Filosofía en español 
Filosofía en español

Ramón Armesto Gil  1800-1866

Catedrático de Filosofía de la Universidad de Oviedo desde febrero de 1829 hasta su fallecimiento en Oviedo el 14 de julio de 1866, pero no de forma ininterrumpida, pues durante casi nueve años estuvo cesante, como consecuencia de su fervoroso activismo en la derecha primaria durante la primera guerra carlista, «decidido por el partido de D. Carlos», hasta que, ya en noviembre de 1844, Su Majestad se sirvió reponerle como catedrático («siendo ministro de Instrucción pública un sabio eminente hijo y honor de este establecimiento literario», dirá en 1860 refiriéndose a Pedro José Pidal). En la Universidad de Oviedo pronunció los discursos inaugurales del curso 1860-1861, «No hay verdadera civilización por falta de conocimiento y observancia de la moral evangélica», y 1863-1864, «Influencia que la facultad de Filosofía y Letras ejerce en las de Derecho y Sagrada Teología».

Nació en Celanova, provincia de Orense, hacia 1800 (falleció a la edad de sesenta y seis años), hijo de Manuel Armesto, de profesión platero, y de Benita Gil, ambos de Celanova. La Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela conserva dos manuscritos de Ramón Armesto (los Ms 150 y 151, descritos en el Catálogo de Manuscritos redactado por María Virtudes Pardo Gómez, Santiago de Compostela 1998, pág. 48) datados como de 1820, que tratan de asunto político, en torno a la Constitución de la monarquía española.

El manuscrito más amplio (255 folios, 510 páginas) se titula «Ojeada histórico-crítica sobre la Constitución de la monarquía española desde su origen hasta nuestros días, por D. R. A.», y se abre con un enigmático verso de la Eneida en el vuelto del primer folio: «Dextrum Scylla latus, laevum implacata Charybdis obsidet. Virg., Aeneid. III, ver. 420.» [«Escila asedia el lado derecho, la implacable Caribdis el izquierdo», en versión de Juan Mariano Lársen, Buenos Aires 1863]. En el folio 2r puede leerse una advertencia no menos críptica, que por los años que menciona debió ser escrita en tiempos de su incorporación como profesor a la universidad de Oviedo:

«Advertencia. Este pequeño trabajo terminado desde el año 20, no ha podido entonces publicarse ni después, por las razones compendiadas en el verso de Virgilio que he tomado por epígrafe. Esto que algún tiempo he mirado como una desgracia, ha venido al fin a ser una fortuna, pues quizá no hubiera tenido bastante paciencia para conformarme con el precepto de Horacio: Novum prematur in annum. Pero los nueve años van pasados, y aún hoy que el Astro errante de la Opinión siguiendo su curso periódico vuelve a hallarse en el mismo punto de su órbita, encuentra igual embarazo. Considerando que esta misma oposición prueba algo en favor de las ideas consignadas en este manuscrito, he resuelto darle el último repaso, y abandonarlo a su suerte, contando solo con que el día que se le permita ver la luz, será aquel en que el espíritu público haya hecho algún progreso.»

Se organiza este texto en un discurso preliminar y doce capítulos:

«Indice de los capítulos y su materia.
Discurso preliminar. Idea general de lo que debe entenderse por Constitución de un Estado.
Cap. I. Base natural de la Constitución monárquica.
Cap. II. Idea del Feudalismo e historia de su propagación en Europa.
Cap. III. Establecimiento del Feudalismo en España.
Cap. IV. Constitución de la Monarquía goda, y condición del pueblo por ella.
Cap. V. Continuación de la misma Constitución durante los tres primeros siglos de la Monarquía Cristiana.
Cap. VI. Variación de la Constitución en la Corona de Castilla en los siglos XI, XII y XIII.
Cap. VII. Constitución de la Corona de Castilla durante el siglo XIV.
Cap. VIII. Constitución de la Corona de Castilla durante el siglo XV.
Cap. IX. Constitución de la Corona de Aragón y condición del pueblo por ella.
Cap. X. Ruina del sistema feudal por los esfuerzos de los Reyes Católicos y sus sucesores.
Cap. XI. Constitución de la Monarquía Española bajo las dinastías Austriaca y de Borbón.
Cap. XII. Conclusión. Urgente necesidad de una ley fundamental.»

