Filosofía en español 
Filosofía en español

Julián Gómez García (a) Julián Gorkin  1901-1987

Julián Gómez García Ideólogo, periodista y activista anticomunista español que, tras la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en funcionario del Congreso por la libertad de la cultura y director de Cuadernos del Congreso por la libertad de la cultura, a sueldo de la CIA y de los Estados Unidos del Norte de América. Nació en Benifairó de los Valles en 1901, en el seno de una familia de humildes emigrantes aragoneses asentados en el norte de la provincia de Valencia, y falleció en París en 1987, la ciudad en la que más tiempo llegó a vivir a lo largo de su agitada vida.

Muy joven comenzó a militar en las Juventudes Socialistas de Valencia, convirtiéndose en 1918 en su Secretario General y director de La Revuelta. Admirador de la Revolución de Octubre, Julián Gómez García pronto adoptó el pseudónimo de Gorkin (por combinación del apellido de Máximo Gorki con el pseudónimo de Lenin). Al negarse el PSOE a ingresar en la Internacional Comunista, Gorkin promovió la escisión del grupo socialista probolchevique valenciano, encabezando en 1921 la Federación Comunista de Levante, asociada al PCE, y pasando a dirigir Acción Sindicalista, semanario financiado por la Tercera Internacional. Al año siguiente, para evitar tener que alistarse en la guerra de Marruecos, huyó a Francia y, afincado en París, se convirtió en revolucionario profesional, a sueldo de la Komintern, dirigiendo periódicos en español como El Proletario, La Luz, La Verdad y Adelante.

«Instalada la familia en Valencia, ingresé en la Juventud Socialista, de la que no tardé en ser elegido secretario. Acababa de cumplir los 17 años de edad. Como a tantos otros jóvenes de mi generación, el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia me sedujo irresistiblemente. A pesar de los consejos de Pablo Iglesias y de Francisco Largo Caballero, a su paso por la capital levantina, con otros jóvenes socialistas fundé el bimensual La Revuelta en defensa de la primera revolución social triunfante en la Historia. Devoré los primeros libros de Trotski y Bujarin traducidos al castellano y, al decretar el II Congreso de la Internacional Comunista, las famosas 21 condiciones, provoqué la escisión y fundé la Federación Comunista de Levante, cuyo órgano de expresión fue el semanario Lucha Social. Así me convertí, antes de conocer la definición leninista, en un 'revolucionario profesional' y en un activo propagandista del comunismo en la región levantina e incluso en las Islas Baleares.
Después del fatídico Annual y de la reacción popular a que dio lugar en toda España, me convertí en un activo propagandista contra la sangrienta guerra de Marruecos. Un proceso por antimilitarismo y de lesa majestad me obligó a huir clandestinamente a Francia, por Bilbao y San Sebastián, con una identidad falsa. Era en enero de 1922 y de la misma manera que yo había huido poco antes Ramón Casanellas, uno de los tres anarquistas que habían asesinado al gobernante conservador Eduardo Dato. Instalado en París, trabajé al comienzo en el taller de fotograbado de un gran rotativo: Le Matin. Aproveché este período para aprender el francés y para leer la buena literatura francesa, así como la rusa traducida al francés. Mas no tardé mucho en convertirme en un auténtico revolucionario profesional, es decir, en el organizador de grupos comunistas españoles en Francia, Bélgica y Luxemburgo, y en el director de un bimensual en lengua española que, suspendido una y otra vez, fue cambiando de título hasta cinco veces, así como de departamento; hasta que hube de editarlo en Bruselas. Yo mismo tuve que cambiar cinco veces de identidad y de domicilio, hasta mi detención en una ciudad de la Provenza con una nueva identidad. Confieso que conocí durante esos años una vida exaltante y el que yo mismo he llamado 'goce de sufrir por una idea'.
En 1925, fracasada la revolución internacional en la que habían puesto sus esperanzas los bolcheviques, Moscú encontró un sucedáneo: el terrorismo. La danza infernal del terrorismo y del contraterrorismo: el terror blanco tomado como pretexto para el terror rojo, y viceversa. En el año citado las prisiones italianas, las de los países balcánicos y bálticos y de la propia España contenían numerosos presos políticos. La llegada a París de una delegación comunista española me llevó a solicitar una reunión especial del Comité Ejecutivo Francés, con asistencia del todopoderoso delegado de Moscú, Klein (Guralski). No pareció interesarle lo más mínimo la detención, en Barcelona y en Madrid, de los mejores cuadros comunistas –y anarcosindicalistas– ni la situación y las perspectivas del país. Con la mayor tranquilidad exigió de nosotros que preparáramos el asesinato del general y dictador Primo de Rivera. Y al hacerle observar que al día siguiente de este asesinato el sanguinario general Martínez Anido asumiría sin duda todos los poderes y haría una degollina de militantes: 'Pues organizad también el asesinato de ese Martínez Anido'. Ante la gravedad de esa exigencia, exigí que el asunto fuera sometido al Ejecutivo Ampliado que se anunciaba para un poco más tarde en Moscú. Como paréntesis diré algo más: nunca más volví a ver a Klein, responsable principal de una insurrección abortada en Hamburgo y que había costado la vida a numerosos militantes. Leyendo más tarde Los conquistadores, primera novela de Malraux que hice traducir al castellano, me enteré que este militante terrorista había perecido en China a mano de un grupo de terroristas. Y en mí nacieron las primeras dudas sobre el bajo precio que para los hombres del aparato tenía la vida de los militantes.
¿Cómo intuí al monstruo? El viaje a la Meca moscovita era el sueño poco menos que religioso de todos los militantes; a mí los tres meses que pasé en ella, las confidencias que me hizo Andrés Nin, con el que convivía en el famoso Hotel Lux, las intrigas que observé en torno mío, la incipiente burocratización de los cuadros soviéticos e internacionales, el ambiente de 'espionitis' en torno a los delegados, la jerarquización y el favoritismo y el propio concepto de disciplina de arriba hacia abajo, determinaron en mí una profunda crisis moral y me llevaron a esta conclusión: que sin duda nunca más volvería al país que había suscitado –y para muchos seguía representando– una esperanza de fraternidad universal y humana. En el Kremlin me codeé con las principales figuras soviéticas e internacionales de la nomenclatura comunista; los dos rusos que despertaron en mí un fraternal interés fueron Bujarin y Rhiazanov, el gran marxólogo y creador del Instituto Marx-Engels-Lenin (tenía que morir de miseria en un rincón siberiano); y entre los extranjeros, el italiano Antonio Gramsci, destinado al martirologio mussoliniano. ¿Y Stalin? Ni una sola vez apareció en la mesa presidencial; sin embargo, sabía por Nin que era él quien lo manejaba todo ya. Una sola vez, y por un verdadero azar, se me ofreció la ocasión de observarle durante una hora, en el saloncito del trono de los zares inmediato al gran salón en el que se celebraban las sesiones públicas. Le habían invitado los delegados polacos a hablarle del problema de las nacionalidades. Toda su traza, su atuendo, sus rasgos groseros, sus ojos opacos y, sobre todo, su puño derecho martilleante al hablar, me sugirieron la imagen de un domador, la intuición del monstruo. ¿Quién nos hubiera dicho a Nin y a mi, sin embargo, que el destino del setenta por ciento de los cuadros que hicieron triunfar la Revolución de Octubre –y nuestro propio destino– iban a depender de este monstruo? Mi último día de estancia en Moscú visité la momia embalsamada de Lenin y me juré a mí mismo investigar si el mal de origen estaba en él mismo, en su metodología política y orgánica, o si había sido traicionado por los llamados epígonos. ¿No decía el propio Lenin que una política debía ser juzgada por sus resultados?
Cuatro largos y dramáticos años duró mi crisis política y moral, durante los cuales seguí dirigiendo mis actividades de revolucionario profesional. La principal de estas actividades fue la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera, ocupando las principales tribunas francesas con los líderes del Partido Comunista, asistiendo a un gran Congreso internacional en Viena y otro en Berlín, dirigiendo mi periódico bimensual y colaborando en los órganos internacionales. La deportación de Trotski a Alma Ata en 1927, y su expulsión de la URSS dos años más tarde, precipitaron mi ruptura. Había traducido un libro suyo al castellano y una especie de tribunal comunista exigió una autocrítica completa. No me presté a esa farsa: entre mi conciencia de hombre y el escalafón burocrático preferí mi conciencia. Poco después recibí una larga carta de Trotski, fechada en Prinkipo, invitándome a ponerme a la cabeza de la Oposición, en el exilio español y de cara al interior. Intervine en la edición en castellano de su magnífico documento político y humano que es Mi vida; y más tarde hice editar otro de sus libros, pero me negué a adherirme a su causa.» (Tiempo de Historia, Madrid, enero 1980, 62:35-38.)

«Post-Guerra. Acaba de ponerse a la venta el número 6 de esta interesante revista, que dirigen J. Antonio Balbontín y É. Jiménez-Siles. El sumario de este número es el siguiente: […] Cine: «La madre», en París, por Gorkín. […] Este interesante número se vende, como los anteriores, a 75 céntimos.» (Heraldo de Madrid, 27 diciembre 1927.)

«Post-Guerra. Publicamos a continuación el sumario del interesantísimo número 9 de esta revista, correspondiente al mes de abril, que acaba de ponerse a la venta. […] Algunos personajes de Ibsen, por Gorkin.» (La Libertad, Madrid 5 de abril de 1928.)

«Comentarios. No te metas, chico. 'Baturrillo' quedó que no se metería con los periódicos comunistas si éstos no se metían con los ananquistas, pero puesto que se meten, este baturro cumple lo prometido. Resulta, según Adelante, periódico que en español publican en Bruselas dos individuos que llevan apellidos tan españoles como los siguientes: Portek y Gorkin; resulta, repito, según estos dos comunistas, que cuando se divide a la Confederación General Unitaria de Francia, se hace labor antirrevolucionaria; pero cuando se divide a la Confederadón General fundando una segunda Confederación como la Unitaria, se es más revolucionario que Barrabás. La lógica no puede ser más patente.» (La Revista Blanca, nº 137, Barcelona, 1 de febrero de 1929.)

