Española.” Merece la pena recopilar cronológicamente algunas de las confusas y nada convincentes versiones que distintos medios de todo España fueron publicando de la detención de los católicos Enrique Matorras y Ángel Segura, de una “Confederación de Sindicatos Autónomos y Federación Española de Trabajadores”, junto con un estudiante y un boxeador llegados de Vigo…

«Detención de unos individuos. Madrid (4 t.)– La policía puso a disposición del juzgado a varios individuos por suponer que estaban preparando un atentado contra diversas personalidades de matiz izquierdista, especialmente, marxistas. Hace un mes que la policía supo que habían llegado a Madrid, procedentes de Vigo, los individuos llamados Arturo Matos y Álvaro Rodríguez, quienes frecuentaban diversas asociaciones derechistas, de la calle de Sacramento. Después se pusieron al habla con los dirigentes Enrique Matorras y Ángel Segura, quienes planeaban uno atentados contra los señores Llopis y Álvarez del Vayo. La policía llegó a establecer una activa vigilancia cerca de estos individuos, quienes fueron detenidos y confirmaron que estos propósitos estaban relacionados con falange española. Continua la policía las gestiones para aclarar este suceso.» (Diario de Almería, Almería, domingo 12 abril 1936, página 6.)

«Extremistas detenidos. Según la Policía, preparaban nuevos atentados. Madrid.– Han sido detenidos por la Policía Álvaro Domínguez, Antonio Matos, Ángel Segura y Enrique Matorras. Parece que los dos primeros, ambos dirigentes de la Federación de Trabajadores Españoles, en unión de los otros dos proyectaban atentar contra varias personalidades izquierdistas. Según manifestaciones de la Policía, los detenidos iban a disponer un atentado contra Rodolfo Llopis, Álvarez del Bayo y Araquistain. También han sido detenidos en una vivienda de la carretera del Pardo, Marcelino Durruti, hermano del anarquista Durruti, que tenía un fichero de falangista y a Sinforiano Moldes, también de Falange Española. Ambos han sido encarcelados.» (El Diario Palentino, Palencia, lunes 13 abril 1936, página 4.)

«La policía detiene a cuatro individuos. Por la Policía han sido detenidos Álvaro Rodríguez González, de veinte años, estudiante; Arturo Matos Villanueva, de veinte, boxeador; Ángel Segura Delgado, de veintiuno, empleado, y Enrique Matorras Páez, de igual edad, y también empleado. Los dos primeros llegaron recientemente a Madrid, procedentes de Vigo. Enrique Matorras, ex comunista, y Ángel Segura son dirigentes del organismo denominado Federación Española de Trabajadores, y que tiene su domicilio en la calle de Sacramento.» (El Siglo Futuro, Madrid, lunes 13 abril 1936, página 26.)

extremistas detenidos“De arriba a abajo y de izquierda a derecha, Enrique Matorras, Ángel Segura, Sinforiano Moldes y Marciano Durruti, detenidos por la Policía madrileña como peligrosos extremistas.” (Ahora, Madrid, martes 14 abril 1936, pág. 18; corregidos en el pie los errores en los nombres).

«La Policía detiene a cuatro individuos. El comisario general de la brigada de Investigación Criminal, señor Lino, tuvo conocimiento, por los trabajos realizados por uno de sus agentes, de que habían llegado a Madrid, procedentes de Vigo, dos individuos. Después de diversas investigaciones realizadas por los agentes don Tomás Fernández, don Valeriano Flores, don Fausto Alonso, don Félix Muñoz y don Alberto Ortega, se procedió a la detención de dos individuos llamados Álvaro Rodríguez González, de veinte años, estudiante, natural de Carballino (Orense), y Arturo Mateos Villanueva, de veintiún años, boxeador, ambos procedentes de Vigo. La Policía supo que estos dos individuos, de quien se conoce su filiación marcadamente derechista, habían visitado a su llegada a Madrid las oficinas de la Confederación de Sindicatos Autónomos (Federación Española de Trabajo), sita en la calle del Sacramento, número 5. En este local, los dos individuos se pusieron al habla con dos dirigentes de aquella entidad llamados Enrique Matorras Páez, de veintidós años, empleado, natural de Madrid, ex comunista, y Ángel Segura Delgado, de veintiún años, también de Madrid, y empleado, los cuales también han sido detenidos. De las investigaciones practicadas por la Policía parece que los cuatro hombres sostuvieron algunas conversaciones. Los cuatro detenidos fueron puestos ayer por la Policía a disposición del Juzgado, desde donde pasaron a la cárcel.» (Ahora, Madrid, martes 14 abril 1936, nº 1654, página 4 y fotos en página 18.)