El manuscrito más breve (77 folios más una hoja, 156 páginas) ofrece un «Proyecto de Constitución para la Monarquía española», dispuesta en cien artículos y doce títulos:

«Indice de los Títulos.
Título I. De la Nación Española. [1-6]
Título II. De la religión de los Españoles. [7-11]
Título III. Del Gobierno de la Nación. [12-15]
Título IV. Del Consejo del Monarca. [16-22]
Título V. De los Ministros. [23-32]
Título VI. De los Tribunales. [33-45]
Título VII. De los Empleados. [46-53]
Título VIII. De la Representación nacional. [54-63]
Título IX. De las Contribuciones. [64-71]
Título X. De la dotación de la Casa Real. [72-75]
Título XI. De la sucesión de la Corona, menor edad del Rey, y Regencia. [76-84]
Título XII. Disposiciones generales.» [85-100]

Hasta el folio 17v el texto de los cien artículos, a partir del folio 18r unas «Observaciones sobre el proyecto de Constitución». El artículo 1º del Título I de este proyecto de Constitución dice así:

«Art. 1º. El territorio Español comprende todos los Reinos, tierras e islas de ambos hemisferios que por notoriedad componen la Monarquía Española.»

En un informe reservado dispuesto por la comandancia general del principado de Asturias, con fecha 19 de febrero de 1834, se le hace figurar entre los carlistas más significados del principado de Asturias que el comandante militar aconseja trasladar a otras poblaciones. Ramón Armesto figura el primero de entre los vinculados a la universidad de Oviedo, y de él se dice que «...fue consultor, confidente y protegido por el memorable don Manuel Tellería, intendente que fue de esta provincia».

Manuel Tellería, que era comisario de guerra ya en 1824 –Estado militar de España, año de 1824, pág. 22– abrazó la causa carlista y en diciembre de 1832 era intendente de Oviedo:

«Oviedo. Diciembre 10. Deseando nuestro dignísimo Intendente el señor don Manuel Tellería dar ocupación a unas 500 personas de ambos sexos, la mayor parte jóvenes, que se hallan en el Real Hospicio de esta ciudad; y no teniendo cuenta asalariar maestros ni directores al efecto, porque estos sueldos absorben las cortas rentas de un establecimiento de beneficencia, ha circulado una invitación por si algún empresario quisiera presentar proposiciones con este fin; en la que se dan los datos siguientes...» (La Revista española, Madrid 29 diciembre 1832, pág. 7.)

...un año después Manuel Tellería era sometido a un consejo de guerra en Badajoz:

«Badajoz, diciembre 21. Hoy celebra consejo de guerra la Comisión militar ejecutiva de esta provincia, en el castillo de esta plaza y lugar designado en el edificio de su hospital, para juzgar a D. Manuel Tellería, D. Mateo Jara, Don Francisco Redondo, D. Antonio y D. José García, hermanos, D. Juan Arroyo, D. Julián Gutiérrez, José Gutiérrez, Bernardo Llanos y Matías Brunet, acusados de conspiradores contra los legítimos derechos de la Reina nuestra Señora, y haber pasado a Portugal a sostener las pretensiones del Infante D. Carlos.» (La Revista española, Madrid 27 diciembre 1833, pág. 3.)

A continuación el texto del informe de febrero de 1834 en el que se implica a Ramón Armesto:

«Comandancia general del principado de Asturias.– Lista reservada que forma el comandante general del mismo y dirige al Excelentísimo Sr. capitán general del ejército y provincia de Castilla la Vieja, por consecuencia de la reservada orden de dicho superior jefe de 9 del presente mes en contestación a la consulta que elevó a su mayor autoridad en 1º del propio, con señalamiento de los sujetos que por convenir al mejor servicio de la reina nuestra señora doña Isabel II, al maternal gobierno de S. M. la reina gobernadora y a la tranquilidad pública, deben ser trasladados a otras poblaciones fuera del principado con expresión de nombres, destinos que desempeñan y causas para la mencionada deliberación.– Señores capitulares de esta santa iglesia catedral.– Nombres.– Destinos que desempeñan.– Motivos por qué conviene su salida del Principado.– Doctor D. Juan de la Cruz Ceruelo de Velasco, prior gobernador del obispado, sobrino carnal de S. E. I. La opinión pública le tiene notoriamente por desafecto a la reina nuestra señora doña Isabel II y por adicto a D. Carlos, y como tal gobernador le considera también como causante de que la mayor parte del clero de la provincia siga sus ideas. Se le ha formado causa por alarmador y calumniador de los vecinos honrados y defensores de S. M., de esta ciudad la cual se remitió al Excmo. Sr. capitán general en 30 de noviembre último. [...]. Claustro de la real universidad.– Doctor D. Ramón Armesto, catedrático de filosofía. Es decidido por el partido de D. Carlos, notoriamente conocido, fue consultor, confidente y protegido por el memorable don Manuel Tellería, intendente que fue de esta provincia.– El padre ministro Fr. Tomás Cariño, del orden de S. Benito, doctor y catedrático de término de teología. Notoriamente enemigo de S. M. la reina nuestra señora, y adictísimo a D. Carlos. [...]. Este propio informe le di en 24 de marzo del año anterior en virtud de real orden de 20 de febrero del mismo al Excmo. Sr. secretario de Estado y del despacho universal de Gracia y Justicia y al Sr. superintendente general de policía del reino. Oviedo 19 de febrero de 1834.– Nicolás de Isidro.» (Panorama Español, crónica contemporánea. Obra pintoresca [...] destinada a exponer todos los acontecimientos políticos desde octubre de 1832 hasta nuestros días [...] por una reunión de amigos colaboradores, Tomo II, Madrid 1842, capítulo undécimo, págs. 5-6.)

...y la noticia de su reposición como catedrático, diez años después:

«Reponiendo al catedrático de filosofía de Oviedo D. Ramón Armesto. Ministerio de la Gobernación de la Península. = Sección de Instrucción pública. = Negociado número 2. = S. M. se ha servido reponer al catedrático de filosofía de esa universidad D. Ramón Armesto, quien desempeñará la cátedra de tercer año de la misma facultad. De Real orden lo comunico a V. S. para su inteligencia y efectos consiguientes. Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid 28 de Noviembre de 1844. = Pidal. = Sr. Rector de la universidad de Oviedo.» (Boletín Oficial de Instrucción Pública, nº 16, serie 2ª, 30 de noviembre de 1844, págs. 724-725.)

Así, al comienzo del curso 1845-1846, la Facultad de Filosofía de la Universidad de Oviedo contaba con los siguientes catedráticos:

«Concluye el catálogo de los catedráticos nombrados por S. M. para las universidades del reino. [...] Universidad de Oviedo. Facultad de filosofía. Mitología e historia.– D. Manuel de Prado y Tovía, interino, de la universidad de Oviedo. Lengua hebrea.– D. Clemente Moraleda, propietario, de la universidad de Santiago. Filosofía.– D. Ramón Armesto, propietario, de la universidad de Oviedo. Economía política y derecho político y administración.– D. Domingo Alvarez Arenas, propietario, idem. Física.– D. León Salmeán y Mandayo, propietario, de las cátedras del conservatorio de artes de Oviedo.» (La Esperanza, periódico monárquico, nº 305, Madrid, jueves 2 de octubre de 1845, pág. 3.)

En el primer escalafón de catedráticos de las universidades españolas de 1846 aparece, como «fecha de su primer nombramiento como propietario en el caso de haberse hecho desde luego por el gobierno», la del 17 de febrero de 1829; por lo que hasta el 1º de noviembre de 1845 habían transcurrido 16 años, 8 meses y 15 días; de los que 8 años, 10 meses y 10 días figuran como «tiempo descontado por cesantía», por lo que su «tiempo verdadero que resulta de antigüedad» es 7 años, 10 meses y 5 días, siempre en la Universidad de Oviedo, en la Facultad de Filosofía, y desempeñando la asignatura de Filosofía.

En el Escalafón de antigüedad de 1849 ocupa el número 136, como catedrático de entrada, en la asignatura «Filosofía, con un resumen de su historia».

