Filosofía en español 
Filosofía en español

Avelino Gutiérrez del Arroyo  1864-1945

Avelino Gutiérrez del Arroyo

Médico argentino nacido en 1864 en San Pedro de Soba (Santander, España) y fallecido en 1945 en Buenos Aires. En 1920 fue la primera persona en recibir el título de doctor honoris causa en la Universidad española. En 1926 fue pionero en la recuperación del término «hispanidad», en sentido político y cultural (en una «Carta abierta a D. José María Salaverría», que había cuestionado su artículo anterior, «Panamericanismo, latinoamericanismo e hispanoamericanismo», publicado también en El Sol, de Madrid).

Cursó el bachillerato en España y se trasladó a la Argentina, donde ya vivía un hermano suyo. Estudió la carrera de Medicina en la Facultad de Buenos Aires, donde muy pronto destacó: en 1885 fue nombrado, por oposición, profesor ayudante de esa Facultad, de la que más tarde llegó a ser catedrático de Clínica quirúrgica. Dirigió el Hospital Español de Buenos Aires.

Estimulado por el ejemplo de Santiago Ramón y Cajal –quien recibió el Premio Nobel de Medicina en 1906– y particularmente tras el fallecimiento de su paisano Marcelino Menéndez Pelayo (el 19 de mayo de 1912), decidió crear una «Institución Cultural Española», y realizó ese mismo año de 1912 una primera donación de 12.000 pesetas a la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de España, que mereció que el Rey lo agradeciese oficialmente, como puede leerse en la Gaceta de Madrid:

«Ilmo. Sr.: Vista una comunicación del Presidente de la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas, participando que el Doctor D. Avelino Gutiérrez, de Buenos Aires, ha favorecido a dicha Junta con un donativo de 12.000 pesetas, destinadas a tres pensiones para ampliar estudios en el extranjero, en memoria y honor de los Profesores españoles Menéndez Pelayo y Ramón y Cajal. S. M. el Rey (q. D. g.) ha tenido a bien resolver que dada la importancia del acto realizado por D. Avelino Gutiérrez se le den en su Real nombre las gracias y oficialmente se le haga saber el singular aprecio que hace de su generoso donativo. De Real orden lo digo a V. I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid, 19 de Octubre de 1912. Alba. Sr. Subsecretario de este Ministerio.» (Gaceta de Madrid, nº 299, 25 octubre 1912.)

La Gaceta publicó el 4 de noviembre de 1912 la convocatoria para concurrir a las tres pensiones de 4.000 pesetas cada una para que tres españoles pudiesen ampliar estudios en el extranjero durante un año: «Serán preferidos los de Química, Medicina e Historia literaria». Al año siguiente Avelino Gutiérrez volvió a realizar otra donación de 12.000 pesetas (como referencia, los sueldos de los catedráticos de universidad españoles en 1914 oscilaban, por antigüedad, entre 4.000 y 12.500 pesetas anuales):

«Ilmo. Sr.: El señor Presidente de la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas da cuenta a este Ministerio de que el Doctor D. Avelino Gutiérrez, de Buenos Aires, ha hecho un donativo a dicha Junta de 12.000 pesetas, igual al que también hiciera el año anterior y con destino a sostener pensionados españoles en el extranjero. Sin perjuicio de que aquella Presidencia ha dado ya gracias por el generoso auxilio prestado por el Doctor Gutiérrez, el Gobierno de S. M. no puede ni debe dejar de hacer presente la gratitud debida a quien de tal modo demuestra su amor a la Patria española y tan eficazmente contribuye al desenvolvimiento de la cultura nacional, ayudando a que los pensionados propuestos por la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas puedan continuar adquiriendo aquellos conocimientos que tan útiles han de ser para el fomento de los intereses españoles. Por estas razones, S. M. el Rey (q. D. g.) se ha servido disponer que oficialmente se haga público el desprendimiento del Doctor don Avelino Gutiérrez, y se le haga presente la gratitud que merece y que por este acto se testimonia. De Real orden lo digo a V. I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid, 27 de Diciembre de 1913. Bergamin. Sr. Subsecretario de este Ministerio.» (Gaceta de Madrid, nº 1, 1º enero 1914.)

