Filosofía en español 
Filosofía en español

Tomás García Luna ≈1800-1880

Filósofo español, abogado, catedrático del Ateneo y fiscal de la audiencia de Madrid, diputado en Cortes, comerciante y propietario en Cádiz, donde nació más o menos con el siglo y murió en 1880, católico en lo religioso y moderado en lo político, padeció desde joven una enfermedad de los ojos que le fue privando poco a poco de la vista. Profesor pionero de filosofía en España es lejanamente recordado por los tres tomos de sus Lecciones de filosofía ecléctica (1842-1845) y por su Manual de Historia de la Filosofía (1847). No deja de sorprender que, ni siquiera los eruditos locales gaditanos, se hayan entretenido todavía en reconstruir su biografía o en buscar al menos la fecha exacta de su nacimiento. Por supuesto, es ignorado por la Real Academia de la Historia en su rancio Diccionario Biográfico Español en 50 volúmenes.

Parece que el sabio Bartolomé José Gallardo (1776-1852), patriota refugiado en Cádiz desde 1808 tras la ocupación de España por los franceses, algo intervino en la educación del joven Tomás García Luna por 1812. En efecto, tras publicar el Diccionario crítico-burlesco (Imprenta del Estado-Mayor General, Cádiz 1811) sufre el anticlerical Gallardo breve encierro en el gaditano Castillo de Santa Catalina:

«En tanto, los parciales de don Bartolomé delatan como anticonstitucional el Diccionario Razonado, pretexto del Crítico-Burlesco, y obtienen su condenación “por minar las instituciones que el Congreso nacional tenía sancionadas”. Pasan dos días; la Junta levanta el castigo a D. Bartolomé, y, a la caída de una tarde de estío, mientras las bombas francesas llueven intermitentes con su curva de fuego sobre la ciudad de las Cortes, recobra la libertad. Careciendo de casa propia, y temeroso del trato descomulgado de las patronas gaditanas, preséntase a su amigo y correligionario don Tomás García Luna, rico comerciante y hombre placentero y bondadoso, exaltado en sus convicciones políticas, que no tiene reparo en admitirle, tenerlo a mesa y mantel, y proporcionarle cuanto dinero para sus gastos necesita: mas queriendo hacerle tan señalados favores de manera delicada, sin herir su puntilloso honor lo más leve, ruégale acepte el cargo de preceptor literario de Tomasito, su hijo, jovenzuelo apocado y tímido, jefe más tarde de la escuela de Filosofía Ecléctica española. El 20 de julio torna a desempeñar su cargo en la Biblioteca de las Cortes…» (“Un libro de Marqués Merchán. Don Bartolomé José Gallardo, su vida y escritos”, La Voz, 29 de octubre de 1921, pág. 7.)

“Tomás García de Luna” padre aparece contribuyendo con 1.000 pesos fuertes en la “Lista de los individuos del comercio de Cádiz, que voluntariamente y sin interés alguno se han suscrito al empréstito del millón de pesos fuertes que S. M. ha pedido a dicho Comercio con calidad de reintegro…” (publicada como suplemento de la Gazeta del Gobierno del jueves 24 de agosto de 1809), pero quizá ya fuera “Tomás García de Luna” hijo quien, en febrero de 1837, forma parte como juez calificador en la comisión emanada de la Sociedad Gaditana de Amigos del País que debía calibrar el mérito de los opositores a las dos nuevas cátedras establecidas por la Junta de Comercio de Cádiz (una de idiomas francés e inglés, la otra de elementos de economía política, geografía historial y mercantil y comercio práctico), comisión en la que formaba también Domingo Lizaur, secretario de la Sociedad, quien cinco años después animaría al abogado y comerciante filosofante a pronunciar unas pioneras lecciones de filosofía en esa Sociedad Económica de Amigos del País.

Aspirante frustrado a diputado por el partido moderado (o retrógrado)

Tomasito fue creciendo, estudió leyes, heredó los negocios familiares y, pasado un cuarto de siglo del Cádiz de las Cortes, en julio de 1839, ya es un “D. Tomás García Luna, comerciante y abogado de Cádiz” quien se postula en la candidatura moderada a diputado por Cádiz:

«Cádiz 12 de julio. candidatura moderada. Está definitivamente acordada la lista de candidatos de la opinion monárquico-constitucional, y mañana se publicará en el periódico Tiempo. Son los siguientes: Diputados. D. Francisco Martínez de la Rosa. D. Javier Isturiz. D. Antonio Alcalá Galiano. D. José Antonio de Agreda. D. Andrés Borrego. D. Joaquín Nuñez de Prado, propietario de Arcos y abogado. D. Tomás García Luna, comerciante y abogado de Cádiz. D. Manuel Miciano, propietario de Algeciras, médico y diputado provincial. D. Fermín de la Puente y Apezechea, propietario de Jerez y abogado. Senadores. El general D. Francisco Moreda. El general D. José Joaquín de Virués. D. Antonio Romero Soria, propietario y abogado de Sanlucar de Barrameda.» (El Correo Nacional, Madrid, sábado 20 de julio de 1839, pág. 3.)

Pero los diputados progresistas obtienen en Cádiz más de cuatro mil votos, mientras los diputados retrógrados sólo captan la mitad:

«Cádiz. Resultado de la votación de 15 distritos electorales […] Diputados retrógrados: D. Francisco Martínez de la Rosa, 2149 votos; D. José Antonio Agreda, 1841 votos; D. Fermín de la Puente Apezechea, 1817 votos; D. Tomás García Luna, 1769 votos; D. Francisco Javier Isturiz, 1760 votos; D. Antonio Alcalá Galiano, 1708 votos; D. Joaquín Nuñez Prado, 1682 votos; D. Manuel Miciano, 1509 votos; D. Andrés Borrego, 1191 votos.» (Eco del Comercio, Madrid, viernes 9 de agosto de 1839, pág. 3.)

«Provincia de Cádiz. Resultado del escrutinio general. Número de electores de la provincia: 12400, de estos han tomado parte en la elección: 6713. Diputados. D. Antonio Ordoñez, 4598. D. Olegario de los Cuetos, 4465. D. Julián López, 4303. D. Pedro Felipe del Campo, 4298. D. Antonio Fajardo, 4031. D. Manuel Lacoste, 4003. D. Pedro Daza de Guzman, 3809. D. Manuel Moreno Luyando, 3556. D. Pablo Matheu, 3456. D. Francisco Martínez de la Rosa, 2660. D. Fermín de la Puente y Apecechea, 2302. D. Francisco Javier Istúriz, 2292. D. Antonio Alcalá Galiano, 2250. D. Tomas García Luna, 2238. D. Manuel Miciano, 2140. D. Joaquín Nuñez de Prado, 2135. D. José Antonio de Agreda, 2002. D. Andrés Borrego, 1414. Conde de Clonard, 1014.» (El Correo Nacional, Madrid, martes 13 de agosto de 1839, pág. 2.)

No resulta elegido diputado, pero se incorpora a la vida política al ser designado miembro de la Comisión de Instrucción Primaria de la Provincia de Cádiz, que se reune por primera vez el 22 de septiembre de 1839, aunque no queda instalada hasta el 16 de febrero de 1840 (ver el informe que firma, junto con Augusto Amblard, en el segundo número de Revista de Andalucía [septiembre 1840]).

Tomás García Luna comienza a labrarse un nombre como crítico y articulista filosofante

Muy poco después del fracaso electoral, es uno de los impulsores de Revista Gaditana, cuyo primer número irrumpe ese mismo año, el domingo 3 de noviembre de 1839:

«Revista Gaditana, periódico popular de comercio, industria, agricultura, ciencias, literatura, administración, jurisprudencia, viajes, &c., &c. prospecto. La época. Acaba de tener la sublevación de Navarra un término tan inesperado como ventajoso; y por grande que pueda ser la temeraria tenacidad de los rebeldes que sostienen la guerra en las montañas de Aragón y de Cataluña, no es de creer que tremole por largo tiempo, en aquellas provincias, el estandarte de la insurrección carlina. […] Prematuros fueron los deseos que mostró el Gobierno a fines de 1833 de apartar su atención de las cuestiones políticas, dando principio a una era de innovaciones económicas. Semejantes reformas no bastaban para satisfacer a los liberales, sin dejar por eso de parecer inoportunas y peligrosas a sus contrarios. Mas ha sido domada la tenacidad de estos últimos al cabo de seis años de guerra, y afianzados por otra parte, los derechos civiles y políticos en el código fundamental del Estado, parece que ha llegado el momento de dar al olvido las discordias políticas, que ningún beneficio ofrecen en cambio de tantos peligros como ocasionan. Nuestro periódico. Separándonos del camino que signen de ordinario los periódicos, se diferenciará de ellos la Revista Gaditana, en las materias que ha de abrazar, en la manera de tratarlas y en el orden y forma de la publicación. Un periódico, es por lo general, el eco de las pasiones de quienes lo escriben, y bajo pretexto de sostener opiniones, suele defender los intereses de un bando, sus extravíos y flaquezas. Desterrando las polémicas políticas de nuestras columnas, daremos en ellas acogida a todas las ideas nuevas, a todos los proyectos útiles y a todos los pensamientos fecundos. […] Es por consiguiente la Revista un periódico Popular: un periódico, cuyas doctrinas y cuyos artículos estarán al alcance de todos los talentos y de todas las clases de la Sociedad. […]
Colaboradores de la Revista. Ademas de estar favorecidos con las luces y con los datos de un gran número de personas especiales en diversas ciencias y profesiones, contamos con los siguientes colaboradores: D. Tomás García Luna. D. Manuel Moreno Luyando. D. Manuel Larrabia. D. Francisco de Paula Aherán. D. Fermín de la Puente y Apezechea. D. Clemente Zulueta. D. Rafael Sánchez. D. Felipe Villaranda. D. Antonio Machado. D. Francisco Javier Cabestani. D. José Bermúdez de Castro. D. Francisco Flores Arenas. D. Rafael Aheran. D. Joaquín Riquelme. D. Manuel Bermúdez. D. José Zulueta. D. José Lorenzo Figueroa. D. José Portilla. D. Augusto Amblard. D. Tomás Retortillo. D. Alejandro Llorente.»

El Prospecto de Revista Gaditana anuncia algunos artículos que publicará en sus primeros números, entre ellos “Los intereses materiales, obra de M. Chevalier, por D. Tomás García Luna” y “Estado de la Legislación penal en España y reformas que necesita, por D. Tomás García Luna”. En efecto, en el nº 5, domingo 1º de diciembre de 1839, aparece con su firma “Legislación penal” (págs. 76-79); el nº 6, domingo 8 de diciembre de 1839, se abre con “De los intereses materiales en Francia. Obras públicas, caminos, canales, carriles de hierro, por Miguel Chevalier” (págs. 81-86); y en el nº 9 publica su primer artículo filosófico: “Del elemento histórico y del elemento filosófico en las acciones morales y políticas” (págs. 139-145), donde glosa las dos escuelas de derecho que se contraponen en Alemania, la filosófica encabezada por Gans y la histórica por Savigny.

Durante la primera mitad de 1840 se va soltando Tomás García Luna con la pluma, y más de diez artículos firma en Revista Gaditana, donde es el autor más presente: “Intereses materiales” (págs. 146-148), “Fragmentos. Utilidad de la biografía” (págs. 178-179), “Belleza ideal. Ventajas que proporciona en el uso de la vida” (págs. 179-180), “Poesía de las costumbres de la Edad Media. Romanticismo” (págs. 180-183), “Legislación penal. Delitos contra la religión” (págs. 242-254), “Delitos contra la religión. Ejemplo de la jurisprudencia actual sobre estos delitos” (págs. 258-261), “Intereses creados en Europa desde la revolución de 1830, por Luis Carné (París 1838)” (págs. 306-314, 322-331 y 338-345), “Reflexiones sobre algunas doctrinas del Dr. Gall” (págs. 450-456), “Reflexiones sobre las doctrinas frenológicas del Dr. Gall. Artículo segundo” (págs. 466-471) y “Educación de los antiguos, comparada con la de los modernos” (págs. 482-485). Pero en su número 32 (7 junio 1840, pág. 513) anuncia Revista Gaditana su próxima transformación en Revista Andaluza, y publica como último número el 37 (12 julio de 1840), prospecto de la nueva Revista Andaluza, que ya no renunciará a la política: «Cumplidos los requisitos necesarios, nuestro periódico, sin ser la bandera de un partido, será, cuando fuere necesario, un periódico político»:

«Se ocupará la revista andaluza de las grandes cuestiones de organización social y administrativa, prefiriendo aquellas que tengan el interés de la oportunidad, y prescindiendo completamente de toda mira de personalidad o bandería. Si porque profesamos el más profundo respeto a todos los intereses creados, y a los derechos existentes, nos tienen por conservadores, o moderados; si a causa de vernos abogar por los adelantos y mejoras sociales que sean conciliables con el órden público nos llaman progresistas; o bien si al vernos prescindir en un todo de las antiguas doctrinas de los bandos ya conocidos, nos suponen deseosos de formar un tercer partido, en buen hora sea. Confiamos a la experiencia y al tiempo, el desvanecimiento de tan errados cálculos, y aseguramos a los lectores que quieran tener fe en nuestras palabras, que ninguna mira política nos conduce. Los que hemos sido escritores de la revista gaditana, tenemos un deber especialísimo que cumplir: defenderemos en las columnas de la revista andaluza con celo, con esmero y con perseverancia los intereses de Cádiz y de su provincia. Demostraremos con evidencia, que el tráfico comercial de las ciudades marítimas y la industria agrícola de todas estas provincias, están estrechamente unidos por unos mismos intereses.»

