Filosofía en español 
Filosofía en español

Francisco Maceín Escalona  1872-1903

Librepensador antivelocípedo, agitador obrero, republicano, periodista, pistolero, anticlerical, antimilitarista y libertario español muerto en Madrid en abril de 1903. Había contraido matrimonio civil en septiembre de 1900 con Aurora Flaquer, de dieciocho años, naciendo Marat Maceín Flaquer en mayo de 1901, aunque el pobre no pudo hacerse “acreedor a su nombre”, pues no pasó de mortichuelo. En 2013 la existencia de Francisco Maceín quedó puesta en entredicho, por los revolucionarios resultados de las sesudas investigaciones académicas de una profesora de la Universidad de Granada, acreditada como catedrático, publicados en un scholarly article difundido por una revista de la Universidad Estatal de Arizona. Según esta señora profesora e investigadora, Francisco Maceín habría sido el padre de Federica Montseny (nacida en 1905), y se habría dado a conocer con el pseudónimo de Federico Urales (quien, mal informado, por lo que parece, se murió en 1942 creyendo que había nacido en 1864 como Juan Montseny):

«Y es que, en efecto, Alejandro Sawa siempre se caracterizó por un talante insobornable en la denuncia, lo que le cerraría no pocas puertas a lo largo de su trayectoria. Así, Francisco Maceín, que habría de ser pocos años más tarde padre de Federica Montseny y que sería más conocido por su seudónimo de Federico Urales, le dedicaría en 1897 un artículo, titulado “Bohemios españoles. Alejandro Sawa”, donde se refiere precisamente a ese carácter especialmente íntegro que distingue al autor, y cómo ese aspecto ha dificultado siempre su acceso a los medios públicos.» (Amelina Correa Ramón, «De una calle poética, un año emblemático y la caída de una estrella fugaz: Sobre los orígenes sevillanos de Alejandro Sawa, en el 150 aniversario de su nacimiento», Journal of Hispanic Modernism, nº 3-4, 2012/2013, pág. 12. El General Editor de esa revista es Alberto Acereda.)

Hijo de Aquilina Escalona y de Víctor Maceín Muñoz, veterano «revolucionario federal pactista», quienes formaron una familia de activistas, un círculo, los Libre-pensadores de Pozuelo de Alarcón. En el verano de 1885 Las Dominicales del Libre Pensamiento impulsaron una suscripción para socorrer a las víctimas del cólera en Murcia, «¡Piedad para Murcia!», publicando cientos de nombres y pseudónimos de contribuyentes conscientes cotizantes: «Un libre-pensador federalista», «Un espiritista», «Una excomulgada», «Un libre-pensador», «Un portero con ocho hijos», «Un médico homeópata libre pensador», «Una libre-pensadora espiritista», «Un liberal extremeño», «Un hermano .·.», «Viriato g.·. 18.·.», «Una espiritista», «Un panteísta», «Una libre-pensadora», «Un sargento del ejército de la Nación y sólo para la Nación», «Una espiritista libre-pensadora de Zaragoza», &c. En la relación publicada el domingo 5 de julio de 1885, destaca la familia Maceín, que aportó seis pesetas. En esa misma lista están Nicolás Salmerón y Rosario de Acuña, por ejemplo, dando 50 pesetas cada uno; «Un cristiano católico» que puso 25, «J. N., espiritista» 100 o la «Señora de Rodríguez» 125 pesetas. ¿Por qué los Maceín no hicieron figurar de consuno su óbolo de seis pesetas y prefirieron consumir nueve líneas de texto en el periódico, una para cada miembro del círculo? Más que algún narcisismo trastornado, hubo de influir su individualismo, pues así cada Maceín se reivindicaba como un ser autónomo espiritual racional finito e independiente, y proclamaba que cada uno de ellos, como nuestro Francisco Maceín, que tenía entonces trece años, no sólo era libre, sino que era también un pensador, y, además, en armoniosa conjunción, cada uno de aquellos pozuelitas era un caritativo y generoso libre-pensador (aunque mantuvieran ciertas castas o jerarquías, pues unos cotizaban con una peseta y los otros con dos reales):

Libre-pensadores de Pozuelo de Alarcón

 Pesetas
Doña Aquilina Escalona1
D. Víctor Maceín1
  Román Maceín  50
Doña Victoria Maceín  50
D. Mariano Maceín  50
  Francisco Maceín  50
  Isidoro Maceín  50
Doña Josefa Maceín  50
D. Modesto Maceín1
  Antonio Barrio1

(Las Dominicales del Libre Pensamiento, Madrid, domingo 5 de julio de 1885.)