El mecenazgo de Avelino Gutiérrez hacia la Junta para Ampliación de Estudios se mantuvo (en la Gaceta de 31 de mayo de 1919, por ejemplo, vuelve el Rey a agradecer el «acto realizado por los Sres. D. Avelino y D. Ángel Gutiérrez», residentes en la República Argentina, por su donativo de 1.445 libras esterlinas) pero no fue el único. Santiago Ramón y Cajal dejó escrito en Recuerdos de mi vida:

«Algunos libros publicados. Vaya por delante mi obra de conjunto sobre la Degeneración y regeneración del sistema nervioso. Esta voluminosa obra en dos volúmenes e ilustrada con 317 grabados, copia de mis preparaciones, constituyó la principal empresa acometida durante los años 1912, 1913 y 1914. […] Así lo expresé en el prólogo, donde procuré justificar mi labor con los siguientes términos: “El premio Nóbel con el Instituto Carolino de Estocolmo se dignó recompensar mis escasos méritos científicos, fue, entre los médicos de raza española, ocasión de patrióticos y entusiastas testimonios de afecto y consideración. Pero, entre los homenajes recibidos, ninguno más hermoso, por su forma delicada y espiritual, que el tributado al humilde hombre de ciencia por los compatriotas médicos de la República Argentina. No creyeron suficiente, para exteriorizar su fervor, agasajarnos con artístico diploma avalorado con sus firmas autógrafas; sino que, resueltos a que sus nobles sentimientos cristalizaran en algo útil y permanente, acordaron imprimir a su costa un libro nuestro necesitado de publicación. Tal fue el origen de la obra actual.” […] Al texto precede entusiasta y sentida dedicatoria (probablemente escrita por el sabio médico y ardoroso patriota Dr. D. Avelino Gutiérrez, profesor de la Universidad de Buenos Aires), firmada por 47 simpáticos compañeros, esparcidos por todo el territorio de la República Argentina. Excusado es decir que a cada suscriptor fue oportunamente repartido un ejemplar, impreso en papel especial y afectuosamente dedicado.» (Santiago Ramón y Cajal, Recuerdos de mi vida, Editorial Crítica, Barcelona 2006, págs. 705-706.)

La «Institución Cultural Española»

La «Institución Cultural Española» fundada por Avelino Gutiérrez en 1912 en Buenos Aires comenzó en 1914 a invitar a profesores españoles para impartir cursos en la Argentina (a través de la Junta para Ampliación de Estudios; en 1914 Ramón Menéndez Pidal glosó la obra de Menéndez Pelayo; en 1916 Ortega trató de Cervantes y de la filosofía moderna, &c.), alcanzando esta entidad personalidad propia y perviviendo en el tiempo hasta que el 21 de junio de 1990 se fusionó con la Asociación Patriótica Española –fundada en 1896–, para dar lugar a la Asociación Patriótica y Cultural Española, que hoy [agosto 2010] recuerda así la historia de la ICE en su sitio de internet:

«A esta altura, creemos conveniente referirnos a la magnifica historia de la Institución Cultural Española de Buenos Aires, que nació en junio de 1912 para honrar la memoria del ilustre polígrafo español Marcelino Menéndez y Pelayo creando cátedras en la Argentina, la primera de las cuales estuvo a cargo del sabio filólogo español Ramón Menéndez Pidal. Ocuparon sucesivas cátedras las personalidades más significativas de la España intelectual, entre las que mencionaremos a José Ortega y Gasset, Julio Rey Pastor, Augusto Pí y Suñer, Blas Cabrera, Eugenio D’Ors, Manuel Gómez Moreno, Gonzalo Rodriguez Lafora, Esteban Terradas, Luis Jiménez de Asúa, Américo Castro, Luis de Olariaga, Pío del Río Hortega, María de Maeztu, Gustavo Pittaluga, etcétera. También dictaron Cursos autoridades en sus respectivas especialidades, como Andrés Ovejero, Lorenzo Luzuriaga, Amado Alonso, Enrique Moles, Pedro Sainz Rodriguez, Luis Recaséns, Roberto Novoa Santos, Claudio Sánchez Albornoz, Manuel García Morente, Salvador de Madariaga, Francisco Ayala, Gregorio Marañón y tantos otros.»