Al comienzo del curso 1850-1851, la Facultad de Filosofía de la Universidad de Oviedo contaba con los siguientes catedráticos (según la Real Orden firmada por el ministro Seijas el 31 de agosto de 1850):

«Universidad de Oviedo. Facultad de filosofía. Literatura latina, D. Francisco de Paula García Herreros. Literatura general y española, D. José Puente y Villauna. Lengua griega, D. Niceto Jaraba. Lengua hebrea, D. Clemente Moraleda. Ampliación de la filosofía, D. Ramón Armesto. Economía política y derecho político y administración, vacante. Física con su ampliación, D. León Salmeán y Mandayo. Química general y su ampliación, D. Magin Bonet y Bonfill. Historia natural, D. Pascual Pastor.» (La Época, nº 467, Madrid, domingo 8 de septiembre de 1850, pág. 2.)

Tras la Ley Moyano de 1857 pasó a formar parte de la Facultad de Filosofía y Letras, y en la Universidad de Oviedo y con la categoría de ascenso, figura en el escalafón de 1858 con el número 61, de 1859 con el número 60, de 1860 con el número 57, de 1862 con el número 46, de 1863 con el número 42, de 1864 con el número 37.

En octubre de 1860 pronunció la oración inaugural de curso en la Universidad de Oviedo:

«El asunto que de ella será objeto, no tiene el mérito de la novedad; pero no carece de el de la oportunidad. Hoy que, por efecto de los errados sistemas introducidos en las ciencias morales y políticas, se restringe el principio de autoridad a la vez que se da demasiada holgura al libre examen, a la independencia religiosa y al criterio individual : hoy que, a impulso principalmente de esas equivocadas ideas, vemos derrumbarse las instituciones seculares más legítimas, e invadirse provincias sin respetar siquiera las del patrimonio de San Pedro, tan necesarias para el independiente y eficaz ejercicio de la soberanía espiritual del Vicario de Jesucristo : hoy en fin que, a virtud de las grandes calamidades que se presienten, [5] y de la lucha ya trabada en algunas naciones, se apercibe la Europa para otra general y decisiva en que las ideas son las que han de combatir y triunfar, me parece, si es que deseamos preservar a nuestra patria de aquellas calamidades, que ninguna materia mejor podía elegir que la de hacer ver que, sin embargo de tantos adelantos hechos en las ciencias naturales, y de tanto desenvolvimiento intelectual como el que se advierte en las morales y sociales, no hay verdadera civilización por falta de conocimiento y observancia de la moral evangélica en los autores y promovedores de los indicados trastornos, y en los que los aplauden y desean que se generalicen.» («No hay verdadera civilización por falta de conocimiento y observancia de la moral evangélica», Oviedo 1860, págs. 4-5.)

En 1863 fue elegido Decano de la Facultad de Filosofía y Letras (sucediendo en el puesto a José Delgado), cargo que desempeñaba al fallecer (en que fue sustituido por Timoteo Alfaro). Como tal decano pronunció el discurso inaugural del nuevo curso el 1º de octubre de 1863:

«Ya desde los tiempos mas remotos dijo Séneca que en la Filosofía se hallaba el remedio para todo, y lo dijo con razón, porque por donde quiera que [5] la Filosofía lleva la luz de su doctrina, fecundase la ciencia, y se adelanta mucho en el desenvolvimiento físico, moral e intelectual. Por eso es un abuso el adoptado por algunos casi como tema de llamar filosofismo a los extravíos de la razón; pues la misma palabra rechaza este significado, toda vez que la filosofía penetra con su luz en el espíritu, y lo lleva por un camino investigador y analítico al descubrimiento de la verdad que la razón adopta y proclama.
Hasta que apareció el genio inmortal de Aristóteles, todas las ciencias podían formar el patrimonio de un solo hombre a quien llamaban Filósofo o amante de la sabiduría, y por lo mismo se dijo que la filosofía era el conocimiento de las cosas divinas y humanas comprendiendo el de los fenómenos mentales, el del mundo exterior, y el de las ciencias que se conocen hoy con el nombre de facultades, porque todas pertenecían al dilatado imperio de la Filosofía. Con el transcurso del tiempo adquirieron una extensión superior a la capacidad más grande de un solo hombre, y las facultades fueron las primeras que se separaron de la Filosofía, si bien aquella separación no fue, no es ni será más que aparente, a no ser que estas hijas quieran ingratas revelarse contra la madre común.
Cuando las ciencias, Señores, se encierran dentro del círculo de su especialidad, y en vez de auxiliarse como hermanas se desdeñan como rivales, quedan reducidas a fórmulas estériles. Lejos de suceder esto con las facultades de Filosofía y Letras, de Derecho y de Teología, brilla entre ellas un enlace y armonía tal que las últimas necesitan de la primera para su comprensión y perfeccionamiento.» («Influencia que la facultad de Filosofía y Letras ejerce en las de Derecho y Sagrada Teología», Oviedo 1863, págs. 4-5.)

