Filosofía en español 
Filosofía en español

Gaspar Núñez de Arce  1832-1903

Gaspar Núñez de Arce

Periodista, político y ministro español, que alcanzó un gran prestigio y popularidad como poeta, tanto en España como en América: “...con sus versos varoniles, que atravesaron el Océano, llevó a aquellas regiones hermanas nuestras en su testamento literario, en su Sursum corda!, el consolador optimismo del nuevo florecimiento de nuestra raza“ [colofón de la edición de Sursum corda!: “Acabóse de imprimir este Poema… en 31 de Diciembre de 1900, último día del siglo XIX”].

Nace en Valladolid el 4 de agosto de 1832, hijo de Manuel Núñez y de Eladia de Arce (aunque siempre se mantuvo confuso respecto de su edad: en EUI 39:133-139 se resume el estado de la cuestión: la génesis, en 1860, de su partida de bautismo legal, el 4 de septiembre de 1834, y cómo otros familiares le suponían nacido en agosto de 1833). De hecho, cuando en marzo de 1850, el madrileño periódico El Popular avanza más de ochenta versos de su cuento fantástico El diablo y el poeta, le dice joven de diez y seis años (en marzo de 1850 tenía 17, que serían 16 de suponerle nacido en agosto de 1833), y cuatro años después, preso en el Saladero, tras la Vicalvarada, cuando otro encarcelado revolucionario, Fernando Garrido, le retrata al óleo, él anota: “Este es mi retrato a los diecinueve años de edad” (siendo así que en 1854 cumplió los 22 en agosto; y sólo hubiera tenido 19, hasta agosto de 1854, de suponerse nacido en 1834…). Según dice, para evitar el deseo familiar de hacerle seguir carrera eclesiástica, huye muy joven del domicilio familiar en Toledo, y el mismo día de su llegada a Madrid, dice, logra puesto como redactor en El Observador (1848-1853). Ni siquiera inicia estudios en la universidad.

Es probable que cuando El Popular publica, el 25 de marzo de 1850, los primeros versos suyos que hemos encontrado (y que, por otra parte, no hemos visto citados), todavía estuviese con su familia en Toledo, bajo el influjo de Ramón Fernández de Loaysa, bibliotecario en la Arzobispal de Toledo. La primera mención explícita a su nombre que hemos visto en El Observador, es de febrero de 1852 (tenía entonces 19 años; aunque como se ha dicho, pasaba por tener 17 o 18); como entonces no se firmaban las gacetillas, pudo haberse trasladado a Madrid en 1850/51, con 17/19 años.

«El diablo y el poeta. Con este título está concluyendo un cuento fantástico el joven D. Gaspar Núñez de Arce, que cuenta diez y seis años de edad, y con cuya primera obra se presenta en la lid literaria. A continuación trascribimos unos fragmentos para que pueda juzgar el público de lo que debe esperarse de un poeta que tan temprano se deja arrastrar por el fuego de una inspiración privilegiada. Los versos del señor Núñez de Arce hablan mejor que nosotros en favor suyo: no se deje alucinar por los elogios de la prensa y conquistará un nombre tan difícil de adquirir hoy en la república de las letras, tan desacreditada por el mal gusto.

¡Ay mujer! tú eres un libro
Y aunque anheloso te leo,
Cuanto más medito en tí
Mucho menos te comprendo,
Porque una página tuya
Desmientes con otra luego…»

(El Popular, Madrid, lunes 25 de marzo de 1850, páginas 3 y 4.)