«Pensando en el porvenir de España, soy nacionalista y racialista; es decir, español e hispanoamericano. Lo primero no tiene nada de particular, reconociendo como reconozco que soy hechura de la historia de España. Lo segundo ya es más extraño; pero tampoco lo es tanto, pues América deriva de España y es también de nuestra familia. Al declararme nacionalista, me confieso egoísta, y al declararme racialista, lo mismo. Anhelo ansiadamente el adelanto de España; la quiero ver marchar a la cabeza del progreso, cumpliendo con todos los ideales universales o internacionales, y dando pautas a la civilización y a la cultura. Tengo fe firme en este progreso, y la tengo, en parte, por la España misma, y, en gran parte por la raza que ella ha creado. De este mi modo de pensar ha nacido el pensamiento de la Institución Cultural Española, institución a doble efecto, español y argentino; pero es más, y aquí viene mi pecado o mi tontería, que dirían muchos, y que tal vez lo sea, pero que a mí no me lo parece, y en todo caso es una tontería lógica. No sólo he propendido a fundar la Cultural Española, sino también, indirectamente, al Instituto Argentino de Cultura Itálica. Soy, en efecto, amigo íntimo del creador y presidente de este Instituto, ingeniero D. Nicolás Bessio Moreno, y hemos departido largamente con él sobre estos asuntos. Me he alegrado también de la creación del Instituto Argentino de Cultura Germánica, del que el ingeniero D. Nicolás Bessio Moreno es vicepresidente, y de ambos institutos soy socio (voluntariamente). No soy socio del Instituto de la Universidad de París, porque aquí lo francés es todo; pero me alegro que se haya fundado.» (Avelino Gutiérrez, «Carta abierta a D. José María Salaverría», El Sol, 20 de abril de 1926.)

«En ese punto ha sido inmensa la reacción bienhechora provocada por la Sociedad Cultural de Buenos Aires, orientada por Avelino Gutiérrez, que siente la misma inquietud de los que se esfuerzan aquí por situar al país en la línea de máximo progreso.» (Américo Castro, «Hispanoamérica como estímulo», Revista de las Españas, Madrid, agosto de 1926.)

«A mí, en las palabras bien escasas con las que quise presentar a Antonio Sempere, entre otras razones, porque es innecesario, se me olvidó decir que ha sido vicepresidente de la Institución Cultural Española de Buenos Aires durante años. Y durante años difíciles para esa Institución, que bien mereciera ser más conocida entre nosotros, porque fue fundamental para las relaciones intelectuales, culturales, entre España y Argentina. Fue fundada en 1914, y pido disculpas en público a Teresa Rodríguez de Lecea, a quien interrumpí porque decía que don Rafael Altamira… No, don Rafael Altamira no fue invitado porque aún no existía la Institución. La fundó un gran médico santanderino, trasladado desde niño con su familia a Buenos Aires, don Avelino Gutiérrez. Inauguró la cátedra don Ramón Menéndez Pidal en 1914, y después la ocupó Ortega y Gasset en el año 1916. Después fueron personas como Blas Cabrera, Rey Pastor, Eugenio d’Ors, Adolfo Posada, &c.» (Antonio Largo Carballo, Un viaje de ida y vuelta: la edición española e iberoamérica (1936-1975), Ediciones Siruela, Madrid 2006, pág. 113.)

Avelino Gutiérrez nombrado en 1920 primer doctor honoris causa de la universidad española

En 1920 pronunció varias conferencias Avelino Gutiérrez en España, en medio de un gran respeto por el prestigio que tenía reconocido. Incluso la universidad española aprovechó para iniciar una institución hasta entonces desconocida en el ámbito universitario civil español, de forma que Avelino Gutiérrez fue el primero en ser nombrado doctor honoris causa, por la Universidad Central. [Otras universidades españolas reclamaron pronto el derecho a enriquecer también sus claustros con doctores honoris causa, y en 1922 la de Salamanca rizó el rizo, y nombró a Santa Teresa de Jesús, suponemos que a título póstumo, doctora honoris causa: a la solemne ceremonia, que se celebró el 6 de octubre de 1922, no asistió la honorífica doctoranda, pero supuso para la mujer una temprana incorporación, lejos cualquier discriminación sexista, a este novedoso reconocimiento académico.]

«Crónica. Con motivo de la venida a España de un eminentísimo médico, D. Avelino Gutiérrez, de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, que ha dado varias conferencias, cursillos, en la Facultad de San Carlos, &c., el rector de la Universidad Central, Sr. Carracido, invitó al sabio médico y a los representantes de las naciones americanas a un te. Concurrieron casi todos los profesores que forman el claustro, y entre ellos la eximia escritora condesa de Pardo Bazán. Son estas fiestas de una intimidad y una cordialidad encantadoras. El sabio médico doctor Avelino Gutiérrez habrá visto cómo aquí se le admira en su ciencia y se le aplaude sin reservas. Los méritos y las glorias de América son para nosotros como propios, pues es la Raza la que triunfa.» (La Ilustración Española y Americana, Madrid, 30 de enero de 1920, año 64, nº 4, pág. 50.)