La primera entrega de la Revista Andaluza (31 agosto 1840) se imprime en Cádiz, por la Imprenta de la Revista Médica, pero la otrora revista gaditana pronto pasa a realizarse en Sevilla, en la propia Imprenta de la Revista Andaluza, dominada por cierto sevillanismo en menoscabo de Cádiz en general y de Tomás García Luna en particular, cuyas colaboraciones duran ahí poco tiempo. Además, al iniciarse el segundo tomo, mediado 1841, la Revista Andaluza se convierte también en Periódico del Liceo de Sevilla. Tomás García Luna no mira obviamente a Sevilla, sino a Madrid, y por entonces su nombre se incorpora a la relación de colaboradores de Revista de Madrid (así en el prospecto de la tercera serie de esa revista –impulsada por Pedro José Pidal desde 1838–, en Gaceta de Madrid de 15 de junio de 1841).

Tomás García Luna, profesor pionero de filosofía en España

El “comerciante y abogado” que en 1839 se acerca a la política moderada y en 1840 se desvela como filosofante colaborador en la prensa gaditana, se convierte en profesor de filosofía pionero en España al impartir un curso público en el marco de la Sociedad Económica de Cádiz.

«La sociedad económica de Cádiz ha dispuesto abrir un curso público de filosofía, encargando de esta enseñanza a nuestro apreciable D. Tomás García Luna. Lástima es en verdad que un estudio tan provechoso, que una ciencia tan cultivada hoy en las naciones más civilizadas de Europa, esté entre nosotros en tanta decadencia. Felicitamos a la sociedad económica de Cádiz por ser la primera que en España ha tratado de promover la afición a este estudio, y por su acierto en el nombramiento de profesor. El Sr. García es uno de los hombres más entendidos que nosotros conocemos en la ciencia filosófica: dedicado desde hace mucho tiempo a este difícil estudio, no solo conoce profundamente todos los sistemas antiguos de filosofía, sino que le son familiares los más recientes que se han enseñado en las célebres escuelas de Edimburgo, de Berlín y de Koenisberg. La juventud estudiosa de Cádiz acudirá, no lo dudamos, a escuchar sus lecciones, fruto de concienzudos y penosos estudios, y de largas y profundas meditaciones.» (El Conservador, revista semanal de política, ciencias y literatura, nº 21, Madrid 6 de febrero de 1842, pág. 26.)

El abogado Felipe Villaranda publica en la Revista Andaluza una crónica de las “Lecciones de filosofía pronunciadas en la sala de sesiones de la Sociedad Económica de Cádiz, por D. Tomás García Luna” (1842, tomo 4, págs. 496-505):

«El profesor que la sociedad económica ha elegido, es sin duda el más a propósito para hacer perceptible a todos la materia cuya enseñanza se le ha confiado. El autor de este artículo, amigo suyo desde la niñez, y compañero suyo de estudios profesionales y filosóficos, tiene tal vez más ocasión que nadie de conocer hasta donde alcanza la idoneidad del Sr. García Luna, y no teme parecer parcial afirmando que posee todas las cualidades de un buen profesor. Dedicado con preferencia a este estudio desde sus primeros años con extremada laboriosidad, está más que medianamente versado en la lectura de los filósofos antiguos y modernos: dotado de un entendimiento claro, y sobre todo de un juicio muy recto, y amando la ciencia por la ciencia, sin ninguna idea de lucro, sin ningún género de preocupaciones, ha dirigido su razón por el sendero más seguro; y sobre estas prendas, no leves, de instrucción y capacidad, posee un alma que puede llamarse pura, y no es extraño a las nociones de buen gusto literario. Sus lecciones que le sirven de texto, están escritas con mucha claridad, con suma corrección, y aun se notan aquí y allí ciertos destellos de imaginación, que fecundizan la natural aridez del asunto.» (Felipe Villaranda, págs. 499-500.)

El acercamiento literario a Madrid que hemos advertido a mediados de 1841, se materializa cuando el Ateneo de Madrid decide emular a la Sociedad Económica de Cádiz y encomienda a Tomás García Luna un curso en Madrid, aprovechando su estancia en la Corte, estrenándose el 12 de noviembre de 1842 la novedosa “cátedra de filosofía ecléctica” del Ateneo de Madrid:

«Ateneo de Madrid. El Sr. D. Serafín Calderón dará principio a las lecciones de árabe el 12 del actual de siete a ocho de la noche, y las continuará en los martes y sábados de las semanas sucesivas a la hora mencionada. El Sr. D. Tomás García Luna se ha prestado a desempeñar una cátedra de filosofía ecléctica. Comenzará sus explicaciones el 12 del actual de ocho a nueve de la noche, y las continuará en los martes, jueves y sábados de las semanas sucesivas. Las personas que deseen matricularse para estas cátedras y obtener papeletas de entrada acudirán a esta secretaría desde las doce de la mañana hasta las dos de la tarde. Madrid, 7 de noviembre de 1842. El secretario primero, F. Álvarez.» (Gaceta de Madrid, 8 de noviembre de 1842, pág. 3.)

Un mes después el diario El Corresponsal da noticia entusiasta de estas lecciones de filosofía ecléctica: “al Ateneo de Madrid estaba reservada la gloria de ser el primer establecimiento literario de la nación que abriese a la juventud española una cátedra de filosofía a la altura de los progresos actuales de la ciencia filosófica”, y anuncia ya que el editor Ignacio Boix tiene previsto imprimir tales lecciones:

«Antes de terminar estas desaliñadas reflexiones solo nos resta felicitar con toda la sinceridad de nuestra alma al señor GARCÍA LUNA por la gloriosa carrera que en sus lecciones ha emprendido y de las que nos prometemos ocuparnos cuando llegue terminar su curso. Este ilustrado y digno profesor a sus inmensos conocimientos filosóficos reúne una erudición nada común que sin separarlo de la severidad del lenguaje filosófico embellece sobre manera además sus pensamientos y dicción pura y correcta, notamos en él una voz clara, compasada y llena de harmonía. Es un filósofo y al propio tiempo un orador. Hubiera sido sensible que estas preciosas lecciones quedasen reducidas a la mera publicación oral; pero tenemos la satisfacción de saber que muy pronto verán la luz pública en las prensas de D. IGNACIO BOIX, editor infatigable a cuyo celo y actividad debemos tantas y tan buenas publicaciones como diariamente salen de su casa. Sabemos igualmente que la Dirección general de Estudios está examinando la obra del señor GARCÍA LUNA para recomendarla. En otros países se daría un premio al autor, o por lo menos se le imprimiría su obra a expensas del tesoro público.» (C.***, “Lecciones de filosofía ecléctica, por D. Tomás García Luna” en El Corresponsal, Madrid, domingo 11 diciembre 1842, pág. 3.)

Precisamente Ignacio Boix acababa de emprender la publicación de la Enciclopedia española del siglo diez y nueve, y aunque Tomás García Luna no figura entre sus colaboradores, de hecho, entre 1842 y 1844, es el autor que firma más entradas en esa obra, un total de catorce: “Abril (Pedro Simón)”, “Adivinación”, “Adjetivo”, “Adjetivos determinativos”, “Amistad”, “Abstracto”, “Abstraer”, “Abstracción”, “Acción”, “Actividad”, “Adverbio”, “Afecto”, “Agreda (La venerable María de)” y “Albedrío o Libertad moral”.

Es más, no es descabellado sospechar que la anónima, amplia y filosófica “Introducción” (tomo I, páginas 9-55) a la Enciclopedia española del siglo diez y nueve, se debiera, en todo o en parte, a la pluma de Tomás García Luna. Obviamente cabe también suponer su intervención en otras entradas sin firma de esa obra inacabada, que cesó su publicación con el tomo 12, entrada Armenia.

Fermín Gonzalo Morón, “director y redactor principal” de la Revista de España y del Extranjero y “profesor de la cátedra de historia de la civilización de España en el Ateneo de Madrid”, se apresura a incorporar a Tomás García Luna como colaborador encargado de la sección de Filosofía de su revista, sólo cuatro días después de la entusiasta reseña que suscribe sobre las novedosas lecciones filosóficas en el Ateneo (en la relación de colaboradores que ofrece en el anuncio del año segundo de la revista que inserta en El Archivo Militar, periódico dedicado a promover los intereses del ejército, Madrid 3 de enero de 1843, pág. 7):

«Las explicaciones que ha dado ya en el Ateneo, prueban que el señor García Luna ha estudiado con mucha detención la ciencia que profesa, y que conoce y sabe juzgar con atinado criterio todos los sistemas filosóficos y los adelantamientos que la ideología ha hecho desde Destut-Tracy. Fiel al plan y a las inspiraciones de Cousin, el señor García Luna entra con frecuencia en comparaciones y deducciones históricas de mérito, que muestran a la vez su escogida y poco vulgar instrucción y sus distinguidos talentos. En la exposición es el señor García Luna claro, profundo y lógico, teniendo su concepción y locución todo el orden y precisión que requieren materias tan abstractas y difíciles, como las que trata. Sus explicaciones se insinúan en el ánimo de los oyentes y ostentan la claridad, que es propia del que domina completamente una ciencia, observándose fácilmente que su autor siente, y está profundamente convencido de la verdad de las proposiciones que afirma. Con gusto entraríamos a dar al público cuenta detallada de sus explicaciones, si no supiéramos afortunadamente, que van a ver pronto la luz pública. Dejamos, pues, ahora la pluma, para ocuparnos en las mismas, impresas que sean, tan cumplida y detenidamente como exigen su importancia y distinguido mérito.» (Fermín Gonzalo Morón, “Lecciones de filosofía ecléctica en el Ateneo de Madrid por Don Tomás García Luna”, Revista de España y del Extranjero, Madrid, 31 diciembre 1842, págs. 254-256.)

Se anuncian y aparecen las Lecciones de filosofía ecléctica

1843 Lecciones de filosofía ecléctica, pronunciadas en el Ateneo de esta corte, por D. Tomás García Luna, Imprenta de D. I. Boix, editor, Calle de Carretas 8, Madrid 1843, tomo I, 382 páginas → lecciones 1 a 12; tomo II, Madrid 1843, 543 páginas. → lecciones 13 a 24.

«Al publicar estas lecciones de filosofía ecléctica, creemos hacer un verdadero servicio a la juventud estudiosa y a los hombres pensadores del país. Es por cierto muy lamentable, que mientras en otras naciones la ciencia del espíritu humano ha adelantado de una manera admirable, la España haya permanecido enteramente extraña a este gran movimiento filosófico. En las universidades principales del reino todavía sirven de texto para la enseñanza filosófica, los mismos libros que se usaban en el siglo anterior. Es muy raro encontrar algún establecimiento público donde se hagan conocer siquiera las erradas y perniciosas teorías de Condillac y Destutt Tracy. […] Solo un reducido número de hombres distinguidos se encuentran hoy en España a la altura de los pensadores de Francia, Escocia y Alemania. El señor don Tomás García Luna, conocido ya como literato y como escritor elegante y correcto, es uno de las que más se han dedicado en España a ese género de estudios. Versado en la lectura de los filósofos antiguos y modernos, ha seguido en la ciencia a su marcha progresiva, y se halla hoy al corriente de sus últimos adelantos. La filosofía de su cátedra es la filosofía de las cátedras de París, Edimburgo y Koenisberg.» (Prospecto de las Lecciones de filosofía ecléctica, El Nuevo Avisador, Madrid, martes 16 de mayo de 1843, pág. 2.)

«Librería de Boix, frente la fuente de San Miguel. Publicaciones nuevas de Madrid. Lecciones de Filosofía Ecléctica. Pronunciadas en el Ateneo de Madrid por D. Tomás García Luna. Ha llegado el tomo 1º que podrán recoger los señores suscriptores adelantando el importe del 2º a 24 rs.» (El Imparcial, Madrid, martes 30 de mayo de 1843, pág. 4.)

Advertencia de Tomás García Luna a sus Lecciones de filosofía ecléctica

cubierta del libro

Escribí las Lecciones que ven ahora la luz pública con el solo fin de contribuir a la enseñanza de unos cuantos jóvenes de Cádiz aficionados a este linaje de conocimientos.

Los consejos y las instancias del señor doctoral D. Juan José Arbolí, me decidieron a emprender una tarea, cuyas dificultades no me eran en manera alguna desconocidas. Aunque había cultivado con singular predilección la ciencia que tiene a las facultades humanas por objeto, jamás me pasó por el pensamiento comunicar a otros el fruto de mis reflexiones, hasta que la amistad vino a imponerme este deber. Tal vez habría desmayado a poco de comenzar, [6] a no haber tenido por alicientes la aplicación constante y el aprovechamiento que notaba en mis discípulos.

Hasta marzo del año anterior mis lecciones no habían traspasado los límites de la modesta casa donde acostumbraba explicarlas una vez a la semana.

