Filosofía en español 
Filosofía en español

Enrique Ruiz García (a) Juan María Alponte  1924-2015

Enrique Ruiz García (a) Juan María Alponte Aunque en una larga entrevista biográfica al mexicano ejemplar, publicada en 2012 por la Agencia Universitaria de Noticias de la UNAM, “Vivo y moriré como Juan María Alponte”, en la que reconstruye convenientemente su curso vital, se asegura que «nació en España en 1934, dos años después estalla la Guerra civil española por lo que vivió bajo el régimen de Francisco Franco durante 27 años… Finalmente se nacionaliza mexicano en el año de 1972», hay que adelantar al menos diez años esa fecha de nacimiento para poder ajustar en el tiempo la preencarnación anterior de Juan María Alponte como Enrique Ruiz García. La coquetería de Alponte, y la conveniencia de quitarse una década para mejor adaptarse a su nueva vida, disimulando su juvenil participación en la División Azul, encuadrado en la Wehrmacht nazi, como voluntario luchador “por Europa” contra el enemigo comunista soviético, le hizo ocultar discretamente la fecha de su nacimiento hasta que sólo tres semanas antes de morir, en una entrevista llena de imprecisiones y falsedades (pues no es cierto que marchara a México en 1968 expulsado por el gobierno del general Franco: dos años después inaugura en Madrid la colección «Hora H», con dinero puesto por la CIA, &c.), publicada por El Universal de México el 13 de noviembre de 2015, afirma haber nacido en Santander en 1924 (que es fecha todavía un poco forzada para un voluntario divisionario del 41; ya alguién publicará su partida de nacimiento…).

Natural de Santander, su padre, obrero sindicalista falangista durante la república, es salvajemente asesinado por los rojos delante del hijo, quién católico y falangista (en la Falange santanderina se le conocía como Tuto, de Restituto), forma entre 1941 y 1943 en la División Española de Voluntarios (División Azul, Blaue Division), la 250 Infanterie-Division del ejército alemán, luchando, junto a la Alemania nacional socialista en su guerra contra la Unión Soviética, en la “Cruzada contra el Comunismo” por la libertad y la unidad de Europa.

Dedica “A mi esposa” su primer libro, Ensayo sobre la Personalidad Española, publicado en 1954, con licencia eclesiástica firmada en 1953 por el Obispo de Cartagena y una introducción de Juan Hernández, “Profesor del Seminario Mayor de San Fulgencio”, de Cartagena. En su Prólogo el autor señala que el principal mérito del libro es el de estar dotado de «un ardiente empeño de catolicidad. No es, por tanto, por ello mismo, un libro de sacristía, de detrás del altar, sino que es un libro de combate, un libro militante.» El libro, organizado en siete temas (El hombre y las cosas, El concepto señorial de los españoles, Guerra y señorío, El tema religioso, El tema del rencor, El tema del individualismo y El tema de la libertad), termina con estos párrafos:

La forma concreta y especial

La forma concreta y especial que tuvo España de hacer frente a la insurrección fue, en el especialísimo caso de la protestante, de ser ella misma quien anticipadamente se reformara. Es curioso pensar, para aviso de minorativos impenitentes, lo fácilmente que esa indócil masa española sigue a sus jefes naturales cuando éstos, representan y sirven la proyección española. Digo estas palabras pensando en el fraile, confesor de la Reina, que llegó a Arzobispo y Primado de España e Inquisidor, Cardenal Jiménez de Cisneros.

Se ha señalado con evidente precisión que la obra de Cisneros fue una Prerreforma. O lo que es lo mismo, una colosal y afirmativa anticipación inteligente de España a los problemas. Padecía la iglesia española los males del mundo, quizá acentuados por la presencia del judaísmo y el islamismo en su existencia, pero supo realizarla fructíferamente, con arte y con violencia, con delicadeza y con método. Así fue posible el hacer coincidir el alto estudio –que en todas partes parecía ir encaminado a la subversión– con la disciplina a la verdad. Pudieron prepararse así, sin más, obras tan extraordinarias como la Biblia Políglota –o sea, utilizando perentoriamente las armas del conocimiento y exégesis que tan malos resultados iban a producir en otras partes– y la Universidad de Alcalá que, según un historiador como Marcel Bataillon, «no fué sino la erección de un organismo completo de enseñanza eclesiástica: elemental, media y superior. Todos sus esfuerzos de reforma (los de Cisneros) son un testimonio de ello, y mucho más elocuentes aún son las fundaciones con las cuales se quiso resolver el problema del reclutamiento, de la selección de las vocaciones». Creo que el texto anterior está sobremanera claro. No se trató de imponer una serie de medidas recalcitrantes, de no ser protestantes porque lo impidiera el arma inquisitiva, sino que se intentó una renovación íntegra y vertical del todo. El ánimo selectivo fue tan completo que, sobre su semilla, iba a ser posible creciera el puño espiritual de la Compañía de Jesús, que sin el equipo intelectual de la Prerreforma española habría sido impensable. Y no se mantenía, tampoco, alejada España de las corrientes gravísimas que cercaban el mundo. Buena prueba de ello son las polémicas suscitadas en la Universidad de Salamanca al plantearse allí, de viva voz, el problema desnudo de la filosofía de Occam al efectuar, casi radicalmente, el divorcio entre la razón y la fe.

Como una ola ardiente, contenida y fecunda al tiempo, recorre Cisneros con su largo brazo de Arzobispo, Cardenal, Inquisidor y Regente del Reino, todos los estamentos. Reforma las Ordenes Religiosas, la clerecía y vuelve e insiste y prepara su tormenta allí, como en Toledo, donde la resistencia se acentúa o los intereses son grandes. Con mente clara reúne para la confección y preparación de la obra prodigiosa de la Biblia, bajo su cuidado y mecenazgo, las figuras de los mejores humanistas. Suena el griego en Alcalá y crece en ella la mirada de un soldado extraordinario: Iñigo de Loyola.

No contenta persiste España en ser, en medio de la confusión, la «más pechera» de las naciones de la cristiandad en la cruzada contra el mundo infiel. Así, de su mano, casi de su brazo, alcanza, España, la victoria de Orán. Y mientras la lucha está abierta infatigablemente, sin respiro, un espejo que recorriera fríamente Europa encontraría ya la espuma, la nube oscura de la colosal tormenta protestante. El pensamiento y la pica comienzan a tomar sus posiciones. Y en ese momento de máximo peligro y de máxima duda es cuando, España, como más tarde en el siglo XIX, parece estar dotada intrínsecamente de maravillosa capacidad para el cultivo de la revuelta espiritual. Masas de moriscos, inasimiladas, ardientes, confusas, cristianizadas rapidísimamente entre la pólvora hacen torcer el gesto al «cristiano viejo». Vista así, España, tras la gigantesca serie de problemas y de responsabilidades que ha de echarse después sobre los hombres. ¡Señor, cómo resalta su claro juicio!… Millares de «conversos», de cristianos nuevos, circundaban apretadamente la vida de España en el momento del máximo y peyorativo peligro. Confusionismo dialéctico, que escapaba ya de las manos del español para solicitar auxilio en los Tribunales de la Inquisición. De ahí que España, sin ninguna hipocresía, echara el corazón al agua e incapaz de convivir pacíficamente, «razonablemente», prefiriera el automatismo terrible de la expulsión. Que la vida de España ha sido una vida difícil.

Hizo España, por último, en el mismo momento que se colonizaba América, substrayendo un río de sus mejores hombres, el esfuerzo gigantesco de ser, en Europa, el pueblo del pensamiento y de la espada de la Contrarreforma. Al mismo tiempo realiza el alarde físico y espectacular de defender, solitariamente, las espaldas orientales de Europa amenazadas por el turco. Quien crea que aquello fue un capricho, una coincidencia entre España y Carlos V, que mire hacia lo más próximo e inmediato: la insurrección no la ha tocado en ninguno de sus variadísimos aspectos. Pero no lo ha hecho, digámoslo sin eufemismo, porque su alma moral la arrojó fuera de sí.

No puede ser casual, de ningún modo, que un pueblo mantenga inviolablemente su característica más ejemplar sin que ello no implique articulación plena y peyorativa con la vida. Si España no hubiera dado, como lo ha hecho, prueba suficiente del valor de sus frutos –como dice el Evangelio señalará a los mejores– la manifiesta y abnegada entrega de su genio a una tarea tan alta, a veces por encima de sus fuerzas, merecería de todos, los mayores respetos. Es obvio, pues, que no ha querido hundir su pensamiento en el bajo fondo oscuro de la revuelta. Prefirió, España, permanecer enterrada en sus categorías absolutas. Tiene el español, por otra parte muy profunda, casi raíz y nube, el concepto y la plenitud del hombre libre, para que se le pueda hablar, impunemente de «libertades».

Desde el punto de vista de gobierno y política, el español ha elaborado en el tiempo la figura política del Príncipe, como hombre sujeto a moral y freno. Las «garantías políticas» están fuera, al libérrimo impulso del viento, dormidas en el instinto mudable y perentorio de la voluntad general. Al revés, el español confía en la Moral. Quizá por ello acepta sin miedo, cumplidamente, el gobierno desde arriba, igual que desde arriba le llega el mandato y la urgencia de Dios. Sabe bien que lo verdaderamente importante y profundo es formar parte de la transcendencia. Cuando eso está anclado en el alma de un pueblo, quien gobierna sabe bien que gobernar es igual a medir.

Enrique Ruiz García, Ensayo sobre la Personalidad Española, [Murcia] 1954, págs. 149-153.

Desde 1954 es redactor del semanario El Español, en su segunda época: “semanario de los españoles para los españoles”, donde firma, por ejemplo: “El comercio occidental con la China comunista” (nº 282, abril 1954), “El sudeste asiático en peligro de caer en manos comunistas” (nº 283, mayo 1954), “Un político y su política: Mendes-France” (nº 292, julio 1954), “Avila, piedra que vuela. Una provincia que no es sólo trigo y castillos” (nº 299, agosto 1954), “El último viaje a España de Eugenio D'Ors” (nº 305, octubre 1954), “La secta de la locura” (reportaje sobre las perversiones religiosas que se manifiestan actualmente en Francia) (nº 310, noviembre 1954), “Gaston Dominici ante los jueces” (nº 312, noviembre 1954), “Ochenta años del premier inglés” (nº 315, diciembre 1954), “La vida de Anthony Eden” (nº 333, abril 1955), “El Estado francés en peligro ante el movimiento de Poujade” (nº 334, abril 1955), “Giovanni Gronchi, nuevo Presidente de la República italiana” (nº 336, mayo 1955), “La sexta columna al descubierto. Penetración marxista en la Prensa católica francesa” (nº 340, junio 1955), “Guerra abierta en el Marruecos francés” (nº 349, agosto 1955), “En Méjico por las rutas de una de las más antiguas civilizaciones. Yolotepec, un pueblo de los otomies desde Méjico” (nº 406, septiembre 1956), “Rodrigo Royo, entre El sol y la nieve (nº 430, febrero 1957, entrevista con un camarada suyo quince años antes en la División Azul), “La S.F.I.O. sale de Toulouse con las manos vacías” (nº 449, julio 1957), &c.