«Complot para atentar contra significados socialistas. Madrid.– El comisario general de la Brigada de Investigación Criminal, señor Lino, tuvo conocimiento, por los trabajos realizados por uno de sus agentes, de que habían llegado a Madrid, procedentes de Vigo, dos individuos que tenían el propósito de cometer atentados contra diversos políticos de izquierdas, marxistas principalmente. Después de diversas investigaciones realizadas por los agentes don Tomás Fernández, don Valeriano Flores, don Fausto Alonso, don Félix Muñoz y don Alberto Ortega, se procedió a la detención de los cuatro siguientes individuos: Álvaro Rodríguez González, de veinte años, estudiante, natural de Carballino (Orense); Arturo Mateos Villanueva, de veintiún años, boxeador, que son los procedentes de Vigo, y Ángel Segura Delgado, de veintiún años, empleado en Madrid, y Enrique Matorras, de veintidós años, estos dos últimos, dirigentes del organismo denominado Federación Española de Trabajo que tiene su domicilio en la calle del Sacramento, número 5. Según el atestado instruido por la Policía, Álvaro y Arturo se entrevistaron con los dos últimos en la calle del Sacramento y en un café de la Gran Vía. En esas conversaciones tramaron la comisión de los atentados y acordaron que el primero se perpetraría con don Rodolfo Llopis, secretario primero de las Cortes. Parece ser que Álvaro Rodríguez siguió varias veces al señor Llopis para averiguar detalles de sus costumbres; pero, por lo visto, surgieron dificultades que les hicieron desistir de atentar contra el ex director general de Primera Enseñanza. Después, y en vista de esto, se acordó la agresión a don Julio Álvarez del Vayo o a don Luis Araquistain, indistintamente. Dichos dos señores habitan en la finca número 5 de la calle de Espalter. Para llevar a cabo el hecho, fue designado Arturo Mateos, y la víctima había de ser el señor Álvarez del Vayo. A Mateos se le facilitó un carnet de la C. N. T. a nombre de Jaime Aldo, se le entregó determinada cantidad de dinero y se le suministró una gabardina. Compró números de Mundo Obrero y se dedicó a vigilar el domicilio del señor Álvarez del Vayo, para averiguar las horas de entrada y salida a su casa y sus costumbres. En una ocasión, Mateos siguió al señor Álvarez del Vayo hasta la Cibeles, y en otra, hasta la Puerta de Atocha. Para facilitar el propósito, confiaban en poder disponer de un coche, y desde luego le serían entregadas al autor del atentado quinientas pesetas. Surgieron, a lo que parece, dificultades de carácter económico, pues no encontraban persona que les facilitase medios. A esta altura los preparativos, pronunció su discurso el señor Azaña, y como ellos presintieran que iba a cambiar la política general del Gobierno de España, renunciaron a llevar a cabo sus propósitos. Pocas horas después de detenidos los cuatro sujetos, han ingresado en la Cárcel Modelo. Nuestros redactores han realizado algunos trabajos de investigación para conocer las declaraciones que han prestado los detenidos ante las autoridades policíacas. Parece ser que tres de ellos han declarado que pensaban realizar el atentado contra el señor Álvarez del Vayo. Uno de ellos, Álvaro, ha declarado que llegó a Madrid huyendo de la persecución dirigida contra los elementos de Falange. Se dirigió a Sacramento, 5, por haber concurrido en otra ocasión durante un mitin que se celebró en aquel local. Parece que ha dicho que los propósitos que animaron a los autores de los atentados contra personalidades de izquierda consistían en que las masas se soliviantasen y realizasen actos contra figuras del campo derechista, con lo cual seguramente se llegaría a una situación que tal vez desembocase en un golpe de Estado; pero que, al pronunciar el discurso en el Congreso el señor Azaña, estimaron que la situación cambiaba e incluso que se hacía innecesario el atentado, por alejarse aquellas posibilidades de Soviet que al principio se tenían. Otro de los detenidos parece que afirmó que habían planeado la agresión contra el señor Álvarez del Vayo; pero que ellos no la perpetrarían, sino que ofrecerían el conjunto de detalles e informaciones a un partido de derechas, confiando en que se les facilitarían todos los medios para cometer el atentado, y que ante la política iniciada por el Gobierno a partir del discurso del señor Azaña, decidieron abandonar los propósitos que mantenían.» (El Cantábrico, Santander, martes 14 abril 1936, página 3.)