1929: expulsado de la Komintern tras siete años de 'revolucionario profesional'

Por sus desviaciones ideológicas fue expulsado en 1929 de la Internacional Comunista, dejó de cobrar el sueldo que le convertía en 'revolucionario profesional' y hubo de comenzar a trabajar como periodista, traductor y autor literario y teatral, pronto reconocido por la crítica amiga francesa y española. Ese mismo año de 1929 estrena en París el drama Claudio y la editorial Cenit publica en Madrid su traducción de Teatro de la revolución, de Romain Rolland, con un prólogo de Luis Araquistain, quien ya sumaba diez años de militancia en el PSOE, que había abandonado en 1921 por sus posiciones favorables a la revolución soviética, y que años después se convertiría en íntimo colaborador de Gorkin, sucediéndole incluso como director de Cuadernos del Congreso por la libertad de la cultura.

«En París, después de mi ruptura con Moscú, fundé una agencia literaria y entré en la redacción de la revista Monde, cuyo Consejo de Honor estaba constituido por Henri Barbusse, Romain Rolland, Máximo Gorki, Albert Einstein y Miguel de Unamuno. A la llegada a París de los llamados exiliados de Jaca, entre ellos Indalecio Prieto, Marcelino Domingo, el general Queipo de Llano y Ramón Franco, y teniendo en cuenta mi conocimiento de los medios franceses y occidentales en general, les presté mi plena solidaridad.» (Tiempo de Historia, Madrid, enero 1980, 62:38.)

«'Gorkin' –un joven autor español que reside en París– ha estrenado recientemente en un teatro de la calle de Lancry, de la capital francesa, un drama, que ha sido acogido favorablemente por la crítica y el público. El drama de 'Gorkin' –Claudio– presenta un conflicto entre la religión y la vida. Entre los prejuicios y la verdad. La lucha es violenta; pero, al fin, triunfan la vida y la verdad. El crítico teatral de Monde escribe: "El drama de 'Gorkin' refleja la doble influencia de Ibsen y de Pérez Galdós, el dramaturgo español muerto hace algunos años. Asistimos, sin embargo, a la aparición de un joven autor de talento, dotado de una fuerte personalidad artística, que dará sin duda al teatro español obras de positivo valor. Claudio es una revelación."» (El Sol, Madrid, miércoles 6 de febrero de 1929.)

«Teatro de la revolución, de Romain Rolland, prólogo de Araquistain. Editorial Cenit. Madrid. […] La traducción de J. G. Gorkin, autorizada por el autor, es en general expresiva; pero con frecuencia recuerda la lengua original, y no sobraría darle un atento repaso para siguientes ediciones. J. B.» (La Voz, Madrid, 8 de marzo de 1929.)

«El teatro en el extranjero. En París se revela un autor español de verdadero mérito. Copiamos de El Noticiero Universal, de Barcelona, la noticia del estreno del drama Claudio, original de un novel autor español: "Los periódicos de París se ocupan con elogio del éxito alcanzado por J. G. Gorkín, autor del nuevo drama Claudio, recientemente estrenado en un teatro de Lancry. Le Monde, al analizar los valores dramáticoliterarios de la nueva obra, hace observar la analogía que existe entre la tesis de Claudio y la idea que informa el drama de Jacinto Benavente Para el cielo y los altares, todavía inédito como representación teatral; sólo que el diario francés, conocedor de ambos dramas, atribuye al de Gorkín mayor trascendencia, no sólo por las audacias que encierra, sino porque la ideología del autor va acompañada por una fe y un entusiasmo por el mañana que coloca a Gorkín entre los escritores de más porvenir hoy día. Claudio –dice el colega francés– es una obra teatral de grandes alientos, un cuadro de palpitante realidad, en lucha con los prejuicios que dificultan la marcha del progreso. El segundo acto es seguramente el mejor: «Una tempestad bajo un cráneo». Hay en él escenas de gran envergadura, de noble arraigo en el alma española. El drama de Gorkín refleja la doble influencia de Ibsen y de Pérez Caldos, el dramaturgo español muerto hace algunos años y cuya memoria es reverenciada por la juventud intelectual. Asistimos ciertamente a la aparición de un autor de talento, dotado de una fuerte personalidad artística, que le dará seguramente al teatro español obras de gran valor."» (El Heraldo de Madrid, miércoles, 13 de marzo de 1929.)

«Teatro de la revolución: Romain Rolland. Prólogo de Luis Araquistain. Editorial Cenit. Madrid 1929. […] La traducción de Gorkin, inteligente y correcta. El prólogo, de Araquistain, interesante, aunque en él exponga algunos puntos de vista apriorísticos.» (La Revista Blanca, nº 141, Barcelona, 1 de abril de 1929.)

«Mi madre, novela, por Cheng-Tcheng. Editorial Cenit. Madrid. […] En arte no parece dispuesto Cheng-Tcheng a tomar gran cosa, si es que toma alguna. "El arte por la vida", ha dicho a Gorkín en la interviú que va al frente del libro.» (La Voz, 25 de abril de 1929.)

«Para la mayoría de los lectores españoles de los Cuentos judíos, de Raimundo Geiger, traducidos ahora del francés por J. A. Gorkin, el interés de esta copiosa antología humorística no será otro que el de una colección de chascarrillos y anécdotas cómicas, esto es, la atracción de lo chistoso y divertido.» (El Sol, Madrid, jueves 26 de septiembre de 1929.)

«He ahí, por ejemplo, un discípulo de Barbusse, un escritor español expatriado por ideas: J. G. Gorkin. Ediciones Ulises acaba de publicar su novela Días de bohemia, con un prólogo del autor de El fuego. "Gorkin tomó desde muy joven sus responsabilidades y sus direcciones de luchador social. Escribe para obrar y obra para influir en el movimiento social." Su novela de ahora quizá no sea todavía el instrumento decisivo que Gorkin ha de poner al servicio de los ideales nuevos; pero exhibe una personalidad briosa de escritor moderno en posesión de las más difíciles cualidades que hoy exige el ejercicio de las letras. Días de bohemia es una novela de París, y en ella se entrecruzan los pintorescos episodios de una vida calurosa, viril y atrevida. El protagonista golpea con su altiva pobreza el corazón de la gran ciudad y le habla sin amargura de un futuro diferente. La ternura y la gracia van juntas en todas las páginas, para hacer de la novela una novela de fervor y de ironía que muchas veces equivale al expresivo dominio de la sátira. Gorkin es un nombre –un seudónimo– que dará mucho que decir a los críticos, porque él, a su vez, tiene mucho que decir. Cuenta para eso con el rico itinerario de una existencia activa y desplegada.» (José Díaz Fernández, «Los libros nuevos», El Sol, Madrid, domingo 16 de febrero de 1930.)

«Se ha puesto a la venta el segundo número de Nueva España, con ocho páginas de aumento y con el siguiente sumario: […] 'Carta de París: El drama de una generación', por J. G. Gorkin.» (El Sol, martes 18 de febrero de 1930.)

«Días de bohemia, por J. G. Gorkin. He aquí una novela escrita bajo el signo de Murger. Mejor dicho, bajo el signo de todos los literatos que han confeccionado novelas de la vida de bohemia. Lo cual quiere decir que el libro de Gorkin suena, fatalmente, a canción repetida, a 'ritornello' lejano y melancólico. Demasiadas muchachitas que se entregan alegremente en cualquier parque público a un escritor sin dinero. Demasiadas muchachitas que no existen mas que en la literatura: en este tipo concreto de literatura. Porque Mimí, puesta a elegir entre un collar de brillantes y el amor de Rodolfo, elegirá siempre el collar. Y hará bien. Esto no quiere decir, naturalmente, que el libro de J. G. Gorkin carezca de discretos atractivos literarios. Está escrito con una fina prosa. Tiene el interés de una novela en tono menor. Eso sí, muy por bajo de lo que promete el prólogo de Barbusse. Uno espera la gran novela: la gran novela social. Y se encuentra con el apacible relato en que, realmente, nada de trascendencia ocurre. […]» (J. L. S., «Feria de los libros», Heraldo de Madrid, viernes, 28 de febrero de 1930.)

«'Gorkin' (J. G.), Días de bohemia, Ediciones Ulises, Madrid 1930. 'Gorkin' –seudónimo con el que Julián Gómez declara su admiración por Gorki– no es un escritor desconocido para nosotros, aunque Días de bohemia sea la primera novela que escribe. En la revista y en otras actividades literarias ha dado ya pruebas de su buena preparación cultural. Monde, la mejor revista políticoliteraria de París, reproduce con frecuencia artículos suyos, en los que se ocupa principalmente del movimiento literario español. Pero de esta faceta literaria de crítico a la otra de novelista hay un abismo, en el que generalmente fracasan los que intentan salvarlo. No es éste el caso de 'Gorkin', que da este primer salto con pie firme y con impulso que puede llevarlo muy lejos por el nuevo camino. […] Una nota biográfica de Juan Andrade y un prólogo de Henri Barbusse presentan al autor acertada y cariñosamente.» (L. Fernández-Cancela, «Revista de libros», El Sol, Madrid, jueves 6 de marzo de 1930.)

«Días de bohemia, por J. G. Gorkin, Ediciones Ulises, Madrid 1930. Enrique Barbusse, que pone un bello prólogo al libro de Gorkin, se anticipa sagazmente a los escrúpulos posibles del lector y establece las diferencias debidas entre estos animados días de bohemia y aquellas otras románticas escenas de Enrique Murger, 'de ya casi legendaria recordación'. Los agonistas de este libro autobiográfico no son los Rodolfos ni los Marcelos de entonces; los episodios de Gorkin no constituyen 'el prólogo de la Academia o de la Morgue', porque los tiempos son distintos y los problemas del día tienen una mayor y agitada amplitud, y este novelista nuevo, a quien presenta y garantiza nada menos que Barbusse, no es un lírico simple, sino un verdadero hombre de acción, un enérgico ciudadano, que vive el gran drama social de nuestra época. […]» (J. L. M., «Movimiento literario», La Voz, Madrid, jueves 6 de marzo de 1930.)

