Filosofía en español 
Filosofía en español

Leopoldo Basa Villardefrancos  1866-1947

Leopoldo Basa

Periodista, literato, pintor y empresario español nacido en La Coruña, donde se forma como perito mercantil. Emigra en 1890 a la Argentina, donde ejerce como secretario de la Inspección General de la Municipalidad de Buenos Aires, y colabora en periódicos bonaerenses como El País y La Nación. Casado con María de la Encarnación Jimeno Araquistain, en Buenos Aires nacen sus hijos Álvaro Basa Gimeno (1894, †1978 Madrid, en 1920 matrimonia con Cristina Travesedo, hija de la primera marquesa de Santa Cristina), Leopoldo Basa Gimeno (1896, casado en 1938 con Elena Noe Inchauspe –en el palacio de Ayete de San Sebastián, residencia de su hermano Álvaro–, en 1950 vivía en Buenos Aires) y Fernando Basa Gimeno (†1973 San Sebastián, dejando viuda a Saturnina Muro). Leopoldo Basa Villardefrancos vuelve a España en 1909, con “cuantiosa fortuna”, asentándose en Madrid; se casa de nuevo en 1923 con María Ibáñez Ripollés, y muere en San Sebastián en 1947. Autor de numerosas obras, destaca El mundo de habla española (Cuadernos de Cultura, Valencia 1930), brillante y razonado alegato a favor del “Hispanoamericanismo”, de la “América española” y de los “Países hispanoamericanos”, por los años en los que se estaba gestando, de una parte la idea de Hispanidad, y de la otra un sospechoso Iberismo, propugnado desde Cataluña por nacionalistas que procuraban disimular su voluntad secesionista de España y soñaban con un delirante imperialismo catalán.

El mundo de habla española fue reeditado por el Ministerio de Educación Pública de Guatemala en 1951 (El mundo de habla española. Hispanoamérica y no América Latina, Biblioteca de Cultura Popular nº 19, Guatemala 1951, 102 páginas), y en 2001 por el proyecto Filosofía en español.

«Don Francisco Cambó, en su libro Por la Concordia, aboga por el Iberismo como un gran ideal ibérico; pero lo hace así porque olvida que los portugueses no pueden abandonar su vehemente personalidad, personalidad que es hija de un nacionalismo extremo, firme e inconmovible. En el precioso pabellón que los portugueses construyeron en la Exposición de Sevilla, y al cual llevaron maravillas como las obras pictóricas del gran Nuño Gonsalves, lo cual ganó la gratitud de los españoles, dio una conferencia muy interesante el ilustre hispanófilo portugués Agustín de Campos; la dio en correcto español, y a pesar de su mérito, este alarde honroso le sirvió para que a su regreso a Lisboa le pidieran cuentas de por qué no había hablado en portugués. Si el ilustre escritor a que aludo hubiese dicho su discurso en Inglaterra o en Francia, empleando los idiomas inglés o francés, los suyos se hubieran vanagloriado; pero el haberlo dicho en español, en España, les molestó. Ya ve el señor Cambó qué lejos está de toda posibilidad el Iberismo.» (Leopoldo Basa, El mundo de habla española, Valencia 1930, páginas 54-55.)

«De todo lo que se deja expuesto puede deducirse, sin titubeos, que la raza que descubrió, pobló y civilizó la mayor parte de América fue española netamente, con latidos latinos muy lejanos. Que el iberoamericanismo está mal aplicado y todavía mal definido, debiéndose tan sólo a don Alonso Quijano, que en este caso cambió la intrépida lanza por el arco de un violón. Que una cosa simpática y posible es el iberismo y otra imposible y absurda el iberoamericanismo. Que España no perdió su predominio espiritual en América y lo mantendrá indefinidamente si continúa llevando su civilización hacia el rango primero. Y que en consecuencia y por razones históricas, etnográficas, lingüísticas, sociológicas, de sentimiento y de pensamiento, debe decirse: “Hispanoamericanismo”, “América española” y “Países hispanoamericanos”. Otra cosa será apartarse de la verdad y de la justicia y coadyuvar al forzado imperio espiritual en América de países que no tienen derecho a ejercitarlo.» (Leopoldo Basa, El mundo de habla española, Valencia 1930, página 70.)