«Importantes detenciones. Madrid, 13.– La policía ha continuado los trabajos especiales que viene realizando, practicando la detención de Álvaro Rodríguez González, Antonio Matos Villanueva, Ángel Segura Delgado y Enrique Matorras Páez. Según parece comprobado, los dos primeros sujetos detenidos son elementos dirigentes del organismo de nominado ‘Federación Española de Trabajadores’ y, al parecer, en unión de los otros dos, proyectaban la comisión de atentados contra diversas personalidades de significación izquierdista. Por manifestaciones que según parece han hecho a la policía decidieron atentar contra don Rodolfo Llopis, pero entre los cuatro sujetos surgieron algunas discrepancias que originaron el que se desistiera de tal propósito. Después se habló de llevar a cabo una agresión contra don Julio Álvarez del Vayo y contra don Luis Araquistain, pero también esta vez surgieron divergencias entre ellos y tampoco se llevó a vías de hecho el propósito. Los cuatro detenidos han ingresado en la Cárcel Modelo. También los agentes de la autoridad han practicado algunas detenciones en viviendas de la carretera de El Pardo. […]» «Más noticias acerca de los atentados. Madrid, 13.– Se conocen detalles relacionados con la detención de Álvaro Rodríguez González, Antonio Matos, Ángel Segura y Enrique Matorras. Los dos primeros llegaron recientemente a Madrid procedentes de Vigo. Están afiliados a Falange española de la Jons. Matorras y Segura son dirigentes de la organización denominada ‘Confederación de Sindicatos Autónomos y Federación Española de Trabajadores’ que tienen su domicilio social en la calle del Sacramento, número cinco. Los dos individuos citados en primer lugar celebraron diversas entrevistas con los otros en dichos centros y en un café de la Gran Vía tratando de la organización de atentados contra diversas personalidades socialistas. Parece que primero se pensó en atentar contra don Rodolfo Llopis, secretario primero del Congreso de los Diputados, pero surgieron dificultades que les hicieron desistir. Álvaro Rodríguez fue el encargado de vigilar las costumbres del señor Llopis. Más tarde acordaron dirigir la agresión contra los señores Álvarez del Vayo y Araquistain que viven en la misma casa, calle de Espalter, número 5. Se encargó de vigilarles Matorras y parece que decidieron dirigir el atentado solo contra el señor Álvarez del Vayo, pero de nuevo volvieron las dificultades y desistieron. Por lo que respecta a las detenciones efectuadas en la casa número 13 de la carretera del Pardo, se sabe que tuvieron lugar en el domicilio de una mujer de filiación anarquista.» (La Cruz, diario católico, Madrid, martes 14 abril 1936, página 6.)

«Cuatro detenidos. Por suponer preparaban un atentado contra personalidades de izquierda. Procedentes de Vigo llegaron hace unos días a Madrid Ángel Rodríguez González, de veinte años, estudiante, natural de Orense, y Arturo Mateos Villanueva, de veintiún años, boxeador, natural de Madrid; dichos detenidos son de significación derechista. Según noticias que llegaron a poder de la policía, estos individuos estaban en relación con Enrique Matorras Páez, de veintidós años, empleado, natural de Madrid, ex comunista, secretario que fue de dicho partido, y Ángel Segura Delgado, de veintiún años y también de Madrid, empleado. Estos individuos celebraban reuniones en las oficinas de la Confederación de Sindicatos Autónomos (Federación Española de Trabajadores), domiciliada en la calle del Sacramento, número 5, de donde son directivos los detenidos Matorras y Segura Delgado. Los detenidos fueron puestos a disposición del Juzgado de guardia.» (El Socialista, Madrid, martes 14 abril 1936, p. 5.)

«Detención de cuatros individuos peligrosos. La Policía ha procedido a detener a cuatro individuos que, según parece, se preparaban para cometer algunos atentados de carácter social. Los detenidos son: Arturo Matos Villanueva, de veintiún años, boxeador; Ángel Rodríguez González, de veinte años, estudiante; Enrique Matorras Páez, de veintidós años, empleado, y Ángel Segura Delgado, de veintiuno, también empleado. Los cuatro detenidos han sido puestos a disposición del Juzgado de guardia.» (ABC, Madrid, martes 14 abril 1936, página 39.)