«Y al llegar a la Patria encontró entusiasta acogida. Símbolo y expresión de ella ha sido la que le dispensó S. M. el Rey. Cuando un día el ministro de Instrucción pública D. Natalio Rivas, fue a despachar con el Monarca, éste, según el rito, le preguntó qué novedades había en el departamento de su cargo. Y el ministro contestó: "Señor: La novedad más importante es la llegada del eminente médico doctor Gutiérrez, el gran científico de Buenos Aires, nuestro compatriota…" No fue preciso más. Don Alfonso, que estudia incesante y cuidadosamente todo lo que corresponde a su alta función tutelar de los prestigios de la raza, interrumpió con estas palabras: "Es necesario otorgar a ese insigne español todos los honores, todos los homenajes que le corresponden…".» (José Ortega Munilla, «El maestro Avelino», ABC, Madrid, 6 febrero 1920.)

«Exposición. Señor: En los proyectos de Estatutos que han de regir la vida universitaria, figura, entre otros particulares, el relativo a conferir títulos honoríficos las Facultades o la Universidad, por servicios meritísimos en pro de la cultura pública. Han llegado a este Ministerio iniciativas muy dignas de ser favorablemente acogidas, y deseando el Ministerio que suscribe atenderlas en lo que a él corresponde no retardando el que puedan conferirse tales distinciones a título excepcional, se permite someter a la aprobación de V. M. el adjunto proyecto de Decreto. Madrid, 6 de Febrero de 1920. Señor: a. l. r. p. de v. m., Natalio Rivas.
Real Decreto. Conformándome con las razones expuestas por el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Vengo en decretar lo siguiente: Artículo 1º. La Universidad de Madrid queda autorizada para otorgar el título de Doctor honoris causae por servicios eminentes prestados a la cultura pública. Art. 2º. Hasta que la Universidad se rija por su Estatuto, la concesión del título se hará, por delegación del Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, por el Rector, en virtud de propuesta razonada aceptada al menos por cuatro quintas partes de votos del Claustro de la Facultad respectiva y acuerdo del Claustro ordinario. Dado en Palacio a seis de Febrero de mil novecientos veinte. Alfonso. El Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. Natalio Rivas.» (Gaceta de Madrid, 7 de febrero de 1920, nº 38, págs. 451-452; y corregido un error de copia en el artículo 2º advertido en la Gaceta de 15 de febrero, nº 46, pág. 567.)

«Homenaje al Doctor Avelino Gutiérrez. Bajo la presidencia del doctor Carracido, de los decanos de las Facultades y del encargado de Negocios de la Argentina, Sr. Levillier, quien fue invitado expresamente al acto, se verificó en el salón rectoral de la Universidad el muy solemne de investir como doctor Honoris causa al profesor de la Universidad de Buenos Aires D. Avelino Gutiérrez, persona de grandes merecimientos que, como hombre de ciencia, ha realizado una relevante labor al frente de la Asociación Cultural Española, de la capital bonaerense. Ante la distinguida concurrencia, integrada por gran número de doctores, representaciones de todos los Centros docentes y tres estudiantes de cada Facultad, el secretario, Sr. Castro, leyó el acuerdo de la Junta de catedráticos de la Facultad de Medicina de conferir el título de doctor Honoris causa al Sr. Gutiérrez, quien, previo mandato del presidente, penetró en el salón –siendo recibido por la concurrencia puesta en pie– precedido por el maestro de ceremonias y acompañado de su padrino, el doctor Recaséns, decano de la Facultad de Medicina y del catedrático más joven, doctor Blaus, de la Facultad de Ciencias, y por el de la de Derecho, Sr. Suárez. Después del discurso de presentación hecho por el doctor Recaséns, el doctor Carracido impuso al doctor Gutiérrez el birrete, le hizo entrega del título y le dio el abrazo de ritual, en medio de una ovación; y el agraciado correspondió abrazando a los doctores que figuraban en la presidencia y leyó, emocionado, un discurso de gratitud en su nombre y en el de la Universidad de Buenos Aires. Finalmente hablaron el Sr. Levillier y el doctor Carracido, abogando éste por la confraternidad hispano-argentina.» (ABC, Madrid, martes 2 de marzo de 1920, edición de la tarde, págs. 16-17.)