«Monde. (París 15 febrero). […] J. G. Gorkin: 'Causas y consecuencias de la caída de Primo de Rivera'.» («Revistas», El Sol, Madrid, domingo 6 de abril de 1930.)

1930: vuelve a Madrid en plena dictablanda

El 28 de enero de 1930 dimite Miguel Primo de Rivera como presidente del Directorio Civil y se retira a París, donde fallece mes y medio después. Establecida la dictablanda ya puede Gorkin regresar a España, estableciéndose en Madrid, donde ese mismo año aparecen dos obras de León Trotsky por él traducidas, La revolución desfigurada y El gran organizador de derrotas.

«A Madrid llegué solo y representando a la revista Monde, con la que rompí al averiguar que estaba subvencionada por Moscú. En el Ateneo de Madrid, y por iniciativa mía, se fundó el Comité contra la Guerra y el Fascismo, presidido por Ramón María del Valle Inclán y al que se adhirieron, entre otras figuras, Federico García Lorca y Miguel de Unamuno. Representando a este comité asistí a un Congreso mundial en Amsterdam.» (Tiempo de Historia, Madrid, enero 1980, 62:38-39.)

«Por la libertad del escritor peruano Juan Luis Velázquez. Recibimos un escrito en el que un grupo de escritores hispanoamericanos protestan públicamente contra la prisión gubernativa del escritor peruano Juan Luis Velázquez, y piden su libertad. Firman el escrito Alberto Ghiraldo, J. Díaz Fernández, Antonio Espina, G. Alberca Montoya, J. G. Gorkin, Benjamín Jarnés, Guillermo de Torre, Pedro Garfias, M. Galeano, Pablo Abril de Vivero, Juan José Uérez Domenech, Xavier Abril, Emilio Delgado, Armando Bazán, Lino Novás Calvo, Francisco Galán, Pablo de la Fuente, Criado Romero, M. Carriba, Rosario del Olma, César M. Arconada, L. de Cano, Joaquín Arderíus, Sánchez Roca, Tomás Blanco y Federico Acosta Velarde.» (Heraldo de Madrid, viernes 4 de noviembre de 1932, pág. 7.)

En 1932 funda la sección de Madrid de la Federación Comunista Ibérica, vinculada al BOC (Bloque Obrero y Campesino) de Joaquín Maurín, al que se afilia en 1933, trasladándose a Valencia como redactor del órgano del BOC, La Batalla. Tras la revolución de 1934 escapa de nuevo a Francia, donde permanece hasta mediados de 1935, desempeñando cierto liderazgo entre los exiliados. Gorkin fue quien dio forma de libro al testimonio de Manuel Grossi Mier (Mieres 1905) sobre la revolución de 1934, bajo el título La insurrección de Asturias. Quince días de revolución socialista (Ediciones de La Batalla, Barcelona 1935). Gorkin proponía entonces que el BOC debiera entrar a formar parte del PSOE. También por entonces se distanciaba de Trotsky el adalid de Izquierda Comunista de España, Andrés Nin, pues el revolucionario ruso rechazaba el entrismo en el PSOE que propugnaba Nin.

En septiembre de 1935 se constituye el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), al unirse ICE (Andrés Nin) y BOC (Joaquín Maurín), incorporándose Julián Gorkin a la nueva formación. El POUM, por su tamaño, sólo pudo introducir a Joaquín Maurín en las listas electorales del Frente Popular en 1936.

Iniciada en España la guerra civil se desplazó Gorkin de Valencia a Barcelona, para hacerse cargo de La Batalla y de la secretaría internacional del POUM, que había aumentado relativamente su influencia tras comenzar la guerra, pero que tras notorios y disolventes devaneos con el anarcosindicalismo, en plena guerra, fue ilegalizado y perseguido por los socialistas y comunistas afectos a la Komintern. Gorkin fue juzgado y condenado por la República, permaneciendo en prisión hasta la toma de Cataluña por las tropas del general Franco, momento que aprovechó para escaparse una vez más a Francia.

Muerto Andrés Nin en junio de 1937 (se atribuye al filósofo comunista Wenceslao Roces la creación de pruebas incriminatorias que habrían probado la culpabilidad de Nin y legitimado su eliminación por traidor) y prisionero Maurín (tras ser indultado en 1946 se asentó en Nueva York, donde fundó la agencia literaria ALA, dicen que mimada por la CIA), quedó Julián Gorkin convertido en Secretario General del POUM en el exilio y responsable de un antiestalinista Centro Marxista Internacional.

A principios de 1940 se establece en México, tras pasar una temporada en Nueva York. En México dirige la revista POUM, y funda las revistas Análisis, Revista de Hechos e Ideas (1942) y Mundo, Socialismo y Libertad (1943-1945). Colabora con su amigo el poumista catalán Bartolomé Costa-Amic (1911-2002), en la fundación de editoriales: Quetzal (1940-1945), Costa-Amic (1945-1948), Libro Mex y Publicaciones Panamericanas. De un enfrentamiento con militantes comunistas en 1943, en una conferencia organizada como protesta por la neutralización dictada por Stalin de dos lideres socialistas polacos, le quedó una cicatriz indeleble en la frente.

Como es bien sabido, en agosto de 1940 fue ultimado en su refugio de Coyoacán el revisionista Trotsky, siguiendo las instrucciones terminantes dictadas por Stalin. Gorkin no llegó a tomar contacto con el ruso, pero se interesó por desvelar la verdadera personalidad de Jacques Mornard, el agente ejecutor que había logrado infiltrarse en el entorno de un enemigo muy prudente (tres meses antes, la noche del 23 al 24 de mayo, ya había estado a punto de morir Trotsky en la invasión armada de su casa en la que intervino personalmente el muralista David Alfaro Siqueiros):

«Inmediatamente después del asesinato de Trotski, cuando los periódicos publicaron las fotografías del homicida, fueron muchos los antiguos comunistas catalanes que lo reconocieron, pese a los vendajes que le ocultaban parte de la cara; tratábase, en verdad, de uno de sus camaradas de otro tiempo: Ramón Mercader del Río. Conocían igualmente a su familia, una familia comunista modelo, sobre todo la madre. El primero que identificó al asesino fue Agustín Puértolas, antiguo fotógrafo de Prensa en Barcelona y en el frente de Aragón; había tenido ocasión, entonces, de hacer varias fotos de la madre y del hijo, combatiendo en las filas de las milicias comunistas. Otros dos exmilitantes catalanes, Cabré y el dibujante Bartolí, identificaron a su vez al asesino. Sin embargo, nada dijeron, ni a la Prensa ni a la policía. Por mi parte, tal identificación me dejó bastante escéptico. Pero estos amigos catalanes aseguraron que el criminal debía llevar en el antebrazo derecho la cicatriz de una herida recibida en combate. Hice comprobar esta afirmación sin que el hombre se diese cuenta de ello: la cicatriz existía, tal como se me había descrito. Ya no tuve más dudas sobre la verdadera identidad del asesino; pero, no obstante, tenía que recoger algunos informes sobre él. Me encuentro hoy en condiciones de retrazar a grandes rasgos su historia y la de su familia.» […] «Yo sabía que Ramón Mercader del Río había desaparecido de Cataluña en la segunda mitad del año 1937. Mis informadores catalanes no le habían vuelto a ver –ni habían tenido la menor noticia de él– hasta el momento en que contemplaron sus fotografías en la Prensa mexicana, inmediatamente después del asesinato de Trotski. ¿Dónde había estado durante ese tiempo, o parte del mismo? ¿No resultaba extraño que hubiese desaparecido de España precisamente cuando el comunismo internacional concentraba en ella sus mejores elementos de acción? Estudiando su comportamiento antes y después del asesinato de Trotski, sospeché que había recibido un entrenamiento muy especial en la misma Unión Soviética. Pero no tenía ninguna prueba de eso y, además, los informadores que habían tenido ocasión de moverse en los círculos más allegados al Komintern –aquellos que me habían hablado de los colegios especiales a que me he referido ya antes– no parecían poseer ningún dato sobre ese asunto. En 1954 fue desenmascarado y detenido en Bonn un importante agente de los servicios secretos soviéticos, el capitán Nicolás Khokhlov. Transferido a los Estados Unidos, causó sensación en el curso de una conferencia de Prensa al exhibir un arsenal de armas mortales de ínfimo tamaño, dignas de las aventuras de James Bond. Reveló en esta ocasión que «el asesinato de Trotski había sido organizado por el general Eitingon, que había estado en España con el nombre de Kotov», y añadió textualmente: «Fue allí donde reclutó a un español que, enviado a la Unión Soviética, recibió una instrucción minuciosa antes de ser enviado a México con el nombre de Mornard». Así pues, mis sospechas se encontraban plenamente confirmadas. Es evidente que, además del entrenamiento en España, primero bajo la vigilancia de Erno Gerö, y después de Leónidas Eitingon, Ramón Mercader pasó cinco o seis meses en la Unión soviética antes de instalarse en París, en contacto ininterrumpido con los agentes especializados en la lucha contra Trotski y el trotskismo. Tenía que esperar en París la llegada de Ruby Weil, que debía presentarle a la inocente Sylvia Ageloff. Esperé a 1948 para hacer pública la verdadera identidad del asesino de Trotski y retrazar en parte la historia de su familia, aunque hubiese podido hacerlo, como ya he dicho, en 1940. Sin embargo, mis afirmaciones merecieron escaso crédito. ¡Habían sido atribuidas a aquel hombre tantas nacionalidades, tantos nombres! ¿Qué pruebas podía ofrecer de que lo que yo decía era exacto? Las pruebas materiales e irrefutables de esa identidad fueron facilitadas en 1953 por un médico, mexicano, el doctor Quirós Cuaron, encargado en 1940, inmediatamente después de la muerte de Trotski, del examen psicológico del homicida. Quirós Cuaron extrajo de ese examen conclusiones del máximo interés, que expuso en un voluminoso estudio. Aguijoneado por una curiosidad jamás satisfecha, llevó más lejos todavía sus investigaciones, que le condujeron primero a Barcelona y después a Madrid, donde la Dirección General de Seguridad le suministró documentos preciosos: fotos policíacas, de frente y de perfil, de Ramón Mercader del Río (detenido el 12 de junio de 1935, con otros diecisiete comunistas, en Barcelona, transferido después a una prisión de Valencia, puesto en libertad cuando la victoria del Frente Popular) y la huella de su dedo índice derecho. Comparadas con las fotografías de frente y de perfil y la huella del índice derecho de Frank Jacson-Mornard, detenido por la policía mexicana por el asesinato de León Trotski, en 1940, se revelaron idénticas. Al escribir estas líneas, tengo ante los ojos las fotocopias de esos documentos. Las fotos tomadas en 1935 nos muestran a un Ramón Mercader joven, de cabellos negros y abundantes, frente lisa, ojos en forma de almendra, que reflejan un carácter enérgico, la boca grande y sensual; las de 1940 nos permiten ver un hombre cansado, incluso envejecido, con la frente surcada ya por ligeras arrugas, esbozando un gesto que quiere ser desenvuelto pero que delata mucha amargura. El joven militante comunista de 1935, movido probablemente por un ideal sincero, por la voluntad de creer y de actuar, se ha convertido, gracias a los cuidados de la GPU, en un asesino célebre: el de León Trotski. Y su rostro atormentado refleja su infierno personal al mismo tiempo que el infierno colectivo en que se debaten tantos millares de seres.» (Julián Gorkin, El asesinato de Trotski, París, octubre 1969.)