«¿Qué preparaban? Cuatro sospechosos detenidos. La Policía, en virtud de ciertas gestiones y sugerencias, ha detenido a Arturo Matos Villanueva, de veintiún años, boxeador; Álvaro Rodríguez González, de veinte años, estudiante; Ángel Segura Delgado, de veintiún años, empleado, y Enrique Matorras, de veintiún años, empleado. Los dos primeros llegaron recientemente a Madrid, procedentes de Vigo. Ángel Segura y Enrique Matorras, este último ex secretario del partido comunista, son actualmente dirigentes de un organismo de derechas denominado Federación Española de Trabajadores, que tiene su domicilio en la calle del Sacramento, número 5. Hemos logrado saber que Álvaro Rodríguez y Arturo Matos celebraron varias entrevistas con los otros dos sujetos en el mencionado local de la calle del Sacramento y en un café situado en la Gran Vía. Los cuatro detenidos han ingresado en la Cárcel Modelo.» (La Libertad, Madrid, martes 14 abril 1936, página 2.)

Alguien algún día recopilará los artículos firmados por Enrique Matorras desde la publicación de El comunismo en España, junio de 1935, hasta su detención en abril de 1936. Un propagandista antimarxista con muchos enemigos, activista de la Juventud Sindical Obrera de la Federación Española de Trabajadores, periodista incorporado a la redacción del Ya tras haber trabajado como barrendero en Madrid y joven cabeza de familia en crecimiento (después de Enriqueta nacieron Enrique y Jesús), que en absoluto ofrece el perfil del pistolero de gatillo fácil. Ningún documento disponible hasta ese momento permite, por otra parte, vincular fehacientemente a Matorras con JONS, FE o FE de las JONS antes de su detención. Otra cosa es que, en los cuatro meses transcurridos en la Cárcel Modelo, antes de que en la saca del 22 de agosto de 1936 se le llamara por su nombre y fuera apartado de los que serían asesinados al poco, para poder darle un tratamiento especial en la checa de San Bernardo, tratara con falangistas detenidos en la Modelo. Enrique Matorras fue asesinado por haber abandonado el Partido, por haber firmado El comunismo en España desde 1931 hasta 1934, y por haber seguido desvelando, en el diario Ya, hasta su detención por las autoridades de la República, los procedimientos y las interioridades de los comunistas y de la Komintern.

Es coherente recuperar a Matorras desde el anticomunismo católico (el “relato”), pero se tergiversa la verdad en esquelas como esta: “LXXI aniversario. Julio Ruiz de Alda, aviador militar, tripulante del Plus Ultra, fundador de Falange Española. Fernando Primo de Rivera y Saenz de Heredia, capitán de caballería, médico, falangista. Enrique Matorras Páez, falangista. Asesinados por las milicias socialistas en la Cárcel Modelo de Madrid el día 24 de agosto de 1936” (ABC, Sevilla, 24 agosto 2007, pág. 64). No, Matorras no fue asesinado por milicias socialistas, ni en la Modelo, ni el 24 de agosto…, sino en una checa comunista, donde su tortura se alargó todavía un par de días más.