Redactor del diario Pueblo, dependiente de la Delegación Nacional de Sindicatos, colabora también en otros medios, como La Estafeta Literaria (por ejemplo: “La generación que escribe al dictado”, nº 89, abril 1957) y, desde 1958 su firma se hace habitual en los distintos periódicos que conforman la Prensa del Movimiento y son órganos locales de Falange Española Tradicionalista de las JONS, que reproducen sus comentarios y análisis, de política internacional (“Un año internacional proyectado hacie el futuro. Comienza una nueva época: la conquista del espacio”, 1 enero 1958) o de asuntos domésticos (“El Colegio Mayor José Antonio cumple cinco años de vida”, 7 marzo 1958).

1958 «En un periódico de Madrid que se titula El Español (así), leí yo un articulillo, bien documentado, que se titulaba: “Penetración marxista en la prensa católica francesa”. Cuyo artículo iba firmado por un señor nominado Enrique Ruiz García, y, ni que decir tiene, estaba refrendado por la censura eclesiástica de mi país, que, en cuanto a censura, se las trae. Decía el susodicho Ruiz en el idem artículo: “Madame Sauvageot, antigua militante del comunismo, convertida poco antes de la guerra al catolicismo, es hoy la más importante personalidad financiera de la prensa católica francesa… De hecho, en Centre National de la Presse Catholique es un verdadero trust Sauvageot… forman parte los periódicos Le Croix (con 150.000 ejemplares), La vie catholique ilustré (con 670.000), Témoignage Chrétien… Madame Sauvageot conserva personal y familiarmente contactos permanentes con el progresismo y con el estado mayor del comunismo…” Y no me da la gana de continuar copiando.” (Javier Elbaile, “Fototipia”, CNT. Portavoz de la CNT de España en el exilio, Toulouse, 30 marzo 1958.)

1959 «Según News Week, un negocio nuevo y floreciente domina actualmente la vida americana: el intelectual arrendado y contratado para pensar. El hecho parece, dicho así, normal. No parece tan normal cuando se advierte que los “pensadores profesionales” están contratados por una enorme empresa, la Rand Corporation –entre otras– para hacer cierto un eslogan enormemente amibioso: –Aquí pensamos por U.S.A. Dice la revista que la Rand tiene 141 doctores en Filosofía, pero también caballeros sin diploma, soldados retirados que conocen los trucos de la existencia –y de la muerte– y pueden servir, acaso, para responder a la interrogación vital, individualista. Pero lo verdaderamente importante y paradójico es que los “pensadores profesionales” de la Rand llevan una vida libre, sin horarios, sin trabas burocráticas. […] Ciento cuarenta y un profesores de Filosofía esperan allí, tomando el sol a que alguien les pregunte. Se dejan crecer la barba y tienen elevados sueldos. […] Todo es mágico y humano, tembloroso y vivo y ajeno a la realidad aparente y circunstancial, pero echamos una carta y puede venir una respuesta: “Lo que usted tiene es”…, dirán los pensadores profesionales. Y no es así; lo que cada uno de nosotros tiene nos pertenece hasta lo más hondo, y sólo después de mucho andar y andar y sufrir se llega a la conclusión que podemos prescindir de ello: de este éxito de hoy, de aquel fracaso de mañana; de esta tierra oscura, donde los pensadores profesionales de todos los paralelos se empeñan en decirnos el cómo, el cuándo, el hasta dónde y el hasta aquí. Por eso la Rand Corporation, y las sucursales semejantes, me parecen una pocilga.» (Enrique Ruiz García, “Pulso de los días. ¿Quiere usted pensar?”, Imperio. diario de F.E.T. y de las J.O.N.S, Zamora, 9 de agosto de 1959.)

«Una de las misteriosas y enigmáticas condiciones del mundo moderno está comenzando a venir depurada por el análisis científico de todos y cada uno de los actos espontáneos del hombre. Las agencias de publicidad se han convertido en Norteamérica en verdaderos centros de investigación sociológica que auscultan a cada momento a la gente: “¿Por qué hace usted ésto?” “¿Por qué compra tal marca y no tal otra?” […] En paquetería, los centros de investigación de los móviles secretos han hecho avances prodigiosos que rondan casi el estado de hipnosis. El color, envoltura y tamaño ha sido estudiado con cuidado exquisito. El lema es claro: “El paquete, primero, tiene que atraer la mirada, y luego, la mano”. Todo ésto cuesta al año seis millones de dólares, es decir, mucho más que el presupuesto general de decenas de países.» (Enrique Ruiz García, “Pulso de los días. ¿Por qué hace usted 'esto' y 'aquello'?”, Imperio. diario de F.E.T. y de las J.O.N.S, Zamora, 21 de octubre de 1959.)

«El premio Fraternidad Hispánica 1959, a don Enrique Ruiz García. Se reunió en la casa de Prensa Española el jurado designado para conceder el premio de periodismo Fraternidad Hispánica 1959 a la labor continuada y efectiva realizada por un escritor español o hispanoamericano que fomente la fraternidad entre las naciones de origen hispánico. Dicho premio ha sido concedido al redactor del diario Pueblo, don Enrique Ruiz García. El jurado estaba compuesto por el marqués de Luca de Tena, el director de Pueblo, don Emilio Romero; don Alfonso de la Serna, don Pedro Salvador, don Joaquín Arrarás y el director de ABC, don Luis Calvo. El premio de Fraternidad Hispánica, dotado con 50.000 pesetas, fue instituido por don José Fernández Martínez, español residente en Méjico.» (Hoja Oficial del Lunes, Madrid, 7 de diciembre de 1959.)

En 1960 la sección El mundo en 3 minutos de Enrique Ruiz García, redactor editorialista del diario Pueblo, se convierte en uno de los referentes ideológicos de la prensa del franquismo, y es reproducida por la red de periódicos del Movimiento, tratando asuntos como los siguientes: “La década que acaba de morir. Problemas de la O.E.C.E.” (22 enero), “La gran guerra de los 'missiles'” (23 enero), “La nueva clase media” (26 enero), “Estas horas de Cuba” (30 enero), “Informe de la OECE sobre la estabilización española” (20 febrero), “Inglaterra y Europa” (25 febrero), “Italia: una política alfa y una política omega” (26 febrero), “El secreto del problema alemán” (28 febrero), “Desarme nuclear o riesgo universal” (1 marzo), “La situación en el Oriente Medio” (3 marzo), “La guerra del petróleo” (9 marzo), “Aceleración del Mercado Común” (10 marzo), “El problema negro de Norteamérica” (13 marzo), “Experiencias y problemas del mundo actual” (10 abril), “¿Cómo permitirse el lujo de ser gran potencia internacional en 1960” (20 abril), “Radiografía de la situación venezolana” (23 abril), “El problema de Corea del Sur” (24 abril), “La hora de los cambios en Corea” (29 abril), “El caso del piloto Francis Powers” [capturado por los soviéticos en un U-9 espía] (12 mayo), “Chile, en la memoria y el corazón” (1 junio), “Negociación, mediación y terror” (4 junio), “Paz Estensoro, nuevo presidente de Bolivia” (9 junio), “¿Problemas de precios o de técnica?” (11 junio), “La gran cuestión: los pueblos subdesarrollados” (12 junio), “Revolución y evolución iberoamericana” (16 junio), “Examen demográfico de los problemas” (17 junio), “Complejidad dialéctica del Este” (22 junio), “Deshielo en las fronteras africanas” (25 junio), “Hacia una sociedad abierta” (28 junio), “La gran serpiente del rearme” (1 julio), “Innovación o fatalismo económico” (3 julio), “La capacitación del mundo obrero” (12 julio), “Reforma agraria y precios internacionales” (16 septiembre), “¿Economía de consumo o de servicio” (29 septiembre), “La intervención de Macmillan” (30 septiembre), “Los grupos ante las elecciones USA” (9 noviembre), “El problema religioso en las elecciones” (10 noviembre), “Alemania dijo 'no' a Estados Unidos” (30 noviembre), “Bélgica a la hora de la austeridad” (29 diciembre), “Algunas reflexiones en torno a Bélgica” (31 diciembre 1960), &c.

«Periodistas españoles, a la India. Invitados por el gobierno de la India, visitarán este país durante tres semanas un grupo de periodistas españoles, que estará integrado por don Torcuato Luca de Tena, director de Blanco y Negro; don Rafael Salazar Soto, redactor jefe de Ya; don Enrique Ruiz García, redactor editorialista del periódico Pueblo, y don Juan Ramón Masoliver, en representación de La Vanguardia, de Barcelona. Es la primera vez que un grupo de periodistas españoles visitará la India.» (Hoja del Lunes, Madrid, 7 marzo 1960.)

Tras la visita a la India, publica Enrique Ruiz García una serie de crónicas, que se abren con una entrevista con su primer ministro, Jawaharlal Nehru (“Nehru es un hombre pulcro y coquetamente vestido”, Imperio, 23 marzo 1960). Y otras series de análisis políticos internacionales, como “Alemania, quince años después del caos” (“La destrucción hizo posible la prosperidad de hoy”, 18 mayo; “Entre la necera, la vivienda y la hipnosis”, 19 mayo; “Entre la estabilidad y la inquietud”, 20 mayo; “En el campo de refugiados de Marienfelde”, 21 mayo; “Berlín, sol y sombra”, 22 mayo).

Mientras tanto, también en 1960, el Partido Comunista de España, tras su VI Congreso, ha elegido a Santiago Carrillo como su secretario general, y el Congreso por la Libertad de la Cultura (financiado y controlado por la CIA desde diez años antes en París) acelera la consolidación de su reciente presencia en España (desde octubre de 1960 sus delegados –Laín, Marías, Aranguren, Ridruejo, Martí Zaro, José Luis Cano– vienen celebrando discretas reuniones: el día 11 en casa de Aranguren, el día 20 en casa de Chueca…). En noviembre un grupo de “escritores, artistas e intelectuales españoles” firman un escrito de protesta contra la censura dirigido al Ministro de Información, encabezado por Pemán, Pérez de Ayala, Vicente Aleixandre, Pedro Laín, Marías… Ese escrito, que también firma Enrique Ruiz García, buscarán rentabilizarlo tanto los anticomunistas del CLC desde París –Boletín Informativo del Centro de Documentación y Estudios, nº 4, diciembre 1960; Cuadernos…, nº 47, págs. 129-130– como los comunistas del clandestino PCE desde Madrid –Mundo Obrero, año XXXI, nº 1, Madrid, 15 diciembre 1960, pág. 2– y desde México, en catalán, los del PSUC –Horitzons, nº 2, págs. 80-81–. Poco se puede deducir observando quien aparece como abajofirmante antes y después de Enrique Ruiz García, pues en las cinco versiones de ese documento que tenemos delante ese orden es diferente: «Carlos Saura, director de cine; Enrique Ruiz García, periodista; Enrique Tierno Galván, catedrático» (Mundo Obrero); «Ángel Fernández Santos; Enrique Ruiz García; Luciano Egido» (Horitzons); «Manuel Rabanal Taylor, Enrique Ruiz García, R. F. de la Reguera» (Boletín Informativo del CDE); «Alvaro Fernández Suárez, Enrique Ruiz García, Juan Fernández Figueroa» (Cuadernos del CLC); y «Luis Rosales, Enrique Ruiz García, Víctor Ruiz Iriarte» (España Republicana).

