Filosofía en español 
Filosofía en español

Manuel Ruiz de Quevedo Cuevas  1817-1898

Manuel Ruiz de Quevedo 1817-1898 Abogado español nacido en Pesquera, Santander, en 1817. En 1843 es uno de los secretarios de la Academia de Ciencias Eclesiásticas. El 8 de marzo de 1862 firma como presidente el Reglamento del Círculo Filosófico y Literario de Madrid, impulsado por Julián Sanz del Río. En 1871 es el suscriptor nº 236 de las Obras completas de Platón. El presidente de la República, Salmerón, le nombra Subsecretario de Gracia y Justicia en 1873. Muerto Fernando de Castro en 1874 le sucede en la dirección de la Escuela de Institutrices (1869) y la Asociación para la Enseñanza de la Mujer (1870), instituciones que rige hasta su muerte. Defensor de buena parte de los catedráticos protestantes e insumisos ante el Real decreto de 26 de febrero de 1875 y la Circular que le acompañaba (dirigida por el ministro Manuel de Orovio a los rectores de las universidades), cuestión universitaria que determinaría la constitución ese verano de la Institución libre de enseñanza, cuyos estatutos él redactó como abogado, colecciona y publica en 1876 Cuestión universitaria. Documentos coleccionados por M. Ruiz de Quevedo referentes a los profesores separados, dimisionarios y suspensos. En 1878 fue el suscriptor nº 65 de las Obras de Leibniz. Murió en 1898, recibiendo su cadáver cristiana sepultura. Véase la necrológica que le dedicó Demófilo en Las Dominicales del Libre Pensamiento: «D. Manuel Ruiz de Quevedo.».

1881 «Nunca se limitó a la propaganda de la cátedra que, dadas las condiciones del profesor, hubiera sido de ningún efecto. La verdadera enseñanza, la esotérica, la daba en su casa. Ya con modos solemnes, ya con palabras de miel, ya con el prestigio del misterio, tan poderoso en ánimos juveniles, ya con la tradicional promesa de la serpiente “seréis sabedores del bien y del mal”, iba catequizando, uno a uno, a los estudiantes que veía más despiertos, y los juntaba por la noche en conciliábulo pitagórico, que llamaban círculo filosófico. Poseía especial y diabólico arte para fascinarlos y atraerlos. Con todo eso, de la primera generación educada por Sanz del Río (Canalejas, Castelar, &c.), pocos permanecieron después en el krausismo. Éste sacó su nervio de la segunda generación u hornada, a la cual pertenecen Salmerón, Giner, Federico de Castro, Ruiz de Quevedo y Tapia.» «Salmerón, verdadero enfant terrible de la Universidad y del círculo filosófico de Sanz del Río, no dejó de poner su pica en Flandes, afirmando que ni él ni el honrado Suñer y Capdevilla ni otros muchos diputados de aquel Congreso, eran católicos, ni querían nada con el Catolicismo.» (Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid 1881, III, páginas 737 y 774.)

1883 «Asociación para la Enseñanza de la Mujer. Calle de la Bolsa, 14. Esta asociación, fundada por el piadoso D. Fernando de Castro con el solo fin de elevar y ennoblecer a la mujer española mediante la educación e instrucción, ha progresado notablemente, merced a la devoción que presta a esta idea el Sr. D. Manuel Ruiz de Quevedo, a la que coadyuvan catedráticos distinguidos de la Universidad, explicando sin remuneración alguna las clases. Además de la Escuela de Institutrices, cuya matricula está cerrada, existen ya varias otras de aplicación, a saber:
Escuela de correos y telégrafos. –Honorarios, 5 pesetas mensuales por todas las asignaturas de un curso; 5 por la práctica de Telégrafo; 2 por cada asignatura suelta. Clases de lenguas: ingles, alemán e italiano. –Por una de las asignaturas de ingles o alemán, 10 pesetas al año. Por la de italiano, 5 pesetas mensuales. Clases de dibujo del yeso y de pintura. –Por una asignatura, 10 pesetas todo el curso; por las dos, 15 pesetas todo el curso. Clases de armonium. –10 pesetas por todo el curso. Escuela de comercio. –Está cerrada la matrícula.
La Asociación se sostiene mediante las pequeñas cuotas de los socios, y por algunas subvenciones de corporaciones y particulares. Cuantas personas de espíritu ilustrado y que comprendan la importancia de semejante institución que ha de ser una de las más sólidas raíces de la regeneración de nuestra patria, deben hacerse socios.» (Anuncio [«su inserción es gratuita, no se admiten anuncios de pago»] en Las Dominicales del Libre Pensamiento, nº 1, domingo 4 de febrero de 1883.)