«ENRIQUE MATORRAS. Han asesinado a un verdadero caudillo juvenil las hordas marxistas. Jefe comunista en tiempos, hoy totalmente consagrado a la causa del SINDICALISMO PROFESIONAL. En nuestras filas se te apreciaba y esto bien lo sabías tú, querido Matorras. Yo mismo te di paso a la Federación Española de Trabajadores al nombrarte jefe de delegados del Sindicato de Empleados de limpiezas. Te ganabas el pan barriendo las calles de Madrid cuando te asociaste a nuestro Sindicato, y aunque éste no era tu oficio las circunstancias de la vida te lo impusieron y no te importaba decir que eras de tal profesión. “La cuestión es ganar honradamente el pan –como me decías, una tarde en medio de la calle Mayor.– No tengo orgullo ninguno, amigo Ignacio; bien sabes tú por lo que estoy aquí”. Enrique Matorras fue secretario del C. C. de la Juventud Comunista. Casado, además, con una hermana del director de Mundo Obrero, colaborador del mismo y asalariado de Moscú. “Era una verdadera vergüenza y un cargo de conciencia para mí –me dijo un día– ser enemigo de España y asesino de la clase trabajadora”. Matorras, por esta razón, rompió toda relación con su cuñado y desde entonces quedó abandonado en el arroyo. Al llegar la revolución de octubre el año 34, se ofreció, como buen español, al Gobierno nacional y éste lo destinó a la limpieza de las calles. Entre las balas de los revolucionarios trabajó varios días y merced a él y a otros abnegados patriotas se restableció el trabajo y la revolución fracasó. Desde esta fecha fue más perseguido que nadie. Sus compañeros de antes se disputaban su caza. Ya no podía ir solo por las calles. Hasta en el mismo trabajo tenía que estar protegido por los agentes de la Brigada Social. No obstante, siempre permaneció impasible como buen caballero, español y cristiano. De él ya no dudaba nadie. Yo le abrí mi corazón desde aquel día que me dijo: “La mayor honra para mí ha sido convertir a mi mujer, casarnos por la Iglesia y haber bautizado a mis hijos”. Enrique Matorras fue gran agitador comunista y al convertirse al catolicismo buen propagandista cristiano. En su libro, El comunismo en España, lo demuestra descubriendo los manejos de esta doctrina que tanto mal ha hecho a España. Si no hubiera bastado este libro, lo amplió más desde las columnas del diario Ya en una serie de artículos sobre las maquinaciones del comunismo con todos sus crímenes y horrores. Estos trabajos le sirvieron para darse a conocer desde el periódico y más tarde pasó a desempeñar un puesto en la Redacción de éste. Cuando cambia de profesión, deja de actuar en el Sindicato de Limpieza. Habiéndose creado por entonces la Juventud Sindical Obrera en nuestra Federación, es electo secretario de ella. Al poco tiempo organiza un gran acto sindical y consigue llenar los salones de la F. E. T., en los que hubo que instalar altavoces en todos los departamentos. También fundó el semanario Adelante, del que fue director hasta su prohibición por el Gobierno. Entre tanto, vinieron las elecciones de febrero. Triunfa el frente popular infausto y es detenido. Se le acusa de peligroso fascista. No era esa la causa de su detención. Conocía muy bien a sus enemigos y sabía de lo que serían capaces de hacer con él: ¡Asesinarle cobardemente como lo han hecho en la Cárcel Modelo! Hoy para tí pido, mi querido y buen amigo, con las lágrimas en los ojos, una oración, y para tu pobre mujer e hijos, si no han hecho lo que contigo, la compasión que necesita la esposa de un mártir. ¡Juventudes Sindicalistas Profesionales: honor y gloria a nuestro hermano perdido! ¡Militantes de la CONFEDERACION ESPAÑOLA DE SINDICATOS OBREROS (C. E. S. O.): un recuerdo para nuestro fiel compañero! Ignacio LOBO. Valladolid, noviembre 1936.» (Obrerismo. Semanario Pro Justicia Social, Portavoz de la Confederación Riojano-Aragonesa de Sindicatos Obreros Profesionales, Zaragoza, 4 noviembre 1936, año I, número 13, pág. 3.)

De la Biblia a las Encíclicas sociales

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Es muy curiosa la “evolución” que, de la apropiación de la figura de Enrique Matorras por parte de soldados de la Compañía de Jesús, frente “Fomento Social”, se advierte en las sucesivas ediciones del folleto número 15 de la Colección popular Fomento Social. El texto de la primera edición de Barcelona (Editorial Vicente Ferrer, febrero 1946, 32 páginas, 50 cts., formato 120×168 mm) se mantiene íntegro en la “segunda edición” de Madrid (Editorial Bibliográfica Española, s. f., 36 páginas, 65 cts., formato 105×154 mm). Pero en la reedición de Madrid ha desaparecido de la “portada”, de la página 3, el dibujo que recreaba una conversación entre el párroco de Santa Teresa y Santa Isabel, el mismo que otrora había cristianado y catequizado a Matorras, y la pareja de jovenes comunistas amancebados a los que viene tutelando en su doble conversión, hasta oficiar su matrimonio y bautizar, el mismo día, la hija de trece meses que ya tenían…