1889 «Pozuelo de Alarcón 31. Director liberal. Nuestro entusiasta aplauso a su valiente periódico por su digna campaña. Nuestra felicitación sincera a los ilustres letrados Sres. Ballesteros, Ruiz Jiménez y Pérez de Soto, por sus elocuentes discursos. Por la reunión insensata, Francisco Maceín.» («La acción popular en provincias», El Liberal, Madrid, 1 junio 1889.)

1894 «Contra el velocípedo. Pozuelo de Alarcón, Noviembre 1894. Señor director de EL IMPARCIAL. Muy señor mío y de toda nuestra consideración: Los abajo firmantes, vecinos de esta villa, rogamos a Vd. encarecidamente se digne ordenar la inserción de las presentes líneas en las columnas de su ilustrado periódico, único medio de que nuestras justas quejas lleguen a oídos de la superioridad a fin de remediar los graves perjuicios de que somos víctimas, por lo que les quedaremos altamente reconocidos.
Hay adelantos muy cacareados que son verdaderos retrocesos. Ejemplo: desde hace unos días se ha establecido el servicio de biciclistas para la conducción del correo desde Madrid a este pueblo, dejando por consiguiente sin efecto el antiguo sistema de trasportarlo por el ferrocarril, con lo cual resulta que antes llegaba a nuestro poder la correspondencia en el mismo día en que se expedía en la corte; a las ocho de la noche teníamos aquí la depositada en Madrid hasta las seis de la tarde del mismo día. Hoy, con el nuevo sistema, la correspondencia de Madrid depositada después de las diez de la mañana no llega a nuestro poder hasta la una de la tarde del día siguiente; es decir, ¡veintisiete horas para recorrer diez kilómetros en lo que antes sólo se empleaban tres o cuatro!
Comprenderá Vd., señor director, lo justo de nuestras quejas y los graves perjuicios que con este adelanto estamos sufriendo el comercio, la industria y los particulares. Nosotros protestamos de esta mejora y suplicamos al señor director de correos o a quien corresponda, que nos devuelva, por Dios, al antiguo sistema.
Somos de Vd. señor director, con la más distinguida consideración agradecidos y afectísimos seguros servidores Q. B. S. M., Francisco Aguado Morari. Vicente de Abajo. Bruno Barrio. Jacinto Rodríguez. Dionisio Esteban. Eusebio García. Domingo Barrio. Vicente Martín Anel. José de Castro. Elías García. Francisco García Tobares. Pablo Maceín. Demetrio Barrio Muñoz. Vicente Martín López. Ramón López Arrojo. Francisco Maceín. León Clede. Pascual Gil. Victorio Maceín. Ramón Jiménez. Zacarías Pérez. Enrique García. Manuel Llumayer y Bos.» (El Imparcial, Madrid, domingo 11 noviembre 1894.)

En noviembre de 1894 escribe Francisco Maceín a Fernando Lozano, impulsor de Las Dominicales del Libre Pensamiento, por supuesto desde Pozuelo de Alarcón: «me ha cabido la altísima honra de ser el que ha levantado la bandera del librepensamiento en este pueblo contra el pernicioso clericalismo»: «Librepensamiento en acción».

En 1896 funda La República Social con Ernesto Bark y Ricardo Yesares.

1896 «Altras produccións rebudas. .·. Biografías republicanas: Ernesto Bark, per Francisco Maceín.» (La Esquella de la Torratxa, periódich satírich, humorístich, ilustrat y literari, Barcelona, 13 marzo.)

«Para los soldados. Suscripción abierta por El Imparcial para los soldados heridos o enfermos. […] Donativos por el Ayuntamiento y vecindario del pueblo de Pozuelo de Alarcón: […] D. Francisco Maceín 2. Doña Felisa Maceín 0,5. D. Feliciano Maceín 0.50. D. Juan Maceín 0,20. D. Pablo Maceín 0,50. Don Manuel Maceín 0,20. D. Eugenio Maceín 0,25…» (El Imparcial, 5 diciembre 1896.)