1898 «Ruiz de Quevedo. Hoy ha recibido cristiana sepultura el cadáver de D. Manuel Ruiz de Quevedo, entusiasta continuador de la obra comenzada por D. Fernando de Castro, al crear la Asociación para la enseñanza de la mujer. En su difícil y espinoso cargo ha sabido conllevar con espíritu de exquisita rectitud, sin desmayos ni vacilaciones, el fin que la Asociación persigue y las dificultades con que en estos últimos tiempos ha tenido que luchar dicho instituto. Honrado de todo espíritu recto, venerable por la edad y por sus virtudes cívicas, Ruiz de Quevedo desaparece de entre nosotros, llevándose a la tierra un nombre inmaculado y dejando sobre ella un recuerdo indeleble. Sean estas líneas tributo rendido a su memoria y a los valiosos y leales servicios que prestó a su Patria.» (El Día, Madrid, lunes 4 de abril de 1898, pág. 1.)

D. Manuel Ruiz de Quevedo ha muerto, Las Dominicales del Libre Pensamiento 1898 «D. Manuel Ruiz de Quevedo ha muerto. La mujer española está de luto. Ha sido D. Manuel Ruiz de Quevedo uno de los varones más útiles a la España del siglo XIX. Esta sociedad degradada y corrompida que nos rodea, esa turba de mujeres, que va desde el templo a la plaza de toros y de la plaza de toros al baile de la Opera, y el burdel de hombres que las siguen, no sabe siquiera que existiese un D. Manuel Ruiz de Quevedo. Esa prensa, que ha llenado sus columnas hablando de la muerte de Frascuelo, consagra apenas cuatro líneas para dar cuenta de la muerte de D. Manuel Ruiz de Quevedo. Es natural; así debe suceder. En un país envilecido por la monarquía y la teocracia, hombres de la calidad de D. Manuel Ruiz de Quevedo debían vivir obscurecidos, y hasta ser objeto de aversión, porque al mirar a ellos esos hombres que pululan corrompidos por la vanidad, la adulación y todos los vicios, se sienten por dentro como ofendidos y rebajados. Debéis seguir esta regla general. ¿Quién es el más aplaudido y el más alabado por esta sociedad que flota? Pues ese debe ser el más prostituido, el más cínico, el peor. ¿Cuál es el más fustigado, el más odiado? Pues debe ser el mejor.» (Demófilo [Fernando Lozano Montes], «D. Manuel Ruiz de Quevedo.», Las Dominicales del Libre Pensamiento, Madrid, jueves 7 de abril de 1898.

1922 «De Illescas se trasladaba una vez al mes a Madrid, donde solía permanecer varios días, visitando con preferencia a don Simón Santos Lerín, que con el tiempo fue un famoso abogado, el cual logró congregar a su alrededor a un grupo de jóvenes entusiastas de la Filosofía. Entre los asistentes, además de Navarro Zamorano y Álvaro de Zafra, figuraban Manuel Ruiz de Quevedo, Luis Entrambasaguas, Manuel Ascensión Berzosa, Francisco Calloso Larrúa y el que más tarde fue ministro de la República, Eduardo Chao. En aquellas reuniones se conversaba acerca de los problemas filosóficos, habiendo sido aquel anhelo el origen del Círculo filosófico y Literario, que tanto prestigio llegó a adquirir y tanta influencia ejerció en la juventud intelectual.» Santiago Valentí Camp, «Julián Sanz del Río», Ideólogos, teorizantes y videntes, Barcelona 1922, pág. 77.)

Sobre Manuel Ruiz de Quevedo en el Proyecto Filosofía en español

1862 Reglamento del Círculo filosófico y literario, Madrid 1862.

1876 Cuestión universitaria. Documentos coleccionados por M. Ruiz de Quevedo referentes a los profesores separados, dimisionarios y suspensos, Madrid 1876.

1898 Fernando Lozano Montes, «D. Manuel Ruiz de Quevedo.», Las Dominicales del Libre Pensamiento, Madrid, jueves 7 de abril de 1898.

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