1902 «Un escritor coruñés. Leopoldo Basa. La prensa de Buenos Aires recibida últimamente se ocupa con merecido encomio del notabilísimo escritor coruñés Leopoldo Basa y Villardefrancos, con motivo de la lectura de su hermoso drama D. Marcelo, cuya representación en Madrid se gestiona por iniciativa del Círculo Gallego de la capital de la Argentina. Con tal motivo, El Eco de Galicia publica el retrato y un bosquejo biográfico de Basa, que ocupa un lugar preeminente en los círculos literarios y periodísticos de Buenos Aires, población en la que desempeña el importante cargo de secretario de la Inspección general de la Municipalidad. Celebramos sinceramente los triunfos de nuestro comprovinciano y querido amigo Basa, que juntamente con Adolfo Rey Ruibal, otro distinguido y joven escritor coruñés, mantienen brillantemente en la metrópoli sudamericana el pabellón literario de la ciudad herculina.» (El Noroeste, La Coruña, martes 2 de diciembre de 1902, pág. 2.)

1909 «Exposición Internacional de Agricultura. La Sociedad Rural Argentina celebrará en Palermo (el Retiro de Buenos Aires), para conmemorar la revolución de Mayo de 1810, una Exposición internacional de Agricultura, bajo los auspicios del gobierno de aquella nación. […] La Exposición será digna de la importancia de la Sociedad Rural Argentina, cuyo representante en Madrid, D. Leopoldo Basa Villardefrancos, persona de grandes talentos, nos ha hecho conocer con toda especie de detalles.» (El Liberal, Madrid, sábado 19 de junio de 1909, pág. 2.)

1912 «De la exposición de arte. Cuadros recibidos. […] Leopoldo Basa, nuestro paisano, que reside ahora en San Sebastián, manda para la Exposición tres cuadros suyos, dos óleos del malogrado Vaamonde, uno de Bouchet, un gallego viejo ya y maestro de arte en Buenos Aires, en donde reside desde hace muchos años, y un dibujo de Urbano González, el querido y llorado compañero. Estas obras se recibirán hoy.» (El Noroeste, La Coruña, martes 16 de julio de 1912, pág. 1.)

1916 «Un viajero distinguido. Leopoldo Basa. Está desde ayer en la Coruña nuestro antiguo y querido convecino el notable y distinguidísimo escritor Leopoldo Basa. Basa que, como es sabido, vivió muchos años en la Argentina, donde su talento, su don de gentes y su laboriosa honorabilidad le crearon una brillantísima posición oficial y una cuantiosa fortuna, se retiró a España no hace mucho tiempo. Ahora vive en Madrid, aunque, de vez en cuando, hace viajes a su segunda patria para cuidar de los grandes intereses que en ella conserva. Ahora se disponía a emprender uno de esos viajes, embarcándose en el Tubantia, en su próxima escala en nuestro puerto. La catástrofe que ha destruido el hermoso buque, privando al Lloyd holandés y a la marina neerlandesa de una de sus mejores unidades, le obliga, naturalmente, a alterar sus planes buscando otro barco, con lo cual permanecerá algunos días más entre nosotros. Leopoldo Basa, que es un escritor muy culto y muy delicado, publicó recientemente una novela muy hermosa: El Premio. Trátase de un bello, hondo y ameno libro revestido por la galanura de estilo de su autor de encantos que lo hacen ser leído con fruición e interés. El Sr. Basa, que cuenta en la Coruña con muchos amigos, está siendo muy agasajado por ellos.» (El Noroeste, La Coruña, viernes 17 de marzo de 1916, pág. 1.)