1897 «Importante. El Consejo de redacción de Germinal ha quedado constituído en la forma siguiente: Francisco Maceín, Doctor Merlín y A. de Santaclara. Germinal viene a resumir las campañas que dichos señores han sustentado desde varios periódicos y cuenta con el apoyo de los buenos amigos que les sostenían con tanto entusiasmo como abnegación en aquellos combates. Así pues, les remitiremos a todos la Revista y esperamos que aceptarán la suscripción, rogándoles la devolución del número con la faja respectiva en caso negativo para evitar entorpecimientos en la Administración. Deseando hacer de esta Revista un órgano de seria discusión en el orden de bellas artes, ciencias y literatura, publicaremos estudios de actualidad que interrumpirán agradablemente los trabajos festivos y de puro recreo. Con este motivo insertaremos bajo el título Revista Internacional desde París y Berlín, los dos focos del pensamiento contemporáneo, crónicas escritas por nuestros queridos amigos Sres. D. Isidoro López Lapuya y D. C. von Werner, que creemos serán leídas con interés por nuestros abonados.» (Germinal, Madrid, 30 de abril de 1897, año I, nº 1, pág. 3.)

«Germinal. Este es el título de una revista sociológica que empezó a publicarse en 30 de Abril y que ha visitado nuestra redacción. Eduardo Zamacois, Dicenta, Bark, Maceín y otros reputados escritores figuran como colaboradores. Los grabados son correctos y sirve de cabecera al periódico una copia del bellísimo cuadro de G. Doré titulado La Marsellesa. El texto de Germinal es digno de atención de los amantes de la literatura. Enviamos al nuevo semanario nuestra cordial enhorauena.» (La Unión Republicana, Palma de Mallorca, 13 mayo 1897.)

El último éxito amoroso de Manuel Paso

Siendo yo estudiante de Filosofía y Letras, un librero ambulante vendía a la puerta de la Universidad Central –echados sobre una manta tendida en el suelo– las Nieblas, de Manuel Paso.

Aquellos ejemplares, malbaratados por su autor en momentos de adusta miseria, se agotaron pronto: la musa sentimental del delicadísimo cantor granadino había llamado a nuestros juveniles corazones con emoción simpática; todos le comprendimos. A ratos su inspiración, fértil y brillante, era excéptica como la de Heine; a veces desgarrada como la de Musset, el llorado ruiseñor de los amores mozos. Era un artista. En su espíritu flotaba algo inconcluído que daba a sus versos la languidez de los crepúsculos otoñales; por eso su canción, como la canción fugitiva de las hojas y de las olas, hería y acariciaba.

A Manuel Paso le conocí a mediados de 1897, en la redacción de aquel semanario Germinal, que Ernesto Bark, Francisco Maceín y yo fundamos, y que luego, bajo la dirección de Joaquín Dicenta, había de reunir alrededor de la misma mesa trece escritores jóvenes, de los cuales algunos ganaron más tarde la celebridad. Me presentó a Paso, Rafael Delorme: era un hombre de mediana estatura, rostrilargo y pálido, metido en un gabán azul. Un bigote rubio cortaba su cara inteligente y simpática; los ojos claros, al fruncirse ligeramente para mirar, adquirían la expresión, deliciosamente afectuosa, de la pregunta; las orejas transparentes y exangües, se apartaban del cráneo; el semblante enjuto parecía aplastarse bajo la frente noble, desembarazada y luminosa. Hablaba en voz baja, interrumpiéndose frecuentemente para destoser; su verbo era frivolo, copioso y agudo; el gesto, sobrio; sus labios buenos, aunque amargados por los pertinaces reveses de la suerte, rieron hasta un momento antes de quedarse fríos...

(Eduardo Zamacois, Años de miseria y risa, Obras completas XVII, Renacimiento, Madrid, págs. 153-154.)

«Hoy hace veintinueve años entró en Madrid el ejército vencedor de Alcolea. El destronamiento de Isabel II no era, como ella misma creía, una ficción. Era una realidad palpable que acababa de una vez con un reinado impopular y odioso. […] Aquellos hombres que contribuyeron al alzamiento del 68, se acobardaron ante la grandeza de la obra comenzada después de la caída de la monarquía. Más prácticos que nosotros fueron los revolucionarios franceses, y debemos inspirarnos en su obra si no tenemos iniciativas para realizar la nuestra. Lo que hicieron nuestros hombres debe servir de enseñanza a los que vamos en la vanguardia del progreso si no queremos dar armas al poder teocrático para destruirnos. Aprenda la juventud pensadora, esa juventud que sueña con las nobles ambiciones de la gloria donde puede alcanzar el puesto que de derecho le corresponde. Mientras los trabajos de la juventud no vayan encaminados a la obra de la Revolución, nada beneficioso habremos hecho para la salvación del país. La gente nueva no debe vivir postergada, no debe morir obscurecida.» (Francisco Maceín, «¡29 de Septiembre! (recuerdos y enseñanzas)», Germinal, nº 22, 1 octubre 1897, pág. 8.)