«Los representantes de la prensa política de la corte, previa una reunión en la que reinó la mas completa unanimidad en el pensamiento, acordaron elevar a S. M. la siguiente exposición, que ayer fue entregada al presidente del Consejo de ministros por una comisión […] “Señora. Los representantes de los periódicos políticos que se publican en esta corte, acuden a V. M. para expresar, no solo el dolor y la indignación que les ha causado el crimen recientemente cometido contra V. R. persona, sino también el vivo interés que toman por el cabal restablecimiento de su importante salud. Aunque cada periódico ha manifestado en particular estos mismos sentimientos, reunidos los que suscriben se complacen en consignarlo colectivamente, para dar a su manifiesto mayor solemnidad. Dios guarde a V. M. dilatados años. Madrid 5 de febrero de 1852.” […] Por El Observador, J. Ginés Escriche, José Aguirre, Mariano Carreras y González, Gaspar Núñez de Arce.» (El Observador, viernes 6 de febrero de 1852, págs. 3-4.)

«Las convicciones políticas de Núñez de Arce, arrancaban de dos grandes y esenciales amores: la Patria y la Libertad. Progresista en sus primeros años con Calvo Asensio, Sagasta, Llano Persi y Carlos Rubio, se distinguió por la brillantez y maestría en la defensa de sus ideales, y no sólo con la pluma, sino con las armas en la mano sostuvo su opinión en momentos de hondas perturbaciones revolucionarias. Preso en 1854, cuando se hallaba expuesto a sufrir el castigo, por lo general terrible, que se imponía entonces a los que se rebelaban contra los Gobiernos, la revolución le sacó triunfante de la cárcel del Saladero de Madrid. Durante su prisión le hizo un retrato al óleo, sobre una plancha de zinc, Fernando Garrido. En el reverso se lee el siguiente autógrafo: “Este es mi retrato a los diecinueve años de edad. Pintado en 1854 por Fernando Garrido, estando los dos presos por revolucionarios. –Gaspar Núñez de Arce”. Tan curioso recuerdo, de inapreciable valor, lo conserva la viuda como una reliquia.» (José del Castillo, Núñez de Arce, 2ª edición, Madrid 1907, págs. 59-60.)

«Al volver de África, el 8 de Febrero de 1861, celebró el poeta sus bodas con doña Isidora Franco, la ejemplar y tierna compañera de su vida. Gobernador de Logroño y diputado por Valladolid en 1865, por haber firmado la protesta contra el Gabinete Narváez fue desterrado a Cáceres, donde le hospedó cariñosamente su amigo el poeta Hurtado; quizá de entonces datan los dramas que ambos escribieron de consuno. Libre de su destierro, volvió Núñez de Arce a Madrid, mas para atender a su quebrantada salud trasladóse con su esposa a Barcelona, donde, retirado en la paz de San Gervasio de Cassolas (lugar no incorporado aún a la gran metrópoli), escribió su célebre epístola La duda, firmada el 20 de Abril de 1868, y en San Gervasio le halló la Revolución de Septiembre, por la cual ardorosamente combatía, sin cuidarse del mal estado de su salud y arrostrando riesgos mortales. Sucesivamente fue por aquellos días individuo de la Junta revolucionaria de Barcelona, secretario de la misma y gobernador de aquella provincia (desde el 30 de Septiembre hasta el 16 de Octubre). Llamóle a Madrid el Gobierno provisional y le encargó redactar el Manifiesto a la nación que apareció en la Gaceta del 26 de aquel mes. Desde entonces puede decirse que fue Núñez de Arce la palabra académica de la Revolución, primero, y después del liberalismo fusionista o sagastino, pues con verdad observa G. de Baquero que se erigió en una especie de corrector de estilo de su partido y que de su pluma salieron los documentos más importantes de aquel período: «el Manifiesto en que se declaraban monárquicos los ministros del Gobierno provisional de 1868, la fórmula en que los constitucionales reconocen la legitimidad de don Alfonso XII, el Mensaje del primer Senado de la Regencia.» Dondequiera que estaba Núñez de Arce: en la Academia Española, que le hizo su censor; en las Cámaras, que le confiaban la redacción de los documentos más difíciles de formular; en el Ateneo, en las tertulias literarias, hasta en las visitas ejercía como por derecho propio la dictadura de la lengua, y aquel dominio del habla y vivo celo por su integridad y limpieza eran cualidades características del último de los grandes líricos castellanos.» (“Gaspar Núñez de Arce”, EUI 1920, 39:133-139.)