«Libros e ideas. El Premio. Don Leopoldo Basa, un gran escritor español que hasta ahora sólo ha trabajado para el público de los periódicos argentinos, acaba de publicar entre nosotros, con el título de El premio, la novela que tantas veces se pidió inútilmente a los novelistas españoles. Es, ante todo, un libro español por la pureza del lenguaje y por la claridad diamantina en que se desenvuelven todas sus escenas Pero la vastitud del horizonte dentro del cual estas escenas ocurren parece no acomodarse al concepto tradicional de nuestra literatura. Bien mirado, el Sr. Basa no hace otra cosa que seguir aún el ejemplo de los clásicos, tan curiosos del espectáculo del mundo, y que con tal devoción solían llevar a sus libros las impresiones recibidas. El autor de El premio no escribe como los clásicos españoles escribían. Esto, sin embargo, antes que como censura, va dicho en son de elogio. No se honra a los maestros de una literatura imitando pacientemente sus formas peculiares de expresión, sino tomándolas como modelos insignes para forjar, sobre su estudio, una personalidad propia. Cervantes, nacido en nuestra época, amaría, sin duda alguna, al Cervantes que todos conocemos. Procuraría estudiarlo y huir luego de su imitación, como de un crimen de lesa patria. Cervantes, con su talento, no podría ignorar que los idiomas constituyen un cuerpo vivo, sujeto a todas las leyes de la evolución. Por eso el libro de Leopoldo Basa, cuyas raíces es necesario buscar en la literatura castellana del siglo de oro, apenas recuerda la manera de hacer de los clásicos. En este sentido, sus progenitores directos tal vez estén en Francia. Francia ha influido sobre el autor de El premio, dando fluidez a su estilo, haciéndolo ligero, apto para la expresión de todas las delicadezas, de todas las sutilezas. Pero la levadura sobre la cual ese estilo se ha trabajado, es netamente castellana, como Io era en el gran siglo, cuando nuestros clásicos se asomaban al horizonte de Italia para respirar, no sólo el viento perfumado al través de sus jardines ilustres y ennoblecidos al contacto de sus mármoles eternos, sino las auras de modernidad que entonces arrancaban a las literaturas vivas sus armonías más hondas. Así ha hecho Leopoldo Basa un libro que interesará por igual a todas las personas que pueden quemar sus pensamientos en el generoso sol del idioma castellano. El premio es una obra local en la República Argentina, donde su acción se inicia, y lo es en España, donde se desarrolla, sin que esto le reste la gran condición de la universalidad, sin lo que, actualmente, la obra de arte sólo puede aspirar a una vida momentánea. Todas las ideas, todos los sentimientos que hoy conmueven al mundo, alientan vigorosamente en la novela de Leopoldo Basa; y alientan, no porque el novelista haya traído a su obra tortuosamente esos elementos, sino por requerirlo así la índole del libro y la manera de ser de los personajes. Si con alguna otra novela contemporánea puede compararse El premio, será con El túnel, del alemán Bernad Kellermann. No hay semejanzas de concepción ni de procedimientos entre los dos libros, pero ambas parecen girar en torno a esa fiebre que va moldeando el carácter de la vida moderna. Fuera de esto, El túnel es una cosa muy distinta del libro de Leopoldo Basa. El túnel, tan recio, tan férreo, no recuerda en nada a esta otra novela, llena de dulzura y de poesía, con esa poesía que no está en el artificio de los versos, sino en la emoción sentida hondamente y expresada con fuerza. Así consigue Leopoldo Basa el triunfo, tan pocas veces logrado por los novelistas españoles, de interesar a las mujeres. Estas, con su enorme fuerza de intuición, aprecian en El premio la gran fluidez y elegancia de aquel estilo, el extraordinario poder de síntesis que allí revela su autor, y el concepto preciso que tiene de las proporciones. Pero hay más: Muy amante, repetimos, de los clásicos españoles, el Sr. Basa ha estudiado con cariño a los grandes autores de la moderna literatura universal. En virtud de esto, su libro, siendo un prodigio de amenidad y delicadeza, es también la obra de un realista intransigente. El estudio cariñoso de la vida moderna y de toda la literatura contemporánea por un espíritu muy enamorado de la tradición portuguesa produjo en Portugal a Eça de Queiroz. Acaso Leopoldo Basa comience con El Premio, a realizar entre nosotros un milagro parecido. H. de T.» (La Mañana, Madrid, jueves 23 de marzo de 1916, pág. 2.)

1920 «El lunes último don Leopoldo Basa y Villardefrancos, pidió para su hijo, el distinguido joven don Álvaro Basa y Gimeno, la mano de la lindísima señorita Cristina Travesedo y Bernaldo de Quirós, hija menor de los marqueses de Santa Cristina. La boda se ha fijado para el próximo mes de abril.» (El Debate, Madrid, sábado 7 de febrero de 1920, pág. 3.)