En esta época mi amigo el señor don Domingo Lizaur, deseoso de que mi enseñanza no quedara reducida al estrecho círculo en que había comenzado, me suplicó recitase de nuevo las lecciones en la Sociedad Económica de Amigos del País, a que los dos pertenecemos.

Condescendí con su petición, y desde entonces hasta el mes de junio hice mis explicaciones ante el público de Cádiz.

Por fin, hallándome en esta corte recibí corteses y lisonjeras invitaciones del Ateneo Científico y Literario para que me encargase de una cátedra de filosofía durante el tiempo que permaneciera en Madrid.

Al dar publicidad a mis borrones, me parece satisfago una deuda de agradecimiento recordando los nombres de las personas que con sus consejos y la favorable idea que de mí les hizo formar el afecto que me profesan, contribuyeron eficazmente a que los escribiese.

Los señores Arbolí y Lizaur pueden ver en la mención que de ellos hago en este lugar un claro testimonio de lo que aprecio [7] las pruebas inequívocas de estimación y de cariño que de ambos he recibido.

Los jóvenes estudiosos y aprovechados, que con su ejemplar constancia me infundieron aliento para llevar a cabo mi empresa, advertirán asimismo leyendo estas líneas, cuan grato es para mi corazón el recuerdo de nuestras primitivas conferencias, y cuánto me complace la idea de haberles siquiera señalado la senda que conduce a la ciencia, cuyo conocimiento deseaban adquirir.

[Tomás García Luna, Lecciones de filosofía ecléctica, Madrid 1843, págs. 5-7.]

De manera que el primero de junio de 1843 ya circulan ejemplares del tomo primero de estas Lecciones de filosofía ecléctica. Sólo una semana después el general Espartero, Regente del Reino y Duque de la Victoria, cada vez menos adalid, y sólo de una parte, del partido progresista, decreta la creación en la universidad de Madrid de “una facultad completa de filosofía” (Gaceta de Madrid, 9 de junio de 1843). (Ante síntomas de anacrónico gremialismo académico retrospectivo léase la exposición del ministro Pedro Gómez de la Serna y adviértanse los estudios contemplados por esa Facultad de Filosofía, y sus cátedras del museo de ciencias naturales y del observatorio meteorológico.)

El ministro La Serna resuelve al día siguiente crear una serie de cátedras, entre ellas una novedosa de “Historia de la Filosofía”, para la que el resolutivo general Espartero ya tiene nombrado catedrático interino cuando la nueva Facultad cumple una semana sobre el papel:

«34º Curso noveno. = Sección primera, un catedrático. = Historia de la filosofía. En este importante estudio se tendrá presente el giro y extensión científica que modernamente se ha dado a la filosofía, procurando no solo seguir a los hombres que en ella floreciesen y las naciones en que lo hicieron, sino que estudiarán las principales escuelas, sus distintos sistemas, sus reformas y variaciones sucesivas, sus ventajas, sus inconvenientes e influencia que han ejercido en la ciencia. Esta extensión es tanto más necesaria, cuanto que no es posible por ahora establecer cátedras en que con separación se enseñe la filosofía según las principales escuelas. Tres lecciones por semana.» (Gaceta de Madrid, 10 de junio de 1843).

«Asimismo ha tenido a bien S. A. el Regente del Reino nombrar catedráticos interinos de la nueva facultad, conforme al art. 12 del mencionado decreto, y con destino a las enseñanzas que se expresan, a los profesores siguientes: […] A D. Julián Sanz del Río, doctor en jurisprudencia, de la universidad de esta corte, para catedrático de la primera sección del noveno curso, o sea historia de la filosofía, con el sueldo anual de 20.000 rs. correspondiente a la misma, quien tendrá obligación de pasar a Alemania para perfeccionar en sus principales escuelas sus conocimientos en esta ciencia, donde deberá permanecer por espacio de dos años.» (Gaceta de Madrid, 16 de junio de 1843).

Pero pasan cosas… al grito de patria, libertad y unión se sublevan los antiesparteristas, tanto liberales moderados como progresistas disidentes: el moderado general Narváez derrota el 22 de julio de 1843 en Torrejón de Ardoz al esparterista general Seoane, el día 23 Narváez entra en Madrid y el 30 de julio sale Espartero del Puerto de Santa María huyendo a Inglaterra en buque británico. Agitado verano que lleva al Gobierno provisional a anular el 30 de agosto de 1843 cuanto tenía que ver con la Facultad de Filosofía creada en junio.

Tomás García Luna, aunque frecuentara Madrid, se mantiene activo en Cádiz, donde firma el 31 de agosto de 1843 como secretario de la “Comisión directiva de elecciones de Cádiz”, un mes después de disueltas las Cortes y destruida “la tiranía del Regente”, preparando las elecciones de septiembre a las que progresistas y moderados se presentan coaligados, resultando elegidos más diputados moderados:

«Desde el momento que empezó sus tareas esta Comisión, todos sus conatos se han encaminado a conseguir que las próximas elecciones sean la expresión verdadera de los deseos de la provincia. Los desengaños de la experiencia no han sido estériles: hombres de probidad, que militaron hasta la presente en bandos opuestos, han conocido que las pasiones, y no las ideas los tenían divididos: los ambiciosos se aprovechaban de nuestras discordias, y mientras luchábamos unos con otros, queriendo en realidad una cosa misma, sabían ellos afianzar su dominio a la sombra de un hombre, cuya memoria habrá de ser siempre odiosa para cuantos blasonen de buenos y leales españoles. La unión de todos los partidos independíentes ha sido poderosa para destruir la tiranía del Regente y de sus parciales: esa misma unión, ese mismo olvido de nuestras pasadas desavenencias debe ser el pensamiento que anime a los electores al depositar en las urnas los sufragios en que se cifra el destino del país. […] Cádiz, 31 de agosto de 1843. Presidente, Pedro Valiente. Secretario, Tomás García Luna.» (El Heraldo, Madrid, 9 septiembre 1843, pág. 1.)

«Tal es en rápido resumen el contenido de las lecciones que comprende el primer tomo publicado por el señor García Luna. Dando ahora un juicio general sobre su mérito, debemos decir, que este profesor conoce y comprende bien todos los adelantamientos de la ciencia psicológica, que ha estudiado profundamente su objeto, que está dotado de recto criterio y fino discernimiento. A estas circunstancias debe el señor García Luna haber expuesto con orden y lucidez sus doctrinas, y adoptado las más conformes a la razón y a los progresos de la ciencia: no hay, es verdad, originalidad, ni novedad en sus ideas, notándose en las lecciones haber aprovechado mucho las excelentes observaciones del curso de historia de la filosofía de Mr. Cousin y de los ensayos filosóficos de Remusat; pero no puede negarse al señor García Luna que ha sabido elegir lo mejor, y presentar con orden, claridad y profundidad sus ideas, cabiéndole la indisputable gloria de ser el primero que entre nosotros se haya dedicado con intensión a los estudios filosóficos, y procurado generalizarlos: cosa de alto precio, y digno de mucha estimación por la cual felicitamos sinceramente al señor García Luna, y deseamos continué la impresión de sus lecciones en obsequio de la instrucción pública y de la juventud estudiosa.» (Fermín Gonzalo Morón, Juicio crítico de las Lecciones de filosofía ecléctica por don Tomás García Luna, Revista de España y del Extranjero, Madrid, 15 de septiembre de 1843, tomo sexto, págs. 380-389.)

«Lecciones de filosofía ecléctica pronunciadas en el Ateneo de esta Corte, por D. Tomás García Luna. Dos tomos en 8º mayor. Se hallan de venta en la librería de su editor D. Ignacio Boix, calle de Carretas núm. 8, a 48 rs. en rústica y 56 en pasta.» (El Corresponsal, Madrid, martes 3 de octubre de 1843, pág. 4.)

El Compendio de las lecciones de filosofía del presbítero Arbolí en 1844

Como ha podido leerse en la advertencia a las Lecciones de filosofía ecléctica de 1843, presenta su autor al canónigo doctoral Juan José Arbolí como inductor de que fueran escritas esas lecciones que hasta marzo de 1842 venía Tomás García ofreciendo privadamente, que repitió hasta junio de 1842, a instancias de Domingo Lizaur, en la Sociedad Económica de Amigos del País de Cádiz… Pues bien, en 1844 publica Arbolí en Cádiz, en dos tomos, su propio Compendio de las lecciones de filosofía, en cuya advertencia inicial reconoce:

«Desesperando pues de hallar lo que deseaba y apremiado por la necesidad de ocurrir de cualquier modo a la de mis discípulos, empecé a formar los borrones que ahora se imprimen, como un medio supletorio, ínterin no se publicase por personas más capaces de colmar este vacío, un tratado que llenase mis deseos. Una sola conocía yo, suficiente por todos títulos para acometer la empresa. La amistad y la comunidad de aficiones literarias que con ella me unen, me autorizaban para rogarle, se dedicase a esta tarea, que ninguno mejor en mi concepto podía llevar a cabo. Dióse con efecto a trabajar en ella y logró en poco tiempo acabar la Psicología. Cuando proyectaba continuar la obra, fue arrancado a la vida privada, y tuvo que interrumpirla. Así por esto, como porque la parte concluida y publicada(1) excede la capacidad de los niños, habiendo tenido su autor que acomodarla a más altas exigencias; el trabajo de mi amigo, puesto que ha facilitado mucho el mío, no lo excusó enteramente, como yo deseaba, y al fin y al cabo, después de mil tentativas inútiles, me veo compelido a aceptar los riesgos de la publicidad que rehuía, convencido de mi flaqueza para sostenerla. (1) Esta obra se imprimió el año próximo pasado en Madrid en casa del librero D. Ignacio Boix, con el título de Lecciones de Filosofía Ecléctica pronunciadas en el Ateneo de la Corte por D. Tomás García Luna; y ha merecido ser citada con particular recomendación, hace pocos días, en la Revista de los dos mundos, uno de los periódicos literarios de más celebridad europea.» (Compendio de las lecciones de filosofía que se enseñan en el Colegio de Humanidades de San Felipe Nery de Cádiz, por su profesor el Dr. D. Juan José Arbolí, Presbítero, Canónigo doctoral de la Santa Iglesia Catedral de la misma, individuo del claustro y gremio de la Universidad literaria de Sevilla y de su Academia de Buenas Letras, Tomo I, Cádiz 1844, págs. VII-VIII; en la segunda edición, Cádiz 1846, págs. XII-XIII.)

Fiscal de la Audiencia de Madrid en los albores de la Década moderada, ateneísta, historiador de la filosofía

El general Narváez preside el Gobierno de la Nación desde mayo de 1844, y se inicia en España la que será una década de relativa tranquilidad en la que el partido moderado mantiene controlado el poder. Tomás García Luna se asienta en Madrid durante unos años, pues pronto logra ser nombrado abogado fiscal de la Audiencia:

«Con presencia de las ternas propuestas por los fiscales de las respectivas audiencias para las plazas de abogados fiscales de las mismas, y por Reales resoluciones de 17 de Julio, 12, 13 y 30 de Agosto y 20 de Setiembre últimos, y de 11 y 25 de Octubre actual, se ha servido nombrar S. M. para la plaza de abogado fiscal primero del supremo tribunal de Justicia a D. Manuel Ruiz Alonso; para la de segundo a D. Juan García Arias; para la de tercero a D. José Lorenzo Figueroa, y para la de cuarto a D. Ensebio María de Careaga. Para la de primero de la audiencia de Madrid a D. Javier Burgos; para la de segundo a D. Tomás García Luna; para la de tercero a D. Luciano Bastida, y para la de cuarto a D. Vicente Hernández de la Rúa.» (Gaceta de Madrid, 29 de octubre de 1844.)

La nueva situación política favorece reajustes en los órganos ideológicos: Revista de Madrid, que habían fundado en 1838 Pedro Pidal y Gervasio Gironella, en la que ya había colaborado en 1841, 1842 y 1843, le reitera entre los colaboradores de su segunda época:

«Revista de Madrid. Nuevo prospecto. […] Grandes reformas de administración y gobierno se preparan, en cuyo examen y discusión deberá tomar la Revista una parte muy activa: puntos de sumo interés van a controvertirse, ya en las cortes, ya entre los diferentes órganos de la prensa diaria: la Revista de Madrid bajará a la liza y medirá sus armas con los demás contendientes. Conocida es la independencia de nuestras opiniones: no lo es menos la severidad de nuestros principios: si durante el estado excepcional dijimos la verdad al gobierno y a los revolucionarios, de esperar es continuemos diciéndola después de restablecido el imperio de las leyes comunes. […] Colaboradores. Srta. D.ª Gertrudis Gómez Avellaneda, Sr. D. Francisco Martínez de la Rosa, Antonio Alcalá Galiano, Joaquín Francisco Pacheco, Juan Donoso Cortés, Pedro Pidal, Duque de Rivas, Joaquín Uriarte, Manuel Bretón de los Herreros, Diego Medrano, Ramón Mesonero Romanos, Antonio Gil y Zarate, Eusebio María del Valle, Santiago de Tejada, José de la Revilla, Agustín Durán, Barón de Bigüezal, Pedro Madrazo, Bartolomé Obrador, Jaime Salvá, Fernando Alvarez, Leopoldo Augusto de Cueto, Salvador Bermudez de Castro, Ramón Campoamor, Javier de León Bendicho, Pedro Benito Golmayo, José Castro y Orozco, Gervasio Gironella, Tomás García Luna, José Grijalva, Nicolás Sicilia, Salvador Contanzo, Manuel Moreno López, Fermín de la Puente y Apezechea, José Lorenzo Figueroa, Gustavo Déville, Alejandro Llorente, Augusto Amblard. Director: D. Francisco de Cárdenas.» (El Eco del Comercio, Madrid 23 de junio de 1844.)

