Filosofía en español 
Filosofía en español

Valeriano Fernández Ferraz  1831-1925

Valeriano Fernández Ferraz 1831-1925 Profesor español, catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de la Habana en 1884, aunque radicado en Costa Rica desde 1869 a 1882 y desde 1891 hasta su muerte, república a la que se trasladaron también sus tres hermanos y que le reconoció en 1923 como Benemérito de la Enseñanza («que yo tenga noticia, fue el único extranjero, no naturalizado, declarado Benemérito de la Enseñanza», ha escrito el filósofo costarricense de origen español Constantino Láscaris) por su protagonismo en la cristalización del moderno sistema educativo nacional de Costa Rica, donde se trasladó llamado por el médico Jesús Jiménez Zamora (Cartago 1823-1897), durante su segundo mandato presidencial, cuando su hermano Agapito Jiménez Zamora (Cartago 1817-1879) era Secretario de Relaciones Exteriores y responsable de todas las carteras ministeriales anexas, como la de Instrucción Pública. Valeriano Fernández Ferraz recibió el encargo de poner en marcha, en Cartago, el Colegio de San Luis Gonzaga, creado en 1869 como la primera institución educativa de segunda enseñanza impulsada por el Estado costarricense, de la que fue su primer director. Al llegar a Costa Rica (arribó a Puntarenas el 13 de agosto de 1869) el venerable Maestro Doctor Ferraz vivió inicialmente en el hogar mismo del presidente Jiménez, en Cartago. El Colegio de San Luis Gonzaga se inauguró el 6 de enero de 1870, y las crónicas dicen que el discurso de su director «produjo indecible entusiasmo en el alma de los oyentes». En marzo de 1871 se incorporaron al Colegio dos hermanos suyos recién llegados de España, Víctor Fernández Ferraz (1846-190?) y Juan Fernández Ferraz (1849-1904), junto con el también presbítero español José Rodríguez Pérez. Su hermana Juana Fernández Ferraz (1834-1918) se trasladó también a Costa Rica en 1872, donde fue maestra en la escuela que en Cartago fundó la mujer de Valeriano (publicando en 1912 en San José: El espíritu del río. Una novela socialista). Los tres hermanos varones Fernández Ferraz fueron masones: Valeriano fue grado 18º, Víctor (a) Elpiz ascendió al menos hasta el grado 20º y Juan (a) Cartago llegó también al grado 18º del rito escocés antiguo.

Valeriano Fernández Ferraz nació en Santa Cruz de la Palma el 14 de abril de 1831. Cursa la primera enseñanza en esa isla canaria y desde los diecisiete años estudia el bachillerato en Sevilla (de 1848 a 1852), inicialmente en el colegio de San Alberto, donde es compañero de Federico de Castro. Termina el bachillerato en Madrid, en el Instituto del Noviciado, y se incorpora a la Facultad de Filosofía de la Universidad Central de España, donde pronto recibe el influjo de Julián Sanz del Río. De hecho se le agrupa cronológicamente, al analizar el krausismo, entre el grupo de sus primeros discípulos.

En 1856 se mueve en el agitado entorno de La Revista Universitaria. Periódico científico-literario, dedicado a la Instrucción pública (quizá sea el F. F. que firma en los números 17 y 26 de la primera época y en el 11 de la segunda época), publicación que, tras algunos enfados e incorporaciones, pasa en enero de 1857 a redenominarse Revista de Instrucción Pública (cuya cabeza visible será Valeriano durante el curso 1859-60).