«Los dependientes de comercio. Son muchas las adhesiones que estamos recibiendo de esta sufrida clase con el fin de constituir una Asociación cuyos miembros puedan levantar la voz en defensa de sus derechos y de sus intereses. […] Seamos prácticos. Por ahí debemos empezar, si no hemos de perder el tiempo en cuestiones baladíes que a nada provechoso puedan conducirnos. Lejos de nosotros fundar una Asociación como las antiguas y como las que acabamos de referir, cuyo tiempo se emplee en deliberaciones estériles, que causen el aburrimiento de sus socios y llegue a su término, sin haber hecho nada por las clases desheredadas. Queremos que en toda clase de establecimientos, en los mercantiles, en los comerciales, en los industriales, en los agrícolas, en las fábricas, en los talleres, en todas partes, se repartan las ganancias equitativamente y según el esfuerzo o el valor del trabajo del individuo. Queremos que el dependiente, el subalterno, el colono, pasen de la categoría de tal a la de socio. Con esto disminuirá la mendicidad, llaga de todas las sociedades, se dignificará el hombre y se tomará mayor interés en la producción, por afectarle entonces a sus propios intereses. Nada perderá con esto el capital y la equidad que con tanto afán se busca, llegará por este medio a ser pronto un hecho. Excitamos a los dependientes de comercio para que no abandonen tan plausible idea. Puede ser quizá la base de sus reivindicaciones.» (Francisco Maceín, «Los dependientes de comercio», Germinal, nº 25, 22 octubre 1897, pág. 7.)

«La gente joven. El espectáculo que está ofreciendo la gente joven ante la invasión del carlismo y la catástrofe financiera que nos amaga, no puede ser más interesante para el porvenir de España. […] Nosotros, la juventud que lucha con entusiasmo por la consecución rápida de sus ideales, la gente joven que pelea para imponer por la razón o por la fuerza lo que no se han atrevido a hacer los estultos gobiernos restauradores, se ha levantado airada para protestar virilmente contra ese régimen desertor de la justicia, amamantado en el fango de la prostitución más vergonzosa, secuestrador de la libertad, esquivo a todo sentimiento humanitario, patrocinador acérrimo de los más sucios chanchullos, prófugo de la moralidad, enemigo implacable de la honradez, conservador del desorden; régimen en el cual se ha llevado la conculcación de todos los derechos por la norma, la usurpación de todos los poderes por regla, el atropello y el escándalo por máxima, el egoísmo por ideal, la ambición de mando por doctrina, la disolución de todas las clases sociales por principio, la perfidia y la traición por lema, la imposición y la dictadura por método, la perturbación por régimen, el servilismo y la adulación por sistema, el asesinato de todas las libertades por bandera, la persecución y el fusilamiento por programa. […] Tremenda es la brecha que ha abierto en esta primera etapa la juventud revolucionaria, abrazando de lleno la causa del socialismo positivista como base de nuestra reorganización económica y punto de partida para la formación del Ministerio del Trabajo. […] Claro está, que para llegar a la solución práctica de las ideas no hemos de limitarnos a presentar el problema bajo un solo aspecto. Owen, por ejemplo, creyó resuelto el conflicto social constituyendo la sociedad en una sola familia con promiscuidad de sexos y comunidad de hijos. Saint-Simón se inspiró en las concepciones panteistas de Hegel para fundar un socialismo teocrático. Luis Blanc creó los talleres nacionales, como Fourier los falansterios y como Cabet sus colonias de icarios. Proudhon y Marx lo han presentado ya bajo otro punto de vista más aceptable, tal vez por estar sus sistemas más en armonía con las necesidades de los tiempos. Esta debe ser hoy, a nuestro entender, la misión de la juventud: estudiar un problema que bien puede ser el principio de una revolución que ponga término a notorias injusticias y a infames desigualdades, y tomar de los grandes socialistas las ideas que, en el orden económico puedan armonizarse con el carácter, con las costumbres o con el grado de cultura de este pueblo para irlas aplicando metódicamente y sin que sufran alteraciones en su marcha interior. El socialismo positivista ha salido ya del dominio filosófico y está invadiendo el mundo de la realidad.» (Francisco Maceín, «La gente joven», Germinal, nº 26, 29 octubre 1897, pág. 6.)