No parece que la firma de ese escrito supusiese para Enrique Ruiz García algún tipo de inconveniente, pues en 1961 mantiene su actividad habitual, con la sección El mundo en 3 minutos que difunden los periódicos del Movimiento, con sus directrices y análisis de política internacional: «Nuevo desmantelamiento aduanero» (8 enero), «Después del referéndum» [sobre Argelia en Francia] (11 enero), «Informe confidencial sobre Iberoamérica» [entregado al electo Kennedy, que toma posesión el 20 de enero, por Adolf Berle, ideólogo de la Alianza para el Progreso] (15 enero), «Los expertos de Kennedy en soviet-lógica» (21 enero), «Los economistas de John Kennedy» (25 enero), «¿'New Deal' para Iberoamérica?» (28 enero), «La 'Nueva ola' comienza su historia» (29 enero), «Monopolio capitalista de la prensa» (2 febrero), «Nuevo golpe de Estado en El Salvador» (3 febrero), «¿Qué pasa en el 87 Congreso?» [norteamericano] (9 febrero), «La negociación Este-Oeste, de nuevo» (12 febrero), «Los trusts ante los jueces» (14 febrero), «Las relaciones entre Europa y Africa» (16 febrero), «La disyuntiva política de las Rodesias» (19 febrero), «El problema negro en Norteamérica» (21 febrero), «¿Quién es sir Roy Welensky?» (2 marzo), «La batalla por el coche popular» (9 marzo), «La tendencia social del mundo actual» (10 marzo), «Conferencia de la Commonwealth» (11 marzo), «Laos: cisma del sudeste asiático» (4 abril), «La Europa meridional y la Europa del norte» (7 abril), &c.

Del 5 al 8 de junio de 1962 asiste en Múnich al IV Congreso del Movimiento Europeo o Contubernio del Congreso por la Libertad de la Cultura, disfrutando durante unos meses del exilio parisino junto con Dionisio Ridruejo & cia. En octubre de 1962 firma con su nombre en el número 12 del Boletín Informativo del Centro de Documentación y Estudios Españoles auspiciado por el CLC.

«De los tres ensayistas jóvenes citados, el único que merece tal nombre –aunque sea sobre todo crítico literario– y el único realmente conocido como tal es Marra-López. Veamos ahora algunos ensayistas omitidos, casi todos ellos autores de uno, dos o más libros: Alberto Gil Novales, G. Ferraté, Sergio Vilar, Raúl Morodo, Elías Díaz, José Luis Abellán, Xavier Rubert de Ventós, Luis Rodríguez Aranda, Antonio Jutglar, Juan Goytisolo (que no es sólo novelista), Enrique Ruiz García, E. Pinilla de las Heras, Manuel Sacristán Luzón (profesor de la Universidad de Barcelona), Ignacio Sotelo, José Aumente Baena, Ramón Tamames, Francisco Fernández-Santos; J. A. Valente y J. Gil de Biedma (ensayistas además de poetas); Ignacio Fernández de Castro, Manuel Tuñón de Lara, Alfonso Sastre (no sólo dramaturgo), Luis Martín Santos (que, además de novelista, ha escrito ensayos importantes), Juan Fuster (que, además de escribir en catalán, ha publicado bastantes libros en español), Vicente Aguilera Cerni, M. Sánchez Mazas, Eloy Terrón… Tate, tate, demasiadas omisiones para que sean todas “erratas de imprenta”. El lector de buena fe se resiste todavía: ¿es posible que un ilustre liberal como Julián Marías, digno defensor del ensayo de su generación contra los que, según él, lo han silenciado en favor de otros géneros, silencie ahora a tantos ensayistas nuevos…? ¿Es el Marías del artículo de Los españoles el mismo que dirige y redacta el diccionario de la Revista de Occidente? ¿Cómo explicar tan flagrante contradicción?» (Francisco Fernández-Santos, «Julián Marías y el “liberalismo” o cómo se hace un diccionario de literatura», Cuadernos de Ruedo ibérico, nº 1, París, junio-julio 1965, págs. 64-65.)

Su nombre aparece en la “lista provisional de participantes” en el Coloquio sobre los Problemas del Desarrollo Regional organizado en Córdoba, del 15 al 18 de mayo de 1968, por la Comisión española del Congreso por la Libertad de la Cultura.

Es uno de los protagonistas de la España democrática incorporado por Sergio Vilar al famoso libro auspiciado por la CIA (el agente especial John Clinton Hunt autorizó en octubre de 1966 el proyecto del libro, al que destinaron entonces 72.000 pesetas) que publicó Ediciones Sociales en París, diciembre de 1968:

Enrique Ruiz García

Con el fin de entrevistarle para este libro, visité a Ruiz García un par de veces y le escribí otras tantas cartas. Pero los resultados han sido infructuosos.

Sin embargo, Ruiz García es un personaje que se mueve constantemente en el campo de la política. Y parece que ambicione un cargo político, aunque él repita que «no quiere hacer política». Pero vamos a pasar revista brevemente a su personalidad.

Después de estar en la «División Azul», estuvo vinculado al aparato periodístico de la Falange: Ruiz García fue redactor en el diario Pueblo y también escribía en Gaceta Ilustrada. Miembro del grupo de Dionisio Ridruejo, asistió al Congreso de Munich, y con este motivo permaneció en el exilio hasta primeros de 1965. Al regresar a Madrid, se distanció de Ridruejo y se acercó al grupo de Tierno. Ahora (1967-1968) no parece estar demasiado cerca de Tierno.

En la actualidad el trabajo de Ruiz García se basa en la dirección de una colección de libros para «Ediciones Cid» y en algunas colaboraciones como editorialista en el diario Madrid. Es buen amigo de Calvo Serer y de Florentino Pérez Embid, pero principalmente sus relaciones políticas se concretan, hoy, con José María de Areilza.

En efecto, Ruiz García se ha convertido en una especie de colaborador o tal vez escudero del Conde de Motrico, a quien acompaña en sus viajes para tomar contacto con la Oposición. Ruiz García también presume de recibir cartas de don Juan de Borbón, felicitándole por los libros que publica y que, por supuesto, Ruiz García le envía.

Los libros que ha publicado Ruiz García son: Ensayo sobre la personalidad española; Suspense atómico; Esquema de una crisis; Europa de los europeos o Europa de los americanos; Emiliano Zapata, libertad o tierra; Yo asumo la vida de Pedro Olmo y América Latina, anatomía de una revolución. [185]

En la solapa de Europa de los europeos o Europa de los americanos, publicada en una colección que el mismo Ruiz García dirige, se define al «autor del libro» de la siguiente manera: «Comentarista político, ensayista e historiador, funcionario internacional, profesor invitado en numerosas Universidades, ha viajado por toda Europa, las dos Américas y gran parte de Asia. La documentación que aporta, gran parte de ella sorprendente y sobrecogedora, es impresionante.» En la solapa de Esquema de una crisis también se dice de él que es «proteico y ubicuo»…

Ruiz García, que practica el yoga, no es, sin embargo, profesor universitario como él suele exhibir, aun cuando haya dado cursos en universidades…

¿Hacia dónde se dirigirá políticamente este hombre sin duda alguna trabajador, inteligente y ordenado que es Ruiz García, simpático y cordial, pero de complejas coqueterías y misteriosas vanidades?

Sergio Vilar, Protagonistas de la España democrática.
La oposición a la dictadura 1939-1969,
París 1968, páginas 184-185.

En diciembre de 1969 es uno de los firmantes de una Carta al Presidente del Gobierno inspirada desde posiciones democristianas y socialdemócratas.

1970 «Petición de Amnistía. A finales de enero un nuevo documento pro amnistía ha sido entregado en el Ministerio de Justicia. En él, se plantea la necesidad de abrir una nueva etapa en la vida española dando libertad a todos aquellos hombres encarcelados por motivaciones políticas y sociales. Entre los firmantes figuran: Eduardo Cierco, Manuel Hedilla, Ramón Tamames, Antonio Rato, Enrique Ruiz García, Aranguren, López Salinas, Pedro Altares, Villar Arregui, Ruiz Giménez, Tierno Galván, &c., &c.» (Hora de Madrid, Comité de Madrid del Partido Comunista de España, nº 18, febrero 1970, pág. 10.)

Colección Hora H: cubierta diseñada por Xavier Olivé En 1970 firma el primer volumen de la Colección «Hora H», publicada en Madrid por Seminarios y Ediciones S. A., estructura editorial auspiciada por el Congreso por la Libertad de la Cultura. Con una cubierta de color rojo, este libro de Enrique Ruiz García lleva el, entonces atractivo título, de El libro rojo del rearme (154 págs): «Un tema que nos concierne a todos. Un libro joven que denuncia el inmenso arcaísmo del que emergen las ideas que gobiernan el mundo de hoy.» Texto publicado en HH01-HH04: «Escrito con un afán de rigurosa inmediatez, El libro rojo del rearme, de Enrique Ruiz García, plantea de una forma rotunda el problema de nuestros días. Este planteamiento se hace desde el único punto de vista realista con el cual es posible enfocarlo: el análisis de las estructuras del poder en los Estados Unidos. Libro a la vez político y sociológico, El libro rojo del rearme no se basa únicamente en una recopilación de datos para su posterior elaboración: hay, además y como elemento vivo, la experiencia vivida en los propios Estados Unidos por el autor. Si en su conjunto este libro es de apasionante lectura, por cuanto nos atañe a todos, es decir, al porvenir de toda la humanidad, el lector descubre constantemente aportaciones inéditas a unas cuestiones que, de todos modos, encuentran su reflejo en la prensa y en la televisión de cada día. Quizá sean los jóvenes quienes comprendan más que nadie el mensaje profundo del libro, en el momento en que Ruiz García aborda lo que él llama “el inmenso arcaísmo con que se orientan, producen y emergen las ideas dominantes en la sociedad actual”. Porque el rearme –esa acumulación inimaginable de poder destructivo– no es sólo el hecho de factores imperialistas movidos por todo un complejo económico-militar, sino también algo más peligroso: un mecanismo espeluznante en manos de la clase dirigente de la generación preatómica; es decir, una generación que sigue instalada en supuestos tradicionales y para la cual el orden de las relaciones internacionales no ha variado con los medios que cree poder usar como fines totales o totalitarios. “De ahí –dice el autor– las contradicciones permanentes que atraviesa el mundo. En los Estados Unidos el poder civil es constantemente desbordado por las 'necesidades' del complejo industrial-militar. En la Unión Soviética se vuelve a hablar de los mariscales o de la presencia del Ejército en los últimos acontecimientos, sobre todo en Checoslovaquia. El bonapartismo no es sólo un vocablo con dimensiones políticas concretas, sino que responde a cuestiones graves y, sobre todo, a una excepcional: ¿quién manda?” Los planteamientos de Ruiz García hacen de este libro un documento, una acusación y, especialmente, proponen –como hemos dicho al principio– el principal problema de nuestros días.»