Al inicio del curso 1858-59 comienza a publicar la Revista de Instrucción Pública, bajo el rótulo Filosofía y firmados «Por el autor, V. Fernández Ferraz», una copiosa serie de breves artículos que van ofreciendo las doctrinas de un autor cuyo nombre se busca mantener en la penumbra (aunque de hecho se trate de una traducción española de la Analítica de Krause, que luego será atribuida a Julián Sanz del Río, inspirador de su edición de cualquier modo): «Reflexiones preliminares» (rip, 23 oct 1858, año IV, nº 4, págs. 59-62), «Artículo 2º. Consideraciones generales» (6 nov, 6:88-91), «III. Análisis» (13 nov, 7:99-102), «IV. Análisis» (27 nov, 9:135-137), «V. El Yo en sus propiedades fundamentales» (4 dic, 10:154-156), «VI. El Yo en su interioridad. Conocimiento analítico del cuerpo» (11 dic, 11:168-171), «VII. Conocimiento analítico de la naturaleza» (18 dic, 12:180-184), «VIII. Conocimiento analítico de otros sujetos humanos» (1º enero 1859, 14:216-219), «IX. Conocimiento analítico del espíritu» (8 ene, 15:232-237), «X. Percepción analítica del tiempo. El mudar» (15 ene, 16:251-254), «XI. Percepción analítica del tiempo. La forma del mudar» (27 ene, 17:264-267), «XII. Conocimiento analítico de nuestra causalidad. El concepto del fundamento y la causa» (3 feb, 18:274-8), «XIII. Conocimiento analítico de nuestra causalidad. La potencia, la actividad» (10 feb, 19:294-298), «XIV.» (10 marzo, 23:354-359), «XV. Percepción analítica del conocer, el sentir, el querer, en sus relaciones mutuas y con el yo» (7 abril, 27:420-425), «XVI. Percepción analítica del conocer. Declaración del concepto y hecho del conocer y pensar» (21 abril, 29:456-460), «XVII. Percepción analítica del conocer. Qué conozco y pienso yo» (28 abril, 30:471-475), «XVIII. Segunda cuestión analítica del conocer. Bajo qué cualidad conocemos el objeto» (12 mayo, 32:501-507), «XVIII. Segunda cuestión analítica del conocer. Bajo qué cualidad conocemos el objeto (continuación)» (19 mayo, 33:518-522), «XIX. Percepción analítica del conocer. Tercera cuestión. Cómo conozco yo. Fuentes del conocimiento. Conocimiento sensible» (9 junio, 36:568-573), «XIX. Percepción analítica del conocer. Tercera cuestión. Cómo conozco yo. Fuentes del conocimiento. Conocimiento sensible (continuación)» (16 junio, 37:586-588), «XX. Percepción analítica del conocer. Tercera cuestión. Cómo conozco yo. Fuentes del conocimiento. Conocimiento inteligible» (23 junio, 38:600-602), «XX. Percepción analítica del conocer. Cómo conozco yo. Conocimiento inteligible (continuación)» (14 julio, 40:630-634), «XXI. Verdad objetiva del conocimiento absoluto. Principio real de la ciencia» (28 julio, 42:668-671), «XXI. Verdad objetiva del conocimiento absoluto. Principio real de la ciencia» (24 agosto, 45:713-717), «XXII. Percepción analítica del sentimiento. En su unidad: en su interior variedad» (8 sep, 47:745-749), «XXII. Percepción analítica del sentimiento. En su unidad: en su interior variedad (conclusión)» (15 sep, 48:760-762), «XXIII. Percepción analítica de la voluntad. En su unidad: en su interior variedad» (22 sep, 49:777-780), «XXIII. Percepción analítica de la voluntad. En su unidad: en su interior variedad (conclusión)» (29 sep, 50:791-793), «XXIV. Relación del mundo y del Yo en Dios» (20 octubre 1859, año V, nº 3, págs. 38-41), «XXIV. II (continuación). Relación del mundo y del Yo en Dios» (10 nov, 6:90-91), «XXV. Doctrina de la ciencia. Organo científico. Leyes lógicas» (8 dic, 10:149-152), «XXV. Doctrina de la ciencia. Organo científico. Leyes lógicas (continuación)» (29 dic, 13:195-198), «XXVI. Doctrina de la ciencia. Metodología. Operaciones lógicas» (29 dic, 13:198-201), &c.

«Certifico: que según resulta del expediente personal que se custodia en esta Dependencia de mi cargo, don Valeriano Fernández Ferraz fue nombrado en virtud de oposición, Catedrático de la asignatura de Latín y Griego del Instituto de Jerez de la Frontera, con el sueldo anual de dos mil quinientas pesetas, por Real orden de veintidos de junio de mil ochocientos cincuenta y nueve, no habiéndose posesionado de este cargo, según manifestación del Rectorado de la Universidad de Sevilla, fecha catorce de octubre del mismo año: que por orden de la Dirección general fue nombrado en dos de abril de mil ochocientos sesenta y dos, Auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, con el haber anual de mil doscientas cincuenta pesetas…»

Juan Manuel de Montalbán, rector de la Universidad Central desde hacía un mes, le nombra Auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras el día 14 de marzo de 1862, nombramiento ratificado por la Dirección General de Instrucción Pública el 2 de abril de ese año, destino que había de desempeñar durante 3 años, 9 meses y 18 días (reconocidos en su Hoja de Servicios). El 13 de octubre de 1862 se le encargan las dos secciones de la Cátedra de Geografía Histórica, y su Programa de las Lecciones de Geografía Histórica para ese curso 1862-1863 (Imprenta de Manuel Galiano, Madrid 1862, 15 páginas), firmado el 4 de mayo de 1863, consta de 90 lecciones.

Tras la noche de San Daniel (10 de abril de 1865) y la suspensión de empleo y sueldo de Emilio Castelar como catedrático, el día 20 de abril varios profesores auxiliares de la Facultad de Filosofía –Nicolás Salmerón Alonso, Miguel Morayta Sagrario, Valeriano Fernández Ferraz, Manuel María del Valle Cárdenas– renunciaron a sus cargos para no verse «en el compromiso de sustituir al ilustrado profesor», los tres primeros, y por «el estado de mi quebrantada salud», el cuarto; siendo admitidas el día 22 tales renuncias; y luego encausados Salmerón, Ferraz y Morayta por «abandono de destino, injurias graves y desacato a la autoridad». (Francisco de Paula Canalejas fue nombrado sustituto interino de la cátedra de Castelar durante unos días, hasta que el 28 de abril se hizo cargo de ella José Campillo Rodríguez, quien hacía unos pocos meses había ganado la cátedra de Historia universal de la Universidad de Oviedo.)

«Leemos en El Reino de anoche: ‘Hoy se han despedido de sus discípulos los señores Figuerola, Canalejas, Ferraz, Salmerón, Valle y Morayta, que presentarán sus dimisiones. También se anuncia la del señor Mata y algunas otras.’» (El Lloyd Español, Barcelona, 23 de abril de 1865, página 3, columna 2.)