La misma noche de San Daniel (10 de abril de 1865) imprimían las máquinas del periódico monárquico La Esperanza unas oportunas notas de «memoria histórica» dirigidas a los progresistas, y así, en el ejemplar del martes 11 de abril de 1865, podemos leer recuerdos que miran treinta años atrás:

«A la larga lista de los catedráticos destituidos sin formación de expediente en la universidad de Alcalá por el gobierno progresista, debemos añadir hoy la de otros catedráticos de otras universidades destituidos en aquella misma época y del mismo modo por el mismo gobierno progresista. Un periódico ministerial, El Gobierno, recuerda, entre otros, al P. Fr. Manuel de Codes, al actual decano de la facultad de Derecho, al catedrático de instituciones canónicas de Oviedo, Dr. D. Ildefonso de la Guerra, a D. Rafael Díaz del Monasterio y a D. Ramón Armesto. Recuerda también el periódico moderado las recientes separaciones de catedráticos en Francia y en Italia, donde el Rey Víctor Manuel acaba de arrancar sus togas de una sola plumada a diez catedráticos. Y, por último, dirigiéndose a la Unión Liberal, la dice que en los cinco años que estuvo en el poder declaró cesantes al rector de la universidad de Granada y al rector de la universidad de Zaragoza. Malparados van a quedar con estos recuerdos los defensores de la libertad de la ciencia, aun a los ojos de los incautos, a quienes han conseguido engañar.» (La Esperanza, periódico monárquico, año vigésimoprimero, nº 6.295, Madrid, martes 11 de abril de 1865, pág. 1.)

Falleció en Oviedo el 14 de julio de 1866, de parálisis, según se hizo figurar en el formulario impreso del correspondiente acta de defunción, conservada en el Archivo municipal del Ayuntamiento de Oviedo:

«San Tirso el Real, a catorce de Julio de mil ochocientos sesenta y seis, hoy ha muerto D. Ramón Armesto, natural de Celanova, provincia de Orense, de edad de sesenta y seis años, su estado casado con Dª Higinia Unquera y Toral, de profesión Catedrático de Filosofía y Letras, su enfermedad parálisis, testamento hizo ante el Notario D. Vicente Alberú, vivía en la calle de S. Francisco nº veintidós, se ha enterrado en el Cementerio de esta Ciudad. Padres, D. Manuel Armesto, Dª Benita Gil, Pueblo de su naturaleza, Celanova, id., Provincia, Orense, su profesión platero. El Alcalde, Victoriano Argüelles, El Secretario, Domingo González Solís.» (Registro civil 1866, folio 160, nº 17.)

«Gacetillas. Defunción. Ayer sábado, a las seis de la tarde, entregó su alma al señor, después de una penosa y dilatada enfermedad, nuestro querido catedrático el doctor D. Ramón Armesto. El claustro de la universidad de Oviedo ha sufrido una sensible pérdida con la muerte de un hombre tan profundo como instruido, y su familia, a quien acompañamos en el sentimiento, un padre y esposo digno de imitar por sus virtudes. Sus numerosos amigos también lloran con verdadero dolor su muerte. Seale la tierra ligera.» (La Revista Ovetense. Periódico semanal, científico literario, de intereses morales y materiales, de noticias y anuncios, Oviedo, domingo 15 de julio de 1866, año I, nº 1, pág. 6.)