Enrique Ruiz García1972 «Enrique Ruiz García, escritor, periodista, profesor invitado en numerosas universidades, conoce extensamente América Latina; ha viajado por Asia y el Oriente Medio y ha residido en los Estados Unidos y en varios países europeos. Su experiencia vital, profesional y política se ha enriquecido, pues, con un conocimiento real de los problemas. Miembro de la Comisión Especial de Educación para América Latina, ha conocido, en su verdadero centro, los conflictos entre el subdesarrollo y el imperialismo económico. Es autor, entre otros libros, de El Tercer Mundo, América Latina: anatomía de una Revolución y El libro rojo del rearme. La descolonización de la cultura constituye un auténtico balance crítico de la sociedad capitalista. En él se explicitan, sistemática y ordenadamente, los temas capitales de nuestro tiempo: el orden establecido y la violencia; la cultura para el “ajustamiento” al sistema y la educación como liberación; el subdesarrollo y el desarrollo no como formas separadas sino como fenómenos –decisorios– de las formas dominantes del mundo contemporáneo. El autor examina, al mismo tiempo, los problemas del armamentismo y el uso que hacen de él las grandes potencias y, fundamentalmente, los Estados Unidos.» (Presentación del libro de Enrique Ruiz García, La descolonización de la cultura, Biblioteca Universal Planeta, Panorama 3, Barcelona 1972.)

Rafael García Serrano sobre Enrique Ruiz García

Domingo, 9.

Leo en «Diario de Diarios» –de donde por cierto tomé la frase de Cantarero del Castillo que ha dado lugar a algún disgusto lateral–, que según cuenta Pedro Calvo Hernando en «N.D.», entre las personas que han desfilado por Estoril figurarían Tierno Galván, Raúl Morodo, Satrústegui, Calvo Serer y Enrique Ruiz García. Hasta aquí todo normal. El turismo hacia nuestro vecino del oeste se ha puesto de moda porque se puede ir por atún y a ver al Conde. Nunca me he distinguido por mi afección al pretendiente liberal de la corona, pero en este caso no tengo más remedio que comparecerle sí es cierto que ha tenido el valor de soportar a Enrique Ruiz García, a quien conocí hace muchos años, y que ahora, al parecer con nacionalidad mejicana, actúa como un mini Kissinger del licenciado presidente. Enrique Ruiz García es, en realidad, un fabuloso novelista, no porque se dedique a semejante menester, sino por su capacidad de imaginación.

A mí me dijo un día:

–«De parte de D. Salvador que no te metas con él…».

–¿De parte de quién?

–«De D. Salvador de Madariaga. Lo he visto en Londres y hemos hablado de tí…»

A partir de ese momento comencé a dudar de la salud mental de Enriquito.

Lunes, 10

Santander, allá por los cuarenta en su primera mitad. Dos antiguos combatientes están en un despacho charlando de sus cosas y de que hay que hacer la revolución nacional-sindicalista (que es esa revolución pendiente cuya identificación tanto preocupa a los falangistas disfrazados con la minifalda de la apertura «a gogó»), y en ese instante entra como un huracán un muchachete de rostro enérgico, de paso decidido y ademán de urgencia, como quien busca el «water». Sin dar ni los buenos días descuelga el teléfono, marca, espera ansiosamente y se identifica de inmediato:

–Aquí equis 17 ceda… si, si, te oigo muy bien doce uve doble… anota: material secreto llegó a punto…

Los dos antiguos combatientes –que no eran tan antiguos, puesto que uno acababa de regresar de la División Azul y el otro se había dejado una pierna a orillas del Guadalope–, se miran estupefactos y luego rompen a reír mientras el jovencito acaba de dar su cito, con cabreo y chunga, cabalístico mensaje. El joven cuelga el teléfono, y pregunta:

–¿Pero es que no se puede ser espía a favor del Eje?

–Eso allá cada cual –respondió el dueño del despacho–; nosotros nos reímos porque el teléfono que has utilizado no funciona desde hace tres días.

El espía era Enrique Ruiz García, tan imaginativo de por sí que ni siquiera se llama Enrique. Según me informan quienes le conocen bien, su verdadero nombre es Restituto, y era conocido en la Falange santanderina por el «Tuto». Su padre fue un obrero mecánico, de los sindicatos falangistas anteriores a la guerra, asesinado por los rojos de la montaña. El pequeño «Tuto» jugó siempre a señorito y a intelectual. De eso se cachondeó Max Aub en «La gallina ciega», el libro en que cuenta su viaje a España y sus contactos con algunos «intelectuales» de la oposición. Con su frac de Kissinger manito y con su visita a Estoril, es posible que el «Tuto» incluso haya engordado. ¡Qué gran, tipo!

Rafael García Serrano [1917-1988], “Dietario personal”, Mediterráneo, Castellón de la Plana, domingo, 16 de junio de 1974, pág. 11.

1975 «En plan exótico, Felipe –¡González!– que ha estado en las llamadas y legales islas Canarias, ha anunciado la visita de personalidades de la llamada y legal República Federal Alemana, y ha prometido a la llamada y legal Prensa, que su próxima visita “será oficial”. No me extraña, porque, como es sabido, una sociedad anónima ayuda a triunfar –un libro, también, pero menos– y desde hace un mes, el PSOE ha instalado una llamada y legal oficina de relaciones públicas, bajo el nombre de “Sedesa” –o algo parecido, no estoy seguro– con un llamado y legal receptor automático de llamadas. Legales, por supuesto. Por lo demás –papel, bolígrafo y frasco de las sales, por favor– los ríos del deshielo anegan las avenidas madrileñas. Con chaqueta a cuadros, salía ayer del “Hotel Palace”, bastantes años después, Enrique Ruiz García, extraordinario e inolvidable periodista español, asesor personal y auténtico “cerebro” para asuntos exteriores de Luis Echeverría, presidente –como se sabe– de Méjico lindo y querido.» (Pedro Rodríguez, «La colmena», Mediterráneo, Castellón de la Plana, martes, 30 de diciembre de 1975, pág. 2.)

«Una misión mejicana en Madrid para tratar del restablecimiento de relaciones. Madrid, 30 (Pyresa). Una comisión mejicana se encuentra en Madrid para mantener conversaciones con representantes del Gobierno español en torno a un posible restablecimiento de las relaciones entre los dos países, según ha podido saber Pyresa de fuentes bien informadas. La negociación se estaría desarrollando, según esas fuentes, en un clima de gran discreción y serían la expresión formal de las recientes declaraciones del presidente Echeverría, que dijo a un grupo de exilados españoles que la próxima primavera estarían todos en Madrid. Entre los integrantes de esta comisión se encuentra, según ha podido saber Pyresa, uno de los asesores personales del presidente mejicano, quien dirige de manera muy particular todas las cuestiones relacionadas con la política exterior de Méjico. Se trata de Enrique Ruiz García, uno de los más destacados especialistas en temas iberoamericanos. Un redactor de Pyresa se ha puesto en contacto con el asesor del presidente Echeverría, que no ha querido hacer ningún comentario al respecto. “Este es un viaje privado y no tengo que hacer declaraciones sobre él a la prensa.” Pyresa ha podido confirmar que el señor Ruiz García abandonará España en las próximas horas, posiblemente con destino a Méjico.» (Mediterráneo, Castellón de la Plana, miércoles, 31 de diciembre de 1975, pág. 12.)

Vivo y moriré como Juan María Alponte

Yarely León Mogica. México (Aunam). En una pequeña silla de palma resistente, cómoda al parecer por los cojines bordados a mano que lo complementan, justo a la mitad de la sala de su casa, en el Pedregal de San Ángel, se encuentra sentado el maestro Juan María Alponte, ha cruzado la pierna derecha sobre la izquierda. Porta un suéter blanco y un pantalón de vestir color negro, me mira directamente, como estudiándome, es un ser muy observador y reflexivo.

Detrás de él, hay un librero enorme que abarca más de la mitad de la pared de donde cuelgan algunos cuadros, mientras que del librero pende una luna menguante color azul rey, elaborada de papel, tiene ojos y boca, parece mirarme también.

“No sé por qué, pero los escritores nos enterramos siempre bajo un seudónimo, quizá para tener una vida privada, mi primer libro fue publicado bajo el nombre de Enrique Cecilio o una cosa así, ahora vivo y moriré como Juan María Alponte, de eso no hay duda, ya no tengo más espacio”, dice mientras arquea las cejas y su rostro adquiere mayor calidez cuando sonríe.

Enrique Restituto Ruíz García es el nombre real de Juan María Alponte, cuyo seudónimo le viene de su admiración a José María Apote, primer esclavo liberto de Cuba, que Alponte modificó para hacerlo más sonoro, él es profesor titular de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Doctor en Historia por la Universidad de Madrid ha ejercido el periodismo durante más de 40 años. Ha recibido premios y distinciones como las Palmas de oro de la televisión por su programa El mundo en que vivimos, así como el Mercurio de Oro Gold Mercury International otorgado por Think Tank Internacional independiente por su obra cultural. En 2006 recibió la Medalla al Mérito Académico por la UNAM y en 2007 la medalla “Ernesto Enríquez Coyro”, por su trayectoria académica, recientemente le entregaron la Orden de Caballero Águila grado Tezcatlipoca con bastón de mando por la fundación Caballero Águila A.C. en Teotihuacán.

La pasión investigadora

Siempre fui un niño muy despejado. No acertaría a decir cuándo comenzó en mí la vocación, pero he pasado toda mi vida investigando. Escribí mi primer libro sobre poesía a los 17 años y bueno, he redactado 35 libros, actualmente estoy por escribir el 36. Dice orgulloso, mientras se aclara la garganta, en el rostro se le ha dibujado una sonrisa, cosa que demuestra lo alegre que es el profesor.

Mis estudios los comencé en España y en Francia, en fin he estudiado toda mi vida y lo pienso seguir haciendo, tengo en casa 50.000 libros que como ves es un paraíso.

Juan María alza sus brazos para señalar a su alrededor, más allá de la sala hay un espacio donde se encuentran otros libros acomodados. “Todos estos libros son de México”, señalaría más tarde.

El periodista de El mundo en que vivimos ha escrito durante toda su vida, entre su admirable repertorio pueden destacar libros como Ensayo sobre la personalidad española; Europa de los europeos o Europa de los americanos; América Latina: Anatomía de una revolución; El libro rojo del rearme; La era de Carter.