Recobrado su puesto de auxiliar gana, por oposición, la plaza de Catedrático supernumerario de Estudios Críticos sobre Prosistas y Poetas griegos, Lengua hebrea y Arabe (nombrado el 2 de febrero de 1866, tomó posesión el 26 de marzo, y ejerció durante 2 años, un mes y diez días).

«Instrucción pública. Ilmo. Sr. La Reina (q. D. g.) se ha servido nombrar catedrático numerario de una de las asignaturas de lengua griega, correspondiente a la Facultad de Filosofía y Letras que está vacante en la Universidad de Zaragoza a Don Valeriano Fernández Ferraz, que es supernumerario de la misma Facultad en la Central, propuesto en primer lugar de la terna elevada por el Real Consejo de Instrucción pública en virtud de Concurso; debiendo disfrutar el sueldo anual de mil doscientos escudos y demás ventajas que se determinan en la Ley de 9 de setiembre de 1857, y Real Decreto de 22 de Enero de 1867. De Real orden lo digo a V. I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid 20 de Marzo de 1868. Orosio. Sr. Director general de Instrucción pública.»

La agitación política del momento dictó su traslado a Zaragoza, pero logró el 8 abril de 1868 trocarlo por un traslado a Sevilla como Catedrático numerario de Lengua griega (durante seis meses y diez días).

«El infrascrito cura propio y más antiguo de la Iglesia parroquial de S. Vicente Martir de esta ciudad de Sevilla, Certifico: que D. Valeriano Fernández Ferraz mi feligrés en la calle de Jesús nº 10 ha observado constantemente la conducta más recomendable en todo el tiempo en que ha vivido en esta feligresía de mi cargo. Y para que así pueda hacerlo constar donde convenga firmo la presente certificación. Sevilla y agosto 5 de 1868. Felix José Carrogio, cura. Vº Bº Antonio Martínez.» [sello: «inspeccion de vigª 3º distrito. sevilla»]

La revolución de septiembre le permite volver a su cátedra supernumeraria de la Universidad Central (el 27 de octubre de 1868), donde formalmente estuvo 3 años, ocho meses y 25 días, aunque en 1869 abandonó el puesto para irse a las Américas. Al parecer Melitón Luján, cónsul general de Costa Rica en Madrid, le animó a desplazarse a ese país para implicarse allí en la instrucción pública:

«Excmo. Sr. Ministro de Fomento. D. Valeriano Fernández Ferraz, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, a V. I. con el debido respeto dice: que habiendole propuesto el Gobierno de la República de Costa Rica, pasar a dicho país para establecer, organizar y dirigir por espacio de dos años un Instituto de Segunda Enseñanza, y creyendo que de responder a dicho llamamiento podría resultar mucho bien, no sólo para aquellos países que antes fueron parte de España, sino para nuestra misma patria, por las relaciones literarias y aun comerciales que naturalmente han de fundarse y extenderse cada vez más, dada la comunidad de enseñanza y educación literaria, se halla dispuesto a aceptar el grave encargo de la República de Costa Rica. Pero, si es posible, desea no perder su calidad de profesor de la Universidad de Madrid, hasta donde había llegado mediante dos oposiciones ganadas; y solicita de V. I. que, siquiera en gracia del bien que espera realizar si lleva a feliz término la arriesgada empresa, le conceda licencia por el tiempo indicado arriba, sin separarle del profesorado y sin perjuicio de sus derechos legítimamente adquiridos. Por tanto, suplica a V. I. se sirva acceder a esta solicitud, gracia que espera obtener de la bondad y justificación de V. I. Madrid 3 de Julio de 1869.» (instancia manuscrita sobre pliego sello 9º año 1869, registro general jul 4 entrada.)

«Al director general de Instrucción pública. Madrid, 8 de julio de 1869. I. S. Atendiendo a las razones expuestas por D. Valeriano Fernández Ferraz, Profesor de la Universidad de Madrid, y en uso de las facultades que me competen como Ministro de Fomento, he acordado concederle dos años de licencia para que pueda pasar a Costa Rica (América), con el fin de establecer allí un Colegio de Segunda enseñanza, por cuyo tiempo de dos años se le reservará el derecho a ingresar nuevamente en el Profesorado de la Universidad de Madrid; pero si durante el mismo plazo fuese llamado a servir su destino, y no se presentase, o si pasados los dos años no se pusiese a las órdenes de sus respectivos jefes, se entenderá que renuncia todo derecho a formar parte del Profesorado Español. Ministro.» (minuta Instrucción Pública, negociado 1º, registro general jul 14 salida.)