Agente anticomunista durante la Guerra Fría, mercenario del Imperio guasintoniano

En 1946 todavía publica Gorkin en México un anacrónico opúsculo dirigido a todas las tendencias y a todos los militantes del POUM ante la escisión producida en el partido… Pero pronto acepta romper con el pasado, abandonar el exilio mexicano, volver a París y enrolarse en la Guerra Fría como agente del Imperio de Washington, que lo sería hasta su jubilación, formando equipo inseparable durante las siguientes décadas con Ignacio Iglesias Suárez (1912-2005), también procedente del POUM.

Gorkin acumulaba una importante experiencia organizadora, y una veteranía de tres décadas como activista, periodista y escritor político. Quienes le captaron para la causa del anticomunismo supieron aprovechar rápidamente las virtudes del converso recién contratado: en 1948 se publicó en París y en francés (traducido por Jean Talbot) el libro Ainsi fut assassine Trotsky, firmado por el general Leandro A. Sánchez Salazar (quien fuera jefe del servicio secreto mexicano) y por Julián Gorkin. Tres años después de la Conferencia de Potsdam, que había reunido por última vez a los aliados, ya vencedores del nazifascismo (pocos días antes de la bomba de Hiroshima), para diseñar la postguerra, venía estupendamente bien remover el asesinato de Trotsky como víctima de Stalin y de la Unión Soviética: la organización facilitó que el libro de Gorkin y el general mexicano fuese rápida y oportunamente publicado en inglés, italiano, sueco, alemán, holandés y español…

Como es natural, desde el Partido Comunista de España seguían con atención estos «siniestros planes de la reacción imperialista internacional contra el movimiento democrático y los partidos comunistas», y se reitera la vinculación de Julián Gorkin con la Falange (en junio de 1937 los cabecillas del POUM fueron acusados de espías de Franco y de trosko-fascistas) además de con los yanquis:

«Y el trotskista y agente de Falange, Julián Gorkin, confiesa de plano igualmente a quién sirven sus infamias anticomunistas y quién las paga. No hace mucho publicó un artículo en […] con objeto de hacerse él mismo la apología de un sucio libelo que acaba de editar. Y explicando por qué el libelo en cuestión no ha aparacido antes, confiesa: «Se me sugirió entonces por conductos oficiosos norteamericanos –y hasta oficiales– la inconveniencia de publicar el libro en tales circunstancias». Ese 'entonces' señala los tiempos de la guerra. Millones de ciudadanos soviéticos libraban al mundo de la pesadilla nazi a costa de heroísmo y sangre sin cuento. Los comunistas se batían en las primeras líneas en toda Europa. Y a los servicios secretos del imperialismo les parecían demasiado inoportunas ciertas infamias anticomunistas. Hoy no. Refiriéndose a la que este miserable reo de alta traición a la República y a la Patria ha guisado en su portal, su mismo autor nos dice que sus amos, los imperialistas norteamericanos, estiman que «ya vuelve a ser oportuna y hay que aprovechar la circunstancia para darle suelta». Estos miserables no tienen empacho en declarar públicamente que su actividad política está inspirada y determinada por sus amos los imperialistas norteamericanos. Lo confiesan lisa y llanamente. O sea, para denunciar a Prieto como agente norteamericano, nos valemos de sus propias palabras, porque Prieto ha dicho que su actitud política contra el Partido Comunista, aparte lo que pueda haber de convicciones personales, está dictada por los imperialistas norteamericanos. De manera que para cualquier socialista honrado, para cualquier republicano, para cualquier patriota, es claro, clarísimo, que si Prieto les azuza contra los comunistas y trata de enfrentarles contra el Partido Comunista lo hace sirviendo la política de los imperialistas norteamericanos.» («Los siniestros planes de la reacción imperialista internacional contra el movimiento democrático y los partidos comunistas», Mundo Obrero. Organo del Partido Comunista de España, semanario, nº 127, París, 22 de julio de 1948.)

«Cierta o no, cabe tener en cuenta que la obsesiva actividad de denuncia anticomunista de Gorkin en la próxima década alimentó las sospechas de muchos exiliados. En París tuvo noticia de la fuga de la URSS de El Campesino. El antiguo líder popular comunista, militar ensalzado por la propaganda durante la guerra civil, había chocado con los dirigentes del PCE en el exilio hasta el extremo de acabar confinado en Siberia. De allí escapó a pie, apareciendo increíblemente en Teherán. Gorkin entendió esta situación como una gran oportunidad y gestionó su asilo en Francia, donde quedó bajo su cuidado. La idea era explotar la historia de El Campesino como ejemplo vivo del estalinismo, así que preparó para 1951 un libro y una gira por Sudamérica en los cuales El Campesino explicaría sus experiencias en la Unión Soviética. El libro contó con trece traducciones a distintas lenguas. La gira, reducida finalmente a una estancia en Cuba en 1951, serviría como primera experiencia para las que realizaría en los años siguientes.» (Marc Ferri Ramírez, «Julián Gorkin, la vida de un luchador», en Contra el estalinismo, Laertes, Barcelona 2001.)

Vida y muerte en la URSS (1939-1949), el relato de El Campesino reelaborado por Julián Gorkin, se convirtió a partir de 1950 en otro proyectil anticomunista. Ese mismo año de 1950 quedaba constituido el Congreso por la libertad de la cultura, que a partir de 1953 comenzó la publicación de los Cuadernos del Congreso por la libertad de la cultura, dirigidos por Gorkin. Desde el principio se les tuvo por un arma más de la Guerra Fría (“Réplica cordial a Indalecio Prieto”), y en 1967 el Congreso por la libertad de la cultura ya reconocen que hasta ese momento había sido financiados directamente por la CIA… reajustaron su nombre y los hipócritas quedaron satisfechos, pues a partir de ese momento sólo recibiría fondos de la Fundación Ford…

El activismo desplegado por Gorkin en los años cincuenta y sesenta es impresionante, en pro de la Democracia, la Cultura y la Libertad, convirtiéndose en uno de los agentes principales, a sueldo de Washington, de la Guerra Fría ideológico cultural, anticomunista, atlantista, panamericana y europeísta.

La muerte en las manos 1956

«Como parte de la difusión de la revista, Gorkin participó, entre 1954 y 1960, en distintas giras anuales de conferencias por América Latina. En una de estas giras, en 1958, mantuvo una fuerte polémica en la prensa chilena con Pablo Neruda, de quien admiraba su poesía pero denunciaba su colaboración, como embajador chileno en México, en el primer atentado contra Trotski. Según parece, Neruda hizo todo lo posible para boicotear las actividades de Gorkin en Chile. Junto a la redacción de artículos para revistas, en esta etapa publicó varios libros de ensayo político. El primero, en 1954 sobre la guerra fría Destin du XX siècle. De Lenine a Malenkov. Coexistence ou Guerre Permanent?, al cual seguirían en 1956 Marx y la Rusia de ayer y de hoy y en 1961 España, primer ensayo de democracia popular. En este último analizaba la actuación soviética en la guerra civil española, en la cual veía un precedente de las democracias populares instauradas en el este de Europa a finales de los años cuarenta. A pesar de que vivía en París con su nueva compañera, con la que tuvo un segundo hijo, y de centrar su trabajo en temas latinoamericanos, mantenía, como todos los exiliados, la atención puesta sobre la situación española. En 1956 publicó su novela La muerte en las manos imaginando la vida en una España marcada por la guerra. El prólogo lo redactó el novelista John Dos Passos, con quien mantenía una buena amistad. En 1961 publicó dos obras de teatro agrupadas en el volumen Teatro histórico-político, de nuevo con el referente de la España de posguerra como fondo.» (Marc Ferri Ramírez, «Julián Gorkin, la vida de un luchador», en Contra el estalinismo, Laertes, Barcelona 2001.)

En el epistolario de José Ferrater Mora se conservan 18 cartas que le escribió Gorkin de 1956 a 1966.