«Ha fallecido en Oviedo el Dr. D. Ramón Armesto. También ha pasado a mejor vida en Gijón, el joven pintor D. Eduardo Crosa, conocido ventajosamente en Madrid.» (La Correspondencia de España, Madrid, jueves 19 de julio de 1866, año XIX, nº 3.079 de la mañana, pág. 3.)

Cabe sospechar, por la nota que publicó La Esperanza al enterarse de que Ramón Armesto había fallecido, que el catedrático de Filosofía de Oviedo se había mantenido activo entre los «más ardientes secuaces y verdaderos defensores» de la derecha primaria carlista.

«Gacetilla. La segur inexorable de la muerte va concluyendo con los hombres que en aras de nuestras opiniones hicieron toda clase de sacrificios en aciagos y no muy remotos días. La causa que con tanta fe como constancia, venimos sosteniendo hace años en el estadio de la prensa, ha perdido a uno de sus más ardientes secuaces y verdaderos defensores, nuestro querido amigo y constante suscritor el Sr. D. Ramón Armesto, que, según nos escriben de Astorga, falleció el día 14 del corriente. Dedicado desde sus primeros años a la carrera del profesorado y de la jurisprudencia, se distinguió siempre por su rectitud, sana doctrina y profunda erudición, cualidades que le granjearon un crédito poco común en las escuelas y en el foro. El Dr. Armesto era en su vida privada reflejo exacto de su vida pública. Excelente esposo, padre tierno y cariñosísimo, cordial amigo, fiel y generoso, de acendradísimos sentimientos religiosos, y, por último, modelo de toda clase de virtudes, entre las que resaltaban su exquisita prudencia y su caridad cristiana, de todo lo cual es buena prueba lo mucho que le lloran su desconsolada viuda, sus apasionados hijos, sus muchos y verdaderos amigos y los infelices cuyas necesidades satisfacía con mano pródiga. R. I. P.» (La Esperanza, periódico monárquico, nº 6.691, Madrid, viernes 27 de julio de 1866, pág. 3.)

Bibliografía de Ramón Armesto

1820 Ojeada histórico-crítica sobre la Constitución de la monarquía española desde su origen hasta nuestros días, [manuscrito] 1820, 255 folios, 22 cm. Conservado en la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela, con versión digital disponible libremente en internet.

1820 Proyecto de Constitución para la monarquía española, [manuscrito] 1820, 77 folios, 22 cm. Conservado en la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela, con versión digital disponible libremente en internet.

1860 [«No hay verdadera civilización por falta de conocimiento y observancia de la moral evangélica»] Discurso inaugural que en la solemne apertura del curso de 1860 a 1861 pronunció, en la Universidad literaria de Oviedo, el Doctor Ramón Armesto, catedrático de Metafísica, Imp. y lit. de Brid, Regadera y comp., Oviedo 1860, 23 págs. Edición del Proyecto Filosofía en español (abril 2009): www.filosofia.org/aut/001/1860arm.htm

1862 [«Reflexiones sobre los cantos de Moisés, David y Cántico de los Cánticos»] Discurso que en acto de su solemne recepción leyó ante el Claustro de la Universidad de Oviedo don Martín Villar y García. Contestación del Dr. D. Ramón Armesto. Brid, Regadera y Compañía, Oviedo 1862, 78 págs.

1863 [«Influencia que la facultad de Filosofía y Letras ejerce en las de Derecho y Sagrada Teología»] Discurso inaugural que en la solemne apertura de estudios de la Universidad literaria de Oviedo pronunció en 1º de octubre de 1863 D. Ramón Armesto, Bachiller en Teología, Licenciado y Decano en Filosofía, Doctor en Derecho, y catedrático numerario de Metafísica, Imprenta y lit. de Brid, Regadera y comp., Oviedo 1863, 24 págs. Edición del Proyecto Filosofía en español (abril 2009): www.filosofia.org/aut/001/1863arm.htm

Textos de Ramón Armesto en Filosofía en español

1860 «No hay verdadera civilización por falta de conocimiento y observancia de la moral evangélica.»

1863 «Influencia que la facultad de Filosofía y Letras ejerce en las de Derecho y Sagrada Teología.»

gbs