El cambio más curioso se produce en la imagen de la cubierta de ambas versiones del folleto: en 1946 la hoz y el martillo se enfrenta a un libro que dice: “La Biblia”; en los primeros años cincuenta la hoz y el martillo se enfrenta a otro libro, que ahora dice: “León XIII - Pío XI - Encíclicas Sociales”. ¿Qué ideólogo sugirió tal reajuste? No lo sabemos. ¿Por qué? Tampoco lo sabemos, pero ante ese hecho cierto, cabe suponer que tal reajuste vino determinado por modificaciones del contexto durante esos años que requerían afinar más la puntería. La primera contraposición, en 1946, se mantiene en la dialéctica comunismo ateo sindiós / converso católico (y sigue el relato: “me dirigí a una librería de viejo y pedí una Biblia, pues deseaba leer algunos pasajes… Compré la Biblia y comencé a leer. No tardé en encontrarme, entre los diversos pasajes del Evangelio, uno sobre la justicia social…”). Pero ya meses antes, y también en el folleto nº 3, precisamente Joaquín Azpiazu SJ, capitán de Fomento Social, no se olvidaba resaltar la superioridad en materia social de las doctrinas del Papa respecto de los planes que los protestantes ingleses habían encomendado a Beveridge:

«Las palabras del Papa proponen un plan en el orden social como no se ha propuesto absolutamente nunca. El mismo plan inglés de Beveridge, que está ya en manos del Gobierno, y con el que se pretende que ningún inglés, cualquiera que sea, no pueda no solamente morir de hambre, sino dejar de estar asegurado en todos los riesgos que la vida le pueda traer, es menor que este del Papa, porque el Papa se fija no solamente en el individuo, sino en la familia, enseñando que el hombre, en el organismo social, es un ser social; se fija en la mujer y en los niños del trabajador, porque todos por él están al propio tiempo asegurados.» (Joaquín Azpiazu SJ [1887-1953], La elevación del proletariado, Colección popular Fomento Social, nº 3, Barcelona [septiembre] 1945.)

En la primera edición del folleto nº 15, el dedicado a Matorras, figura febrero de 1946 como fecha de publicación: ¡al mes siguiente el mismísimo Sir William Beveridge inaugura en Madrid una “cátedra de Seguridad Social”! ¿Cómo olvidar que el anglicano arzobispo de Canterbury, William Temple (1881-1944), hijo de arzobispo de Canterbury, al bendecir el famoso informe de Beveridge al Parlamento británico (Social Insurance and Allied Services, noviembre 1942), había dejado dicho: “la primera vez que alguien encarna todo el espíritu de la ética Cristiana en un documento parlamentario”? En estos terrenos La Biblia no dejaba de ser un impreciso genérico común a católicos, anglicanos y otros reformados y confundidos hermanos separados. ¡Qué mejor entonces que mejorar el relato y re-presentar la conversión de Matorras, más que en genéricos términos bíblicos no exclusivos, en las contundentes y tempranas encíclicas sociales de León XIII y Pío XI! Ya en plena Guerra Fría, incipiente el “diálogo cristiano marxista” y expansiva la ideología burguesa del “Estado del Bienestar”, era casi obligado superar la confrontación hoz y martillo / Biblia, y enfrentar directamente, ante un público de trabajadores menos castigado por la propaganda atea soviética, el comunismo con las Encíclicas sociales de los Papas, motor de verdadero “fomento social” católico.

Sobre Enrique Matorras

1934 “Enrique Matorras, ex secretario del Comité central de Juventudes comunistas, confiesa públicamente su conversión”, El Siglo Futuro, Madrid, 17 mayo 1934.

1941 “Los intelectuales tornan a Cristo. Don Enrique Matorras”, SIC. Revista de Orientación Católica [SIC = Seminario Interdiocesano de Caracas, revista dirigida por los Padres Jesuitas de Venezuela], Caracas, abril 1941, año IV, tomo IV, nº 34, páginas 195-199.

1945 R. C., “Los comunistas también se convierten. Un dirigente comunista español se convirtió en 1934”, Hoja del Lunes, Barcelona, 22 octubre 1945.

1947 “Este es el Siglo de los conversos”, SIC. Revista de Orientación Católica, Editorial Venezuela, Caracas, abril 1947, año 10, tomo X, nº 94, páginas 689-692.