Y si dos años antes (12 de noviembre de 1842) se había estrenado en el Ateneo de Madrid con su “cátedra de filosofía ecléctica”, en el nuevo escenario político Tomás García Luna se irá convirtiendo en profesor habitual del Ateneo de Madrid, iniciando su segunda cátedra en octubre de 1844, continuación de la primera (que de hecho había consistido en una introducción a la filosofía ecléctica y la parte psicológica), y asunto del tercer tomo previsto de lecciones de filosofía: “Gramática general, los sábados de ocho a nueve”.

«Audiencia de Madrid. Sala tercera. […] Fiscal. S. D. Manuel García Gallardo, calle de las Rejas, número 1. Abogados fiscales. 1º. D. Javier Burgos, calle de la Cruz, núm. 45. 2º. D. Tomás García Luna, calle de Barrionuevo, número 11. 3º. D. Luciano Bastida, calle de la Concepción Gerónima, núm. 17. 4º. D. Vicente Hernández de la Rua, Plazuela de Isabel II, núm. 4.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1845, Imprenta Nacional, Madrid 1844, pág. 139.)

1845 Lecciones de filosofía ecléctica, pronunciadas en el Ateneo de esta corte, por D. Tomás García Luna, Gramática general o filosofía del lenguaje, Imprenta y librería de Ignacio Boix, Madrid 1845, IV+361 páginas → lecciones 25 a 34.

El tomo tercero de las Lecciones de filosofía ecléctica ya está publicado y se ofrece a la venta a finales de marzo de 1845, dedicado a “Gramática general o Filosofía del lenguaje” (no dice ser tomo tercero, aunque hay continuidad en la numeración de las lecciones, de la 25 a la 34, y va acompañado de una fe de erratas a los tres tomos). La publicación del tomo tercero pasó casi desapercibida, y mientras que a comienzos del curso 1846 vuelven a anunciar la Filosofía ecléctica en dos tomos (han bajado su valor, se ofrecen a 40 reales frente a los 48 que costaban en 1843 y 1845), no hemos visto anunciados entonces los tres tomos en conjunto. De hecho hoy abundan más los dos primeros tomos, sea prisioneros en bibliotecas o libres en el mercado, que el tomo tercero.

«Lecciones de Filosofía del Lenguaje o Gramática General, por don Tomás García Luna, Catedrático del Ateneo de esta corte. La obra que anunciamos es la continuación y el complemento de las lecciones de filosofía ecléctica que vieron la luz pública el año pasado de 1843. El autor ha seguido el propio método de que había hecho uso en la psicología. Sin adherirse a ninguna escuela determinada adopta de cada una de ellas las doctrinas más conformes a los sanos principios de la razón, procurando así que completándose unas a otras constituyan una verdadera ciencia. La filosofía del lenguaje es uno de los ramos más interesantes del saber humano. Descubrir de que manera los signos naturales se transforman en los que actualmente conocemos; cuál es el origen de los idiomas, qué influjo tienen las palabras en las ideas que expresan y las ideas en las palabras, son otras tantas cuestiones cuyo examen conduce a resultados imprevistos y de suma trascendencia. La teoría del lenguaje, tal como en las lecciones actuales, se presenta esquiva; una de las pruebas más eficaces de la religión revelada. Un tomo en 8.º mayor rustica a 24 reales. Se halla de venta en las librerías de Boix, calle de Carretas número 8 y 35 y en la de los señores viuda de Calleja e hijos. En las mismas librerías se vende la Filosofía ecléctica del mismo autor que consta de dos tomos en 8.º mayor a 48 rs. rústica.» (Revista de teatros, Madrid, 28 de marzo de 1845, pág. 2.)

En noviembre de 1845 inicia el Ateneo de Madrid su temporada de lecciones, y en esta ocasión Tomás García Luna, que profesa por tercera vez en esa casa, asume la “cátedra de filosofía moral”, los sabados de ocho a nueve.

«Audiencia de Madrid. Sala tercera. […] Fiscal. S. D. Vicente Micó, calle de Atocha, núm. 27. Abogados fiscales. 1º. D. …. 2º. D. Tomás García Luna, calle de Barrionuevo, número 11. 3º. D. Luciano Bastida, calle de la Salud, núm. 17. 4º. D. Vicente Hernández de la Rua, Plazuela de Isabel II, núm. 4.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1846, Imprenta Nacional, Madrid 1845, pág. 144.)

Tuvo que ejercer de fiscal en la audiencia pública de 4 de mayo de 1846 por la denuncia entablada contra El Universal por un artículo publicado en su número 71, titulado “Los nuevos ministros”. El Español (Madrid, martes 5 de mayo de 1846, pág. 3) reproduce con gran detalle y precisión las respectivas intervenciones, pero como es crónica muy larga sirva aquí esta noticia más somera:

«Tribunal de Imprenta. Hoy a las once de la mañana ha tenido lugar en la sala de discordias de la audiencia territorial la vista de la causa formada al editor responsable de El Universal por un artículo publicado en el numero 71 de dicho periódico, denunciado en concepto de sedicioso por el promotor fiscal señor Madrazo. En representación del ministerio fiscal sostuvo la acusación el señor don Tomás García Luna, quien en un discurso pálido y corto trató de probar que el artículo denunciado era efectivamente sedicioso, por cuanto el objeto de su autor no fue otro que incitar a la desobediencia debida a las autoridades nombradas por S. M. Una delas pruebas que presentó el señor fiscal, fue el haberse dicho en el artículo denunciado, que el general Narváez era una de las calamidades que habían caído sobre nuestro país, lo cual en concepto del representante de la ley es desacreditar la persona del que durante algunos años gozó de la confianza de S. M. El ministerio público concluyó su discurso pidiendo al tribunal que condenase al editor responsable de El Universal al pago de una multa de 20 a 50.000 reales con arreglo al artículo 40 del decreto sobre imprenta vigente en la época en que fue escrito el artículo denunciado. El señor don Joaquín María López, defensor del artículo, en su elocuente discurso probó la no culpabilidad del escrito, apoyándose en los sucesos que todos hemos presenciado, pues lo que se dijo en el Universal con respecto a ser el general Narváez una de las calamidades que habían caído sobre España, lo probaba la soberana resolución de S. M. de hacer salir del reino al que fue su primer ministro, resolución que según dijo oportunamente el orador, todos debemos acatar, porque no es posible creer que S. M. en su alta sabiduría adoptara una determinación contraria al bien del país. Con respecto a la calificación que en el artículo denunciado se hace de los demás individuos que componían el segundo ministerio Narváez, manifestó el orador que sus hechos probaban la verdad del escrito, pues el señor Burgos en 18 de octubre de 1834 fue efectivamente expulsado del estamento de próceres, aunque algún tiempo después fue rehabilitado por la misma Cámara; y en cuanto a lo que se dice en el artículo de que el sñor Burgos mudó repentinamente de opinión en una época cercana con motivo de un proyecto de ley presentado al Congreso por el señor Mon, manifestó el orador, que de sabios es mudar de opinión, y que siendo en efecto el señor Burgos uno de los hombres más sabios de España y aun de Europa, lejos de agraviarle las palabras escritas , le hacían completa justicia. Con respecto a lo demás contenido en el artículo, probó el Sr. López la nulidad de los cargos hechos por la representación fiscal, pidiendo al tribunal la completa absolución del editor responsable. Dos veces fue interrumpido el defensor por el representante del ministerio público, el cual creyó que el orador no estaba en la cuestión, pero la respuesta del Sr. López desvaneció completamente las razones del Sr. Fiscal. Despejada la sala por orden del Sr. presidente, pronunció a poco rato el tribunal su fallo, declarando no culpable el artículo denunciado. La concurrencia al acto fue numerosa, y con objeto de mantener el orden, asistió un piquete de la guardia civil.» (El Tiempo, diario conservador, Madrid, martes 5 de mayo de 1846, pág. 2.)

«Contrayéndonos al punto de la cuestión, diremos, que deseando exponer algunas reflexiones sobre el modo de fundar la enseñanza de la filosofía, hemos ido a buscar la ciencia donde a la sazón se encontraba, a la manera que los romanos iban a Atenas, y los romanos y los griegos a Alejandría cuando allí se trasladó el imperio del saber. Hallamos escuelas de filosofía en Grecia y aun en Roma durante la antigüedad: las encontramos después en Escocia, en Inglaterra, en Francia y en Alemania; pero no hemos oído hablar de escuela de filosofía española y he aquí por qué no hemos podido mentarla. Dijimos poco há y repetimos ahora que reina en el día una especie de cosmopolitismo filosófico que sea quizá presagio de alguna nueva síntesis que mude la faz de la ciencia: hallándose las cosas en tal estado ¡figúrese cualquiera qué bien vendrían esas pretensiones exageradas de nacionalidad! y sobre todo, tratándose de cosas abstractas que luego se desprenden del suelo en que nacieron, y van a todas partes como los miasmas que arrebata el viento en su corriente! No negaremos que Luis Vives y demás personajes, ahora citados, merezcan el lauro de filósofos: asimismo pensamos que en los escritores religiosos como León, Granada, Rivadeneyra, Márquez y otros que no es sazón de enumerar, a vueltas de las doctrinas teológicas, abundan ideas filosóficas que merecen atención particular; y tal vez algún día emprendamos la tarea de dar a conocer esos tesoros hasta ahora escondidos: pero un filósofo que discurre con más o menos acierto sin levantar por eso alguna nueva enseña, no es lo mismo que una escuela de filosofía. Acaso en la minerva de Sánchez de las Brozas haya algunos principios de los que enseña Beuazee, pero no por eso ha de concluirse que el humanista español es fundador de la gramática general. En materia de patriotismo, como en otras muchas, la virtud está en el justo medio.» (Tomás García Luna, «Educación filosófica», Revista de Europa, Madrid, nº 2 [1 junio 1846], págs. 89-90.)

En noviembre de 1846 retoma el Ateneo de Madrid su temporada de lecciones, y en esta ocasión Tomás García Luna, que profesa por cuarta vez en la casa, asume la “cátedra de historia de la filosofía”, los sabados de siete a ocho.

«Audiencia de Madrid. Sala tercera. […] Fiscal. S. D. Vicente Micó, calle de las Fuentes, número 15. Abogados fiscales. 1º. D. Antonio Corzo y Granado, calle del Lobo, número 9. 2º. D. Tomás García Luna, calle de la Visitación, número 4. 3º. D. José de Lerchundi, calle del Príncipe, número 8. 4º. D. Vicente Hernández de la Rua, Plazuela de Isabel II, número 2.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1847, Imprenta Nacional, Madrid 1846, pág. 180.)

En 1847 firma Tomás García Luna una colección de documentos oficiales sobre municipalidades en tres tomos (en cada tomo se recuerda que son “propiedad de su editor don Antonio López”), autorizada a su nombre por real orden de 24 de julio de 1847, que imponía de paso su adquisición obligatoria por todos los ayuntamientos de España. Cabe suponer que el autor editor autorizado recibiese del editor propietario algunos reales como compensación en operación editorial tan firme en la que se movieron en torno al millón de reales (…diez mil colecciones a cien reales la obra: contaba España en 1840 con 11.546 ayuntamientos, número que se fue reduciendo pero aún alcanzaba los 9.370 ayuntamientos en 1860):

«Ministerio de la Gobernación de la Península. Negociado 1.º (Imprentas). Circular. A los señores jefes políticos del reino, digo con esta fecha lo siguiente: Teniendo en consideración S. M. la Reina las ventajas que reportarán la Administración, y muy particularmente los ayuntamientos de los pueblos, de tener reunida en pocos volúmenes una colección completa de todas las leyes, decretos, reales ordenes y reglamentos que tengan relación con la organización y atribuciones de las municipalidades, se ha dignado autorizar por real orden de esta misma fecha a D. Tomás García Luna para publicar este importante trabajo con el título de Boletín oficial recopilado. S. M. se ha dignado mandar con este motivo lo siguiente: 1.º La obra titulada Boletín oficial recopilado deberá constar de tres tomos en cuarto abultado, de buen papel e impresión. 2.º El primer tomo deberá publicarse dentro de un mes, contado desde esta misma fecha; los dos restantes en un plazo de tres meses. 3.º Todos los ayuntamientos deberán suscribirse a esta obra, incluyendo su coste en el presupuesto municipal, en cuyas cuentas les será abonado. 4.º El precio de la obra será de 100 reales, los cuales se pagarán la mitad al recibir el primer tomo y la otra mitad al concluir la obra. Lo que comunico a V. para su inteligencia y cumplimiento. Madrid 24 de julio de 1847. Benavides. Sr. D. Tomás García Luna.» (tomo 1, Madrid 1847.)