«En 1869 por primera vez, el Gobierno trata de adquirir profesores extranjeros para dirigir los colegios del país. El ilustre doctor don Jesús Jiménez que presidía el Gobierno de entonces contrató un grupo de escogidos profesores para dirigir el Colegio de San Luis Gonzaga de Cartago y la Escuela Normal de San José, que el señor Jiménez estaba dispuesto a establecer. El progresista gobernante dio tal encargo al Cónsul de España don Melitón Luján, quien, a su vez, por medio de don Eugenio Montero Ríos, contrató en aquel país al doctor don Valeriano Fernández Ferraz, cuya influencia en nuestra cultura ha sido de mucho valor. El señor Montero Ríos recomendó al señor Ferraz que trajera a Costa Rica dos auxiliares y, al efecto, fueron contratados los profesores don Jóse Sánchez Cantalejo y don Jóse Moreno Benito. Tan distinguidos profesores llegaron a nuestro país en el vapor Costa Rica el 13 de agosto de 1869. El señor Ferraz venía precedido de una aureola de prestigio por sus triunfos en el profesorado español y por haber sido alumno de los más aventajados catedráticos de aquella época en su país. Nació en Santa Cruz de la Palma (Canarias), el 14 de abril de 1831. Pertenece el ilustre doctor Ferraz a la pléyade de discípulos que dejó uno de los más distinguidos profesores y pensadores de España, don Julián Sanz del Río, fundador del krausismo español quien desde su cátedra (2. Ingenieros. Revista de Filosofía, Año II No. IV julio 1916. También La Cultura Filosófica en España, Colección Cervantes, 1916, p. 181 y La Enseñanza, San José de Costa Rica, 1885, p. 173) supo orientar la actividad política y académica de la generación que frecuentó las aulas donde explicaba historia de la filosofía, hasta 1869, en que murió. La cosecha de brillantes ingenios que preparó ese notable profesor, fue vastísima en la política y en las universidades. Fueron discípulos de Sanz del Río, Fernando de Castro, Tomás Tapia, Augusto G. de Linares, Mariano Arés, Gumersindo de Azcárate, Alvaro Zafra, Rafael de Labra, Ruperto Navarro Zamorano, Manuel de la Revilla, Joaquín Arnau Ibáñez, Manuel Ruiz de Quevedo, Hermenegildo Giner, F. de P. Canalejas, A. M. García Blanco, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. El señor Ferraz, que había sido también discípulo de Rey y Heredia, el autor de la Psicología, empezó dando brillo a su actuación docente con la adquisición de la cátedra de latín y griego del Instituto de Jerez de la Frontera, cátedra que ganó por oposición y que hubo de renuciar para formar parte del claustro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. Su nombramiento data del 2 de abril de 1862. El 2 de febrero de 1866 fué nombrado catedrático supernumerario, puesto que obtuvo por oposición con el célebre arabista don Francisco Codera y Zaidin, con adscripción a estudios críticos sobre los prosistas y poetas griegos, lengua hebrea y lengua árabe. Por real orden del 8 de abril de 1868 fué nombrado catedrático supernumerario de la asignatura de lengua griega de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla y el mismo año ganó por oposición la cátedra de lengua árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. Después vino con licencia a organizar y dirigir el Colegio de San Luis Gonzaga de Cartago. Cuando desempeñaba la dirección de ese establecimiento, el Gobierno español lo llamó dos o tres veces para que regresara a Madrid a ocupar su puesto de catedrático de lengua árabe, y, en virtud de no haber accedido al llamamiento, dejó de pertenecer al profesorado español, el 22 de julio de 1872.» (Luis Felipe González, Historia de la influencia extranjera en el desenvolvimiento educacional y científico de Costa Rica, Imprenta Nacional, San José de Costa Rica 1921, págs. 138-139.)

«Rodeado de una aureola de prestigio (el Doctor, el Catedrático de la Universidad de Madrid, el helenista, arabista y sanscritista, el krausista), causó gran impresión aquel hombre. Alto y seco, barbado y con levita, ojos miopes de dulzura encandilada, sereno en el hablar abundoso y siempre sabio, blando en la disciplina y de severa exigencia en la conducta, fue durante medio siglo en Costa Rica el profesor por excelencia. Respetado siempre, o más bien, venerado, el país le permitió juicios crueles a veces porque transpiraban el afecto. Verdadero santo laico, trabajador infatigable, tres veces intentó organizar un Instituto, que hubiera sido paralelo al Instituto-Escuela de Madrid; las tres veces, desde fuera, le hicieron fracasar, pero en este fracaso residió a la larga su triunfo: la enseñanza entera del país se transfundió lentamente, a través de sus discípulos (que no formaron cenáculo ni “escuela”) de su devoción humanista por la cultura y la convivencia. No creó el estado de ánimo colectivo, que ya existía, sino que encajó, como anillo al dedo, y se dedicó a enseñar. Para los costarricenses, “Don Valeriano”, “el Doctor Ferraz”, no tuvo adolescencia ni juventud. Desde un principio fue “el viejo profesor”. En las fotos destaca siempre; siempre los demás centrados en él, y siempre él correcto y un poco ausente. Y su nombre quedó como término de comparación para el futuro, mojón venerable de cultura.» (Constantino Láscaris-Comneno, «Valeriano Fernández Ferraz. Memorias», Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, 1964, pág. 212-213.)