1921 «“La Nación” de Buenos Aires en Madrid. Esta tarde se ha inaugurado en la avenida del Conde de Peñalver, número 8, la nueva Agencia del prestigioso diario argentino La Nación. Asistieron el ministro de Instrucción Pública y subsecretario, señor Romero y el vicepresidente del Senado, general Marina. El representante en Madrid del citado diario es don Leopoldo Basa y Villar de Francos, notable literato que ha residido en la Argentina muchos años, y el representante en Europa, que actualmente está en Madrid, es don Fernando Ortiz Echagüe, publicista de bien probados méritos. Ambos hicieron los honores de la nueva casa a los numerosos invitados al acto. Entre éstos figuraban el expresidente del Consejo don Antonio Maura, la condesa de Pardo Bazán, don Jacinto Benavente, don Rafael Altamira, el señor Linares Rivas y otros distinguidos escritores.» (La Época, Madrid, sábado 30 de abril de 1921, pág. 3.)

«La Prensa Argentina en España. “LA NACIÓN”, de Buenos Aires. El gran periódico argentino La Nación ha instalado en Madrid una suntuosa agencia, cuya inauguración oficial se realizó el sábado con una brillante fiesta. Asistieron al acto numerosas personalidades políticas, diplomáticas, artistas, hombres de letras, militares, periodistas y los colaboradores y amigos de La Nación. Don Fernando Ortiz Echagüe, representante general de ese diario en Europa, nos expuso los móviles que guían a La Nación al establecerse en Madrid. La Nación, más que cualquier otro órgano argentino, se ha esforzado siempre por robustecer ese sentimiento de cordial fraternidad hispanoargentina, que surge con poderoso empuje a través de la historia de ambos países. Si entre los pueblos conocerse es amarse, La Nación estaba obligada a crear un centro de propaganda argentino en España, con objeto de facilitar a la Prensa española, a los comerciantes y al público en general informaciones y datos sobre la República Argentina. Las oficinas de La Nación en Madrid recibirán un servicio cablegráfico diario de la vida argentina, que será facilitado desinteresadamente a la Prensa española. La Agencia atenderá además todas las consultas que se le dirijan sobre las condiciones de la vida argentina. Exportadores, industriales, emigrantes, turistas, tendrán así en las nuevas oficinas una fuente fidedigna de información. La utilidad de la agencia de La Nación en Madrid será doble, porque su personal completará la extensa información telegráfica que desde España remiten diariamente sus corresponsales al gran diario bonaerense, recogiendo las palpitaciones de la vida intelectual y científica de nuestra patria, acudiendo a los centros vitales y nerviosos de la actividad nacional para dar a los argentinos y a los compatriotas del otro lado del Atlántico la sensación clara de los progresos y actividades de España. Además de las tres o cuatro columnas diarias de información telegráfica de España que publica La Nación, ilustran sus páginas las firmas de las más altas mentalidades españolas: Unamuno, Posada, Marquina, la condesa Pardo Bazán, Salaverría, Araquistain, &c., &c. Para realizar esta importante labor de acercamiento, La Nación ha puesto al frente de sus oficinas en Madrid a D. Leopoldo Basa, notable literato y periodista, vinculado a La Nación por una colaboración asidua, en la que refleja con imparcialidad y hondo espíritu de observación las diversos aspectos de la actualidad española desde el punto de vista argentino. El Sr. Basa ha residido veinte años en aquel país, donde desempeñó el cargo de secretario de la Inspección General de la Municipalidad, que equivale al de secretario de Gobierno Civil de Madrid, con permiso otorgado por el Rey, de acuerdo con nuestra Constitución. Ningún español llegó a cargo tan elevado en el mundo oficial de aquella República. Secundará al Sr. Basa en sus tareas el Sr. Enrique Paul y Almarza, avezado periodista, muy conocido entre nosotros, que tendrá a su cargo la información telegráfica.» (La Voz, Madrid, 4 de mayo de 1921, pág. 4.)

«El alcalde recibió ayer de Madrid el siguiente telegrama: “En nombre La Nación de Buenos Aires, que represento, y donde durante tantos años brilló el genio imponderable de la condesa de Pardo Bazán, asóciome al hermoso homenaje que el pueblo de la Coruña tributarále mañana y mentalmente deposito en su monumento un ramo de gardenias flor bella y fragante que la mujer argentina cuida con tanto amor. Leopoldo Basa.”» (El Orzán, La Coruña, domingo 22 de mayo de 1921, pág. 1.)