1847 Manual de Historia de la Filosofía, por D. Tomás García Luna, catedrático del Ateneo de esta corte, Imprenta de la Publicidad, a cargo de M. Rivadeneyra, Calle de Jesús del Valle, 6, Madrid 1847, 312 páginas.

cubierta del libro

El Manual de Historia de la Filosofía de Tomás García Luna

Las afrancesadas lecciones ofrecidas por Tomás García Luna en su “cátedra de historia de la filosofía” del Ateneo de Madrid durante el curso 1846-47, pronto se transforman en un Manual de Historia de la Filosofía, de los primeros publicados en España tras la institucionalización formal de esa disciplina como asignatura universitaria en 1843 (como es bien sabido el inicio efectivo de esas clases en la Universidad de Madrid se demoró: ver Rafael Orden, “Los orígenes de la Cátedra de Historia de la Filosofía”, El Basilisco, Oviedo 2000).

Dedica el libro a Juan José Arbolí, aún doctoral y profesor en Cádiz (no obispa hasta 1853, ejerciendo en Guadix, Cádiz y Ceuta), quien, como hemos dicho, le había inducido a escribir las gaditanas lecciones de filosofía ecléctica de 1842, autor en 1844 de su propio Compendio de las lecciones de Filosofía que se enseñan en el Colegio de Humanidades de San Felipe Nery de Cádiz:

«Dedicatoria. Al Sr. doctoral D. Juan José Arbolí. Más confiado en la indulgencia de V. que en el escaso mérito de mi tarea, me atrevo a dedicarle el presente Manual como eterno testimonio de sincero afecto y de agradecimiento. Jamás se borrarán de mi corazón las muestras de entrañable cariño que de V. he recibido; porque siguiendo V. rumbo distinto del que suele llevar la generalidad de los hombres, ha estrechado los lazos de nuestra amistad a medida que crecía mi infortunio, y se hacían más penosos los desaires de mi adversa estrella. Reciba V. con ojos benévolos este humilde homenaje que le tributa su afectísimo amigo, Tomás García Luna.»

Manual de Historia de la Filosofía: “Introducción” (Utilidad de la historia de la filosofía, Utilidad de la historia de la filosofía en la época actual, Bello ideal de la historia de la filosofía, Historiadores de la filosofía, Épocas de la historia de la filosofía, Filosofía moderna, Lucha de estos sistemas, Método para estudiar la historia de la filosofía, Objetos de la filosofía. Métodos. Soluciones, Dos palabras acerca del presente manual), “Nota sobre los autores españoles”.

En la listas oficiales de libros de texto “para el año escolar próximo venidero”, aprobadas el 8 de septiembre de 1846 por la reina, queda incorporado el recién aparecido Manual de Historia de la Filosofía de Tomás García Luna, para la asignatura Filosofía con un resumen de su historia de la Facultad de Filosofía, dentro de la lista de textos para la Segunda Enseñanza:

«Lista núm. 1º. Segunda enseñanza. […] Facultad de filosofía […] Filosofía con un resumen de su historia. Manual de filosofía de Servant Beauvais, traducido por D. José Uribe. Curso elemental de filosofía por J. Tissot, traducido por D. Isaac Nuñez Arenas. Compendio de filosofía por Arboli. Manual de la historia de la filosofía por Don Tomás García Luna.” (Gaceta de Madrid, 11 septiembre 1846.)

Sus otras obras figuran en relaciones comerciales que aparentan oficialidad bajo rótulos ambiguos, imprecisos y genéricos:

«Obras adoptadas para texto en universidades, colegios y escuelas primarias, que se hallan de venta en la librería de La Ilustración, calle de Carretas, nº. 27: […] Filosofía ecléctica, por García Luna, catedrático del Ateneo de Madrid. Dos tomos en 8º. mayor, 40 rs. […] Lecciones de filosofía del lenguaje, o gramática general, por don Tomás García Luna. Un tomo en 8º. mayor, 24 rs.» (Diario de Avisos, Madrid, 2 octubre 1847.)

«El Manual de la Historia de la Filosofía que acaba de publicar don Tomás García Luna, es un libro digno de un examen más detenido que el que cabe en las columnas de un diario. El que escribe estas líneas se propone analizarlo detenidamente en una de las más acreditadas revistas que se publican en esta capital. Entre tanto, es nuestro deber recomendarlo con empeño, a todos los que cultivan aquel importante y ameno estudio. La publicación de esta obra llena cumplidamente un gran vacío en los estudios universitarios. No conocemos otra ninguna, publicada sobre el mismo asunto en español que encierre tanta doctrina, y en que brillen con tanto esplendor la imparcialidad, el método, la copia de noticias, la sensatez de los juicios, y la solidez de las opiniones. Debemos creer que se adopte por texto en todos los establecimientos de enseñanza, de lo que resultará el ahorro de un inmenso trabajo para los profesores, y un vasto campo de aprovechamiento y adelanto para los alumnos.” (El Español, Madrid, domingo 3 de octubre de 1847, pág. 2.)

«Entrando en el examen del libro del Sr. Luna, debemos decir desde luego que su autor ha comprendido y desempeñado perfectamente el plan de su trabajo. Ni podía suceder de otra manera. El Sr. Luna es uno de los pocos hombres que se han consagrado en nuestra patria a cultivar con fruto los estudios filosóficos. De su recto juicio, de su excelente criterio y otras dotes no menos aventajadas, nos había dado ya muestra en producciones anteriores; así, el Manual de la historia corresponde cumplidamente a cuanto teníamos derecho de esperar de su autor. Da principio el libro por una introducción concienzuda, en la que se examina la importancia de la historia filosófica. El señor Luna observa muy oportunamente que si en todos tiempos es útil el estudio de la historia, nunca es tan necesario como en el siglo que alcanzamos. Y si nos contraemos especialmente a la filosofía, encontraremos una razón especial para volver los ojos a los diferentes sistemas que nos presenta la historia, por lo mismo que hoy no domina absolutamente ningún principio exclusivo, por lo mismo que hoy existen escombros amontonados de las pasadas filosofías, y que es necesario reconstruir el edificio de la ciencia.» (Facundo Goñi, “Manual de la Historia de la Filosofía, por D. Tomás García Luna, catedrático del Ateneo” en El Heraldo, Madrid, miércoles 3 noviembre 1847, pág. 3.)

A principios de diciembre de 1847 dispone el Ateneo de Madrid abrir sus cátedras, repitiendo asunto Tomás García Luna por vez primera, en este su quinto curso como socio profesor: “Martes. De ocho a nueve, D. Tomás García Luna, Historia de la filosofía”.

«Audiencia de Madrid. Sala tercera. […] Fiscal. S. D. José María Fernández de la Hoz, plazuela del Progreso, número 15. Abogados fiscales. 1º. D. Antonio Corzo y Granado, calle de Peregrinos, número 22. 2º. D. Tomás García Luna, calle de Barrionuevo, número 11. 3º. D. José de Lerchundi, calle del Príncipe, número 11. 4º. D. Vicente Hernández de la Rua, Plazuela de Isabel II, número 4.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1848, Imprenta Nacional, Madrid 1847, pág. 185.)

«Libros. Librería de la Publicidad, calle del Correo, núm. 2, casa nueva de Cordero. Obras de fondo de esta sociedad. Se hallan también en las librerías de Sánchez, Sanz y Pereda. […] Manual de Historia de la filosofía, por don Tomás García Luna: un tomo en cuarto, 20 Rs.» (Diario oficial de avisos, Madrid, lunes 28 de febrero de 1848, pág. 4.)

Los procesos revolucionarios de febrero de 1848 en Francia y de marzo de 1848 en Alemania animan intentonas militares liberales el 26 de marzo y el 7 de mayo en Madrid, que Narváez supo sofocar y frustrar. La firma de Tomás García Luna, como era de esperar, no falta en las copiosas relaciones de “firmas de la exposición dirigida a S. M. la Reina (Q. D. G.) con motivo del triunfo conseguido en la madrugada del 7 del actual sobre los trastornadores del orden público” (El Heraldo, miércoles 10 mayo 1848; La España, Madrid, 10 mayo 1848, &c.)

En septiembre de 1848 se reitera el Manual de la Historia de la Filosofía como libro de texto para el nuevo curso:

«Lista núm. 1º. Segunda enseñanza. […] Facultad de filosofía […] Filosofía con un resumen de su historia. Manual de filosofía de Servant Beauvais, traducido por don José Uribe. Curso completo de filosofía. Psicología, lógica y moral de Tissot, traducción de don Isaac Nuñez Arenas. Gramática general escrita por el mismo. Compendio de filosofía por Arboli. Manual de la historia de la filosofía por don Tomás García Luna.” (La Esperanza, periódico monárquico, Madrid, sábado 16 de septiembre de 1848.)

«Otras obras de fondo de La Publicidad. […] Manual de la historia de la filosofía, por don Tomás García Luna; un tomo en 4º. 20 rs.» (El Observador, Madrid, 6 noviembre 1848, pág. 4.)

Chateaubriand había muerto el 4 de julio de 1848, y tal como había dejado previsto los 42 libros de sus Memorias de ultratumba comenzaron a publicarse de forma póstuma (en doce volúmenes; al margen de algún adelanto no autorizado en folletines de periódico en vida del autor). En noviembre se anuncia la edición en español de las memorias de Chateaubriand traducidas por Tomás García Luna:

«Memorias póstumas de Chateaubriand. Tenemos a la vista la primera entrega de esta obra, traducida por don Tomás García Luna, cuyo anuncio verán en otro lugar nuestros lectores. La edición es bellísima y correcta la traducción, si corresponde toda a las páginas que hemos tenido ocasión de leer.» «Memorias de Ultra-tumba por el Vizconde de Chateaubriand, traducidas por D. Tomás García Luna, catedrático del Ateneo científico y literario de esta corte. Se admiten suscriciones a 2 rs. cada entrega de 24 paginas en 4.º, de esmerada impresión, en buen papel glaseado y satinado, en las librerías de Monier, Sanz, Tieso y viuda de Razola, y en el establecimiento tipográfico de D. Ramón Rodríguez de Rivera, calle de la Manzana, n.º 14. En provincias, en todas las administraciones de correos y corresponsales del editor, o por medio de libranzas dirigidas al mismo. A todos los que se suscriban en el presente mes se les dará gratis el retrato del Autor, y al final de cada tomo una bonita cubierta.» (El Espectador, periódico progresista, Madrid, domingo 19 de noviembre de 1848, pág. 4.)

«Memorias de ultra-tumba, por el Vizconde de Chateaubriand, traducidas por D. Tomás García Luna, catedrático del Ateneo científico y literario de esta corte. Se admiten suscriciones a 2 reales cada entrega de 24 paginas en 4.º, de esmerada impresión, en buen papel glaseado y satinado, en las librerías de Monier, Sanz, Tieso y viuda de Razola, y en el establecimiento tipográfico de D. Ramón Rodríguez de Rivera, calle de la Manzana, n.º 14. Se han publicado las entregas 4ª y 5ª, y a todos los que se suscriban en el presente mes, se les dará gratis el retrato del autor, y al final de cada tomo una bonita cubierta.» (Diario oficial de avisos, Madrid, martes 12 de diciembre de 1848, pág. 3.)

«Audiencia de Madrid. Sala tercera. […] Fiscal. S. D. José María Fernández de la Hoz, plazuela del Progreso, número 15. Abogados fiscales. 1º. D. Antonio Corzo y Granado, calle del Amor de Dios, número 7. 2º. D. Tomás García Luna, calle de Barrionuevo, número 11. 3º. D. José de Lerchundi, calle del Príncipe, número 11. 4º. D. Vicente Hernández de la Rua, Plazuela de Isabel II, número 4.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1849, Imprenta Nacional, Madrid 1848, pág. 229.)

«Memorias de ultratumba, por el Vizconde Chateaubriand, traducidas por don Tomás García Luna, catedrático del ateneo científico y literario de esta corte. Edición esmerada. Continúa abierta la suscripción a dos reales la entrega en el despacho del editor don Ramón Rodríguez de Rivera, calle de la Flor Baja, núm. 24, y en las librerías de Monier, Sanz, Tieso y viuda de Razola. En las provincias en las principales librerías y administraciones de correos. Se han repartido las entregas 26 y 27.» (La Esperanza, periódico monárquico, Madrid, 23 abril 1849, pág. 4.)

Tensiones, reajustes y trasiegos políticos

Mientras parecía que Tomás García Luna se dedicaba plácidamente a traducir las memorias de Chateaubriand y colaborar en El Heraldo, se iba tensando el ambiente. Dos años después de la fructífera operación Boletín oficial recopilado, el periódico del partido liberal, El Clamor Público, lanza un pellizco al autorizado recopilador, preparatorio de ataque más contundente a Donoso Cortés / García Luna:

«Una errata notable. En las páginas 376 y 77, tomo 2.º del Boletín oficial recopilado por don Tomás García Luna, se halla el título 2.º del plan provisional de instrucción primaria, sancionado por la ley de 21 de julio de 1838, y allí hemos advertido, que bien al autor, o bien a los cajistas de la imprenta, se les han quedado en el tintero, como suele decirse, los artículos 11, 13, 15, 16 y 18. No nos ha llamado tanto la atención esta falta, por sí sola, porque vivimos persuadidos de que todos estamos sujetos a errar, como el que al final del tomo no se haya suplido este defecto por medio de un suplemento que contuviese íntegros dichos artículos. Parécenos que deben tener un derecho a pedirle los ayuntamientos y demás compradores que lo hayan sido de grado o por fuerza, porque al fin les cuesta el dinero el adquirirse dicha obra: son artículos interesantes los que faltan, y no se ha tomado en consideración tal defecto para rebajarles alguna cosa el precio que se tiene establecido.» (El Clamor Público, viernes 1º junio 1849, pág. 4.)