«Rasgos. Nuestro entrañable compañero Nicolás Salmerón y García se ve obligado, por motivos de salud, a abandonar temporalmente las tareas de Germinal, para buscar alivio de su padecimiento en el hermoso clima de Murcia. Inútil parece decir cuánto sentimos vernos privados, siquiera sea por poco tiempo, del apoyo de nuestro amigo y cuán vivamente deseamos su completo restablecimiento para que con nosotros vuelva a compartir el penoso trabajo de destruir las preocupaciones del siglo en este rudo batallar del progreso humano. En su consecuencia, queda encargado interinamente de la gerencia de Germinal Francisco Maceín, y de la dirección redaccional el redactor jefe, Ernesto Bark.» (Germinal, nº 35, 31 diciembre 1897, pág. 11.)

1899 «Sucesos de Madrid. Disparo. En la calle de la Corredera, esquina a la del Pez, se produjo anoche gran alarma por haberse oído un disparo de arma de fuego. Este había sido hecho por un joven llamado Francisco Maceín Escalona, contra Juan Calderón Hidalgo, sin que afortunadamente hiciera blanco. Francisco Maceín fue detenido.» (La Época, 28 junio 1899.)

1900 «gente que llega. Nuestras costumbres es un libro que acaba de publicar el Licenciado Pedro Gotor de Burbáguena. El libro, que consta de 400 páginas, es todo él una protesta viva contra la tiranía religiosa y la reacción política, contra la autoridad en todas sus manifestaciones y contra la moral católica. Es decir, contra la moral católica no va, por la sencilla razón de que ésta no existe. Si fuese contra la inmoralidad católica… El estilo, ¿por qué no decirlo, aunque se trate de un libro recomendable y simpático es ampuloso. Hay en Nuestras costumbres superabundancia de palabras. Pero estos defectos, muy propios en los jóvenes y más disculpables aún en quien, como Gotor de Burbáguena, no ha pasado por redacción alguna de periódico, irán corrigiéndose con el tiempo. El autor es joven, estudioso, trabajador y posee un gran espíritu de observación. Puede, por lo tanto, ofrecernos buenas cosas, aunque para ser primerizo no es poco lo hecho. De todos modos y sólo por contribuir a la difusión de ideales que nosotros venimos propagando desde que éramos unos mocosos, Eduardo Ovejero, que este es el nombre del autor, merece nuestro aplauso. Es un nuevo luchador que llega hoy a nuestro campo y no hemos de negarle nuestras simpatías. Francisco maceín. Madrid, junio 1900.» (La Autonomía. Diario republicano. Defensor del partido único, Reus, sábado 23 de junio de 1900, pág. 2.)

«Los que luchan. Sánchez Pérez (Antonio). Hacer reír es un arte, arte que saben pocos, y entre esos pocos, uno de ellos es don Antonio Sánchez Pérez. Cuando estoy de mal talante, agarro un artículo suyo, y devorándolo, proscribo mis pesares. Es el lenilivo a mis dolencias, el médico de mis dolores morales. […] No obstante la multiplicidad de sus trabajos, siempre está en la brecha peleando por los ideales del partido federal y peleando como un chico de veinticinco años, a pesar de sus sesenta cumpliditos, imitando en esto a Pi y Margall. Hace diez u doce años andaba fugitivo y perseguido por la Guardia civil, y no será problemático que le veamos algún día en los sitios de más compromiso, porque, a juzgar por lo que se ve, el maestro es amigo de la gresca. Francisco maceín.» (El Motín, Madrid, 25 agosto 1900.)