1959 «Centro de Documentación y de Estudios. Presidente: Salvador de Madariaga. 18, Avenue de l'Opéra, Paris 1. Querido amigo: Tengo el gusto de dirigirle la presente en nombre de don Salvador de Madariaga y en el mío propio. Bajo la prestigiosa presidencia del primero ha quedado constituído en París un Centro de Documentación y de Estudios Españoles, cuyos fines son los que se indican en el adjunto escrito, unánimemente aprobado por los fundadores. […] Hemos emprendido ya la legalización en Francia de este Centro –legalización que se llevará no menos de cuatro o seis meses– y de manera que pueda actuar con la máxima independencia. Mientras tanto y para poder realizar los primeros trabajos de organización, de enlace y de estudio, funcionará como un Centro de la Revista Cuadernos. Puedo anunciarle que en cuanto pueda funcionar legalmente como tal Centro, actuará con la debida autonomía, siendo más bien Cuadernos un instrumento reflejo de los diversos trabajos. […] Le invitamos a que nos de su aceptación como Miembro del Consejo de Honor de dicho Centro.» (Julián Gorkin, vicepresidente; carta a José Ferrater Mora, París, 18 de noviembre de 1959, EpistFM.)

«1959. 15 mayo. Tres levantinos: Jaime Miravitlles, Julián Gorkin, Víctor Alba, ejemplos de malsines, hijos de puta. Inteligentes vividores a la sombra del que creen más fuerte. Puedo hablar así porque los tres se han dedicado, a lo largo de los últimos años, a denunciarme como agente comunista, no peligroso sino peligrosísimo. ¿Por qué? Yo nunca me metí con ellos, jamás hablé de ellos. ¿Por escritores fracasados? Es posible. ¿Por ganarse el pan? Tal vez. ¿Por quedar bien con sus amos? Quién sabe. El hecho es que los tres –a veces arrepintiéndose– se dedicaron a infamarme (no por «comunista» sino por «agente»), creyendo que no me defendería, que no tenía –como escritor– la menor importancia. Sin leer lo que escribía: por el acento y el nombre. Quedan aquí por lo menos sus nombres –o sus seudónimos–, que ni a sus apellidos se atrevieron.» (Max Aub, Diarios, apud «Los diarios de Max Aub», ABC, Madrid, 10 de abril de 1998.)

1961 «Maniobra contra España, inspirada por comunistas y masones. París 23. Los diarios franceses de filiación comunista, y particularmente L'Humanité, vienen anunciando una conferencia o reunión sobre España, que titulan «pro-amnistía», con indicación, de fechas y locales para la misma, al tiempo que tratan de recoger firmas y obtener subvenciones. Aunque el procedimiento de recogida de firmas está desacreditado, sólo engaña a los tontos, y las cantidades que se recogen terminan siempre en destinos desconocidos. Lo sospechoso del caso está en la coincidencia de esta conferencia con la movida campaña en algunas Repúblicas de América de elementos masones, republicanos e izquierdistas españoles. Una serie de nombres tristemente célebres figuran entre los agitadores –a los que se han unido algunos que buscan en el enrolamiento masónico-marxista alcanzar alguna fama– que aspiran conseguir apoyo en las reuniones del Comité por la «Libertad de la Cultura», que dirige Julián Gorkin. La campaña ha sido desenmascarada al conocerse el nombre de Enrique Castro Delgado, ex jefe del partido comunista español, como el de uno de los principales promotores, valiéndose del semanario mejicano Noticias Exclusivas, y el de Víctor Alba, que trataba de filtrarse en algunas organizaciones norteamericanas. Entre los planes de la maniobra se señala el acusar de nazis, falangistas, fascistas, dictatoriales o totalitarios a todos aquellos que no se suman a la acción emprendida, y tratan de apoderarse de la revista Estudios sobre el comunismo, que, dirigida por el P. Miguel Peradowki, es órgano de conocimiento respecto a los planes e ideologías comunistas y de sus funestas consecuencias. También proyectan hacerse con los diarios Crítica, Noticias Gráficas y La Prensa, de Buenos Aires, con el fin de dar mayor fuerza a la agitación, haciéndose eco de la propaganda dirigida y patrocinada por L'Humanité. Efe.» (ABC, Madrid, martes 24 de enero de 1961, pág. 23.

«El 5 de junio de 1962 se reúnen en Munich 118 representantes políticos españoles de diferentes corrientes. 80 venían del interior y tan solo 38 del exilio. La reunión tenía como tapadera una convocatoria del Movimiento Europeo conseguida tras largas gestiones por los tres organizadores principales: Salvador de Madariaga, Julián Gorkin y Enrique Adroher Gironella. […] Los reunidos sólo lograron el acuerdo en una base nada programática que permitiría 'la adhesión de España al Mercado Común' y que se concretaba en 5 puntos: instauración de instituciones auténticamente democráticas, garantías para la libertad personal y de expresión, reconocimiento de la personalidad de las comunidades naturales, libertades sindicales y posibilidades de organizar corrientes de opinión y partidos. […] Los comunistas no estábamos oficialmente en Munich –escribiría Santiago [Carrillo]–. Pero las cinco condiciones aprobadas allí, con cuya esencia coincidimos, han pasado por un proceso de elaboración en el que directa e indirectamente, hemos estado presentes.» (Gregorio Morán, Miseria y grandeza del Partido Comunista de España 1939-1985, Planeta, Barcelona 1986, pág. 353.)

1964 «'Bergamín continua obedeciendo al Partido Comunista'. Carta de Julián Gorkin al intelectual francés Pierre Emmanuel. Roma 27. El conocido dirigente troskista español en el exilio Julián Gorkin ataca, a través de varios artículos publicados en la Prensa italiana, la aureola de «intelectual católico» con que han pretendido presentar ciertos órganos de la extrema izquierda a José Bergamín, al que acusa claramente de ser un agente pagado por Moscú desde los tiempos de la guerra civil española. Refuerza su acusación Julián Gorkin, quien, junto con Salvador de Madariaga, dirige en París la publicación de los cuadernos del «Congreso para la Libertad de la Cultura», declarando que el texto de la famosa petición presentada al ministro de Información y Turismo, veinte días antes de llegar a su destinatario, había sido difundido por Radio Praga y por los diarios comunistas de todo el mundo. Tras recordar los elogios de Bergamín, en junio de 1937, a los rojos que asesinaron a los elementos del P.O.U.M, organización de inspiración troskista, y su posterior libelo de propaganda titulado Espionaje en España, destinado a justificar ante los ojos de España y del mundo las carnicerías consumadas por los comunistas en el ámbito de las mismas fuerzas republicanas, llega a la conclusión de cuánto de comedia organizada tiene lo que el propio Bergamín calificó de persecución para justificar su salida hacia América del Sur. Efe.
N. de la R. Gorkin ha enviado a Pierre Emmanuel, intelectual liberal de izquierdas, no comunista y personalidad muy prestigiosa en Francia, una carta fechada el 8 de octubre del año pasado con motivo del Congreso para la Libertad de la Cultura. De ese Congreso es actualmente secretario general Julián Gorkin. Al Congreso han sido invitados numerosos intelectuales no comunistas de distintas nacionalidades, entre ellos José Bergamín, que es exactamente de lo que se asombra Julián Gorkin. Dice el corresponsal que 'la feroz campaña de represión contra el P.O.U.M.', desencadenada por la N.K.V.D. 'por orden expresa de Stalin y de Beria', la cual produjo un 'escándalo nacional e internacional', fue justificada mediante un libro, editado en varias lenguas y titulado Espionaje en España. Y sigue Gorkin: 'El libro tenía necesidad de un prefacio que le sirviera de fiador ante la opinión; fue el escritor católico José Bergamín quien firmó ese prefacio. Para ayudar a mi país a curar sus heridas y evitarle otras nuevas, estoy dispuesto por completo a ir muy lejos, todo lo lejos que haga falta. Sin embargo, en el caso de Bergamín tengo el derecho a preguntarme: ¿Qué obligó a este hombre a encubrir aquella infamia? ¿Puedo olvidar el martirio de mi amigo Nin? ¿Los rostros de tantos camaradas asesinados?'. Dice Gorkin en otro lugar: 'Manifestando mi asombro con relación a este asunto ante personas que parecen estar al tanto de su comportamiento, recibo esta respuesta: Es que Bergamín continúa obedeciendo al partido comunista.' En lo que toca a la llamada 'carta de los intelectuales', Gorkin afirma que fue una operación montada por los comunistas, que utilizaron a Bergamín, y que veinte días antes de recibirla su destinatario, se servían de ella como propaganda los periódicos Pravda, Rudé Pravo, y L'Humanité, además de Radio Praga.» (ABC, Madrid, 28 de enero de 1964, pág. 42.)

«Fundó el Centro de Documentación y Estudios, presidido por Madariaga, desde donde publicaba un Boletín. Este sirvió en enero de 1965 de origen a Mañana. Tribuna Democrática Española, pensada para propugnar el acercamiento entre la oposición democrática del exilio y el interior. Contaba con Dionisio Ridruejo como responsable en el interior, de donde calculaba que provendrían el 75% de las colaboraciones. Desgraciadamente el proyecto se organizó con una escasa base económica, por lo que la implacable persecución policial a la distribución interior obligó a liquidar la revista en 1966. […] En 1960 había fracasado un intento de llevar al cine la vida de El Campesino, al que se sumó el intento de llevar al cine en 1966 el asesinato de Trotski, abortado por el suicidio de Raoul Levy, el director de la pelicula. Finalmente la película sobre Trotski se realizó sin la ayuda de Gorkin, aunque esto permitió que en 1970 este publicara una edición completamente revisada del libro de 1948. L'assasinat de Trotski, fue de nuevo traducido a distintos idiomas, conociendo una edición de bolsillo en Francia y recibiendo el premio Voltaire este mismo año. En estos años ostentó asimismo la presidencia del Pen Club de los escritores en el exilio y empezó a militar en el PSOE. En los primeros años de la década de los 70 empezó asimismo la redacción de sus memorias. Dos libros autobiográficos se publicaron aprovechando la oleada de interés por la historia de la República y la guerra civil que sobrevino a la muerte del dictador. En estos años un Gorkin muy envejecido y con una ceguera avanzada aparecería en varios programas de debate en TVE para explicar sus experiencias en la guerra, obsesionado por mostrar a los españoles la realidad del comunismo.» (Marc Ferri Ramírez, «Julián Gorkin, la vida de un luchador», en Contra el estalinismo, Laertes, Barcelona 2001.)