«Fernández Ferraz y otros dos profesores compatriotas llegaron a Costa Rica en agosto de 1869 y, poco después, Manuel María Romero, director de la Escuela Normal de Valencia, para ocupar igual cargo en el futuro centro. Nació, pues, el “Colegio de San Luis Gonzaga de la Provincia de Cartago” con un proyecto krausista y prestando, quizá, demasiada atención a las lenguas clásicas. Poco después, Juan y Víctor Fernández Ferraz llegaban a Costa Rica acudiendo a la llamada del hermano. Pero el contrato de Valeriano vence; se han producido enfrentamientos en el seno del colegio y el centro se cierra, para reaparecer en 1875. Mas, al año siguiente, la dirección se le encomienda a la Compañía de Jesús. Esta situación dura hasta que la fundación ignaciana es expulsada del país en 1884. Víctor Fernández Ferraz vuelve a Canarias; a Valeriano le requieren de Guatemala, donde desempeña el cargo de Inspector General de Instrucción pública (1877). Pero, en 1878 vuelve a Costa Rica, cuyo Gobierno le nombra Director del Instituto Nacional, fundado en San José dos años antes. Don Valeriano es objeto de una solapada oposición, que, en opinión de Pérez Vidal, procede de los jesuitas.» (Antonio Jiménez-Landi, La Institución Libre de Enseñanza y su ambiente, tomo III: Periodo escolar (1881-1907), Editorial Complutense, Madrid 1996, pág. 245.)

Pero al jubilarse Pascual de Gayangos, catedrático de Lengua árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, y teniendo derecho a ocupar Valeriano Fernández dicha cátedra, pues había sido propuesto en primer lugar por el tribunal de oposiciones a otra cátedra de la misma lengua en dicha universidad, Su Alteza el Regente del Reino, Francisco Serrano, el día 6 de septiembre de 1870, se sirvió nombrarle Catedrático de Lengua árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, con el sueldo de cuatro mil pesetas… (registro general 10 set salida.)

«Al Director general de Instrucción pública. Madrid 7 de setiembre de 1870. I. S. Habiendo sido nombrado catedrático de Lengua árabe de la Universidad de Madrid D. Valeriano Fernández Ferraz, S. A. el Regente del Reino se ha servido dar por terminada la licencia de dos años que se le concedió en 8 de Julio de 1869 para pasar a Costa Rica con el fin de establecer allí un Colegio de segunda enseñanza, debiendo restituirse el servicio de este cargo en el término más breve posible, entendiéndose, en caso contrario, que renuncia a todo derecho a formar parte del Profesorado español, según lo dispuesto en citada orden de 8 de Julio del 69. De orden de S. A. etc.» (registro general 10 set salida.)

Varias instancias más y dos años después… dejó de pertenecer Valeriano al profesorado español:

«Ministerio de Fomento. Ilmo. Sr.: Declarado por Real orden de esta fecha Don Valeriano Fernández Ferraz sin derecho a pertenecer al Profesorado español, conforme a lo dispuesto en las Reales órdenes de 8 de Julio de 1869 y 7 de Setiembre de 1870, por no haberse presentado a servir su cátedra de Lengua árabe de la Universidad de Madrid a pesar de haber terminado en 1º de Octubre último el plazo que se le concedió para tomar posesión de ella; S. M. el Rey ha tenido a bien disponer que se provea por traslación con arreglo a lo que previene el art. 226 de la ley de 9 de Setiembre de 1857 y el 2º del reglamento de 15 de Enero de 1870. De Real orden lo digo a V. I. para su inteligencia y demás efectos. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid 22 de julio de 1872. echegaray. Sr. Director general de Instrucción pública.» (Gaceta de Madrid, martes 6 de agosto de 1872.)

Sin embargo, cuando las cosas comenzaron a torcerse por Costa Rica, como ya se ha dicho, volvió a España, donde se presentó a unas oposiciones para cubrir la cátedra de Lengua Árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, cuyos ejercicios debían verificarse en Madrid. Se presentaron a la convocatoria dos candidatos: Valeriano Fernández Ferraz (instancia fechada en Madrid el 23 agosto 1882) y Antonio Almagro Cárdenas, aunque después el único opositor que se presentó a los ejercicios fue Valeriano, que fue aprobado y propuesto el 22 de octubre de 1882, tomando posesión de esa plaza el 28 de mayo de 1883, en la que sirvió durante un año, ocho meses y 26 días, antes de pasar a ocupar la Cátedra de Historia de la Filosofía de la misma Facultad y universidad, por real orden de 25 de noviembre de 1884, destino en el que sirvió un año, un mes y 20 días, para pasar a desempeñar la Cátedra de Lengua Hebrea de La Habana, desde el 17 de marzo hasta el 30 de septiembre de 1885. En la hoja de servicios que firma en Habana el 14 de febrero de 1887, manifiesta:

«Servicios especiales en la carrera. Haber desempeñado mientras fue auxiliar y supernumerario en Madrid las cátedras de Geografía Histórica y Lengua Griega, Hebrea y Árabe, redactando los programas respectivos que obtuvieron la superior aprobación. Haber explicado en la Universidad de la Habana además de la cátedra de que es titular las de Árabe, Hebrero y Sánscrito ya con gratificación ya sin ella. Haber pertenecido a las comisiones de Reglamento interior y Edificio universitario. En el Centro América es donde cree haber prestado los mayores servicios a España y a la causa de la Educación pública, altos fines que ha de proponerse en la carrera todo profesor español, en concepto del interesado. Continua desempeñando la asignatura de Sánscrito conforme a la Real Orden de 28 de Mayo de 1885. Haber sido comisionado para la formación de la Biblioteca de esta Universidad. Haber formado parte de la comisión científica que pasó a Panamá a estudiar las obras del canal. Haberse encargado en virtud de la R.O. de 28 de mayo de 1885 desde 23 de Octubre de 1886 de la asignatura de Metafísica. Haberse encargado de la asignatura de Lengua Hebrea desde 17 de mayo hasta 30 de setiembre de 1885. Honores y condecoraciones. Cruz de Carlos III, con motivo de su cuarta oposición a cátedra ganada. Sus circunstancias al emprender la carrera. Grado de Licenciado y de Doctor en Filosofía y Letras, obtenido por oposición a premio extraordinario con el fausto motivo del nacimieno del Príncipe de Asturias.»