«Por los voluntarios de Sudamérica. El representante de La Nación de Buenos Aires, en Madrid, don Leopoldo Basa, ha dirigido al alto comisario en Marruecos la siguiente carta: “Mi muy estimado general y distinguido amigo: Ruego a usted que por los medios que estime más oportunos, y si lo considera conveniente, haga saber a los voluntarios procedentes de la Argentina, el Uruguay y otras repúblicas sudamericanas, que sirven en ese valeroso ejército, que esta Agencia está a su disposición para hacer llegar a América, por intermedio de La Nación cualquier asunto que les interese, ya en forma de suelto enviado por correo, ya como noticia transmitida por telégrafo, si su índole lo mereciese. La República Argentina se enorgullece de su ascendencia, al conocer el temple moral de la raza hispana, bien manifiesto en esa lucha homérica, y presta toda su simpatía y apoyo moral a la noble y difícil causa civilizadora en que está empeñada España.”» (El Debate, Madrid, miércoles 31 de agosto de 1921, pág. 3.)

«Una velada en honor de Rubén Darío. Con la iniciativa de nuestro compañero Bedoya, que el Ayuntamiento aprobó por unanimidad, de dar a la glorieta del Cisne el nombre de Rubén Darío, se han puesto de actualidad algunos proyectos y subiniciativas –si así podríamos llamarlas– encaminadas a dar mayor realce si cabe, desde un punto de vista de divulgación, a la fama del formidable nicaragüense. Leopoldo Basa, que es un espíritu emprendedor y entusiasta de las glorias americanas, ofreció galantemente las suntuosas oficinas que La Nación, de Buenos Aires, tiene en la Gran Vía, para que Vázquez Díaz, el pintor intelectualísimo, expusiese un retrato de Rubén y se verificase ayer tarde una velada de las de bilateralidad literario-musical en honor del pontífice de la sonatina. Con asistencia de íntimos admiradores del poeta. Basa dio lectura a unas cuartillas explicativas del carácter de la fiesta, y Alberto Ghiraldo –que recibía constantemente muchas felicitaciones por el éxito obtenido sobre la gestión policíaca del jefe de Seguridad, señor Millán de Priego, como por si hacía falta quedará meridianamente demostrado en una próxima conferencia, cuya fecha y sitio se anunciará oportunamente, y a la que todos los elementos americanos deben prestar una absoluta solidaridad–, y Alberto Ghiraldo, repetimos, leyó, a su vez, una exaltación lírica del rubendarismo, que fue constantemente interrumpida por los aplausos de la concurrencia. José Francés recita unos versos de Rubén, y luego leyó unas cuartillas del Sr. Répide, en las cuales se lanza la iniciativa de que Vázquez Díaz haga un fresco reproduciendo el retrato que expone en las oficinas de La Nación, para que sea colocado en la Glorieta de Rubén Darío. La idea fue acogida con entusiasmo, y como ella viene a reforzar la nuestra inicial, nos parece de perlas, y contribuiremos en la medida de nuestras fuerzas a que llegue también al estado de realidad. Leopoldo Basa, el simpático e inteligente representante del gran diario bonaerense, fue muy felicitado por el éxito de organización de la velada, a la que concurrieron distinguidos miembros de nuestras clases intelectuales y sociales.» (“Página ibero americana”, El Sol, año V, nº 1312, Madrid, sábado 22 de octubre de 1921, pág. 8.)

1923 «Esta mañana, en el Camarín de la Virgen de los Desamparados, se ha realizado el enlace del distinguido y correcto publicista hispano-americano don Leopoldo Basa, con la gentilísima señorita María Ibáñez Ripollés. La novia, rosada y sonriente flor de simpatía, vestía elegante traje blanco de encajé; toda distinción y delicadeza estaba resplandeciente. Han sido apadrinados por el hermano de la novia don Ricardo Ibáñez Ripollés y su bellísima esposa doña María Almela. Selecta y nutrida concurrencia ha hecho votos por la felicidad de la dichosa pareja. Después de tan lucida ceremonia, han sido obsequiados los invitados con espléndido lunch. Para los nuevos desposados deseamos toda suerte de venturas, y que la luna de miel les sea pródiga e interminable.» (La Correspondencia de Valencia, Valencia, lunes 15 de enero de 1923, pág. 2.)

«1.020 Basa Villardefrancos, Leopoldo. Plaza de Bilbao, 2.» (“Lista de señores Socios en el año 1923”, Club Alpino Español. Anuario 1923, Imprenta Clásica Española, Madrid 1923, pág. 45.)