Bajo el seudónimo de Hernando Pacheco publica: Vietnam, Hazaña de la libertad en 1975 y Kissinger en 1976; en 1984 ven la luz Hombres en la Historia editado por el periódico El Día; Lenin: vida y verdad; Los liberadores de la conciencia; Mujeres: Crónica de una rebelión histórica y recientemente Homero entrevista al mundo en 2008 y en 2010 A la Vera de las independencias de la América Hispánica.

Por un momento el escritor mira hacia la alfombra que adorna la sala y reflexiona: La pasión investigadora me llevó a plantearme un proyecto fundamental, el por qué fracasa una sociedad y cuáles son los elementos fundamentales del equilibrio de la misma.

Al decir esto Ruiz García alza un poco el tono de voz, también inclina su cuerpo hacia enfrente para acercarse más a mí, su mirada es un poco vaga, pareciera como si recordara algo, poco después continúa.

Como investigador del mundo griego me interesó siempre saber por qué se había producido la polis griega, cómo es que se había logrado la convivencia, y ésta comenzó con la isonomía, es decir, con la igualdad ante la ley, cosa que nosotros no hemos logrado en dos siglos, enfatiza con fuerza y coraje.

Enrique Ruiz García nació en España en 1934, dos años después estalla la Guerra civil española por lo que vivió bajo el régimen de Francisco Franco durante 27 años. En 1962 cuando se desempeñaba como profesor en la Universidad es expulsado bajo el delito de “Atentado contra la seriedad del Estado” por ser un “joven que naturalmente estaba en contra del régimen dictatorial”. Finalmente se nacionaliza mexicano en el año de 1972.

Un mexicano ejemplar

En España, cierto día fui llevado a la cárcel porque dijeron que era enemigo del régimen, me interrogaron y poco después fui trasladado al aeropuerto. Juan María agacha la mirada mientras se queda pensativo durante algunos segundos, en ella se le nota cierta tristeza contenida y menciona con tono suave “eso pasó hace mucho tiempo”.

En el exilio, estuve primero en Francia, después en Estados Unidos donde querían que me nacionalizara, pero finalmente decidí que mi país era México, lo cual no fue un problema porque había estado varias veces aquí, lo conocía y me interesaba mucho, me apasionaba, así que quedarme fue una elección sentimental y moral, las dos cosas al tiempo, por lo demás he sido un mexicano pues creo que, ejemplar.

–¿Cómo es que adquiere el sentimiento de pertenecer a México y servirle como lo ha hecho?

Alponte reflexiona por algunos segundos, después se vuelve hacia mí, levanta el tono de voz por lo que noto que hay seriedad y firmeza en su respuesta, “soy un ciudadano mexicano y entiendo por esto que se tienen deberes que cumplir insoslayablemente, siempre los he cumplido, he hecho mi trabajo perfecto es decir cumplido, he escrito un artículo diario en periódicos durante 40 años, ahora lo hago en mi blog, realizo conferencias, es raro que no las tenga al margen de las clases de la universidad.

Siempre viajo a todos los estados de la República, hace como un mes la Universidad de Hidalgo me invitó a la inauguración de la Cátedra UNESCO, lo que quiere decir que siempre estoy en permanente movimiento.

Alponte ha escrito en los diarios de circulación nacional como El Día, Uno más uno, Excélsior, La Jornada, El Nacional y El Universal, así como para la revista Entorno Político. Actualmente tiene un Blog en internet donde diariamente sube artículos sobre tópicos de la semana. En la radio, trabajó durante 10 años en Opus 94 con el programa “México en el mundo” y colaboró en el principal noticiario del Instituto Mexicano de la Radio.

Hacíamos el amor pero no la guerra

En México comencé a trabajar en la radio, y entré rápidamente en la prensa. Mi primer proyecto fue en el periódico El Día donde me mandaron a cubrir los acontecimientos de Francia en 1968, me tocó vivir todo el mayo estudiantil en Francia, en un mes entero, no hubo un solo muerto.

Juan María sonríe y comenta con cierta picardía “Hacíamos el amor pero ninguna otra cosa, el grito de los estudiantes era “Haz el amor y no la guerra”, guarda silencio por un momento y continúa la conversación “Lacan el gran psiquiatra francés con quien tuve una conversación, me platicaba que estaba desesperado porque, decía que todos los locos estaban en la calle saltando y gritando pero ninguno había pasado por su clínica”.

También vi a Jean Paul Sartre (filósofo francés) vendiendo periódicos en la plaza, en fin fue muy divertido, pero regresé a México, para vivir el 68 al revés, el de la barbarie, recalca con desagrado.

“Me tocó vivir el 68 en México primero durante su recorrido, el de la universidad, el de las tensiones políticas, pero el día 2 de octubre, yo volé a Nueva York por alguna cosa de mi trabajo. Ahí, me enteré de la noche del 2 octubre”.

Alponte inclina la mirada, menciona con gran pesar, por las pausas que hace al hablar “comprenderás que fue para mí un recorrido emocional terrible, porque había vivido el 68 pacífico y lúdico en Francia, cuando regresé me encontré con la gran catástrofe que resultó ser en el país, fue para mí muy doloroso”.

Un hombre feliz

La casa del maestro Alponte está llena de vida como él. Dentro y fuera, ha colocado muchas plantas, su jardín instalado en la parte trasera lo adorna con rosas. Al entrar, la casa huele a sabiduría, a ganas de aprender, se percibe el olor a libros viejos que son la huella de que el profesor ha vivido, ha recorrido el mundo. El piso y las escaleras son de madera, la mayoría de muebles también, así como el enorme portón que me recibió, el piso está recubierto con alfombra blanca que hace juego con las paredes del mismo color, ahí se pasean sus gatitos Chachita, Ambarsito y Felipín como los llama cariñosamente.

Tengo una vida de trabajo muy feliz, estoy felizmente casado, mis estudiantes me quieren mucho, nunca he tenido en 40 años de enseñanza, un problema en una clase eso quiere decir que comunico a los estudiantes, la pacificación y el deseo inteligente de aprender.

Quien fuera el escritor bajo el nombre de Hernando Pacheco en su libro Vietnam, Hazaña de la libertad se reclina sobre su silla, lanza una sonrisa, con gracia arquea sus cejas pobladas; es un hombre de tez blanca y ojos azules que por arrugas marcadas en pómulos, frente y papada se puede descifrar que su edad oscila cerca de ochenta años, pero por la energía vital que demuestra en cada palabra, se puede decir que es mucho más joven que un adolescente a los quince.

Como decía Benito Juárez, comunico el deseo vehemente de aprender, cosa que no he perdido jamás –y dice satisfecho– practico yoga todos los días, me levanto y me ejercito con 100 lagartijas, mi secretaria sube el artículo y me pregunta por qué lagartija vas y le digo que por la setenta, hago todas las cosas que se deben de hacer cuando se tienen veinte años.

Como soy yogui estoy desposeído de violencia, como ves pero puedo dar un salto de muchos metros –como cuando saltó dos escalones, al darme la bienvenida– pero es la violencia controlada y dirigida a uno mismo, es desarmar a ésta y sin embargo ser capaz de tener una energía física que le haga a uno soportar.

El otro día no dormí en toda la noche, tenía que presidir en un tribunal a las 9 de la mañana y en la tarde tenía una conferencia, es decir, se fue mi día, pero estaba capacitado para hacerlo, no andar todo arrugado y así como no he dormido, estoy preparado para hacer un esfuerzo, mi comida es mínima pero racional. Alza la voz y menciona un poco emocionado, además se toca el rostro con ambas manos.

Investigador nato

Se llega a un país para conocerle, para entenderle, para asumir su cultura porque todo grupo humano merece respeto y es necesario entender sus elementos fundamentales. Para el mundo de Gandhi en la India el principio fundamental era el principio de la verdad la satya y el amor (Ahimsa), mientras que para los griegos era la alétheia, la verdad.

Por ejemplo en un libro mío sobre Grecia (Homero entrevista al mundo del año 2008) Alponte asume el papel de Homero, cosa que me permite hacerle entrevistas a Cristo, a Buda y a Mahoma en la ficción, pero no sin antes aprender lo que ellos sabían, me acerqué literariamente a esas grandes figuras universales pensando en traerles al momento presente con todo su bagaje. En la entrevista con Cristo, manejo los evangelios apócrifos que escribieron los otros apóstoles, pero que la iglesia no aceptó.

Es decir soy un investigador nato, me interesa mucho decir lo que nadie ha dicho, aquello que las clases dirigentes han ocultado para dominar mejor a sus pueblos, para que no sepan lo que tienen que saber, ésa, es la parte de la historia que me es esencial. Menciona enfático lo que revela su gran pasión.

Combatiente de la libertad

Cuando trabajé en Televisa estuve cuatro años, pero fueron años muy felices porque hice todo con absoluta libertad, si no hubiera tenido libertad simplemente no hubiera estado. Cuando se produjo la revolución en Portugal llevé a mi equipo inmediatamente a ese país en plena revolución y la primera entrevista que hice fue a Mario Suárez quien en ese momento era la figura política más importante.

Alponte cubrió los eventos de la revolución de los claveles en Portugal, entrevistó a Mario Suárez (quien se convirtiera en presidente más tarde) y también al coronel Ernesto de Melo Antunes, líder y cabeza teórica de dicho movimiento.

Donde he trabajado siempre, he conseguido la libertad y cuando no la he encontrado me voy a otra parte, soy un combatiente de ésta y también de la verdad, nunca protesto en cuanto a los intereses de un grupo periodístico, sólo me marcho, no pierdo el tiempo en pelear estúpidamente. Durante mi carrera he convivido con muchos presidentes para los que elaboré discursos, he tenido algunos conflictos con ellos, normales, pero nunca me pongo en primera línea.

“Soy un hombre capaz de atender la demanda ajena, me gusta convivir con los demás soy una persona lúdica, alegre, guapo y simpático”, sus labios se estiran horizontalmente, mientras vuelve a cruzar las piernas y se recuesta en su cómoda silla.

Premios y condecoraciones: Sin pasiones oscuras

El Gold Mercury Internacional me lo concedieron en Londres, pero lo entregaron en Roma, fue muy bonito y la Medalla al Mérito Académico de la UNAM me la impuso Juan Ramón de la Fuente –quien es amigo suyo, Enrique Ruiz relata modesto– “Me metí la medalla en medio de la chaqueta, me daba pena que la miraran y Juan Ramón me dijo, sácala para que se vea”, lanza una carcajada.

¿La Orden del Caballero? Bueno, pues fue muy emocionante porque me la concedieron en una ceremonia muy bonita en Teotihuacán, después de una peregrinación de purificación por las pirámides de casi tres horas, solamente porque estaba bien entrenado si no.

Ruiz García guarda silencio por un momento, después dice con cierta alegría que se nota en sus ojos, cuando estira sus cejas con emoción “no sólo soy Caballero Águila tengo también bastón de mando, ahora te lo voy a enseñar” entonces se levanta mientras espero en la sala durante unos minutos.