«Un matrimonio civil. Ha contraído matrimonio civil nuestro estimado colaborador Francisco Maceín con la simpática señorita Doña Aurora Flaquer. Este acto se ha verificado ante el Juez municipal del distrito de Buenavista de Madrid, prescindiendo del ritualismo religioso. Sabemos que el calvario recorrido por nuestro amigo para llevar a efecto su matrimonio, no es fácil que tenga precedentes. Seis meses ha tardado nuestro compañero en ver corrientes sus documentos, por culpa de los Juzgados qua han intervenido en el asunto. Seis meses de lucha constante contra esos asquerosos mantenedores del jesuitismo. Pretendieron primeramente destruir este enlace manifestando a Maceín que no podía llevarle a efecto por no hallarse empadronado en Madrid. Esta manifestación se hizo en el Juzgado de Palacio, domicilio de los contrayentes, causando la mayor extrañeza, no solo a las personas sensatas, sino a los encargados del registro civil del distrito de Buenavista, los cuales dijeron que, empadronado o no, todo ciudadano tenía derecho a casarse donde le viniera en gana, siempre que para ello eligiese el domicilio de la contrayente. En vista de esto, Maceín dispuso que el acto matrimonial se celebrase en Buenavista para evitar gastos y demora. […] Se aconsejó después oficiosamente a la madre de la contrayente que no diese el consentimiento puesto que ésta, la contrayente, solo tenía 18 años y no había llegado a la mayor edad. Con este motivo hubo cabildeos, conferencias, entrevistas secretas, conciliábulos, de todo, para sobornar a la madre, para depositar a la hija en un convento y poder burlar al novio de los planes que se tramaban. Afortunadamente pudo nuestro amigo enterarse a tiempo y uno por uno ha ido derribando a todos sus enemigos y uno por uno destruyendo los malvados planes de esa canalla. La constancia y la entereza de nuestro amigo Maceín le ha valido un triunfo y un aplauso. La derrota de los jesuitas de capa corta ha sido vergonzosa como pocas. Era de esperar. El que, como Maceín, ha luchado desde la niñez, día por día y en casi toda la prensa radical, sufriendo persecuciones irreparables por todas las grandes causas, no podía doblegarse ni rendirse ante los convencionalismos sociales ni perder el prestigio y la consideración de sus correligionarios. El ánimo de jóvenes así nunca decae. Y si Maceín ha dado una prueba de la energía de su carácter, justo es consignar que la ha dado también su digna esposa, quien, con resignación estoica y con un convencimiento poco común en las mujeres españolas, le ha seguido a todas partes compartiendo con él durante medio año todas las amarguras y penalidades del caso. Reciba ese joven matrimonio la más sincera enhorabuena de La Autonomía y que tenga su conducta muchos imitadores.» (La Autonomía, Reus, 12 septiembre 1900.)

«La libertad de conciencia. Fundar un periódico para continuar descatolizando, sería desconocer la eficacia de la labor realizada por los que pusieron en pugna con la Iglesia Católica tantas conciencias, pero si es el director Francisco Maceín no hay por qué temer que venga esa publicación a discutir el misterio de la Trinidad o a negar la resurrección de la carne. Lleva por título «La Conciencia Libre», pero esto no quiere decir que sea un periódico anticlerical esclusivamente, es al propio tiempo anti-militar, y como producto de su anticlericalismo y de su antimilitarismo el periódico resultará antigubernamental, antiautoritario y será… eso, lo que debe ser. El inolvidable Chíes y el infatigable Demófilo fundaron Las Dominicales para emancipar las conciencias de la tutela del clero: Nakens con El Motín puso en berlina a esos sapos “picudos como el sombrero de teja y alados como el manteo”. Ángeles López de Ayala, Rosario de Acuña, Belén Sarraga y otros secundaron la campaña de Chíes, Demófilo y Nakens, propagando por doquier el librepensamiento y dando al traste con todas las religiones positivas. Hoy se niega la existencia de Dios, lo mismo por el sabio que por el ignorante, porque la no es un elemento, de la civilización contemporánea, pertenece al pasado y en el presente reina la. Razón. Libertad de conciencia no debe significar hoy lo que significó ayer: estamos ya emancipados de la tutela del clero; nos consta de una manera cierta y positiva que la sociedad puede vivir perfectamente sin el freno religioso. Los hombres obran bien, en cuanto lo permite la organización social que padecemos, a pesar de haber perdido el temor a Dios. ¿Obrarían bien si desapareciera el temor de la autoridad? Los que piensan libremente dicen que sí. Los que no ven más allá de sus narices dicen que no: unos y otros son incrédulos, herejes, ateos, puesto que sienten indiferencia hacia las ideas religiosas, o se burlan de ellas; pero ¿puede decirse que unos y otros tienen la conciencia totalmente emancipada? Yo creo que no. Los que creen que el temor a la ley es necesario, entran en el mismo caso que los que no conciben la sociedad sin temor a Dios. Los unos son fanáticos religiosos; los otros fanáticos políticos disfrazados con el título de liberales. Al Infierno le ha sustituido Montjuich, a Pedro Botero, Portas y Botas. Maceín, con «La Conciencia Libre», va contra el temor a la ley, como Chíes y Demófilo fueron contra el temor a Dios. Francisco Villanueva. París y Octubre 1900.» (La Autonomía, Reus, 28 octubre 1900.)