«J.M.V. —Años después el Congreso por la Libertad de la Cultura fue acusado de una financiación irregular y de relaciones con la CIA, ¿cómo viviste tales acusaciones?
Ignacio Iglesias —Este fue un episodio más de la llamada guerra fría. Tanto yo como mi compañero y amigo Julián Gorkin, así como otros colegas, antiguos comunistas o anarcosindicalistas, acogimos esa historia sin grandes aspavientos ni problemas de conciencia. Siempre considere y considero que mas que servirse de nosotros, fuimos nosotros los que nos servimos del Congreso. […] ¿Puedo añadir algo más? Pues que con mi jubilación en 1972 –aprovechando que los antiguos deportados podíamos solicitar ser jubilados al cumplir los 60 años – salí del Congreso tal como había entrado: sin ser propietario de nada y sin otros recursos que aquellos con los que me beneficié con la jubilación, los suficientes para subsistir modestamente, como siempre viví. Igual le ocurrió a mi amigo Julián Gorkin, que por desgracia falleció hace unos años.» (Juan Manuel Vera, «Un diálogo con Ignacio Iglesias», disponible íntegro en el sitio de la Fundación Andreu Nin, fundanin.org)

1973: de nuevo militante del PSOE, camino de Suresnes

«Una de las claves de las operaciones secretas de la CIA para controlar los medios socialistas españoles en el exilio es la introducción en estos círculos de un antiguo dirigente del POUM, Julián Gorkin. A principios de los sesenta, Gorkin es uno de los personajes que impulsa el llamado «Congreso por la Libertad Cultural» y aparece al frente de distintas publicaciones financiadas por la CIA, como las revistas Cuadernos, editada en París; Examen, en México, y Encounter, en Gran Bretaña, dentro de un amplio esquema propagandístico de matiz netamente anticomunista diseñado desde Langley. Más tarde, dirige también la revista Visión, en la que defiende los puntos de vista de las sucesivas Administraciones norteamericanas en relación con Latinoamérica. El 13 de mayo de 1967, la propia Asamblea General del «Congreso por la Libertad Cultural» reconoce los estrechos vínculos financieros y políticos de este organismo con la CIA. Según Frances Stonor Saunders, el principal impulsor del congreso es el agente de la CIA Michael Josselson.
Julián Gorkin aparece, además, al frente del llamado «Centro de Documentación y Estudios», que tiene su sede en París. Ocupa el cargo de vicepresidente, mientras Salvador de Madariaga ostenta, a título honorario, la presidencia. Las líneas generales del Boletín Informativo del centro están caracterizadas por las directrices de acción política clandestina de la CIA en ese momento: se intenta potenciar a la inexistente ASO (Alianza Sindical Obrera) y a la oposición monárquica y socialdemócrata. Gorkin entra pomposamente en el PSOE en el año 1973, en plena campaña interna de renovación del partido, que terminará con la sustitución de Llopis por Felipe González. Incluso ofrece una conferencia, el 22 de diciembre de ese año, en los locales de la UGT en París, bajo el título «Motivos de mi afiliación al Partido Socialista Obrero Español». En varios artículos del Boletín Informativo de Gorkin ya pueden verse los argumentos esenciales que serán utilizados por Felipe González y Alfonso Guerra en Suresnes. El primer número de ese boletín explica «la necesidad de una izquierda radical que compita, en el campo de la clase obrera, con el Partido Comunista de España, para restarle base y movilidad social».» (Alfredo Grimaldos, La CIA en España, Debate, Barcelona 2006, págs. 147-148.)

Si Gorkin ingresó en el PSOE en 1973 resulta un poco exagerada la solera que le atribuye Juan Cruz en enero de 1979, en una entrevista en El País, donde insiste en presentarle como un libertario en las filas del Partido Socialista «militante de base desde hace ocho años» (es decir, como si hubiera ingresado entre el Congreso de Toulouse de 1970 y el Congreso de Toulouse de 1972, el de la renovación, y no después de éste y antes del Congreso de Suresnes de 1974, el de la refundación):

«El señor Gorkin, que vive en París y ha pasado ahora unos días en Madrid, considera positiva la vigencia del anarquismo en España, «siempre que los anarquistas actúen contra todos los que se oponen al reconocimiento de los derechos de los individuos y a favor de las libertades humanas». Julián Gorkin, ex revolucionario profesional que viste con la misma precisión que habla, considera que dentro del PSOE, del que es militante de base desde hace ocho años, puede desarrollar esos ideales libertarios, que comparte con un amigo suyo, Diego Abad de Santillán. A lo largo de sus 61 años de lucha, cincuenta de los cuales los ha pasado en el exilio, Julián Gorkin ha llevado a rajatabla su convicción libertaria: «Jamás estuve en ningún cargo. No fui ni concejal de pueblo. Al entrar en el PSOE expliqué que nunca aceptaría puestos ejecutivos o de responsabilidad.» En el PSOE se halla Julián Gorkin más cómodo que en las diluidas filas anarquistas, porque en aquel partido no se dan los elementos que él deplora de la actitud de sus amigos ácratas. […] Julián Gómez y García Ribera, el verdadero nombre de Gorkin, nació en Valencia, hijo de un carpintero y nieto de un pastor de ovejas. Antes de cumplir los veinte años ya era lo que él llama «un revolucionario profesional», que vivía del internacionalismo comunista organizando partidos, asociaciones obreras, dirigiendo revistas y viajando de un lugar a otro de Europa. En esta capacidad fue uno de los fundadores del Partido Comunista de España, a cuyos dirigentes actuales no profesa simpatías. Su desagrado ante la figura de Stalin le aconsejó el abandono del comunismo oficial en 1929. A partir de entonces, Julián Gorkin estuvo más cerca de los anarquistas de la FAI y la CNT que de sus antiguos correligionarios. Como líder del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) hizo la guerra y huyó por igual de franquistas y comunistas cuando se vio acorralado en la cárcel del Estado, en Barcelona. Comió bellotas y castañas en enero de 1939 en el Pirineo de Lérida y se dedicó a recordar su etapa soviética. […] Gorkin dejó de ser un revolucionario profesional hasta que Trotski fue al exilio. «Entonces comprendí que la revolución en manos de Stalin llevaba al fracaso.» Ahora analiza aquella larga profesión suya con simpatía: «El revolucionario profesional no practicaba el terror, sino que se dedicaba a la organización de grupos obreros e intelectuales. El terrorismo, por otra parte, es nihilista, no conduce a ninguna parte.» El alejamiento del comunismo fue progresivo y rapidísimo en Gorkin. Hoy considera que «para los comunistas todo se ha convertido en estrategia y táctica». ¿Cree usted que Santiago Carrillo no ha demostrado suficientemente en España que es sincero en su deseo de querer la convivencia democrática? «El pide la convivencia pacífica como la pide todo el mundo. Para mí, el comunismo y su secuela, el eurocomunismo, usan una estrategia y una táctica que les conducirá al poder. Sobre Santiago Carrillo soy más que escéptico.» Gorkin no creerá en el dirigente comunista español «hasta que no se autocritique por la carta que le envió a su padre y a Largo Caballero por no haber comprendido al genial Stalin».» (Juan Cruz, «Julián Gorkin, un libertario en las filas del Partido Socialista», El País, Madrid 28 de enero de 1979.)

«El señor Carrillo acusó de irresponsable al gobernador civil de Oviedo, por relacionar a los marxistas con los terroristas, y a TVE, por llamar a los asesinos de los GRAPO miembros del Partido Comunista Reconstituido, con la intencionalidad de desprestigiar al PCE, porque lo que queda en el televidente es lo de partido comunista. Respecto a las declaraciones de Julián Gorkin a EL PAIS (28-1-79), desmintió haber escrito una carta a su padre y otra a Largo Caballero, en las que les reprochaba, según el ex dirigente del POUM, «no haber comprendido al gran Stalin». Después de afirmar que tampoco él cree en Gorkin, metido, aseguró, en numerosos negocios en los que participa la CIA, agregó que en aquella carta lo que reprochaba a su padre era su participación en el golpe de Casado, que acabó con la resistencia republicana.» (Jose Manuel Vaquero, «Los comunistas combatirán a CD…», El País, 30 de enero de 1979.)