“Éste es el bastón de mando de los Caballero Águila”, enfatiza al colocar sobre mis manos el bastón, mide como medio metro, pesa aproximadamente entre dos y tres kilos, es de un color café rojizo como el tezontle y lleva colocada en la punta piedras de color verde azulado, también me muestra el Diploma todavía envuelto en un fólder azul petróleo, con una estampa dorada en el centro.

“Ves qué méritos me dan, aunque en mi casa no sirvió de nada” bromea y continúa “Cuando vinieron los de la fundación no me lo podía creer, sobre todo por esto que dice aquí”, señala una parte del diploma y me invita a leerlo en voz alta “Por contribuir al progreso de la patria y enaltecer a todos los mexicanos”.

Al regresarle sus condecoraciones, Juan María comenta con humildad que se nota en sus palabras “son cosas que pasan a las que no les doy demasiada importancia porque son parte del trabajo, y éste es la cosa más hermosa que hay en el mundo”.

La gente sabe que he trabajado por México absolutamente, que he dedicado mi vida al servicio del país, hago las cosas sin pasiones oscuras porque esa es mi manera de vivir, sin más. Soy asesor de personalidades muy importantes del país, nunca me he vendido y he hecho las cosas bien. El trabajo se acumula se llena uno de libros, de artículos, igual que aquél que hace tornillos.

La vida me puso en el camino

Siempre tuve la pasión por los viajes, cuando podía me marchaba y la vida me regaló esa maravillosa posibilidad de viajar, donde trabajé la vida me puso en el camino para poder realizar viajes. Estuve en Tian’ anmen en China, en la Unión Soviética en los momentos principales, estuve en Venezuela y en Argentina en momentos culminantes, como con Perón en la renuncia.

Juan María Alponte entrevistó a grandes personajes del siglo pasado como a Agustín Lanusse presidente de Argentina de quien después se hizo amigo, conoció a Chu-En Lai, primer dirigente de la República Popular China, al cineasta italiano Federico Fellini, al mariscal Josip Broz Tito quien fuera presidente unificador de Yugoslavia.

Estuvo con Nicolás Guillén, poeta cubano, convivió con Felipe González, Secretario General del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y tercer presidente del Gobierno Español desde la reinstauración de la democracia en España y con Juan Bosch novelista, historiador y primer presidente de la República Dominicana, quien ha influido notablemente en su pensamiento; entre otras personalidades.

La biblia en verso

El maestro me invita a pasar a su oficina privada instalada en la segunda planta de la casa, en ella hay colocados alrededor cuatro libreros que llenan las paredes casi por completo, aunque también hay suficiente espacio donde ha ordenado fotografías con eminencias a las que ha entrevistado como Federico Fellini y Chu En Lai.

En una esquina hay una mesa donde se pueden ver las medallas de condecoración, una de ellas otorgada por el Banco de México. “Éstas son las medallas, mi mujer dice que las va a llevar al Monte de Piedad, pero todavía no las ha llevado”, bromea.

Es aquí donde hago mis libros, en esa mesa de allá es donde se fabrica todo el material –me señala un escritorio repleto de papeles, libros y plumas– como ves, la biblia en verso –dice mientras se voltea para mirar las fotografías, señala una instalada en un pequeño rincón de la oficina.

Aquí me encuentro con Chu En Lai y esa bata azul me la regaló él –Alponte en la fotografía, viste con una bata tradicional de China, observa al ministro mientras que éste parece comer algo parecido a un plátano.

Después, el maestro se dirige a otras ahora en blanco y negro, a diferencia de la primera que tiene unos colores un poco pálidos por el tiempo. En una aparece con Juan Bosch, quien tiene cabello cano, lentes y una corbata de círculos en negro, mientras que Juan María está sonriendo, él porta un suéter negro, ambos se dan la mano.

“Mira, en la revolución de mayo en Roma” en la fotografía Alponte viste de traje y corbata, posa para una cámara de televisión con micrófono en la mano, mientras detrás de él hay una manta que llevan los manifestantes.

Una fotografía llama mi atención, es de las más actuales donde Juan María se encuentra con el periodista mexicano Jacobo Zabludovsky dentro de un helicóptero, ambos están sonriendo y parecen listos para despegar.

En otras imágenes aparece con Rafael Alberti (poeta de la generación del 27 al que entrevistó en Roma durante su exilio) al frente de una casa de barda de piedra, de repente Alponte menciona “estaba lo mismo que hoy, no engordo ni un gramo” y sonríe.

Ahora el autor de Los liberadores de la conciencia, me ha conducido hacia el pasillo donde se han colocado otras fotos, enfatiza en tono cariñoso “Esa belleza es mi mujer” se puede apreciar una mujer de cabello rubio que sonríe con mirada sensual hacia la cámara. “El chico de ahí, tan guapo soy yo” lanza una carcajada mientras se dirige a un marco y me comenta que esos son sus gatitos, los cuales no podían faltar, un gato de color gris con negro está sentado sobre un sillón, posa con el pecho en alto, como todo un rey.

Durante este pequeño recorrido por la casa, Enrique Ruiz me platica que lleva treinta y seis años con su esposa, Bárbara Alponte, quien fuera artista de cine alemán, hay una fotografía en blanco y negro donde se aprecia a una mujer de aspecto joven, de mirada refinada, porta un vestido color negro sin mangas con pequeños destellos, típica moda de los años cincuenta, mira hacia la cámara.

Más tarde, Juan María mostraría su gran biblioteca, acomodada en todo lo largo y ancho de la casa que ha divido por países, “Ésta biblioteca es Cuba, aquella es Latinoamérica, aquello es Europa” muy bien ordenados se encuentran todos los libros, hay muchos títulos en español, otros en francés, ya hemos vuelto de nuevo a la sala, me lleva a un lado de la misma e indica con mucha emoción un espacio dónde se pueden apreciar más libros que en las otras “todo esto es enteramente México”.

En la sala, donde se comenzó la entrevista los libros instalados ahí son sobre Estados Unidos, menciona que cada libro está escrito en su idioma porque esto es algo muy importante, después me conduce al pasillo central de la casa y dice “aquí está el mundo socialista, también hay de la perestroika, todo lo que no hay en México está aquí”.

“Hasta el comedor está lleno de libros, esto es sobre literatura” sonríe cálidamente mientras entramos a un pequeño pasillo que divide la sala del comedor, en él hay una mesa de cristal y al frente otro librero más. Alponte se agacha para acariciar a los felinos que se pasean entre sus pies, al mismo tiempo que les habla con cariño.

Un ciudadano universal

La vida académica es parte de mi trabajo, lo hago con gusto porque es entrenar a los jóvenes para la vida, les enseño fundamentalmente a racionalizar, a no tener prejuicios nacionales, pero sobre todo a que sean ciudadanos, hombres libres, hombres del mundo. El maestro inclina su cuerpo al frente mientras recarga sobre la mano derecha, su rostro.

La única manera de vivir en México es siendo un hombre universal, hay que ser un ciudadano del mundo cosa que lo hace a uno mejor persona, sin el mundo no hay nuestro mundo. En el país, desafortunadamente es todo lo contrario, el mundo no existe, solo existimos nosotros y resulta que, como “en México no hay dos”, salen al año 500 mil personas en busca de trabajo además, tenemos casi un millón de niños que no hablan español, eso me tiene aterrado y furioso. Exclama un poco perturbado.

–¿Qué retoma para con México como un país de tercer mundo, qué es lo que trajo de los países recorridos durante su vida y que en México haría falta?

No hago esas comparaciones, pienso como mexicano las cosas que nos faltan por hacer, la gente sabe que como historiador me he metido en el México profundo, en el pasado y el presente, también he hecho un recorrido articulado y coherente de la situación, el por qué hemos fracasado estructuralmente, por qué no hemos encontrado fórmulas para evitar la violencia que ahora vivimos, resultado del problema del desempleo y la desigualdad.

El narcotráfico encuentra en el desempleo y en el sector informal, el cual es un 16% de la población económicamente activa, la mano de obra barata que sólo espera ser contratada. Hasta que no resolvamos esos problemas estructurales siempre tendremos pendiente lo que acarrea el no haber resuelto lo fundamental. El investigador nato guarda silencio, reflexiona por unos segundos para responder a la segunda pregunta.

Me traje, no la comparación que siempre es odiosa, sino las ideas fundamentales, por qué algunos de estos países han resuelto sus problemas, por qué China ha sido capaz de convertirse ya en la segunda potencia económica del mundo y en el 2040 será la primera, además, han logrado una ciudadanía capaz, competente, comprometida con su país.

De la India retomo, una cultura histórica muy profunda y una asimilación perfecta por el inglés, han aprendido. Nehru (Sir Nerhu, primer ministro de la India) y Gandhi (Mahatma Gandhi, luchador social), estudiaron en Inglaterra pero no se avergonzaron de su origen colonial, lo asumieron y sacaron todo el partido posible.

Cuando entrevisté a Sir Nehru en el Palacio del Congreso le pregunté, al pasar por el salón de los virreyes, un poco desconcertado ¿este es el recuerdo de los virreyes de la India? Y él respondió, qué no son parte de nuestra historia y me añadió un día nosotros seremos mucho más grandes e importantes que Inglaterra bien, ya lo son. Alponte se reclina sobre su silla, en su rostro aparece una sonrisa satisfecha.

Eso se aprende, no para compararlo sino para saber que no hemos construido ciertas cosas fundamentales. Vivo indignado con el último informe de población y vivienda en México, donde nos dicen que 900 mil niños indígenas no hablan español porque esto nos muestra que no podrán integrarse en la vida nacional. Expresa con coraje el caballero águila y enfatiza “saber que tenemos un 6.5 de analfabetismo pero que cuatro estados se acercan al 20 %, no puedo tolerarlo como ciudadano”.

–¿Qué le inquieta de los periódicos nacionales?

Lo que me inquieta de los periódicos nacionales es que en la primera plana no hay ni una noticia internacional mientras que en periódicos como el New York Times de Estados Unidos, El País de España, Le Monde de Francia, o La República de Italia proporcionan siempre en la primera página las noticias internacionales, en México se guarda para la tercera, la cuarta o la quinta página, lo cual quiere decir que a los mexicanos no les interesan las cosas del mundo, pero México está en el mundo, por tanto lo que acontece en él, es muy importante para el país.

Al pasar por todos los periódicos de México como articulista, el enterrar las noticias internacionales en la página quinta siempre me ha avergonzado, no es tolerable porque somos parte del mundo, debemos ser algo esencial de éste, porque es con los otros de quienes se aprende.

Como el gran historiador que es, Alponte comparte la reflexión sobre lo que le haría falta a México para ser un mejor país y explica “lo que se debe de refundar no es la república (como recientemente publicó el político Porfirio Muñoz Ledo en su libro La vía fundamental de la República) sino la sociedad”.