1901 «Nuestro distinguido correligionario y antiguo colaborador de La Autonomía de Reus, don Francisco Maceín acaba de inscribir civilmente en el Registro Civil de Palacio, en Madrid, a un hijo suyo, con el nombre de Marat. El amigo Maceín se casó también civilmente, valiéndole el hacerlo, muchos disgustos, que soportó con firmeza y tesón, con la fe del convencido. Lo que ha hecho el amigo Maceín, es la mejor arma para combatir al clericalismo, que se ríe de los radicalismos de todos aquellos que luego les engordan con su dinero, en casamientos, bautizos, entierros y funerales. Nuestro aplauso a Maceín, en tanto deseamos que su hijo Marat se haga acreedor a su nombre.» (La Justicia, semanario republicano, Tarragona, 16 mayo 1901.)

«El derecho de petición. No pidáis nada al poder moderador. El poder moderador, apellídese como quiera, accederá algunas veces a lo que pretendéis, pero accederá estimando que lo que hace por vosotros no debéis considerarlo como un derecho, sino como una concesión graciosa. ¿Leyes reformadoras? También es inútil pedirlas. Sólo las han concedido por la fuerza de las armas. Decid, si nó cómo arrancaron los cubanos a fines del año 97 el sufragio y la autonomía. Decid cuántos arroyos de sangre han costado las escasas libertades que tenemos. No pidáis leyes equitativas y justas. La maldad de la ley está en su naturaleza misma. Si algo bueno hubiese en ella, lo mixtificarían los elementos que la rodean, los encargados de interpretarla y el dinero, que corrompe a los hombres de conciencia más pura. El derecho de petición es un derecho de los cobardes. Francisco Maceín.» (El Eco de la Fusión, Tortosa, 22 agosto 1901.)

1902 «El infatigable propagandista Francisco Maceín ha publicado, con el título de Los horrores del comercio, un interesantísimo folleto, valientemente escrito, en el que trata como se merece a los señores burgueses del mostrador. Los horrores del comercio forma el volumen segundo de la sección de propaganda de la Biblioteca Germinal, y se halla de venta en todas las librerías al precio de 50 céntimos.» (Don Quijote, 21 febrero 1902.)

«A la misma biblioteca pertenecen Los horrores del comercio, por D. Francisco Maceín. Es una atroz y virulenta diatriba contra los comerciantes, acusándoles de explotar a sus dependientes. El tono de este folleto es el de los más calientes discursos de meeting libertario. Si se mira bien, no es de extrañar esta propensión a los dicterios. Los escritos de Ulrico de Hutten y en general los de los polemistas de la Reforma, no trataban mejor a sus adversarios. Toda lucha de ideas y de intereses es además una lucha de pasiones; se pincha y se raja con la palabra y con la pluma: homo homini lupus. Las contiendas sociales y religiosas son grandes engendradoras de literatura de odio, aplicando al caso el título de un libro de Anatolio Leroy Beaulieu. ¡Hasta lo son las polémicas literarias y artísticas! En Francia suelen cultivar también esta literatura iracunda anarquistas y socialistas; pero como observa acertadamente el Sr. Bark, tienen allí estos partidos un estado mayor más intelectual, y por lo mismo insultan con más literatura y sacan a la calle la injuria, no desgreñada y sucia, sino adobada con el colorete y los demás afeites del arte.» (E. Gómez de Baquero, «Por el mundo obrero…», El Imparcial, 31 mayo 1902.)