«Disparatado comentario a varios disparates. El comentario que el señor don Tomás García Luna ha publicado en El Heraldo del domingo a las dos churriguerescas epístolas que ha dirigido el Júpiter del Olimpo revolucionario al conde de Montalambert, vale casi tanto como cualquiera de las dos cartas. Escudado nuestro don Tomás con el carácter de colaborador del periódico ministerial, e investido con el traje de gran sacerdote del eclecticismo, se lanza como un buzo al fondo de las cuestiones que toca el señor Donoso, y lleno del más ecléctico furor, le dice una porción de cosas que deben de ser muy buenas. Por supuesto que no sabiendo lo que se pesca el mismo señor Donoso, es cosa clara que don Tomás debe soltar cada gazapo de muerte, como en efecto los suelta. Pero lo grande del caso no consiste en esto, sino en que entre uno y otro arman una algarabía tan infernal, que ni el mismo demonio con grado de doctor podría descifrarla. En cuanto a nosotros, humildes y pobres filósofos de escaleras abajo, francamente confesamos haber pasado un rato delicioso leyendo y volviendo a leer tan peregrinos documentos. Aunque el Júpiter de Berlín nos fulmine su rayo de execración, y diga don Tomás que nada es más atrevido que la ignorancia, juramos por el alma de los doce pares de Francia que hemos reído de lo lindo con tanto disparate.
Cuando dice don Donoso que la única manera de combatir con resultados ventajosos es por medio de la prensa periódica, sin acordarse de haber apuntado antes que la libertad de discusión conduce necesariamente al mal, a cualquier cristiano le entra un hormigueo muy regular; pero cuando dice que nunca había podido comprender la revolución gigantesca de Satanás, hasta el momento en que vio el orgullo insensato de Proudhon, no hay prójimo que no se sienta acometido de una risoenteritis capaz de ponerlo a las puertas de la eternidad. Hasta que el señor Donoso no ha soltado esta pieza de grueso calibre no hemos podido nosotros comprender las inmortales locuras del nunca bien ponderado caballero andante don Quijote de la Mancha; pero de hoy en adelante ya tenemos la clave del secreto y al cabo es un gran hallazgo.
En cuanto a nuestro amigo don Tomás, varía mucho la cuestión. Este apreciable hombre ecléctico, que con razón se envanece de haber introducido antes que nadie en España la filosofía ecléctica, se sirve del eclecticismo como de un obediente perro de presa al que lleva sujeto con una cadena: apenas algún profano se atreve a impugnarle, da cuerda al bicho y le manda hacer una evolución de colmillos. Con esto y con escribir sus artículos metiendo primero tres o cuatro mil palabras bien revueltas en un talego para sacar y poner después formadas en batalla tantas como quiere, cualquiera se hará cargo de lo lucido de la polémica. El señor Donoso y el señor García Luna son por fuerza desertores de la gran torre de Babel, a quienes el Gobierno ha ganado para que se digan uno a otro en idiomas diversos y desconocidos palabras que después nos trastornen el juicio. ¡Quien sabe si no será esta una nueva arma de partido! Por el pronto no queremos resistir al deseo de publicar algunos de los nombres propios que cita en su artículo el introductor del eclecticismo. Allá van, señores:
Dios.- Newton.- Copérnico.- Sócrates.- Platón.- El Korán.- Los Santos Padres.- San Justino.- San Clemente.- San Agustín.- Munci.- Félix.- Wissman.- Santo Tomás.- San Anselmo.- Malebranche.- Fenelon.- Aristóteles.- Cousin.- Guizot.- Tocqueville.- Villemain.- Lerminier.- Voltaire.- Byron.- Fourier.- Aquiles.- Moisés.- Convier.- Anquetil.- Duperron.- Abel-Remusat.- El Génesis.- Danton.- Robespierre.- Luis Felipe.-Luis Blanc.- Considerant.- Proudhon.- Pelayo.- El Criador.- Los Césares.- El Evangelio.- Cabet.- Gioberti.- Horacio.- El demonio y los tres señores Montalambert, Valdegamas y don Tomás García Luna. Total cuatro docenas.» (El Clamor Público, martes 3 julio 1849, pág. 4.)

Pero los ataques parece que favorecen un moderado cierre de filas: Tomás García Luna cambia su destino de abogado fiscal por el de oficial mayor del Consejo Real, y además, poco después, es elegido candidato a diputado por Las Palmas:

«Se dice que el señor Príncipe ha sido nombrado abogado fiscal de la audiencia de Madrid en reemplazo del señor don Tomás García Luna, que ha pasado a la plaza de oficial mayor de una de las secciones del Consejo Real.» (La España, Madrid, domingo 9 septiembre 1849, pág. 3.)

«El Sr. D. Tomás García Luna, redactor de El Heraldo, y auxiliar del consejo real, se presenta candidato a la diputación por el distrito de las Palmas, vacante en Canarias. La elección ofrece ser disputada, por presentarse también otro candidato del país.» (La Época, miércoles, 28 noviembre 1849, pág. 4.)

«El señor don Tomás García Luna, redactor del Heraldo, se presenta como candidato en el distrito de las Palmas, provincia de Canarias.» (El Eco del Comercio, Madrid, viernes, 30 noviembre 1849, pág. 2.)

«En lo que resta de mes se verificarán también las elecciones de los siguientes distritos en los cuales se presentan como candidatos del partido conservador. […] En las Palmas, señor don Tomás García Luna, redactor del Heraldo.» (El Popular, Madrid, viernes 7 diciembre 1849, pág. 2.)

 


[ en proceso ]


 

1850 «Libros de Instrucción y Enseñanza, con rebaja de precios. En los precios de libros que se anuncian a continuación, se hace una rebaja muy considerable, atendiendo que son las mejores ediciones y que se han vendido hasta ahora a precios bastante más altos. Sin embargo, a los libreros u otras personas que tomen por valor de más de quinientos reales, se les hará una rebaja convencional. Los precios de venta siguientes no tendrán lugar sino por los meses de Enero y Febrero. En seguida se restablecerán los precios siguientes. […] lecciones de filosofía ecléctica, por don Tomás García Luna, 2 tomos, 40 rs. […] Están de venta en la Librería Moderna y Despacho del Comercio, calle de la Zanja, núm. 12.» (El Comercio, Cádiz, martes 15 de enero de 1850, pág. 4.)

«En la Librería Moderna y despacho del comercio, están de venta las obras siguientes. […] filosofía ecléctica, por don Tomás García Luna, 2 tomos, 40.» (El Comercio, Cádiz, jueves 11 de julio de 1850, pág. 4.)

«En la reunión de los acreedores del Estado verificada ayer en la sala de sesiones de la junta de Comercio, se acordó nombrar una comisión que se entienda con la de Madrid, y parece fueron designados para componerla los señores don Juan Pedro Muchada, diputado a Cortes, don Manuel Pascual Vela, don Tomás García de Luna y don Antonio Gargollo.» (El Comercio, Cádiz, viernes 12 de julio de 1850, pág. 2.)

Diputado en las Cortes de España, por el distrito de Las Palmas, Canarias, en las elecciones de 31 de agosto de 1850, causa alta como diputado el 6 de noviembre de 1850, y baja el 7 de abril de 1851.

«Congreso de los Diputados. […] Canarias. 6. […] 4º Las Palmas. Sr. D. Tomás García Luna.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1851, Imprenta Nacional, Madrid 1850, pág. 121.)

1852 «En El Heraldo del correo de ayer leemos las siguientes notables líneas: “Nuestros lectores saben ya que ha sido presentada una exposición al señor gobernador de Madrid, solicitando permiso para celebrar una reunión numerosa de electores del partido moderado, con el objeto de ponerse de acuerdo, en la forma legal y acostumbrada, sobre la conducta que han de observar en las próximas elecciones. Esta exposición llevaba al pie las siguientes firmas, que con la competente autorización reproducimos: El duque de Valencia, El marqués del Duero, El duque de Rivas, El duque de Abrantes y de Linares, El duque de Sotomayor, Francisco Martínez de la Rosa, Pedro José Pidal, Leopoldo O'Donnell, Antonio de los Ríos Rosas, Luis Mayans, Joaquín Francisco Pacheco,El conde de San Luis, Manuel de Seijas Lozano, Luis González Bravo […] Rafael del Bosque, Tomás García Luna, José Fariñas […] Ramón de Campoamor, Salvador Bermúdez de Castro […] Gervasio Gironella […] N. Pastor Díaz, Francisco Pérez Romero, Ramón Gascón, Andrés Borrego, Marqués de Espeja. Sobre esta solicitud, ha recaido la siguiente resolución: “Sección de ramos especiales. Exmo. señor: En atención a que la junta para la cual solicitan autorización los firmantes de la instancia dirigida a V. E. en 8 del corriente, trasmitida a este ministerio en el día de ayer, pudiera reproducir la agitación en los ánimos que han causado otras juntas de la misma naturaleza recientemente celebradas, con trascendencia a perturbar la confianza general y a paralizar el ordinario curso de los negocios, es la voluntad de S. M., de acuerdo con el parecer de su consejo de ministros, que deniegue V. E. dicha autorización, De real orden lo comunico a V. E. para su conocimiento y efectos correspondientes. Dios guarde a V. E. muchos años: Madrid 11 de Diciembre de 1852. = Bordiu. - Señor gobernador de esta provincia.” Nos limitamos a referir los hechos y nos abstenemos de toda clase de comentarios.”» (El Comercio, Cádiz, jueves 16 de diciembre de 1852, pág. 2.)

«Dirección general de los Contencioso del Ministerio de Hacienda. Ilmo. Sr. D. José Juan Navarro, Director. Sr. D. Joaquín Álvarez Quiñones, Subdirector 1º, Jefe de Sección. Sr. D. Tomás García Luna. Subdirector 2º, Jefe de Sección. Sr. D. Pedro Pascual Sirgado, Jefe de Sección. Sr. D. Antonio Remon Zarco del Valle, Jefe de Sección.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1854, Imprenta Nacional, Madrid 1853, pág. 422.)

1856 «El sabio alemán F. Schlegel, cuyo elevado y juicioso entusiasmo por las cosas de nuestra patria es bien conocido, sienta, no obstante, que “solo en la filosofía no puede España ostentar tantos nombres ilustres como Italia, Alemania o cualquiera otra nación; y propiamente hablando, debe decirse que no posee en esta parte ningún grande escritor.”{1} En igual sentido se expresa Larra pintando la literatura española de los siglos XVI y XVII, su época más floreciente: “Imaginación toda, debía prestar más campo a los poetas que a los prosistas; así que, aun en nuestro siglo de oro, es cortísimo el número de escritores razonados que podemos citar.”{2} Viardot asegura que “tanto en religión como en legislación y política, no presenta obra alguna de filosofía.”{3} García Luna en su Manual de historia de la filosofía; Azcárate en las eruditas Veladas sobre la filosofía moderna, que hace pocos años publicó la Enciclopedia de Mellado; en resumen, casi todos los autores, así nacionales como extranjeros, que este punto tocan, convienen en lo mismo; la filosofía, según ellos, siempre ha sido planta exótica en España. ¡Qué más! Hasta un ministro de la corona, distinguido literato por otra parte, en una discusión de las últimas Cortes constituyentes, dijo: “Aquí no hay filósofos, como no hay Cervantes en Alemania.”» (Gumersindo Laverde Ruiz, “Filosofía ibérica”, La Revista Universitaria, Madrid, 30 de diciembre de 1856, pág. 184.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Cipriano González Espinosa, Vicepresidente. D. Hilario de Pina. D. Antonio María Valderrama. D. Miguel Heras y Donestere. D. Tomás García Luna.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1858, Imprenta Nacional, Madrid 1857, pág. 434.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Juan Valverde, Vicepresidente. Vocales. D. Hilario de Pina. D. Manuel Castillo y San Vicente. D. Tomás García Luna. D. Pedro Ignacio Paul.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1859, Imprenta Nacional, Madrid 1858, pág. 444.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Juan Valverde, Vicepresidente. Vocales. D. Hilario de Pina. D. Manuel Castillo y San Vicente. D. Tomás García Luna. D. Pedro Ignacio Paul.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1860, Imprenta Nacional, Madrid 1859, pág. 452.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Pedro Ignacio Paul, Vicepresidente. Vocales. D. Hilario de Pina. D. Tomás García Luna. D. Manuel Castillo y San Vicente. D. Adolfo de Castro.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1861, Imprenta Nacional, Madrid 1860, pág. 464.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Manuel Castillo y San Vicente, Vicepresidente. Vocales. D. Hilario de Pina. D. Tomás García Luna. D. Adolfo de Castro. D. Francisco de Paula Giles.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1862, Imprenta Nacional, Madrid 1861, pág. 478.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Manuel Castillo y San Vicente, Vicepresidente. Vocales. D. Hilario de Pina. D. Tomás García Luna. D. Adolfo de Castro. D. Francisco de Paula Giles.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1863, Imprenta Nacional, Madrid 1862, pág. 457.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Rafael Rozo, Vicepresidente. Vocales. D. Tomás García Luna. D. Francisco de Paula Giles. D. Carlos Halcón y Mendoza. D. Juan José Díaz.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1864, Imprenta Nacional, Madrid 1863, pág. 669.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Rafael Rozo, Presidente. Vocales. D. Tomás García Luna. D. Francisco de Paula Giles. D. Carlos Halcón y Mendoza. D. Juan José Díaz.» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1865, Imprenta Nacional, Madrid 1864, pág. 696.)