Tenemos que resolver muchos problemas nacionales, no se puede acabar con la delincuencia sino resolvemos el problema del desempleo, el problema de la mujer también es algo que aún sigue en pie pues todos los países cristianos han votado la ley del aborto (Francia, España, Inglaterra y Holanda) en México no se ha logrado pero constituye uno de los derechos fundamentales de la mujer.

Destaca que un buen ciudadano debe conocer su historia, sin embargo en México “hemos hecho una historia de buenos y de malos pero no una historia de contradicciones”, es necesario conocer la historia “todo aquello que está oculto debemos saberlo, asumirlo e integrarlo en la nacionalidad, es la única manera de ser un mexicano de primera no un mexicano de tercera, si eliminamos las contradicciones, no podemos tener una idea completa del mundo y menos de México”.

Un hombre en el mundo

Ninguna entrevista se me ha dificultado, la única que no realicé fue a Fidel Castro. En ese entonces trabajaba para la televisión, se había acordado el encuentro en México, viajé a Cuba pero al llegar, los funcionarios de Fidel me dijeron que la entrevista sería acordada aunque no se sabía cuándo, el comandante lo decidiría, mientras tanto me ordenaron no moverme de lugar a lo que respondí “en todo el mundo me han dicho la hora y el lugar, si él me dice que las 6 de la mañana en el pacífico voy, pero desde luego no esperaré de ninguna manera a que él llegue aquí” así fue y no se produjo la entrevista.

La entrevista que más me ha dejado marcado fue la del Mariscal Tito (Josip Broz Tito presidente unificador de Yugoslavia), porque estábamos en la mitad de la entrevista, se levantó y me dijo ahora iremos a ver el partido, jugará Yugoslavia contra España. Fuimos a un salón donde había mucha gente lo que me pareció una cosa preciosa, nunca supe quien ganó.

Juan María Alponte estalla en risas por un momento, después guarda silencio aunque sonríe, más tarde menciona “cuando estuve con Tito le comenté que había estado con personas que no compartían sus ideas y le confesé que en muchas cosas tenían razón, también pregunte acerca de cómo pensaba el futuro, me contestó en francés “después de mí el diluvio” y fue el diluvio, tuvieron razón quienes decían que iban mal las cosas”.

La persona que ha influido notablemente en mí ha sido Juan Bosch, líder en el movimiento político de la República Dominicana, él sufrió la dictadura de Trujillo y después fue presidente de la República, un maestro y escritor extraordinario, un político relevante, una figura que está muy pegada a mí, pero sin duda he aprendido con todos los hombres con que he estado. Menciona con vehemencia, ahora se ha levantado de su silla y mira hacia la ventana, donde se asoman algunas plantas del jardín.

–Dígame maestro ¿Cómo resumiría en pocas palabras su obra cultural?

Toca mi hombro izquierdo, calla por algunos segundos, inclina la vista hacia el piso de madera, entonces levanta la mirada, me observa y sonríe “Mi obra, es el resultado de una inmensa curiosidad histórica. Historia y humanidad, dos cosas, nada más”.

Entrevista de Yarely León Mogica, publicada el miércoles 22 de febrero de 2012 por la Agencia Universitaria de Noticias de la Universidad Nacional Autónoma de México, aunamnoticias.blogspot.com

Enrique Ruiz García2015 «Homenaje a Alponte, Pacheco y Ruiz García. Su nombre es Enrique Ruiz García, aunque es más conocido por sus seudónimos Hernando Pacheco y, sobre todo, Juan María Alponte, con los que ha publicado más de 37 libros, como Mujeres: crónica de una rebelión histórica; Cristóbal Colón: un ensayo histórico incómodo y Homero entrevista al mundo. En reconocimiento a sus 45 años de docencia en la UNAM y a su decisión de dejar las aulas, alumnos y colegas se reunieron en el Auditorio Ricardo Flores Magón, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, para decir adiós –con una salva de aplausos que duró varios minutos– al columnista, analista político, adorador de los gatos y poseedor de una biblioteca con más de 50 mil ejemplares. “He asistido, impávido, a esta manifestación de amor, cariño y afecto por una persona que no conozco: Juan María Alponte”, dijo en broma Ruiz García, en su papel de Hernando Pacheco, para luego agregar que gracias a sus alias pudo charlar con Octavio Paz, entrevistar al mariscal Josip Broz Tito o viajar por la India, España y China. “La lectura del otro nos permite ampliar las metáforas y vivencias cotidianas; ello ayuda a engrandecer nuestra palabra y vida, así como entender al otro. Uno es varias personas a un mismo tiempo, con distintas hipótesis e ideas, por lo que es esencial su convivencia.” Señaló que en su papel de docente “conocer al otro y asumir sus proposiciones es aprender y nos invita a convertir a la Universidad en un centro que enseñe a sus alumnos a vivir”. En el acto, organizado por Otilio Flores Corrales, participaron los académicos José Antonio Gutiérrez Álvarez, Pablo Cabañas, José Luis Hoyos Arana, Pablo Trejo Romo y Fabián Martínez.» (René Tijerino, Gaceta Digital UNAM, nº 4.683, jueves 9 de abril de 2015, gaceta.unam.mx)

«Aunque mayor que sus hermanas, Enrique era un niño de sólo 12 años cuando perdió a su padre. “Yo viví la Guerra Civil española como una barbarie. En 1936 mataron a mi padre y lo arrojaron a las puertas de mi casa, en Santander, donde nací en 1924. Si bien era un niño, supe en seguida que en una guerra civil no hay buenos y malos, que todos son iguales. Mi padre, Restituto Enrique Ruiz García, era un buen hombre. Ésas son cosas que pasaron y que constituyen un acervo, pero hay que elegir entre el odio y la inteligencia, y yo elegí la inteligencia, no la venganza ni el horror de la persecución del otro. A mi padre lo mataron y a mí me expulsaron. El gobierno de Franco tuvo esa delicadeza.” La noche de la expulsión sacaron a Enrique de su celda para el último interrogatorio. Uno de sus carceleros le dijo que tenía que elegir entre quedarse en España y el exilio. “'Pues mire, no me quiero quedar con ustedes, así que...', respondí”. Aquel hombre le informó que saldría temprano. Y así fue: a las seis de la mañana lo llevaron directamente de la cárcel al aeropuerto, mucho antes de que despegara el avión. “Supongo que me consideraban peligroso porque en la escalerilla ya estaban algunos policías, seguramente para que no me escapara. Yo era un profesor y escritor que les causaba muchos problemas. Al personaje que me interrogó le dije que sabía que me mandaban a Francia, pero que era como si me quedara en el país, pues en Francia tenía muchos amigos. Él me contestó que lo sabían, que sabían que yo era muy famoso.” En Francia lo trataron muy bien y pronto consiguió un empleo en la UNESCO y viajó a Washington para asistir a un congreso internacional sobre la educación. Ahí, los estadounidenses, que sabían que era un exiliado, le ofrecieron quedarse en su país. “Pero decidí venir a México porque pensé que aquí podía ser mucho más útil. Llegué en 1968, poco después de salir de España.”» (“Enrique Ruiz García: 45 años de docencia en la UNAM”, El Universal, México, 13 noviembre 2015.)

«Muere el historiador Juan María Alponte. El historiador, escritor, columnista Juan María Alponte falleció anoche a los 90 años, indicó la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde fue profesor de tiempo completo. El cuerpo del académico, que guió a varias generaciones con sus conocimientos en filosofía, historia, sociología y ciencia política, es velado desde las 8 de la mañana en el Panteón Francés. Posteriormente será cremado, el sábado 5 de diciembre al medio día.» (El Universal, México, 4 diciembre 2015.)

«Murió el historiador Juan María Alponte. El pasado jueves, a la edad de 90 años, falleció en la Ciudad de México el historiador, docente, investigador, ensayista y colaborador de numerosos periódicos y revistas, así como estaciones de radio, Enrique Ruiz García (1925-2015), quien se dio a conocer bajo el seudónimo de Juan María Alponte. Juan María Alponte, quien también usaba el seudónimo de Hernando Pacheco, nació en España en 1925 y llegó a México en 1968, expulsado del país ibérico por el gobierno de Francisco Franco.» (Excelsior, México, 5 diciembre 2015.)

«Fallece el periodista Juan María Alponte a los 90 años. Analista político, periodista e historiador, Juan María Alponte falleció ayer a la edad de 90 años. Fue colaborador de La Jornada y otros diarios y revistas de circulación nacional, además de que se desempeñó de profesor titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por más de cuatro décadas. Cambió su nombre real de Enrique Ruiz García por el seudónimo de Juan María Alponte, con el que firmó sus columnas y colaboraciones en medios impresos y sus intervenciones en radio y televisión. Debió salir de su natal España durante la dictadura de Francisco Franco y en 1968 se estableció en México, que fue su segunda patria. Aquí desarrolló su vocación periodística y también la académica, ya que se dedicó a la docencia por más de 45 años, impartiendo cátedra de filosofía, historia, sociología y ciencia política.» (La Jornada, México, 5 diciembre 2015.)

Estepario y lacustre. De «Tuto» a «Juan María Alponte»

por Iván Vélez (La Gaceta, Madrid 29 marzo 2016)

Cual castizo y montaraz –había nacido en Santander– Augusto, trató hasta última hora de dejar un cadáver convenientemente maqueado, incluso exquisito si se tiene en cuenta que Enrique Ruiz García también respondió a pseudónimos como Tuto, Hernando Pacheco o ese Juan María Alponte por el que fue conocido en la segunda mitad de su larga vida. Su rostro había adquirido las formas de una máscara con la que fue capaz de adaptarse a las cambiantes situaciones del problemático y febril siglo XX que sirvió de escenario para interpretar un papel compatible con la envolvente a atmósfera memoriohistoricista tan rentable como habitualmente poco escrupulosa con el rigor. Un biotopo ideológico propicio para alguien tan camaleónico como ese español luego mexicano convertido en cenizas el pasado 5 de diciembre.

Enrique Restituto Ruiz García, a cuyo segundo nombre debió ese Tuto con el que era conocido el hijo de un obrero sindicalista falangista revolucionariamente asesinado ante sus ojos, del que heredaría su credo católico y falangista, no había nacido, tal y como mantuvo durante años, en 1934, sino una década antes. Tal circunstancia, aunque desmiente parte de su biografía oportunamente ajustada, es la que permite encajar a don Enrique en los ambientes falangistas de los que formó parte, tal y como constató un Rafael García Serrano que nunca vio con buenos ojos el histrionismo del santanderino. Los mismos a los que estuvo vinculado en ese bienio, de 1941 a 1943, en el que formó parte de la División Española de Voluntarios, la División Azul que luchó contra la Unión Soviética, bajo idea de la «Cruzada contra el Comunismo».