1926 «Conferencia del señor Basa. Hoy viernes, a las 10 de la noche, el notable literato y prestigioso americanista, don Leopoldo Basa, dará en este Ateneo, una conferencia acerca del tema: “El alma de España en América”. El señor Basa, que ha residido muchos años en Buenos Aires, donde ha ejercido altos cargos oficiales, es colaborador de los principales diarios y revistas argentinos y vino a España como representante general de La Nación, para organizar las oficinas en Madrid y continuar su meritísima labor de acercamiento entre nuestro país y las repúblicas iberoamericanas. Su conferencia es de una gran oportunidad en los momentos actuales y por la variedad de asuntos a que se referirá en ella y el profundo conocimiento que el señor Basa tiene de aquellos países, es esperada con vivísimo interés.» (El Pueblo. Diario republicano de Valencia, Valencia, viernes 26 de febrero de 1926, pág. 2.)

«Ateneo Mercantil. Conferencia del señor Basa. Ante una selecta concurrencia, en la que figuraban muchas señoras, dio su anunciada conferencia el ilustre periodista y literato don Leopoldo Basa, cuya presentación fue hecha por el presidente del Ateneo don Mariano Gómez, que hizo un caluroso elogio de la personalidad del conferenciante y aludió a las brillantes campañas realizadas por el mismo en los más importantes periódicos argentinos durante su permanencia en Buenos Aires. Presidió el acto el señor cónsul de la República Argentina, a quien acompañaban en el estrado el señor decano y una numerosa representación del Cuerpo Consular ibero-americano en Valencia. El alma de España en América fue el tema de la disertación del señor Basa, que comenzó refiriéndose a las tres naciones que se disputan el predominio en los veinte países americanos de origen español, y son los Estados Unidos de América del Norte, Italia y Francia. Habló de la conveniencia de los discursos discretos, sobre hispanoamericanismo, dichos en América por españoles y en España por americanos y se refirió a alguno de estos. Trató los temas tan manoseados por nuestros enemigos, referentes a la decadencia y a la ignorancia españolas, y apoyándose en respetables juicios de eminencias extranjeras, demostró que España nunca padeció decadencia sino gigantismo, y que la ignorancia de España no está dentro de ella sino fuera, porque los españoles, más que ignorantes son ignorados. Recordó la emocionante relación que del combate naval en Santiago de Cuba hizo el marino yanqui míster Evaus para llegar al honroso reconocimiento que hicieron los norteamericanos de la pureza moral de nuestros marinos. Aludió a la institución La Cultural, creada por españoles muy patriotas en Buenos Aires, debido a la que, nuestra cultura, está siendo conocida en América desde hace ya veinte años. También citó emocionantes y elocuentes episodios históricos de la conquista de América. Hizo un bosquejo de nuestros grandes adelantos en la actualidad. Se encariñó con la reseña de nuestro tesoro artístico, al cual debe España que vaya aumentando tanto el número de americanos hispanizantes. Habló largamente de nuestro idioma, de su belleza, de su fuerza y de la importancia enorme que puede tener en el porvenir. Habló del solar hispano, que, moralmente, se extiende por América. Demostró que el número de millones de piastras que sacaron los españolas de América, sirvió para despertar la ambición de Europa, que contribuyó a llevar a América el grado de engrandecimiento en que hoy se encuentra, y terminó dedicando a la tierra de Franco, que es la del conferenciante, Galicia, un bellísimo recuerdo. El señor Basa, que además de ser un exquisito literato, es un amenísimo orador, tuvo pendiente de su disertación al auditorio, que le interrumpió repetidas veces con sus calurosos aplausos y le ovacionó al terminar su notabilísima conferencia, que es una de las más hermosas que hemos oído en el Ateneo.» (El Pueblo. Diario republicano de Valencia, Valencia, jueves 4 de marzo de 1926, pág. 2.)

«En el vapor Manuel Arnús salieron para San Sebastián don Fernando Torres Calderón y el brillante escritor don Leopoldo Basa Villardefrancos.» (El Orzán, La Coruña, martes 7 de septiembre de 1926, pág. 2.)

1931 «Cuadernos de Cultura. Publicación quincenal. Acaban de aparecer: El mundo de habla española por Leopoldo Basa, y El romancero español por Ramón de Campoamor Freire. Precio: 0,60 pesetas. Embajador Vich, 15. Valencia (España)» (El Sol, Madrid, jueves 15 enero 1931, pág. 2.)