«Consejeros provinciales. […] Cádiz. D. Pedro Victor Picó, Presidente. Vocales. D. Tomás García Luna. D. Francisco de Paula Giles. D… D…» (Guía de forasteros en Madrid, para el año de 1866, Imprenta Nacional, Madrid 1865, pág. 703.)

1866 «D. Tomás García Luna. El año de 1840 es una fecha que debe tenerse en cuenta al intentar la reseña histórica del movimiento intelectual de nuestra patria en la edad contemporánea. Terminada la guerra civil que siguió a la muerte del séptimo Fernando en el ya citado año de 1840, hubo el necesario sosiego para comenzar a ocuparse de lo que atañe a la inteligencia refleja, y los pensadores españoles fijando sus miradas en la vecina Francia, fueron deslumbrados por la brillante aureola de gloria que en aquel entonces circundaba los nombres del sistemático fundador del doctrinarismo Mr. Royer Collard, del erudito historiador de la filosofía Mr. Víctor Cousin y del apasionado y vacilante crítico Teodoro Jouffroy. No es, pues, de extrañar que la primera obra de verdadera importancia que apareció por aquellos tiempos, las Lecciones de filosofía ecléctica (1843), del señor D. Tomás García Luna, se hallase inspirada en las teorías del eclecticismo francés, sin que por esto neguemos nosotros la originalidad de dicha obra, ni las miras personales y propias de su ilustrado autor. No juzgaremos las Lecciones del Sr. García Luna; diremos sólo en general, que tiene el defecto y el mérito que es inherente a todo libro ecléctico, la vacilación que busca la verdad sin un criterio conscio de sí mismo, y el generoso intento de conceder a cada sistema la parte de verdad que pueda encerrar, de construir la ciencia sobre el consentimiento de la razón universal, haciendo desaparecer para siempre los exclusivismos intolerantes y los fanáticos prejuicios.» (Luis Vidart, La filosofía española: I. El eclecticismo, Madrid 1866, págs. 131-132.)

«No terminaremos esta reseña sin citar las apreciables historias elementales de la filosofía del ilustre Balmes, del Sr. García Luna y de D. Víctor Arnau; así como también tres obras que ha poco vieron la luz pública y que se hallan muy enlazadas con la ciencia filosófica; la Historia de las herejías de S. Alfonso de Ligorio, traducida, anotada y continuada hasta nuestros días por el presbítero D. Miguel Sánchez, la Historia de la elocuencia cristiana, del Sr. Bravo y Tudela y la Historia filosófica de la religión cristiana, del Sr. José Lesen y Moreno.» (Luis Vidart, La filosofía española, indicaciones bibliográficas, Madrid 1866, página 232.)

1880 «Con un numeroso y lucídisimo acompañamiento fue conducido ayer tarde al cementerio católico el cadáver de la Sra. D.ª María de los Dolores Rétegui de García Luna, que muy joven todavía ha bajado al sepulcro dejando en el mayor desconsuelo a su esposo, a sus tiernos hijos y demás apreciable familia. Ha fallecido a los pocos dias de haber perdido a su dignísima madre y no muchos meses después de que bajase también al sepulcro su respetable abuela. Tantos y tan continuados golpes ponen a prueba en verdad la fortaleza de los corazones cristianos. Nosotros nos asociamos de todo corazón al dolor profundo de los que lloran en estos momentos las desgracias a que nos referimos, y en el sentido pésame que les enviamos particularizamos a nuestro distinguido amigo el Sr. D. Tomás García Luna, padre político de la virtuosa y distinguida jóven cuya prematura muerte nos ha inspirado las presentes líneas.» (El Comercio, Cádiz, lunes 19 de abril de 1880, pág. 1.)

«Con profundo sentimiento anunciamos en este número la pérdida para Cádiz de uno de sus hijos más distinguidos, el Sr. D. Tomás García Luna, que como escritor, como literato y como filósofo, fue una verdadera gloria gaditana y lo habría sido más todavía si la enfermedad de los ojos que padeció siempre y que hubo de privarle poco a poco de la vista, no hubiese hecho estériles antes de tiempo el vasto talento y la clara inteligencia de que Dios le había dotado y de que nos dejó tan relevantes muestras en sus escritos de todo género. Buen padre, buen esposo y buen amigo, fue siempre muy querido de los suyos y de cuantos íntimamente le trataban. Nosotros que nos honrábamos con su amistad pagamos un homenaje de respeto a su memoria, a la vez que pedimos a Dios por el eterno descanso de su alma, confiando en que habrá alcanzado el alto premio de sus virtudes, de su piedad y de su fe. Reciba su distinguida familia el tributo de dolor con que nos asociamos a su pena por tan lamentable pérdida.» (El Comercio, Cádiz, sábado 20 de noviembre de 1880, pág. 2.)

«Han fallecido: en Cádiz, D. Antonio Martínez, beneficiario de la catedral, la distinguida señorita doña María Europa de la Puente y el propietario D. Tomás García Luna.» (La Correspondencia de España, Madrid, domingo 21 de noviembre de 1880, pág. 2.)


1891 «Las principales tendencias que se han mostrado en nuestra filosofia moderna son, enumerándolas rápidamente para ampliar otro día estas indicaciones: a) El espiritualismo ecléctico francés. Donoso le siguió en sus primeros tiempos, como queda dicho. Dominó por algún tiempo en nuestra enseñanza oficial, pero no produjo obras de valor original, sino manuales y libros de clase, como las Lecciones de filosofía ecléctica de D. Tomas García Luna. En cambio, fue la filosofía de nuestros hombres políticos desde 1837 a 1868, especialmente de los del partido moderado (que equivalió aquí al partido doctrinario francés). Son libros notables de esta escuela las Lecciones de Derecho Penal de Pacheco, los Problemas del Socialismo de Pastor Díaz, los Problemas Contemporáneos de Cánovas del Castillo, &c., &c. En general la influencia de esta escuela se ha reflejado mucho más en los parlamentos que en las universidades.» (Carta de Marcelino Menéndez Pelayo a Pierre Henry Cazac, escrita en Santander el 24 de septiembre de 1891, MPEP 11:317.)

1897 «Después de los esfuerzos de gigante y de las obras inmortales del famoso pensador de Vich, la filosofía esencialmente cristiana adquirió en nuestro suelo gran desarrollo, encontrando en el docto Arboli, García Luna, Francisco Cárdenas, Donoso Cortés, Martín Mateos y otros muchos, excelentes expositores, en las diversas ramas que comprende.» (Eloy Bullón, El alma de los brutos ante los filósofos españoles: «El siglo XIX», Madrid 1897, pág. 106.)

1903 «García Luna (Tomás). Escritor y catedrático gaditano, autor de obras filosóficas, muerto en Cádiz en 18 de Noviembre de 1880. En Madrid había sido redactor de El Heraldo (1846) y director de la Revista Universal de la Administración (1848) y Revista Política (1856).» (Manuel Ossorio Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX, Madrid 1903, págs. 159-160.)

1905 «IX. Siglo XIX. […] 4. Las influencias extranjeras en España durante esta época. […] B) El Kantismo, el Hegelianismo, el Cartesianismo, el Positivismo y el Eclecticismo (Rey y Heredia, Pí y Margall, Fabié, Manuel de la Revilla, José del Perojo, Martín Mateos, Estasen, Gener, García Luna, &c.).» (Adolfo Bonilla y San Martín, «Programa de 'Historia de la filosofía española'», Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, Escuela de Estudios Superiores, Curso de 1905 a 1906, Madrid 1905.)

1915 «Espiritualismo ecléctico. Siguiendo las evoluciones filosóficas de Francia, del sensualismo pasaron las aficiones filosóficas de los españoles al eclecticismo de Víctor Cousin. Fuera de las Lecciones de Filosofía ecléctica, de don Tomás García Luna, dadas en el Ateneo en 1843, y algunas traducciones mal hechas de libros franceses, el espiritualismo ecléctico no produjo ninguna obra digna de especial mención. No obstante, hasta el advenimiento de la filosofía alemana con Sanz del Río, fue ésta la filosofía que solazó los ocios de literatos y políticos y la que dominó casi sola en los centros oficiales, con sus compendios buenos o malos y los programas que Gil y Zárate les imponía, copiándolos a la letra de Cousin.» (Anselmo Herranz, Compendio de Historia de la Filosofía: “La Filosofía en España durante el siglo XIX”, Barcelona 1915, pág. 327.)

1924 «García Luna (Tomás). Biog. Filósofo español, nacido en Cádiz y muerto en la misma ciudad en 1880. Explicó en la Sociedad Económica de Amigos del País de Cádiz y después en el Ateneo de Madrid unos cursos de filosofía, que publicó de 1842 a 1845 en Madrid, con el título de Lecciones de filosofía ecléctica. Trata en ellos de la psicología, la ideología y la gramática general o filosofía del lenguaje, siguiendo las ideas de Víctor Cousin. En 1847 dio a luz un Manual de historia de la filosofía. Publicó, además, numerosos trabajos en la prensa.» (Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Hijos de J. Espasa, Barcelona 1924, tomo 25, pág. 808.)

1929 «García Luna: sus lecciones en el Ateneo de Madrid. Fiel discípulo de Víctor Cousin, el gaditano D. Tomás García Luna, fallecido en 1880, explicó en la Sociedad Económica de Amigos del País, y después en el Ateneo de Madrid, unas Lecciones de Filosofía ecléctica que dio a la imprenta en tres tomos, desde 1842 a 1845. Consagra a la idea general de la filosofía, al método, a la sensibilidad y a las facultades intelectuales el primer volumen; prosigue con la psicología, dando la teoría estética al tratar de la imaginación, en el segundo, y llena con la gramática, “íntimamente enlazada con la psicología”, el tercero. Mantiene esta obra toda la amplitud de criterio del maestro. Nada de exclusivismos ni considerar vitandas ciertas doctrinas, porque en todas se refleja algo de la verdad. “El espíritu de mis lecciones, dice, es eminentemente moral y religioso. Si los que las escucharen o leyeren no logran con ellas adquirir cumplida noticia de la ciencia del hombre, por lo menos conseguirán desnudarse de las prevenciones sistemáticas con que no ha mucho se miraban las doctrinas filosóficas que no eran del todo conformes con los principios de Locke y Condillac.”» (Mario Méndez Bejarano, Historia de la filosofía en España, hasta el siglo XX: “§ VIII. Los eclécticos”, Madrid [1929], pág. 463.)

1988 «García Luna, Tomás. Escritor, nacido en Cádiz en los primeros años del siglo XIX. Orientado hacia la filosofía ecléctica, dictó, primero en la Sociedad de Amigos del País de su ciudad natal y más tarde en el Ateneo de Madrid, unos cursos de filosofía en los que se muestra fiel y puntual discípulo de Víctor Cousiín, y que dio a la estampa bajo el título de Lecciones de filosofía ecléctica, y que M. Méndez Bejarano describe en los siguientes términos: “Consagra a la idea general de la filosofía, al método, a la sensibilidad y a las facultades intelectuales el primer volumen; prosigue con la psicología, dando la teoría estética al tratar de la imaginación, en el segundo, y llena con la gramática, 'íntimamente enlazada con la psicología', el tercero. Mantiene esta obra toda la amplitud del criterio del maestro. Nada de exclusivismos ni considerar vitandas ciertas doctrinas, porque en todas se refleja algo de la verdad” (p. 653). Y el mismo García Luna escribe de su obra: “El espíritu de mis lecciones es eminentemente moral y religioso. Si los que las escucharen o leyeren no logran con ellas adquirir cumplida noticia de la ciencia del hombre, por lo menos conseguirán desnudarse de las prevenciones sistemáticas con que no ha mucho se miraban las doctrinas filosóficas que no eran del todo conformes con los principios de Locke y Condillac”. Falleció en Cádiz en 1880. Obras: 7454. Lecciones de filosofía ecléctica. Madrid, Ignacio Boix, 1842-1845, 3 vols. 7455. Manual de historia de la filosofía, Madrid 1847. 7456. Reflexiones sobre la teoría de la belleza. Revista de Madrid, 3ª serie, 2 (1841), p. 27-57- También en : La Alhambra (Granada), 5 (1841), p. 85-93; 97-103. 7457. ¿Qué es la filosofía de la historia? ¿Por qué la filosofía de la historia fue una creación de la época moderna? Rev. andaluza, 4 (1842), p. 569-584. 7458. Filosofía de la sintaxis. Revista de Madrid, 3ª serie, 4 (1842), p. 50-60. (Forma parte de las lecciones dadas en la cátedra de Filosofía de la Sociedad Económica de Cádiz). 7459. Educación filosófica. Revista de Europa, 1 (1846), p. 73-90. 7460. Ensayo sobre la igualdad. Rev. Ciencias Lit. Artes, 1 (1855), p. 705-715. 7461. El progreso considerado bajo el aspecto religioso. La Cruz (Madrid), 12 (1858), p. 12-138. Estudios: 7462. Villaranda, F.: Análisis de las Lecciones de la Filosofía en la Sociedad Económica de Cádiz, por D… Rev. Andaluza, 4 (1842), p. 496-515.» (Gonzalo Díaz Díaz, Hombres y documentos de la filosofía española, CSIC, Madrid 1988, volumen 3, págs. 414-415.)