«Permítaseme deshacer ahora, y lo más someramente posible, el infundio de Santiago Carrillo sobre «mis negocios con la CIA». Que se sepa, la CIA, como la Intelligence Service y sus similares de otros países occidentales, no son empresas de negocios públicos o privados, sino agencias de información y de contraespionaje al servicio de las estrategias militares. La verdad verdadera, que reivindico plenamente, es la siguiente: en junio de 1950 se reunieron en Berlín 118 escritores, artistas y científicos llegados de los cinco continentes y, bajo la presidencia efectiva de Ernst Reuter –tenía que sucederle a su muerte mi viejo amigo y defensor Willy Brandt–, decidieron constituir el Congreso por la Libertad de la Cultura. Por aclamación fueron elegidos presidentes de honor Salvador de Madariaga, los filósofos Karl Jaspers y Jacques Maritain, el poeta y presidente de Senegal Léopold Sedar Senghor, el indio J. Narayan, el futuro presidente de la República Federal de Alemania Theodor Heuss. ¿Por qué en Berlín y en 1950? La vieja capital alemana, dividida como la propia Alemania, había sufrido el bloqueo decretado por Stalin y, salvada por el puente aéreo norteamericano y por el heroísmo de sus habitantes, merecía el simbólico homenaje del mundo libre. El Manifiesto a los Hombres Libres, aprobado por aclamación, sigue teniendo hoy una rabiosa actualidad. Y lo mismo cabe decir del Festival del Siglo XX, celebrado poco más tarde en París, y en el que la música, la literatura, la filosofía y la ciencia proclamaban, por las voces de sus grandes intérpretes: ¡Paso a la libertad en todos los dominios! ¿Quién financiaba al Congreso, sus actividades, sus publicaciones? No es esto un secreto para nadie: al comienzo, las organizaciones sindicales norteamericanas; más tarde, las Fundaciones Ford, Rockefeller y Farfield, un comité suizo establecido en Zurich, la Deutscher Kunstlerbund de Berlín. Poco más tarde, y sin que yo lo solicitara, se me ofreció la secretaría latinoamericana y la dirección de la revista Cuadernos. No se nos impuso ni se nos censuró nunca un solo artículo; la revista fue una auténtica tribuna libre, un diálogo permanente entre los intelectuales españoles del interior y del exilio, entre éstos y los intelectuales de la Europa occidental, de las Américas, de Africa, de Asia… Nunca se me sugirió o se me censuró o criticó una sola de mis conferencias en el curso de mis giras por Europa, las Américas, el Africa negra… En Nueva York, en el propio Washington, en las principales tribunas latinoamericanas, no me privé de denunciar el pacto Washington-Madrid de 1953, el establecimiento de las bases norteamericanas en España, las ayudas al franquismo… Del par de centenares de colaboradores de Cuadernos, socialistas, liberales, independientes, no es posible censurar a uno solo. Los animadores de los comités organizados en Uruguay, Chile, Argentina, México eran socialistas; los de Cuba –entre ellos Raúl Roa, el futuro ministro de Fidel Castro–, Colombia, Venezuela eran socialistas, liberales y democristianos. En los comienzos de 1959 le pasé la dirección de la revista a mi entrañable amigo Luis Araquistain; fallecido en agosto del mismo año en Ginebra, yo mismo propuse para sucederle a un ex embajador colombiano. Ya había abandonado todos mis cargos para ocuparme de la revista Mañana (tribuna democrática española), después del éxito de la Conferencia de Munich (junio de 1962), cuando se descubrió que uno de los funcionarios del congreso pertenecía a la famosa CIA. Hizo esto algún ruido, principalmente en los medios comunistas. Mucho más ruido, desde luego, que el descubrimiento del famoso espía Guillaume –y seguidamente de otros 10.000 procedentes de la Alemania del Este y pagados como presos políticos por la Alemania Federal– y que llevó a Willy Brandt, asqueado, a abandonar la cancillería. El tal funcionario se retiró pacíficamente y ha fallecido en Ginebra. Sólo un reproche he recibido después de este percance y me ha venido del gran poeta Jorge Guillén: que hubiera tenido la flaqueza de confiarle la dirección de la revista al ex embajador colombiano. Guillén, que nos proporcionó algunos textos inéditos de Federico García Lorca, vive, afortunadamente, y puede confirmarlo. Y una cosa me duele y me enorgullece a un tiempo: la última carta que escribió ese gran liberal español universal que fue don Salvador de Madariaga, cariñosa como todas las suyas, fue la a mí dirigida. Juntos viajamos por los caminos del mundo, juntos defendimos desde los años cincuenta el federalismo europeo y la libertad de los pueblos de nuestra España. Sírvame esa carta –y otras muchas de los más ilustres varones de nuestro tiempo– de coraza contra la mísera calumnia.» (Julián Gorkin, «Santiago Carrillo y 'mis negocios con la CIA'», El País, Madrid 17 de junio de 1979.)

El Diccionario Biográfico del Socialismo Español es bien impreciso a la hora de señalar el momento del (re)ingreso de Gorkin en el PSOE (figura como «Afiliado Agrupación Socialista de Valencia»), como si se buscase reconocerle más solera o pretéritas colaboraciones anteriores a la militancia formal:

«En 1948 regresó a París, donde fue uno de los fundadores del Movimiento Europeo y en 1953 del Congreso por la Libertad de la Cultura, siendo director de la revista Cuadernos desde 1953 a 1965. Fue uno de los organizadores de la Conferencia Española de Munich en 1962. Reingresó por esos años en el PSOE. En 1965-1966 dirigió la revista Mañana (Tribuna Democrática Española en París) y en 1969 fue elegido presidente del PEN Club de escritores exiliados. Sin abandonar su residencia en París, visitó Barcelona y Valencia en varias ocasiones después de 1977. Falleció en París el 20 de agosto de 1987.» (Diccionario Biográfico del Socialismo Español, virtual, mantenido por la Fundación Pablo Iglesias, s.v. «Gorkín, Julián», consultado el 7 de octubre de 2012.)

Como afiliado al PSOE, siendo Felipe González secretario general de ese partido, cedió Julián Gorkin parte de sus documentos a la Fundación Pablo Iglesias, de Madrid, presidida entonces por Fernando Claudín Pontes. Falleció en París el 20 de agosto de 1987, dejando viuda a Rita Regnier.

«Falleció Julián Gorkin, uno de los fundadores del POUM. París. Efe. Julián Gorkin, uno de los fundadores del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), murió en París a los ochenta y seis años. La información fue dada a conocer por un allegado al dirigente político español, quien se limitó a decir que el fallecimiento se produjo el pasado día 20. Gorkin, junto con Andrés Nin, había creado el POUM, de orientación trotskista y fue detenido en 1937 bajo la presión del Partido Comunista de España. Liberado poco antes de la entrada de las fuerzas del general Franco en Barcelona, Julián Gorkin se refugió en México y posteriormente regresó a Europa.» (ABC, Madrid, 27 de agosto de 1987.)

«Julián Gorkin, ex dirigente del POUM. Julián Gómez y García Ribera, conocido como Julián Gorkin, falleció el pasado día 20 en París, a los 86 años. Había nacido en Valencia, hijo de un carpintero y nieto de un pastor de ovejas. Republicano ferviente, en 1917 ingresó en la Juventud Socialista. Antes de cumplir veinte años ya era lo que él se llamaba «un revolucionario profesional». Julián Gorkin fue uno de los fundadores del Partido Comunista de España. Su desagrado ante la figura de Stalin le aconsejó el abandono del comunismo oficial en 1929. A partir de entonces, Gorkin estuvo más cerca de los anarquistas de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) que de sus antiguos correligionarios. Fue, junto con Andrés Nin, uno de los fundadores del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Durante la guerra huyó por igual de franquistas y de comunistas. Arrestado en 1937 bajo la presión del Partido Comunista de España y de sus mentores soviéticos, Gorkin fue liberado por sus guardianes horas antes de que los franquistas llegaran a la prisión de Barcelona. Julián Gorkin se refugió en 1939 en México, al finalizar la guerra civil. Allí escribió su obra Así fue asesinado Trotski, acerca de la muerte de León Trotski, a quien había conocido en Moscú, a manos de Ramón Mercader y de los agentes de Stalin. Desde México, Julián Gorkin mantuvo una actividad constante contra la dictadura franquista. También fue uno de los principales organizadores de la Conferencia de Múnich, conocida como el contubernio de Múnich, en 1962. Gorkin se afilió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1971.» (El País, Madrid, 27 de agosto de 1987.)

«Hace ya dos semanas que murió Julián Gorkin y parece que no se hubiera muerto nadie. La religión oficial en España no es el catolicismo ni el socialismo, sino el olvido. En esa práctica coinciden la izquierda y la derecha, el centro y los extremos. Lo único que iguala a los hombres importantes de la España de este disparatado siglo es el poco caso que les hacen los suyos. Nadie es de nadie aquí. Todos parecemos, en vez de nacidos, caídos en ésta tierra por capricho del destino, y salimos de ella como entramos, con las mataduras del desconcierto. Y sin embargo, no ha sido Julián Gorkin personaje cuya vida no merezca atención, bien al contrario. Para los españoles de hoy, preocupados por recoger y aquilatar cuantos pasos hacia la libertad se han ido dando desde la catástrofe civil del 36 en adelante, la vida y la obra de Gorkin resultan de valor inapreciable. Nació Gorkin en una alquería de la huerta valenciana, pero se hizo persona en un pueblecito de Teruel llamado Orrios, en los primeros años del siglo. Desde muy joven entró en la vorágine de la política, española primero, pronto internacional. Fue uno de tantos muchachos preocupados por la miseria en un mundo convulso que encontraron en la revolución bolchevique la fascinación de las grandes religiones, adobada con los riesgos y emociones de una vida aventurera. Pronto se convirtió en comunista. Fue uno de los fundadores del PCE y enseguida fue cooptado por la burocracia moscovita, que hizo de él un agente soviético. La experiencia de aquellos años veinte y treinta la ha contado Gorkin en su libro El revolucionario profesional, que llega hasta la República y que dibuja a la perfección el modelo de comunista que aún hoy sigue ganando batallas y países para el imperio soviético. Pronto se desengañó Gorkin de la URSS y fundó, con Maurín y Nin, el POUM, intento de marxismo inteligente que fue elegido como chivo expiatorio por los estalinistas en nuestra guerra civil. La KGB de la época –la GPU– secuestró y asesinó a Nin y el PCE-PSUC montó un proceso al modo moscovita en el que se obligaba a los poumistas a confesar que eran agentes de Hitler o de Franco. Los intelectuales del Partido colaboraron eficazmente en el montaje. Republicanos y socialistas apenas pudieron evitar penas de muerte. Gorkin, encarcelado, logró evadirse de la cárcel y escapar al extranjero. No quiso seguir a Trotski en México, aunque luego descubrió y denunció a su asesino, Ramón Mercader. Ayudó a su antiguo enemigo El Campesino, escapado a pie de Siberia, a dar testimonio del Gulag soviético. Se mantuvo siempre en la izquierda, pero dedicó su vida a luchar contra el totalitarismo. Tramó románticas conjuras contra Franco, naturalmente sin éxito. Tendió puentes hacia Ridruejo y los sectores evolucionistas de la derecha. Pero al terminar la dictadura, nadie reclamó su presencia. Era demasiado incómodo. En una entrevista publicada postumamente por ese excelente periodista que es Rafael Cid, dice Gorkin: «Felipe González es un político realista. Guerra me parece más cerrado en sí mismo, más fanático. Sin embargo, el error garrafal del PSOE es pretender estar en el Mercado Común sin estar plenamente en la OTAN. La OTAN es una trinchera fundamental para la defensa de Europa y de las libertades. Hasta que no se resuelva este problema no se tomará en serio a España.» Difícilmente puede tomarse en serio a un país que no se toma en serio a personajes como Gorkin. Demasiado importante, demasiado honrado, demasiado libre para un país en el que toda libertad parece demasiada.» (Federico Jiménez Losantos, «Comentarios liberales. La muerte de Gorkin», ABC, Madrid, 6 septiembre 1987, pág. 16.)