«Número 18. Certificado expedido por el Consul de España en el Havre en 24 de Diciembre de 1889 por la que se acredita que Don Valeriano Fernández Ferraz desembarcó en dicho puerto del vapor ville de Bordeaux procedente de las Antillas españolas el día 11 de Agosto del mismo año 1889.»

El 28 de noviembre de 1890, en instancia dirigida al Ministro de Ultramar por Valeriano Fernández, fechada en Madrid donde se encuentra para practicar ejercicios de oposición a la cátedra de lengua griega y latina vacante en la Universidad Central, solicita un año de licencia, en su condición de catedrático de Historia de la Filosofía y de Lengua Sanscrito, y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de la Habana, licencia a la que tendría derecho por llevar seis años consecutivos en su cátedra. Madrid pide informes a Cuba, desde donde responden que les parece un abuso que los dos meses de anticipo de licencia que le concedieron en julio de 1889 para asistir a unas oposiciones se demore años, máxime en quien debe desempeñar un decanato, y como el gobernador general de la isla sabe por el rector que el 28 de marzo de 1891 aún no se había presentado por allí para hacerse cargo de su cátedra, y ya han transcurrido más de dos años desde que terminó la licencia general, en noviembre se propone que su plaza se tenga por vacante, por abandono, pues además ya saben también que «el catedrático Dr. D. Valeriano Fernández Ferraz se encuentra sirviendo cargo público en Nación extranjera…»

«En 1890, el Gobierno costarricense quiso dar un nuevo impulso a la enseñanza, y el 26 de junio le invitó oficialmente a regresar, en buenas condiciones económicas. También le encargó, con su hermano Juan, de la selección de treinta maestros españoles. En ese año cumplieron ambos hermanos esta comisión en España, y desde 1891 residió el profesor en Costa Rica. En 1895-1898, volvió a dirigir el Colegio San Luis Gonzaga y a dar en él las clases de Griego y Filosofía. Desde 1914 ocupó la Dirección General de Bibliotecas. Murió a los 94 años de edad, en 1925.» (Constantino Láscaris-Comneno, «Valeriano Fernández Ferraz. Memorias», Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, 1964, pág. 215.)

Aunque en esas fechas ya estaba de nuevo Valeriano radicado en Costa Rica, su hermano Juan, por si acaso, le miente así al Ministro de Ultramar de España en instancia manuscrita (con registro de entrada de 18 de noviembre de 1892, un mes después de que supuestamente la hubiese firmado en Madrid, cuatro días después del Cuarto Centenario):

«D. Juan Fernández Ferraz, a nombre de su hermano D. Valeriano, catedrático y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de la Habana, que reside en Canarias convaleciente aún de una gran enfermedad que por algún tiempo le ha tenido postrado, a V. E. con el mayor respeto y consideración expone: Que en Julio de 1889 obtuvo mi dicho hermano del Gobernador general de Cuba dos meses de anticipo de licencia para la Península con objeto de tomar parte en las oposiciones que debían verificarse en esta Corte para proveer la cátedra de Literatura griega y latina vacante en la Universidad Central, a la cual es opositor según consta en el Ministerio de su digno cargo, pues por él se cursó al de Fomento instancia suscrita por aquél con ese fin y se transcribió además al propio Departamento telegrama del Gobernador general anunciándolo desde aquella Isla. Que pasado algún tiempo y visto que no se habían celebrado las anunciadas oposiciones de referencia, por lo cual le era indispensable continuar en esta población en expectativa de aquéllas, y con el fin de que con este motivo no se le causara perjuicio, solicitó el mismo del antecesor de V.E. en instancia suscrita en 1890 que se fijase los derechos que le correspondían como residente en Madrid con el fin indicado. Que por otra de 13 de Abril del propio año solicitó de ese Centro abono de ciertos haberes relacionados con el ascenso de categoría que se le confirió por R. O. de 17 o 19 de enero del 90; y por último, que en 28 de noviembre de 1890, en vista de que nada se había resuelto en su primera instancia y que las oposiciones aún no se habían verificado, solicitó, persiguiendo el mismo fin que en aquella, que como comprendido en los beneficios que concede el artículo 28 del Reglamento de la Universidad de 7 de diciembre de 1880 se le diera el año de licencia a que este se refiere. Ahora bien, Exmo. Sr., ésta es la fecha en que nada se ha resuelto acerca de las justas peticiones que quedan referidas, y como por otra parte sé que está muy próxima la celebración de las indicadas oposiciones, teniendo en cuenta además la casi absoluta imposibilidad de que mi hermano D. Valeriano Fernández Ferraz, en su convaleciente estado, hacer un largo viaje a la Habana, a encargarse de sus cargos en aquella Universidad y regresar, quizás en muy pocos días a la Península para hacer uso de su derecho como opositor a la cátedra repetida, a V. E. suplica se sirva autorizar a mi dicho hermano, normalizando así su situación, pues éste ha sido el único objeto de sus peticiones, cual se hizo por R.O, de 19 de Enero de 1880 (Gaceta 15 febrero), con un catedrático de Medicina de aquella Universidad, por la que se dispuso en permanencia en Madrid hasta que por el Ministerio de Fomento se resolviera el expediente que a petición del aludido profesor se seguía acerca de su traslado por concurso a una cátedra de la Universidad Central; para permanecer alejado del desempeño de sus cargos en la Universidad de la Habana, en tanto se verifiquen y resuelvan las oposiciones de referencia, o en su defecto, según precedentes también (R. O. de 30 abril 88, 26 febrero 89 –Gaceta 19 marzo– y otras), se le permite servir su cátedra por sustitución hasta igual fecha, con arreglo a la R. O. de 1º de mayo de 1885. Gracia que espera alcanzar de la rectitud de V.E. cuya vida guarde Dios muchos años. Madrid 16 de octubre de 1892. Excmo. Sr. Juan F. Ferraz.»