«Hispanoamericanismo. Basa, Leopoldo: El mundo de habla española. Prólogo de Federico García Sanchiz. Valencia, “Cuadernos de Cultura”, XXII (Embajador Vich, 15) 1930, 70 páginas en octavo, 0,60 pesetas. En la colección de “Cuadernos de Cultura”, con que una Empresa altruista, en Valencia, está aproximando entre sí lo que tradicionalmente en España andaba alejado –el pueblo y el saber–, y no precisamente por deseos o pecados del pueblo, en esa colección no podía faltar este tomo. Y ya está, y confeccionado por persona tan autorizada en cuestiones hispanoamericanas como el Sr. Basa, “la figura singular” de altiva y noble independencia de que habla García Sanchiz en el prólogo. Leopoldo Basa es un hispanoamericanófilo. Vive y siente el hispanoamericanismo tradicional, con todas sus buenas cosas y todos sus defectos, entre los cuales no es el de menor bulto el sonido a hueco que se obtiene golpeándolo con los nudillos de la crítica histórica, los métodos económicosociales o los principios jurídicos de relaciones entre pueblos. El hispanoamericanismo tradicional se ha creado un ambiente vacuo, lleno de tópicos, de cantos a la raza, a la madre, a las figuras de acá y de allá; ambiente en el que van muy bien las casacas galoneadas y se desarrollan los banquetes oficiales de aproximación, las embajadas espirituales..., ¡tan vacío todo de la savia civil que presta con sólo su presencia el pueblo, el que no tiene acceso a las antesalas de damasco, ni hunde los pies en las alfombras muelles de los palacios, ni cruza sus pechos con bandas de colores! En El mundo de habla española hay todo eso, revuelto con las exposiciones de Sevilla y de Barcelona, con la Ciudad Universitaria, con Vasco Núñez de Balboa y Alfonso XIII, con el Sr. Fernández Medina y Lope de Aguirre, con interesantes noticias históricas y juicios personales muy acertados. No faltan la hipérbole, el anacronismo o la pasión que suele haber en estos libros. Ejemplo de lo primero, casi todo el libro y afirmaciones como la de (página 64) “Hay un género en la literatura del mundo, el género novela (subrayado por el autor), inventado por Cervantes” (que subrayo yo); de lo segundo, hablando de cómo se fundaba por los conquistadores una ciudad en América (página 25): “En el sitio que juzgaban más apropiado clavaban una estaca. Era éste el primer monumento..., el árbol donde se hacía justicia. Después, y poco a poco, iban creando los órganos vitales de todo pueblo: el fuerte, el hospital de caridad, la iglesia matriz, el Cabildo, la Aduana, la casa de gobierno, el teatro, los cafés, los hoteles, los comercios...” (en el siglo XVI). Ejemplo de injusticia: “América bate palmas por los avances de la aviación española, tanto en el campo de las intrepideces como en el de los inventos.” Parece va a recordarse la hazaña inolvidable del comandante Franco y del Plus Ultra; pero no se pronuncian esos nombres hoy nefandos, sino el de “el autogiro Cierva, reputado como lo más perfecto de lo que hasta ahora se ha inventado en aviación”, lo cual es verdad según los enterados; no había por qué callarlo. En suma: un libro lleno de datos interesantes, rebosando sano y laudable optimismo, nobleza; un libro hispanoamericanista con todo lo que encierra la palabra. Jenaro ARTILES.» (El Sol, año XV, nº 4212, Madrid, miércoles 11 febrero 1931, pág. 2.)

«La prensa hispanoamericana. Hemos recibido por vez primera, y con gusto dejamos establecido el canje, las siguientes publicaciones: […] Letras, revista literaria que se publica en Buenos Aires, dirigida por D. Arturo Cambours Ocampo. Es de vanguardia y se titula “tablero de arte y ciencia”. Tiene Letras su “Mirador”, atalaya sugestiva desde donde ve y comenta la producción literaria. En este número que tenemos a la vista, la emprende con D. Leopoldo Basa, que ha editado en Valencia (España) un libro, El mundo de habla española, en el que sostiene que se comete error al decir “Ibero-América” o “Latino-América”, pues como debe decirse es “Hispano América”. Letras niega al Sr. Basa, que, como verán los lectores discurre con bastante sentido, la sal y el agua, y dice, entre otras pintorescas cosas a que obliga el dichoso vanguardismo: “Terminemos diciendo unas palabras al oído al Sr. Basa: América no necesita rótulos. América no es ni Hispano, ni Ibero, ni Latina; es simplemente América, grande y generosa, amiga de España y de todos los pueblos del mundo”. ¡Qué le vamos a hacer!» (Revista Hispanoamericana de Ciencias, Letras y Artes, Madrid, abril 1931, año X, nº 96, págs. 139-140.)