«—Tiene también importancia la creación del título de doctor honoris causa, que nuestra Universidad no había concedido nunca. Fue instituido en 1920 por Real decreto, para premiar la gran labor patriótica prestada por el insigne D. Avelino Gutiérrez, iniciador de la Cultural Española de Buenos Aires, que sostiene varias cátedras de español en la Argentina. Además de este título a nuestro compatriota, la Universidad Central ha expedido otros a figuras de verdadera significación cultural: a Gomes Teixeira, el gran matemático portugués; a Arce, rector de la Universidad de Buenos Aires… En estos dos casos, la distinción hecha por nuestra Universidad era tanto a los profesores como a los países que representaban. También es doctor honoris causa de la Universidad de Madrid, Einstein…» («Don José Rodríguez Carracido recuerda los hechos salientes de la vida universitaria durante su rectorado», Nuevo Mundo, Madrid, 4 marzo 1927, págs. 24-25.)

Avelino Gutiérrez suegro del matemático Julio Rey Pastor

La Institución Cultural Española invitó en 1917 a Julio Rey Pastor, profesor de Análisis Matemático de la Universidad Central, a trasladarse a la Argentina para impartir un curso sobre «El organismo de la matemática moderna». Aunque estaba previsto que estuviera en Buenos Aires los meses de septiembre y octubre de 1917, permaneció allí buena parte de 1918, y al entrablar relaciones con Rita Gutiérrez, hija del director de la ICE, Avelino Gutiérrez, acabaría ya Rey Pastor el resto de su vida muy vinculado a la Argentina. En diciembre de 1921 contrajeron matrimonio Julio Rey Pastor y Rita Gutiérrez, convirtiéndose por tanto Avelino Gutiérrez en suegro del ilustre matemático, y abuelo de los dos hijos que tuvo el matrimonio.

«Anuncia el telégrafo que el sabio catedrático español señor Rey Pastor, que se encuentra en Buenos Aires, realizando una misión científica, contraerá allí matrimonio con la hija del ilustre médico doctor don Avelino Gutiérrez.» (La Época, Madrid, lunes 11 de julio de 1921, pág. 2.)

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La Academia Nacional de Medicina de Argentina entrega cada dos años un «Premio Avelino Gutiérrez», y algunas escuelas de anatomía denominan «Triángulo de Avelino Gutiérrez» al triángulo húmerotricipital.

«Gutiérrez es una de las figuras más prestigiosas de la ciencia hispanoamericana y se distingue, además, por su acendrado patriotismo, que dicta todos sus actos. Ha sido el iniciador de la Institución Cultural Española de Buenos Aires, Montevideo y Rosario, institución que sostiene una cátedra de cultura española en las Universidades de las dos primeras capitales, y a su iniciativa se debe también la cátedra de investigaciones científicas en España que lleva el nombre de Ramón y Cajal y es sostenida por la colonia española de la capital argentina. Como operador goza de fama universal y como profesor ha formado numerosos y notables alumnos. En 1920 hizo un viaje a España y dio importantes conferencias en las Facultades de Madrid y Barcelona, siendo nombrado doctor honoris causa por la primera.» (EUI 1925, 27:363.)

«Así, Blas Cabrera monta y dirige el Laboratorio de Investigaciones Físicas, en los llamados Altos del Hipódromo, donde actualmente están el Museo de Ciencias Naturales y la Escuela de Ingenieros Industriales, orientándolo fundamentalmente hacia los estudios de magnetoquímica. […] El impulso creciente y seriedad de los trabajos que se desarrollaban en el Laboratorio de Cabrera atrajo la atención de la Fundación Rockefeller, quien propuso subvencionar la creación de un nuevo Instituto Nacional de Física y Química, para lo que contribuyó con la donación del edificio y con las consignaciones iniciales para la adquisición de instalaciones de importancia. También auxiliaron para esta creación la International Health Board y la International Educational Board, así como numerosos particulares que colaboraron en una suscripción pública abierta para tal fin (entre ellos encontramos el nombre de Avelino Gutiérrez quien donó 25.000 pesetas y el curioso donativo de 125.000 enviado por "un obrero de la Pampa"). El Instituto Nacional de Física y Química fue inaugurado el 6 de febrero de 1932.» (José Vidal Beneyto, Memoria democrática, Foca, Madrid 2007, págs. 224-225.)

Textos sobre Avelino Gutiérrez en Filosofía en español

1920 José Ortega Munilla, El maestro Avelino (6 febrero)

1925 Eduardo Gómez de Baquero, De la discreción en el hispanoamericanismo (10 diciembre)

José María Salaverría, De las palabras y las divisas (20 diciembre)

1926 José María Salaverría, A un compatriota benemérito (26 mayo)

José Francos Rodríguez, Patriotismo práctico (4 junio)

Textos de Avelino Gutiérrez en el Filosofía en español

1925 Panamericanismo, latinoamericanismo e hispanoamericanismo (5 diciembre)

1926 Carta abierta a D. José María Salaverría (20 abril)

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