1967 «En las “sacas” iniciadas el 22 de agosto en la Cárcel Modelo, dirigidas por Enrique Puente, panadero y Jefe de las Juventudes Socialistas, entre centenares de víctimas, se encontraban hombres tan distintos políticamente como Julio Ruiz de Alda, Fernando Primo de Rivera, los generales Capaz y Villegas, Albiñana, Álvarez Valdés y Martínez de Velasco, ministros de la República; Rico Abelló, ministro de la Gobernación en el gobierno Martínez Barrios; Melquíades Álvarez, decano del Colegio de Abogados y presidente del Partido Liberal Demócrata, y Matorras, que del comunismo se había pasado a la Falange. Con ellos, numerosos estudiantes, dos muy destacados en la Escuela Industrial, Emilio Travesí Bibiano y José López Chávez.» (David Jato Miranda [1915-1978], La rebelión de los estudiantes [1953], segunda edición, Madrid 1967, págs. 331-332.)

1971 «Enrique Matorras. Hijo de un cartero de Madrid, pequeño de estatura, recién desengañado también del comunismo. Casado, con un hijo. La lectura de las Confesiones, de San Agustín, contribuyeron a su restauración espiritual. Obtuvo una plaza de barrendero del Ayuntamiento. Trabaja en su humilde oficio y escribe su libro El Comunismo en España, descubridor de la falacia. ¿No es ésta una forma emocionante de heroísmo? El año 34 conoce a Ramiro siendo propagandista de la “Federación Española de Trabajadores”. Le daba tanto asco Álvarez del Vayo, el descarado agente de Moscú, que pensó en un atentado contra él. No lo llego a realizar pero Matorras quedó “marcado”. En 1936 fue conducido desde Albacete a la Dirección General de Seguridad, el 14 de Abril a la Modelo. En ella fue asesinado en la matanza del 22 de agosto. Le llamaron el primero para la inmolación. Tenía entonces 23 años y tres hijos.» (Tomás Borrás Bermejo [1891-1976], Ramiro Ledesma Ramos, Editora Nacional, Madrid 1971, pág. 337.)

2010 «Tuve mucha relación con José Manuel Ledesma Ramos, hermano de Ramiro, y por él conozco los entresijos del jonsismo madrileño y puedo afirmar con rotundidad que Tomás Borrás jamás militó en las JONS, y nunca lo dijo, pese a haber escrito la famosa biografía de Ramiro. Si siguió, como corresponsal de ABC en África los primeros pasos de la Legión y fue un gran conocedor de los entresijos de la fundación de esta unidad. Tampoco perteneció a las JONS el ex-comunista Enrique Matorras, aunque Tomás Borrás si lo incluye como militante de JONS. Cualquiera que lea su libro El comunismo en España puede darse cuenta, pues de aquella estaba encuadrado en el Sindicalismo Católico. Otra cuestión es que cerca del estallido de la guerra tuviese relación, como ocurrió con sindicalistas de esta tendencia, con el falangismo (FEJONS). Tampoco perteneció a FEJONS antes de la guerra el desconocido Oscar Pérez Solís, primer secretario general del PC, oficial de artillería y que tuvo una trayectoria similar a la de Matorras, pues convertido al catolicismo por el Padre Gafo también ingresó en el sindicalismo católico (en unas elecciones creo recordar –escribo de memoria– concurrió en listas electorales en Valladolid por un grupo regionalista de derechas). En la guerra si ingresará en FEJONS, antes de la Unificación.» (“Restituto”, el 14 de mayo de 2010, en http://memoriazul.lacoctelera.net).

Textos de Enrique Matorras en Filosofía en español

1934 “Rectificando”, El Siglo Futuro, Madrid, 17 mayo 1934.

1935 El comunismo en España desde 1931 hasta 1934: sus orientaciones, su organización, sus procedimientos, Madrid 1935, 187 págs.

Los tópicos del marxismo” (en El bien público de Mahón, que lo toma de Correo de Mallorca, que lo toma…, octubre 1935.)

1941 “Los intelectuales tornan a Cristo. Don Enrique Matorras”, SIC. Revista de Orientación Católica [SIC = Seminario Interdiocesano de Caracas, revista dirigida por los Padres Jesuitas de Venezuela], Caracas, abril 1941, año IV, tomo IV, nº 34, páginas 195-199.

1946 Enrique Matorras. De comunista a católico, Editorial Vicente Ferrer, Barcelona, febrero 1946 (Colección popular Fomento Social, nº 15), 32 páginas, 50 cts.

gbs