Cinco años después, pero uno antes del 98…, todavía gastaba espacio el Ministerio de Ultramar (de quien dependía la Universidad de la Habana), dedicado a Valeriano, en la Gaceta de Madrid:

«Ministerio de Ultramar. Real Orden. Excmo. Sr.: En el expediente instruido a D. Valeriano Fernández Ferraz, Catedrático de Historia de la Filosofía y Lengua sánskrita, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de esa Universidad, el Consejo de Instrucción pública ha emitido con fecha 25 de Junio último el siguiente dictamen: “En vista de lo informado por la Sección tercera, el Consejo pleno, en sesión del día 22 del actual, emitió el siguiente dictamen: Resulta de este expediente que D. Valeriano Fernández Ferraz, Catedrático de Historia de la Filosofía y Lengua sánskrita, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Habana, obtuvo en 5 de Julio de 1889 una licencia de dos meses para la Península con objeto de tomar parte en las oposiciones a la cátedra de Literatura griega y latina, vacante en aquel entonces en la Universidad Central, y a cuyo efecto fue remitido a este Ministerio de Fomento por el de Ultramar el oportuno expediente: Que residiendo en Madrid al efecto indicado, y sin que conste en el expediente concesión de licencia ni prórroga, con fechas 13 de Abril, 28 de Marzo y 28 de Noviembre de 1890, pidió se fijasen sus derechos como Catedrático y opositor; reclamó abono de haberes, y solicitó, por último, un año de licencia, sin expresar en su instancia el objeto de la misma, según está mandado; instancias todas que aparecen sin resolver, si bien la relativa a licencia de un año, aparece desestimada por la nota del Negociado, aunque no consta la resolución del Sr. Ministro: Que desde la citada última fecha nada se ha sabido del Sr. Ferraz, constando sólo la queja producida por aquel Rectorado, por la no presentación de dicho señor en su cátedra: Considerando que el tiempo transcurrido desde 1889, más de ocho años, o si se quiere desde Noviembre de 1890, última de las instancias fechadas en Madrid, más de seis años, ha transcurrido con exceso el tiempo para que pueda ser declarado el abandono de la cátedra por su propietario: Considerando que si bien no consta en el expediente más que de referencia que el Sr. Ferraz se encuentra desempeñando un cargo en la República Argentina, consta de un modo notorio, aunque no oficial, en este Consejo, que hace algún tiempo estuvo en esta Corte representando a dicha República con carácter oficial: Considerando los grandes perjuicios que se causan a la enseñanza con la falta del Profesor propietario por tan largo plazo: Considerando que su situación es completamente ilegal, pues no existe documento alguno que pueda justificar aquélla; antes al contrario, aparece negada la licencia de un año, aunque no de una manera terminante, sin que en tan largo espacio de tiempo haya tratado el interesado de justificar su falta, ni tratar de aclarar su actual situación: Visto el Plan de estudios de la isla de Cuba de 7 de Diciembre de 1880: “El consejo entiende que D. Valeriano Fernández Ferraz, Catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de la Habana, debe ser declarado comprendido en el art. 182 de dicho Plan de estudios, siendo por lo tanto separado de su cátedra por abandono de la misma, sin reserva de ninguna clase de derechos”; Y conformándose S. M. el Rey (Q. D. G.), y en su nombre la Reina Regente del Reino, con el preinserto dictamen, se ha servido resolver como en el mismo se propone. De Real orden lo digo a V. E. para su conocimiento y efectos correspondientes. Dios guarde a V. E. muchos años. Madrid 19 de julio de 1897. castellano. Sr. Gobernador general de la isla de Cuba.» (Gaceta de Madrid, miércoles 21 julio 1897, nº 202, tomo III, pág. 263.)