1992 «El mismo año, 1847, en que Arnau publicaba su reseña histórica sobre la filosofía en España, añadida a la versión española del manual de Tissot, como señalamos más arriba, el Manual de historia de la filosofía (Imprenta de la Publicidad, Madrid 1847) de Tomás García Luna, considerado máximo representante del eclecticismo en nuestro país, introduce el estilo de hacer historia de la filosofía de Victor Cousin, pero prácticamente ignora a los autores españoles.» (Gustavo Bueno Sánchez, «Historia de la 'Historia de la filosofía española'», El Basilisco, nº 13, 1992.)

2001 «Sabido es que el espiritualismo constituye la tendencia filosófica de la época isabelina. También es sabido que bajo la bandera espiritualista se incluyen multitud de pensadores que difieren entre sí y que resulta difícil referirse a ellos como una escuela. Espiritualistas fueron, cada uno con su matiz, Tomás García Luna, Patricio de Azcárate, Isaac Núñez de Arenas, Matías Nieto Serrano, Nicomedes Martín Mateos, Manuel Alonso Martínez... Se pretende aquí exponer las líneas generales del proyecto de uno de los más propiamente filósofos del "grupo" espiritualista, el bejarano Nicomedes Martín Mateos, condensado en su obra El Espiritualismo (1861-1863), ya que hasta la fecha si bien se ha estudiado la filiación de su pensamiento y las polémicas que en su día suscitó su filosofía (Antonio Jiménez) y su pensamiento pedagógico (José María Hernández Díaz), nunca sin embargo se ha realizado un análisis de su obra magna que condensa su proyecto filosófico.» (Roberto Albares Albares, «El proyecto filosófico espiritualista de Nicomedes Martín Mateos (1806-1890)», resumen de la intervención en las V Jornadas de la Asociación de Hispanismo Filosófico, Santander 2001.)

2008 «En 1822 nace en Cádiz, en el seno de la que ya es una familia de la burguesía mercantil, Miguel Guilloto y Demouche. Habla inglés y francés, es licenciado en Derecho, escritor y articulista, y ejerce además una destacada actividad mercantil e incluso política. Desde joven su afición literaria le lleva a pertenecer a una sociedad de amigos de la literatura, compuesta entre otros por Guillermo Macpherson, Manuel Rancés, Tomás García Luna, Laborde, Felipe Gallo, Federico Uhthoff, Conte, Fesser –ordenado más tarde y muy estimado por los jesuitas en cuya Compañía acabó ingresando–, Paco Gil –músico y compositor– y Eduardo Benot de su misma edad que gozaba de gran prestigio entre los republicanos por su carácter, su saber y sus ideas, y en cuya modesta casa de la calle San Vicente se reunían. Escribían un periódico dominical y leían memorias sobre las ramas del saber a las que cada cual se dedicaba, sosteniendo controversias y cuantos ejercicios literarios consentía el estudio de sus conocimientos. Son también condiscípulos suyos el Marqués de la Vega y Salvador Viniegra.» (Fernando Guilloto, “Miguel Guilloto, un escritos y articulista gaditano del siglo XIX”, Diario de Cádiz, 13 mayo 2008.)

Bibliografía de Tomás García Luna

1839 “Legislación penal”, Revista Gaditana, nº 5, domingo 1º de diciembre de 1839, págs. 76-79.

“De los intereses materiales en Francia. Obras públicas, caminos, canales, carriles de hierro, por Miguel Chevalier”, Revista Gaditana, nº 6, domingo 8 de diciembre de 1839, págs. 81-86.

“Del elemento histórico y del elemento filosófico en las acciones morales y políticas”, Revista Gaditana, nº 9, domingo 29 de diciembre de 1839, págs. 139-145.

1840 “Intereses materiales”, Revista Gaditana, nº 10, domingo 5 de enero de 1840, págs. 146-148 (firma: T. G. L.).

Fragmentos. Utilidad de la biografía”, Revista Gaditana, nº 12, domingo 19 de enero de 1840, págs. 178-179 (firma: T. G. L.).

Belleza ideal. Ventajas que proporciona en el uso de la vida”, Revista Gaditana, nº 12, domingo 19 de enero de 1840, págs. 179-180 (firma: T. G. L.).

Poesía de las costumbres de la Edad Media. Romanticismo”, Revista Gaditana, nº 12, domingo 19 de enero de 1840, págs. 180-183.

“Legislación penal. Delitos contra la religión”, Revista Gaditana, nº 16, domingo 16 de febrero de 1840, págs. 242-254.

“Delitos contra la religión. Ejemplo de la jurisprudencia actual sobre estos delitos”, Revista Gaditana, nº 17, domingo 23 de febrero de 1840, págs. 258-261.

“Intereses creados en Europa desde la revolución de 1830, por Luis Carné (París 1838)”, Revista Gaditana, nº 20, domingo 15 de marzo de 1840, págs. 306-314; nº 21, domingo 22 de marzo de 1840, págs. 322-331; y nº 22, domingo 29 de marzo de 1840, págs. 338-345.

Reflexiones sobre algunas doctrinas del Dr. Gall”, Revista Gaditana, nº 29, domingo 17 de mayo de 1840, págs. 450-456.

Reflexiones sobre las doctrinas frenológicas del Dr. Gall. Artículo segundo”, Revista Gaditana, nº 30, domingo 24 de mayo de 1840, págs. 466-471.

“Educación de los antiguos, comparada con la de los modernos”, Revista Gaditana, nº 31, domingo 31 de mayo de 1840, págs. 482-485.

Crítica de “Leyendas españolas, por Don José de Mora”, en Revista Andaluza, nº 1, Cádiz, 31 de agosto de 1840, págs. 22-25; reimpreso en Revista Andaluza, tomo primero, Imprenta de la Revista Andaluza, Sevilla 1841, págs. 22-25 (firma: T. García Luna).

“Exámen razonado de las tareas de la Comisión de Instrucción Primaria de la Provincia de Cádiz”, en Revista Andaluza, nº 2, septiembre 1840, págs. 53-60 (firma: Augusto Amblard - Tomás García Luna, Cádiz).

1841 “Reflexiones acerca del carácter de la crítica literaria en el siglo XIX», en Revista Andaluza, tomo primero, Imprenta de la Revista Andaluza, Sevilla 1841, págs. 413-428 (firma: Tomás García Luna, Cádiz).

Reseña de “Lelio o Diálogo de Marco Tulio Cicerón sobre la Amistad, nueva traducción con el texto latino…, por Fernando Casas”, en Revista Andaluza, y periódico del Liceo de Sevilla, tomo segundo, Imprenta de la Revista Andaluza, Sevilla 1841, págs. 88-90 (firma: Tomás García Luna, Cádiz).

“Reflexiones acerca de la sabiduría antigua, comparada con la de los modernos, a propósito de una nueva traducción del Lelio o Diálogo de la amistad, hecha por el Dr. Don Fernando Casas”, en Revista Andaluza, y periódico del Liceo de Sevilla, tomo segundo, Imprenta de la Revista Andaluza, Sevilla 1841, págs. 104-123 (firma: Tomás García Luna, Cádiz).

“Reflexiones sobre la teoría de la belleza”, Revista de Madrid, noviembre 1841, tercera serie, tomo 2, págs. 27-57 (firma: Tomás García Luna, Cádiz).

1842 “¿Qué es la filosofía de la historia? ¿Por qué la filosofía de la historia fue creación de la época moderna?”, Revista Andaluza, tomo 4, 1842, págs. 569-584.

Historia de la regencia de la Reina Cristina, por Don Joaquín Francisco Pacheco”, Revista de Madrid, julio 1842, tercera serie, tomo 3, págs. 109-122 (firma: T. G. Luna).

Enciclopedia española del siglo diez y nueve, firma catorce entradas (1842-1844): “Abril (Pedro Simón)”, “Adivinación”, “Adjetivo”, “Adjetivos determinativos”, “Amistad”, “Abstracto”, “Abstraer”, “Abstracción”, “Acción”, “Actividad”, “Adverbio”, “Afecto”, “Agreda (La venerable María de)” y “Albedrío o Libertad moral”.

1843 Lecciones de filosofía ecléctica, pronunciadas en el Ateneo de esta corte, por D. Tomás García Luna, Imprenta de D. I. Boix, editor, Calle de Carretas 8, Madrid 1843, tomo I, 382 páginas → lecciones 1 a 12; tomo II, Madrid 1843, 543 páginas. → lecciones 13 a 24.

“Deontología de Bentham. Ensayo sobre las facultades activas del hombre de Reid. Perfeccionamiento moral de Degerando”, Revista de Madrid, noviembre 1843, segunda época, tomo 1, págs. 281-297.

1844 «Consideraciones sobre la biografía en general», en El Laberinto, tomo II, nº 1, Boix, Madrid, viernes, 1º noviembre 1844, págs. 4-6.

1845 Lecciones de filosofía ecléctica, pronunciadas en el Ateneo de esta corte, por D. Tomás García Luna, Gramática general o filosofía del lenguaje, Imprenta y librería de Ignacio Boix, Madrid 1845, IV+361 páginas → lecciones 25 a 34.

1846 “Educación filosófica”, Revista de Europa, nº 2, Madrid, 1 junio 1846, págs. 89-90.

“Crítica literaria: Obras póstumas de D. Manuel Silvela”, Revista de Europa, nº 5, Madrid, julio 1846.

1847 Boletín oficial recopilado, o Colección completa de todas las leyes, decretos, reales órdenes y reglamentos relativos a la organización y atribuciones de las Municipalidades, por Don Tomás García Luna (publicada con autorización de S. M. la Reina por real orden de 24 de julio de 1847), Imprenta de Santiago Rojo, Madrid 1847, 3 tomos, 8+455+7 modelos, 479 y 494 páginas (“Esta obra es propiedad de su editor don Antonio López, quien perseguirá ante los tribunales al que la reimprima sin su consentimiento.”)

Manual de Historia de la Filosofía, por D. Tomás García Luna, catedrático del Ateneo de esta corte, Imprenta de la Publicidad, a cargo de M. Rivadeneyra, Calle de Jesús del Valle, 6, Madrid 1847, 312 páginas.

1848 Traducción de Memorias de Ultra-tumba, por el vizconde de Chateaubriand (“traducidas por D. Tomás García Luna, catedrático del Ateneo científico y literario de esta corte”), Imprenta de R. R. Rivera, lib. de la Publicidad, Madrid 1848, seis tomos en 4º.

Sobre Tomás García Luna en el proyecto Filosofía en español

1842 Felipe Villaranda, “Lecciones de filosofía pronunciadas en la sala de sesiones de la Sociedad Económica de Cádiz, por D. Tomás García Luna”, Revista Andaluza, Sevilla 1842.

Lecciones de filosofía ecléctica, por D. Tomás García Luna”, El Corresponsal, Madrid 11 diciembre 1842.

Fermín Gonzalo Morón, “Lecciones de filosofía ecléctica en el Ateneo de Madrid por Don Tomás García Luna”, Revista de España y del Extranjero, Madrid, 31 de diciembre de 1842, tomo cuarto, págs. 254-256.

1843 Fermín Gonzalo Morón, “Juicio crítico de las Lecciones de filosofía ecléctica por don Tomás García Luna”, Revista de España y del Extranjero, Madrid, 15 de septiembre de 1843, tomo sexto, págs. 380-389.

1847 Facundo Goñi, “Manual de la Historia de la Filosofía, por D. Tomás García Luna, catedrático del Ateneo” en El Heraldo, Madrid 3 noviembre 1847.

Textos de Tomás García Luna en el proyecto Filosofía en español

1840 “Intereses materiales”, “Fragmentos. Utilidad de la biografía”, “Belleza ideal. Ventajas que proporciona en el uso de la vida”, “Poesía de las costumbres de la Edad Media. Romanticismo”, “Reflexiones sobre algunas doctrinas del Dr. Gall”, “Reflexiones sobre las doctrinas frenológicas del Dr. Gall. Artículo segundo”.

1847 Manual de Historia de la Filosofía: “Introducción” (Utilidad de la historia de la filosofía, Utilidad de la historia de la filosofía en la época actual, Bello ideal de la historia de la filosofía, Historiadores de la filosofía, Épocas de la historia de la filosofía, Filosofía moderna, Lucha de estos sistemas, Método para estudiar la historia de la filosofía, Objetos de la filosofía. Métodos. Soluciones, Dos palabras acerca del presente manual), “Nota sobre los autores españoles”.

gbs