«Un libro interesante con un prólogo de Sanchiz. El mundo de habla española. En los “Cuadernos de cultura” ha publicado el distinguido escritor don Leopoldo Basa una nueva obra titulada El mundo de habla española. De su interés y de su mérito dan idea las “cuatro palabras” que a manera de prólogo ha escrito el brillante cronista don Federico García Sanchiz. Al dar cuenta de la aparición del nuevo libro, nos parece oportuno reproducir esas palabras. Dicen así: “Leopoldo Basa. Es aquel señor…”.» (La Época, Madrid, jueves 16 de abril de 1931, pág. 6.)

1932 «El mundo de habla española. Con este título ha publicado el ilustre escritor hispanoamericano D. Leopoldo Basa un librito que, si es diminuto en el tamaño, encierra inestimable valor, y tiene vasto alcance por su sentido polémico y la fecundidad de su tesis. El Sr. Basa es una de las figuras más prestigiosas de la falange intelectual v literaria que mantiene con tesón y gallardía de cruzados en tierras americanas el glorioso pabellón español. Gran señor, mecenas de refinado gusto, artista y escritor cultísimo, D. Leopoldo Basa tiene contraídos positivos méritos para que, con toda justicia, pueda atribuírsele aquel puesto preeminente a que hemos aludido. En el libro El mundo de habla española ha puesto el Sr. Basa su autoridad y su espíritu polémico al servicio de la tesis, que para él es credo y dogma indeclinables, de que la raza que pobló y civilizó la mayor parte de América fue española netamente, con latidos latinos muy lejanos; que una cosa simpática y posible es el iberismo y otra, imposible y absurda, el iberoamericanismo, y que por razones históricas, etnográficas, lingüísticas, sociológicas, de sentimiento y de pensamiento, debe decirse: “Hispanoamericanismo”, “América española” y “Países hispanoamericanos”. Para llegar a estas conclusiones, medula y síntesis del libro que nos ocupa, D. Leopoldo Basa nos conduce a través de investigaciones y anecdotario de singular interés y amenidad, llevándonos de su mano literaria fina y experta.» (“Crítica y noticia de libros”, ABC, Madrid, 25 de mayo de 1932, pág. 10.)

1936 «Ha salido para San Sebastián el señor D. Leopoldo Basa, acompañado de sus hijos los señores de Basa (D. Fernando).» (ABC, Madrid, 2 de junio de 1936, pág. 32.)

1938 «De sociedad, ecos diversos. En San Sebastián, en la capilla del palacio de Ayete, residencia como es sabido, con anterioridad a Miramar, de la Reina Regente, y de la que en más lejanos días fueran huéspedes, Isabel II, Alfonso XII y la Reina Alejandra de Inglaterra, se ha celebrado la boda de la encantadora señorita Elena Noé Inchauspe, de distinguida familia argentina, con don Leopoldo Basa y Gimeno; fue apadrinada por Cristina Travesedo de Basa, hija de los marqueses de Santa Cristina, y el señor don Leopoldo Basa Villardefrancos, padre del novio. Por la novia firmaron como testigos sus hermanos políticos, don Álvaro y don Fernando, y por el novio, don Francisco Travesedo y Casariego y el conde de Montefuerte. El enlace lo bendijo el ilustre sacerdote don Santiago Monreal. En Ayete, que es hoy propiedad de los marqueses de Camposagrado y le habitan sus sobrinos los señores de Basa (don Álvaro), se sirvió, terminada la religiosa ceremonia, un almuerzo, al que asistieron, a más de los citados, la condesa de Montefuerte, Inés Travesedo y Bernaldo de Quirós y el duque viudo de Nájera. Los novios se encuentran en Zaraúz.» (ABC, Sevilla, 6 de julio de 1938, pág. 14.)

Textos de Leopoldo Basa en el proyecto Filosofía en español

1930 El mundo de habla española, Cuadernos de Cultura XXII, Valencia 1930, 70 págs.

r