«La influencia del doctor Ferraz en la cultura de Costa Rica ha sido, como hemos dicho antes, de mucho valor. Encargado de la dirección del Colegio de San Luis Gonzaga de 1869 a 1874, puede considerársele como el primer organizador de nuestra enseñanza secundaria, que en nuestro país nació con él. De 1879 a 1882 desempeñó la dirección del Instituto Nacional y aportó a ese establecimiento, al igual que al de Cartago, toda su vasta ilustración. Ha ejercido una saludable influencia en los estudios de filología y ha defendido con calor en la prensa la cultura de la enseñanza clásica, conservándose entre sus polémicas la sostenida con el doctor don Antonio Zambrana sobre la importancia de aquellos estudios (2. La Unión, San José de Costa Rica. Febrero, marzo y abril de 1905). Como discípulo de Sanz del Río y de Rey y Heredia, el primero de la escuela de Krause y el segundo kantiano, fue el que introdujo por primera vez la filosofía racionalista en nuestro país. Unida a su influencia intelectual aparece la de su personalidad moral. Hombre modelo y caballeroso en todo sentido, su conducta es un ejemplo y su vida es un trabajo. Su acción educativa, impuesta por sus virtudes, por su constante amor al estudio, al cual vive entregado todavía, no obstante su edad octogenaria, es el más hermoso galardón que puede ostentar ante la juventud, que lo venera y admira. (1. Actualmente el doctor Ferraz ocupa la Dirección General de Bibliotecas, puesto que se le dio en honor a sus méritos, en la Administración de don Alfredo Gonzáez Flores.)» (Luis Felipe González, Historia de la influencia extranjera en el desenvolvimiento educacional y científico de Costa Rica, Imprenta Nacional, San José de Costa Rica 1921, págs. 140-141.)

«Valeriano de niño fue muy mimado por dos tías abuelas quienes concentraron todo su cariño, en el sobrino nieto que en estas condiciones, fue creciendo. Muy desganado el niño, se ponían ellas al lado de la niñera para que diera el arroz grano por grano y así hasta terminar, distrayéndolo con cuentos y relatos que agradaban al niño. De mayorcito, lo nombraron su heredero único de sus cuantiosos bienes, tantos como el alfabeto castellano tiene de letras. Estando él ya en Costa Rica murieron sus tías y él no fue a recoger la cuantiosa herencia, comisionando a un su pariente y amigo a que vendiera las propiedades y le enviara el dinero. En esas ventas hubo grandes pérdidas. Cuando don Valeriano ganó por oposición, a sus profesores, las Cátedras, en la Universidad, fue llamado al Palacio Real y confiaron a su sabiduría, la instrucción de las Infantas de España, hermanas del Rey Alfonso XII. Cuando terminó con su preparación, recibió como recuerdo de sus Reales Discípulas, un juego de abotonadura de oro con piedras preciosas, quedando ellas como sus Reales Padres, muy complacidos y agradecidos con las enseñanzas que del Dr. Ferraz, recibieron. La memoria de don Valeriano fue sobrenatural, destacándose entre uno de los tres memoristas del mundo. Un pequeño detalle que aquél relato, nos lo demuestra claro. Cuando éramos niños y adolescentes estudiantes, sus sobrinos nietos nos llegábamos a él, entonces Director General de la Biblioteca Nacional y le decíamos: Tío Valeriano, necesitamos tal dato sobre tal tema. Bueno, nos contestaba, sube por esa escala, cruza, sube al otro departamento, busca el estante tal, cuenta en la fila tal, hasta tal número y allí encuentras en la página tal, el dato que necesitas. Llegábamos y allí estaba el libro que buscábamos con sus datos en la página indicada.» (transcripción de un documento con recuerdos de la familia Fernández Ferraz, en Constantino Láscaris-Comneno, «Valeriano Fernández Ferraz. Memorias», Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, 1964, vol. IV, página 223.)

Bibliografía selecta de Valeriano Fernández Ferraz

1863 Clave de la traducción griega y latina, Imprenta de Manuel Galiano, Madrid 1863, 159 págs. (la Advertencia fechada en Madrid, 1º de Octubre de 1863.)

Bibliografía selecta sobre Valeriano Fernández Ferraz

1921 Luis Felipe González, Historia de la influencia extranjera en el desenvolvimiento educacional y científico de Costa Rica, Imprenta Nacional, San José de Costa Rica 1921.

1934 Mario Sancho, El Doctor Ferraz y su influencia en la educación y en la cultura del país (conferencia dictada en la Casa de España), San José 1934.

1964 Constantino Láscaris-Comneno, «Valeriano Fernández Ferraz. Memorias», Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, 14, 1964, vol. IV, páginas 211-226.

1984 Eduardo Chacón Casares, Influencia de las ideas del Doctor Valeriano Fernández Ferraz en la vida cultural de Costa Rica, Editorial Universidad Estatal a Distancia, San José 1984, 245 págs.

1985 Carlos Meléndez Chavarri, «Influencia de don Valeriano Fernández Ferraz en la cultura costarricense. El legado de un gran canario del siglo XIX», V Coloquio de Historia canario-americana, Las Palmas de Gran Canaria 1985, tomo I, págs. 517-535.

1986 José Pérez Vidal, Valeriano Fernández Ferraz, un krausista español en América, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas 1986, 244 págs.

1995 Manuel Ledesma Reyes, Krausismo y educación en Costa Rica: la influencia de los educadores canarios Valeriano y Juan Fernández Ferraz, Tesis Doctoral, Universidad de la Laguna 1995, 361 págs.

1998 Olegario Negrín Fajardo, «Valeriano Fernández Ferraz en la Universidad de La Habana», XII Coloquio de Historia canario-americana, Las Palmas de Gran Canaria 1998, tomo III, págs. 27-53.

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