Siendo Gobernador Civil de Logroño, resulta elegido diputado en Cortes en las elecciones de primero de diciembre de 1865, por Albacete (ocupa ese escaño sólo del 3 al 10 de enero de 1866) y por Valladolid. Fue también diputado por Valladolid en las Cortes Constituyentes, firmante por tanto de la gloriosa Constitución del Estado de la Nación española, de primero de junio de 1869.

En 1871 es uno de los quinientos heroicos suscriptores a las Obras completas de Platón, puestas en español por Azcárate (ordinal 125).

Entre 1873 y 1877 está abonado a la Sociedad de Bibliófilos Españoles (número facticio 343 de esa peculiar y cambiante cofradía).

En febrero de 1875 compone el largo canto “Raimundo Lulio” (publicado en Gritos de combate, Madrid 1875, páginas 151-184), doliente glosa de los delirantes sufrimientos que transitó el doctor iluminado, de trovador cortesano a futuro beato por el mahometano apedreado, arrobado por la hermosa Blanca de Castelo, la casta Ambrosia de Castelló que, al entrar a caballo tras ella Raimundo en la iglesia, y para librarse de tan insistente acoso, desnudó su pecho carcomido por repugnante llaga cancerosa… Reconoce Francisco Ferrari: “Tuvo fortuna el poema de Núñez de Arce, y de él esta leyenda es la que más mella hace en los espíritus ligeros” (Raimundo Lulio, Madrid 1954, pág. 10).

Y con mano alterada y temblorosa
descubriste tu pecho, carcomido
por repugnante llaga cancerosa.

–¡Ay! dijiste cayendo sin sentido
al contemplar mi horror: –¿Me amabais tanto
que a robarme la vida habeis venido?–

Yo, mudo de estupor, con el espanto
pintándose en mi faz desencajada,
pudiendo apenas reprimir el llanto,

ví deshacerse en polvo, en humo, en nada
mis ensueños, mi gloria, mi alegría,
el encanto del alma enamorada.

«La poesía lírica, aunque falta de rumbo fijo, y muy apegada todavía a añejos ideales y al culto exclusivo de la forma, tampoco deja de ofrecer de vez en cuando producciones notables, y prueba de ello han sido en el presente año Gritos del combate, del esclarecido ingenio D. Gaspar Núñez de Arce, uno de nuestros poetas más elevados y profundos.» (Manuel de la Revilla, “Revista crítica”, Revista Contemporánea, Madrid, 15 de diciembre de 1875.)

El 21 de mayo de 1876 ocupa la silla T como individuo de número de la Real Academia Española de la Lengua (ordinal 221 de esa casa).

«Al ocuparnos de la recepción del Sr. Barrantes dijimos que no nos parecía conveniente llevar a la Academia el apasionado acento de las luchas políticas, y no seríamos imparciales si hoy aplaudiéramos en un liberal lo que entonces censuramos en un reaccionario. Que el discurso del Sr. Núñez de Arce ha de habernos complacido bajo el punto de vista político, cosa es que a nadie puede ofrecer duda; que nos ha causado gran deleite su vigoroso y castizo lenguaje, no hay para qué decirlo; pero esto no obsta para que creamos que no es ese el tono propio del sitio en que fue pronunciado. Veíase demasiado al político en el discurso del Sr. Núñez de Arce y revelábase el literato únicamente en la incomparable magia del estilo. Era aquel el lenguaje del tribuno, no menos enérgico y apasionado que el orador ilustre a quien reemplazaba; pero no el del académico, que ha de ser templado y sereno en sus juicios como en sus palabras. Como acto político, era el discurso oportunismo en las actuales circunstancias; como acto literario, salvábalo solamente la belleza de la forma, tan rica, castiza, galana y robusta como todas las producciones del insigne autor de los Gritos del combate.» (Manuel de la Revilla, “Revista crítica”, Revista Contemporánea, Madrid, 30 de mayo de 1876.)