Bibliografía selecta de Julián Gorkin

1929 «traducción [del francés] y conversación literaria con el autor de J. G. Gorkin»: Cheng Tcheng, Mi madre, prólogo de Paúl Valéry, Editorial Cenit, Madrid 1929, 204 págs.

«traducción [del francés] de J. G. Gorkin»: Raymond Geiger, Cuentos judíos, Editorial Cenit, Madrid 1929, 289 págs.

1930 Días de Bohemia. Novela, Ediciones Ulises (Colección Universal), Madrid 1930, 243 págs.
Días de Bohemia, Fenix (Vida Nueva, 46), Madrid 1934, 89 págs.

«traducción de J. G. Gorkin»: León Trotsky, La revolución desfigurada, Cenit Madrid 1929, 307 págs. Trotsky, La revolución desfigurada, Júcar (Biblioteca Júcar, 58), Madrid 1979, 190 págs.

«traducción de J. G. Gorkin»: León Trotsky, El gran organizador de derrotas. La internacional comunista desde la muerte de Lenin, Hoy, Madrid 1930, 348 págs.

1931 Capitalismo y comunismo. Compilación, prefacio y notas, Zeus (Libros Zeus), Madrid 1931, 297 págs.

La corriente. Una familia (teatro político), Zeus, Madrid 1931, 176 págs.

1932 10 novelistas americanos, compilación y prefacio de J. G. Gorkin, Zeus, Madrid 1932, xviii+232 págs.

1935 La guerra estalla mañana. Drama político en tres actos, Sol (colección teatral Las mejores obras), Valencia 1935, 63 págs.

Epílogo al libro de Manuel Grossi, La insurreción de Asturias. Quince días de revolución socialista, artículo-introducción de Ramón González Peña, prólogo de Joaquín Maurín, epílogo de Julián Gorkin, Ediciones La Batalla, Barcelona 1935, 235 págs.

1941 Caníbales políticos. Hitler y Stalin en España, Ediciones Quetzal, México DF 1941, 351 págs.

1941 Traducción de Jean Giono, Retoño, Publicaciones Panamericanas, México 1941, 164 págs.

1946 El POUM ante el reagrupamiento socialista. El Grupo del POUM en México ante la escisión producida en el partido. A todas las tendencias y a todos los militantes del POUM, POUM, México DF 1946, 31 págs.

Europa ante el socialismo o ante la muerte, Ediciones Mundo, México 1946, 117 págs.

Julián Gorkin, Ainsi fut assassine Trotsky, 1948Julián Gorkin, Así asesinaron a Trotski, 1950Julián Gorkin, Cómo asesinó Stalin a Trotsky, 1961
 

1948 Ainsi fut assassine Trotsky par le general Leandro A. Sánchez Salazat et Julián Gorkin (tr. de l'espagnol par Jean Talbot), Editions Self, París 1948, 258 págs.
Cosí fu assassinato Trotzky, L. A. Sánchez Salazar & Julián Gorkin, Garzanti, Milano 1949, xxx+274 págs.
Murder in Mexico. The Assassination of Leon Trotsky, by Leandro A. Sánchez Salazar, with the collaboration of Julian Gorkin. Translated by Phyllis Hawley, Secker & Warburg, Londres 1950, xix+235 págs.
Así asesinaron a Trotski, Leandro Sánchez Salazar & Julián Gorkin, Primera edición en castellano, Editorial del Pacífico, Santiago de Chile 1950, 252 págs.
Mord in Mexico. Die Ermordung Leo Trotzki's ein Musterbeispiel des politischen Verbrechens. Von General L. A. S. Salazar in Zusammenarbeit mit J. Gorkin, Parma Edition, Frankfurt am Main 1952, 334 págs.
Cómo asesinó Stalin a Trotsky, Plaza&Janés, Barcelona 1961, 224 págs.
Cómo asesinó Stalin a Trotsky, Plaza&Janés (colección Lauro, 95), Barcelona 1965, 201 págs.
L'assassinat de Trotsky, Julliard, París 1970, 318 págs.
L'assassinat de Trotsky, Le Livre de poche, París 1973, 316 págs.
El asesinato de Trotsky (traducción de Ramón Margalef Llambrich), Aymá (colección Presencia del Tiempo), Barcelona 1971, 280 págs.
El asesinato de Trotsky (traducción de Ramón Margalef Llambrich), Círculo de Lectores, Barcelona 1972, 218 págs.

Julián Gorkin, Life and Death in Soviet Russia 1953

1950 Julián Gorkin & Jean Talbot, Général «El Campesino». La vie et la mort en URSS (1939-1949), Librairie Plon, París 1950, 220 págs.
Life and Death in Soviet Russia, Valentín González El Campesino & Julián Gorkin, translated by Ilsa Barea, Lion books, New York 1953.
→ Transcripción de Valentín González «El Campesino», Comunista en España y antistalinista en la URSS (nuevas revelaciones), Guarania (colección Demos), México 1952, 137 págs.
Comunista en España y antistalinista en la URSS (nuevas revelaciones), Júcar (Crónica General de España, 29), Madrid 1980, 130 págs.
Comunista en España y antistalinista en la URSS (nuevas revelaciones), Espuela de Plata Ediciones, Sevilla 2008, 166 págs.

1954 De Lenin a Malenkov. ¿Coexistencia o guerra permanente? El destino del siglo XX, Edit. del Pacífico, Santiago de Chile 1954, 268 págs.
Destin du XXe siècle. De Lénine à Malenkov. Coexistence ou guerre permanente? (traduction de Rita Régnier), Les Iles d'Or, París 1954, 301 págs.

1956 Marx y la Rusia de ayer y hoy. La revolución y la contrarrevolución de nuestro tiempo, Bases (colección Bases, 8), Buenos Aires 1956, 91 págs.

La muerte en las manos. Novela, Claridad (colección Arco Iris, 10), Buenos Aires 1956, 191 págs.
La muerte en las manos. Novela, 2ª ed., Libro Mex Editores (colección Temas Ibéricos), México 1958, 228 págs.

1960 Prólogo a Paul-Henri Spaak, La OTAN en la defensa de Occidente, Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura (Biblioteca de la Libertad, 6), Buenos Aires 1960, 103 págs.

1961 España, primer ensayo de democracia popular (El comunismo español antes del Frente Popular. La intervención del Kremlin en España. El primer ensayo de democracia popular. El terror comunista. Los aviesos cálculos de Stalin. Stalin se llevó el oro del Banco de España. Las revelaciones del general Krivitski, Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura (Biblioteca de la Libertad, 8), Buenos Aires 1961, 123 págs.

Teatro histórico-político. Fantasmas de la historia. El otro mundo, Libro Mex, México DF 1961, 341 págs.

1969 El imperio soviético. Sus orígenes y desarrollo. Rusia y España, ayer y hoy. El oro español, Editorial Claridad, Buenos Aires 1969, 263 págs.

Julián Gorkin, El proceso de Moscú en Barcelona. El sacrificio de Andrés Nin 1974

1974 El proceso de Moscú en Barcelona. El sacrificio de Andrés Nin, Aymá, Barcelona 1974, 299 págs.

1975 El revolucionario profesional. Testimonio de un hombre de acción, Aymá, Barcelona 1975, 326 págs.

1978 Les Communistes contre la Révolution espagnole, Editions Pierre Belfond (collection Ligne de mire), París 1978, 252 págs.

Compilación, prefacio y notas de La transición del capitalismo al comunismo, Akal (colección Akal 74, 116), Madrid 1978, 231 págs.

2001 Julián Gorkin, Contra el estalinismo, Laertes (colección Laertes, 82), Barcelona 2001, 366 págs. Antología de textos de Gorkin dispuesta por la Fundación Andreu Nin: «Este libro de homenaje a Julián Gorkin en el centenario de su nacimiento constituye, para la Fundación Andreu Nin, la oportunidad de contribuir a rescatar del olvido a una de las personalidades más singulares de la izquierda española del siglo XX» (de la Presentación). Incluye «Julián Gorkin, la vida de un luchador» (Marc Ferri Ramírez), «Experiencia y pensamiento anti-totalitario en Julián Gorkin» (Juan Manuel Vera) y una «Bibliografía de Julián Gorkin», además de la antología de textos organizada en tres partes: Testimonios de un hombre de acción, Los comunistas contra la revolución española, y Por un nuevo socialismo.

Sobre Julián Gorkin

1980 Víctor Claudín, «Julián Gorkin: testimonio de un revolucionario profesional» [entrevista]. Tiempo de Historia, Madrid, enero 1980, nº 62, págs. 34-39.

Sobre Julián Gorkin en el Proyecto Filosofía en español

1935 Los «plumíferos» y el «revolucionario», Nueva Cultura, nº 6, pág. 3.

José Ferrater Mora y el Congreso por la Libertad de la Cultura

Documentos de y sobre Julián Gorkin en el Proyecto Filosofía en español

1956 Sociedad Interamericana de Filosofía: Julián Gorkin informa a Julián Marías del pago de su viaje a Chile · Julián Marías encuentra dificultades para viajar a Chile · Gorkin insiste a Marías para que procure viajar a Chile

1960 Gorkin invita a José Luis López-Aranguren a una reunión en París en CLC

Textos de Julián Gorkin en el Proyecto Filosofía en español

1953 A propósito de Sartre. La crisis de los intelectuales y el masoquismo comunista
El Congreso por la Libertad de la Cultura en Iberoamérica

1954 La experiencia de Guatemala. Por una política de la libertad en Latinoamérica.

1955 Réplica cordial a Indalecio Prieto.

1957 La infiltración comunista en España.

1963 Le paso el timón, querido Arciniegas.

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