En las estepas rusas compartiría Enrique Ruiz miedos, ideales y esa afición por la pluma tan acusada en un sector fundamental del primer franquismo, el mismo que se acabaría distanciando gracias a personalidades como la de un Dionisio Ridruejo que acabaría abandonando sus ardorosas querencias juveniles para sustituirlas por un democratismo socialdemócrata de aires washingtonianos. Será en una trayectoria paralela a la de Ridruejo donde podremos perfilar la figura de ese postrer Juan María Alponte. Junto al lírico contestatario soriano participó Ruiz en el Contubernio de Múnich, el IV Congreso del Movimiento Europeo desarrollado entre el 5 y el 8 de junio de 1962, tan celebrado en su cincuentenario que no ha faltado quien lo ha interpretado como un primaveral soplo democrático corrompido por el tiempo. Una oportunidad perdida, en suma, para resolver los problemas de la consabida España plural, pluricultural y plurilingüe. Ocurre, sin embargo, que lo que latía tras la celebrada reunión, era un anticomunismo compartido por los comparecientes y hábilmente instrumentalizado por el Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), que embridó a gran parte de los participantes, entre ellos al propio Enrique Ruiz, quien tras el Contubernio eligió París en lugar del confinamiento en provincias.

En efecto, el lugar elegido sería el París en el que permaneció también el hombre liberado por la CIA para las cosas de esa España franquista no democrática pero hostil a todo lo que tuviera que ver con la U.R.S.S.: Pablo Martí Zaro, con el que Ruiz compartía algunos aspectos biográficos e ideológicos que algún día habrá que desvelar. Tal sintonía propició que Ruiz pudiera insertar su nombre, ya desprovisto del comprometedor Restituto, en el Boletín Informativo del Centro de Documentación y Estudios Españoles auspiciado por el susodicho Congreso. Tan sólo habían pasado tres años desde que había denunciado la existencia de «intelectuales arrendados» en Imperio. Diario de F. E. T. y de las J. O. N. S.

Su salida hacia Francia no le imposibilitaría regresar a España, participando en dolarizados proyectos editoriales, antes de marchar a México al final de la década. Sobre el papel impreso de uno de los proyectos de la Comisión española del CLC, el libro Protagonistas de la España democrática, que vio la luz en 1968, quedó la imagen vidriosa de nuestro personaje, por aquel entonces cercano al no menos escurridizo Tierno Galván, con el que compartía afinidad por un Don Juan que trataba de acceder a un trono que desde el otro lado del Océano se estaba preparando para su hijo.

La década se cerraría con la publicación, en Seminarios y Ediciones S. A., editorial auspiciada por el CLC, de El libro rojo del rearme, obra marcada por el tiempo de silencio impuesto por la amenaza nuclear. No obstante, en medio de ese silencio que tantos proyectos ingenuos trataron de romper, se recortaría su nuevo personaje, Juan María Alponte, protagonista de una trayectoria académica y mediática que exigió pulir algunas aristas pretéritas. Después de una transfiguración que incluyó el cambio de nacionalidad, Enrique Ruiz, el otrora donjuanista, pudo visitar España como asesor del presidente mexicano Luis Echeverría en 1975. Una España en la que ya estaba a punto de cristalizar la armonía socialdemócrata preestablecida que llevaría al joven turco, Felipe González al poder y a Juan Carlos de Borbón al trono que tanto se pretendió desde Estoril. Don Juan y Llopis eran ya pasado.

Tras su paso por la universidad mexicana, apenas unas semanas antes de su muerte, la máscara de Enrique Ruiz mostraba destensadas sus costuras. Por ellas podía verse el semblante del falangista Tuto, también el de Alponte superpuestos al de quien conoció la estepa rusa y la laguna mexicana. La función estaba a punto de terminar, y era inevitable que el coqueto hombre que presumía de ser libre, en abusivo uso del término griego, mezclara liberal y erráticamente datos que al tiempo que permiten reconstruir una de tantas biografías aggiornadas, silencian el Acta est fabula, plaudite… tan ansiado por los hombres de su condición.

Bibliografía (incompleta) de Enrique Ruiz García

1954 Ensayo sobre la Personalidad Española, [Murcia] 1954, 153 págs. Con censura eclesiástica.

[4] «Por el presente concedemos Nuestra licencia para que pueda imprimirse el libro titulado Ensayo sobre la personalidad española, de D. Enrique Ruiz García; debiendo colocar al principio del mismo, “con censura eclesiástica”. Dado en Murcia, a cinco de noviembre de mil novecientos cincuenta y tres. † Ramón, Ob. de Cartagena.»

[5] «Dedicatoria. A mi esposa que, como el viento en el pino, va siempre a mi lado. A mi esposa.»

[7-8] «Este libro, cuyo principal mérito es el de estar dotado de una poderosa corriente de inquietudes, manifiesta desde los primeros Temas, con perfecta alegría, un ardiente empeño de catolicidad. No es, por tanto, por ello mismo, un libro de sacristía, de detrás del altar, sino que es un libro de combate, un libro militante. Un libro de predicación para nosotros, esos españoles de mano ancha y cruz ligera, que fuimos y vamos por el mundo de una manera única: religiosa y profunda. Los temas que toca el libro son temas casi eternos entre los españoles. Hablo, pues, de cosas antiguas, es decir, de cosas que sustancialmente nos atañen. Y digo, también, que España mitad polvo y trigo, mitad páramo y río seco y hoguera, está ahí, sobre el mundo, intacta y auténtica como en la primera hora. Un libro que habla de España y de los pueblos hispánicos, aunque no se nombren sus repúblicas, ni los indios que recibieron el bautismo “del agua entrando en sus cabezas”, como geografía de lo moral y de la norma. Enrique Ruiz García

[9-10] «Índice. I. El hombre y las cosas. La realidad humana, 13. La vida como señorío, 14. El realismo, 18. Lección de la servidumbre ante las cosas, 25. II. El concepto señorial de los españoles. Aspectos sobre la formación del concepto señorial en España, 29. La ocupación hispánica, 34. III. Guerra y señorío. La clemencia del Cid con los moros, 43. Destino y función de la tierra, 47. IV. El tema religioso. La piel de la protesta, 61. Pueblo e Iglesia, 67. La crisis de la distancia, 75. El segundo canto del gallo, 80. V. El tema del rencor. Perfil y categorías del pasado, 83. El fuera y el dentro, 89. VI. El tema del individualismo. La vida entre tópicos, 95. Categorías del individualismo, 97. La historia de los frutos, 102. La cara interna del individualismo hispánico, 106. Personalización y moral, 114. Cuando se perdió contacto con la historia, 121. VII. El tema de la libertad. Insurrección y caracolas, 125. Libertad y números, 128. Los problemas, uno tras el otro, 130. La historia como meditación, 133. La situación española, 142. La forma concreta y especial, 147.»

[solapas] «Introducción al Ensayo sobre la Personalidad Española. No es frecuente encontrar libros dolorosos. Sobre España se ha escrito mucho con aire de ditirambo y apostura de golilla fanfarrón. Y a veces libros desventurados que hablaban de la tragedia de España revolcándose en el dolor intrínseco, con un gusto sádico y tenebrante. El libro de Enrique Ruiz García es un libro tremendo y transido. Para el dolor y el amor, el arrepentimiento y la penitencia. Pero el autor, que es un hombre de altos silencios y mirada honda, nos vuelve a la realidad. O mejor, nos devuelve. Tiene escuela y estilo. Su obra –este libro– tiene armazón medular. Entiende que el suelo español tiene resquebrajaduras cordiales camufladas en una literatura demasiada. Por esto es desnudo. La música no existe en este libro. Acaso un ritmo gregoriano de cadencias mozárabes o serranillas arciprestales. Debiera de llevar un pie de imprenta del siglo XV. El libro emparentará con el pensamiento de la España inconmovible. Casi podríamos hablar de una continuación, en él, de aquel pensamiento. Sin embargo no es poeta ni tribuno. Sólo pensador y amador dolorido. Y esta es su mejor alabanza. La de su sincero silencio, roto ahora por el grito de las páginas de este libro, el suyo. No sé si, el autor, escribirá más libros. El Ensayo sobre la Personalidad Española le define. El libro, leccionario y libro de Horas, parece estar escrito para la meditación y la reflexión. El libro tiene, además, la rudeza del cantar del Mío Cid, y –eso sí– la gracia inefable, por sencilla, casta y entera, del romancero viejo. Juan Hernández Profesor del Seminario Mayor de San Fulgencio.»

1958 Yo asumo la vida de Pedro Olmo, Índice, Madrid 1958, 122 págs.

1959 Iberoamérica entre el bisonte y el toro, Taurus (Cuadernos Taurus 28), Madrid 1959, 94 págs.

1960 Suspense atómico. Crónica general de nuestro tiempo, Ediciones Cid, Madrid 1960, 353 págs.

1961 Presentación y apéndice de Karl Gilzin, A la conquista del espacio, traducción de F. Fernández Santos, Ediciones Arión (Colección La Meridiana), Madrid 1961, 432 págs.

Ensayo geopolítico de Centroamérica, Ministerio de Educación Pública, Guatemala 1961, 185 págs.

1962 Esquema de una crisis. Berlín, Alemania, Ediciones Arión, Madrid 1962, 477 págs.

1966 América Latina. Anatomía de una revolución, presentación de Josué de Castro, Ediciones Guadarrama, Madrid 1966, 539 págs. América Latina hoy, 2ª ed. revisada en dos tomos, Ediciones Guadarrama (Colección universitaria de bolsillo Punto Omega 114, 115), Madrid 1971, 387+363 págs.

Europa de los europeos o Europa de los americanos, Ediciones Cid (Colección Vértice, 30), Madrid 1966, 270 págs.

Zapata. Tierra y libertad, ilustraciones de Tauler, Sucesores de Ribadeneyra (Nombres que son Historia, 3), Madrid 1966, 205 págs.

1967 El tercer mundo, Alianza Editorial (ELB 99), Madrid 1967, 281 págs. 2ª ed. 1969.

1970 El libro rojo del rearme, Seminarios y Ediciones (Hora H, 1), Madrid 1970, 154 págs.

América Latina: la explosión de los poderes tradicionales, Cuadernos para el Diálogo (Colección Los suplementos, 12), Madrid 1970, 37 págs.

1972 La descolonización de la cultura, Planeta (Biblioteca Universal Planeta, Panorama 3), Barcelona 1972, 216 págs.

«Garaudy y la transformación del socialismo», en Estudios de ciencia política y sociología: homenaje al profesor Carlos Ollero, Gráficas Carlavilla, Madrid 1972, páginas 721-741.

1973 Subdesarrollo y liberación, Alianza Editorial (ELB 433), Madrid 1973, 365 págs.

Inglaterra, del Imperio a la Nación, Fondo de Cultura Económica (Colección Archivo del Fondo, 2), México 1973, 123 págs.

1977 La era de Carter. Las transnacionales, fase superior del imperialismo, Alianza Editorial (ELB 672), Madrid 1977, 348 págs.

1979 España hoy. Política, economía y sociedad en la transición democrática, Universidad Nacional Autónoma de México, México DF 1979, 231 págs.

Textos de Enrique Ruiz García en el Proyecto Filosofía en español

1957 «Rodrigo Royo, entre El sol y la nieve. La División Azul fue la expresión de un pueblo…»

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