«Cosas más raras estamos viendo cada día. Parecía que ya era tiempo de que callase esa literatura progresista de perversa ralea, cuyas inocentadas han sido la delicia de tres generaciones. Pues he aquí que el eminente lírico Sr. Núñez de Arce (nombre caro a nuestras musas), al tomar asiento en la Academia Española, se acuerda de haber sido periodista y diputado constituyente, y gobernador de Barcelona después del movimiento setembrino, y con mengua de su buen juicio y talento poderoso (¡debilidades humanas!) nos regala un trocito de poesía doceañista, capaz de hacer llorar a las piedras. El Sr. Núñez de Arce es de los que para todo encuentran una explicación: la intolerancia. ¡Felices ellos que así poseen la clave de nuestra historia!» (Marcelino Menéndez Pelayo, “Mr. Masson redivivo”, Revista Europea, Madrid, 30 de julio de 1876.)

«Siguió un nuevo armisticio, que terminó al ingresar Núñez de Arce en la Academia Española, el 21 de mayo de 1876. El político de las Cortes Constituyentes anuló al poeta de El vértigo, y al estudiar en su discurso de recepción las causas de nuestra decadencia bajo los últimos reinados de la Casa de Austria, dio motivo a Revilla para un artículo en la Revista Contemporánea, a cuyo paso salió Menéndez y Pelayo en la Revista Europea, entablándose una nueva batalla –Azcárate, Perojo y Revilla contra Pidal, Laverde y D. Marcelino–, que enjuició Dusolier sosteniendo que hay, efectivamente, una ciencia y una filosofía españolas, pero que todo el talento de Menéndez y Pelayo no bastaban para probar que esta ciencia y esta filosofía tengan mucha importancia.» (“Biblioteca de la Cultura española”, publicada bajo la dirección de Francisco Vera, 1934.)

Ministro de Ultramar en el gobierno liberal de Práxedes Mateo Sagasta, del 9 de enero al 13 de octubre de 1883.

«–Si yo no hubiera sido tan bajito, hace muchos años que sería Ministro– me dijo el día que tomó posesión de la cartera de Ultramar.» (José del Castillo, Núñez de Arce, 2ª edición, Madrid 1907, pág. 13.)

Nombrado Senador Vitalicio por Real Decreto de abril de 1886, gobernando Sagasta, ese mismo año, el 8 de noviembre de 1886, pronuncia un importante discurso filosófico crítico y patriótico, con ocasión de la apertura de las cátedras del Ateneo de Madrid, sobre el Estado de las aspiraciones del regionalismo en Galicia, país vascongado y Cataluña, demoledor con las falsedades de los emergentes particularistas, aunque sin citar sus nombres. Discurso que, como cabía esperar, había de ser respondido por el federalista Valentín Almirall, ideólogo del incipiente y venenoso particularismo catalanista más alucinado.

«Así España quedó convertida en fiel amante del pasado, en patria de los aparecidos. Otro poeta moderno, Gaspar Núñez de Arce, es quien afirma que en España sólo están vivos los muertos. Desde entonces nos rebozamos en el sudario de nuestra leyenda.» (Emilia Pardo Bazán, “La España de ayer y la de hoy (La muerte de una leyenda)”, Conferencia dada el 18 de Abril de 1899 en la Sociedad de Conferencias de París.)

Sobre Gaspar Núñez de Arce en este sitio

1875 Juan Valera, “Consideraciones críticas sobre el libro titulado Gritos de Combate de D. Gaspar Nuñez de Arce

1877 Manuel de la Revilla, “Don Gaspar Núñez de Arce

1920 “Gaspar Núñez de Arce”, EUI 39:133-139.

Textos de Gaspar Núñez de Arce en este sitio

1886 Estado de las aspiraciones del regionalismo en Galicia, país vascongado y Cataluña

gbs