1903 «La prensa burguesa. Al concluir de leer las reseñas que de las reuniones obreras hacen los corresponsales o redactores de los periódicos burgueses, he observado que concluyen siempre con la misma muletilla: «En la reunión reinó el mayor orden.» No sé de dónde han sacado esos periodistas la teoría de que los obreros no saben reunirse para discutir tranquilamente las bases de su porvenir. No sé por qué les extraña la paz que reina casi siempre en los mitins societarios. Sin que yo trate ahora de aplicarles a esos periodistas el calificativo de más eres tú, podría preguntarles cuántas resmas de papel y cuántos años harían falta para escribir la historia de los escándalos parlamentarios. Y hay que tener en cuenta que los obreros son gente analfabeta, mientras que los diputados y demás representantes del país son gente sabia, cortés, comedida, discreta, bien educada. Hay que tener en cuenta también que aquellos se han pasado toda su vida estudiando y éstos trabajando para que ellos coman. Sin pararme en estos detalles, que bastarían por sí solos para destruir las argumentaciones de los hombres de orden, quiero hacer constar que la prensa diaria vive de prejuicios, sometida a sus propios errores, secuestrada por unos cuantos negociantes barateros cuyas ambiciones han dado lugar a que en el seno del periodismo exista un proletariado de chistera más infortunado que el de blusa. Quiero hacer constar que en las reuniones obreras se discute con más alteza de miras que en las cámaras de los diputados y que si alguna vez el orden se perturba no es por culpa de los obreros, sino de los agentes más o menos directos de los gobernantes. Grande es, innegablemente, el poder de la prensa mercantil, pero en sus propios errores ha de encontrar el dogal que le hará estirar la lengua. Francisco Maceín.» (El Porvenir del Obrero, Mahón, 5 febrero 1903.)

«Mitin de protesta. Unión anticlerical. En el Círculo de Fraternidad republicana, celebróse anteanoche un mitin de protesta por los desmanes de la fuerza pública en Salamanca y otros puntos, y que tan funestas consecuencias han producido. […] El compañero Valera da cuenta del fallecimiento del distinguido escritor radical Francisco Maceín, asociándose la concurrencia al dolor que en estos momentos sufre su familia, y la pérdida que por tan infausto suceso sufren las ideas progresivas, a las que el malogrado escritor dedicó los mejores años de su vida.» (El País, diario republicano, Madrid, domingo 5 abril 1903.)

«▇▇▇▇▇ Francisco Maceín. Otro luchador entusiasta y abnegado que ha muerto en la flor de la juventud. Maceín empezó su vida política en La República Social que publicábamos entre él y Rafael Delorme en 1895 y que fue continuado dos años más tarde por Germinal donde cedió con la modestia que le adornaba, el puesto de director a Joaquín Dicenta. Hijo del decano de los lectores de Las Dominicales, el integérrimo revolucionario federal don Víctor Maceín de Pozuelo, se distinguió el joven germinalista por sus campañas radicalísimas: inició la agitación contra el servicio militar y la de los dependientes del comercio y desde Progreso, donde redactó largo tiempo la sección obrera, agitaba la huelga de los tranvías y otros movimientos societarios que le llevaron poco a poco al campo libertario, como a su íntimo amigo Fermín Salvochea. Sin embargo, Maceín ha conservado siempre las simpatías a sus antiguos correligionarios republicanos y hasta sus últimos momentos colaboraba en El País, El Progreso (de Játiva), La Conciencia Libre (Málaga), a la vez con los periódicos libertarios. Tenía en preparación varios libros de propaganda revolucionaria, como su vehementísimo opúsculo Los horrores del Comercio, y la muerte le sorprendió cuando apenas había tenido tiempo de manifestar algo de lo mucho que los correligionarios esperábamos de él. Con treinta y un año no se puede exigir más de un luchador cuya vida ha sido una serie de trabajos penosos que al fin vencieron su débil constitución agotada por los esfuerzos excesivos para cumplir como hijo y esposo ejemplar. Era una víctima de su deber y su muerte fue precipitada por la infamia de la empresa donde él había dejado el jugo de su cerebro durante doce años. En el cementerio del Este, al lado de su llorado hijo Marat y de su amigp Rafael Delorme ha encontrado su prematuro reposo. En el corazón de los amigos y correligionarios tiene un monumento verdadero. E. B. ▇▇▇▇▇» ([Ernesto Bark], El País, diario republicano, Madrid, domingo 5 abril 1903.)

Textos de Francisco Maceín en el Proyecto Filosofía en español

1894 Librepensamiento en acción, Las Dominicales del Libre Pensamiento.

GBS