La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Inocencio María Riesco Le-Grand

Tratado de Embriología Sagrada
Parte Segunda
/ Capítulo segundo

§. IV
Paralelo de Capuron entre la operación cesárea y la sinfiseotomía


Siendo tan importante la materia de este capítulo creemos hacer un bien a la humanidad, y a la religión insertando las doctrinas que más puedan ilustrar esta cuestión por lo cual hemos juzgado oportuno trasladar el siguiente paralelo que hace Capuron entre la operación cesárea, y la sección del pubis, dice así.

«Si se comparan estas dos operaciones con respecto a las ventajas que de ellas pueden resultar a la criatura, es incontestable que debe preferirse la primera, con tal que no se dilate hasta el último extremo. El cuchillo cesáreo empleado a tiempo da a la criatura una salida más suave y cómoda, y si se quiere más libre y mejor conformada que la vía natural. La liberta de la larga y penosa dificultad que siempre experimenta para pasar por la pelvis, en cuyo paso se amolda, prolonga, y algunas veces se aplana hasta caer en apoplejía. En una palabra, nada tiene que temer entonces de la violencia del parto, ni se expone a que tirándola con la mano se estropee o prive de la vida, ni tampoco tiene que sufrir la acción de los instrumentos que siempre son dañosos. Su vida está segura, aunque sea mucho su volumen, y la pelvis muy estrecha.

No es lo mismo en la operación sinfisiana. Muchas [256] veces sucede que después de haber cortado la ternilla del pubis, son insuficientes los esfuerzos de la naturaleza para terminar el parto, y entonces es preciso recurrir al auxilio de la mano o de los instrumentos. Unas veces hay que dar la vuelta a la criatura, y tirarla con más, o menos fuerza de los pies para sacarla; otras veces la pelvis opone tanta resistencia a pesar de la separación de los huesos del pubis, que es preciso echar mano del fórceps. Se han presentado casos en que después de haber cortado la sinfisis del pubis, ha sido necesario desmembrar la criatura, y tal vez hacer la operación cesárea para acabar de extraerla. Es cierto que tales maniobras, o más bien errores, no provienen tanto de la sinfisiotomía como de la impericia y falta de habilidad práctica en los comadrones. Pero hasta ahora no se ha demostrado que la criatura no peligre en la operación de la sinfisis, mientras que en la operación cesárea no hay temor alguno. Observemos que esta le da los mismos auxilios en todos los casos de mala conformación; lo que la otra no puede hacer, pues que es impracticable, peligrosa, y aun mortal para la criatura si tiene menos de dos pulgadas y media según Baudelocque, y de dos según el Doctor Gardein.

Pero el paralelo de estas dos operaciones no presentaría los mismos resultados, o diferencias si solo se considera a la mujer en el parto, y no a la criatura. Con este respecto no podemos menos de considerar realmente más peligrosa la operación cesárea que la sección del pubis. En la primera se hace una grande abertura en los tegumentos del abdomen y la matriz, lo que es muy [257] suficiente para causar hemorragias terribles, o una inflamación más o menos aguda en los órganos dañados y partes contiguas. De esto resultan fuertes calenturas, supuraciones más o menos grandes, muchas veces la gangrena, derrames en el abdomen, supresión de loquios, y desarreglo en la secreción de la leche; accidentes que se agravan con el contacto del aire que recibe en las curaciones del peritoneo, y también por el mal estado de la enferma si se hizo la operación cuando estaba abatida, sin fuerzas, descaecida, y en una palabra, en un grito continuo. Y así en este estado son más las que se han muerto que las que se han libertado. Apenas se libertan de tres una; y no podemos menos de admirarnos, o hablando con franqueza, no sabemos qué pensar cuando oímos que muchas mujeres han comprado el doloroso placer de ser madres siete u ocho veces con el precio de la sangre que han derramado en otras tantas operaciones que han sufrido.

También la sinfiseotomía, se dirá, es peligrosa para la mujer. Es cierto, la experiencia nos lo enseña. Pero, vamos de buena fe, la incisión de dos o tres pulgadas de tegumentos, un poco de gordura, y algunas pequeñas arterias, fáciles a reunirse, y de un cartílago interarticular ablandado ya, e hinchado en la preñez, sustancia que también es insensible y poco esencial para la vida, y cuya lesión en nada influye sobre las consecuencias del parto; ¿esta incisión, repetimos, podrá tener comparación con la grande abertura de los músculos abdominales, y sobre todo con la del útero que tiene una íntima relación con todo el [258] sistema de la mujer, y cuyas funciones no pueden interrumpirse después del parto sin que venga un diluvio de males? Es menester convenir en que si la sección de la sinfisis interpubiana es peligrosa y temible para la mujer, solo podrá serle en el caso de que la pelvis sea muy estrecha, y hay precisión de tirar mucho de las caderas en dirección opuesta para aumentar la separación espontánea, o tener que introducir muchas veces la mano o el fórceps en la matriz para sacar la criatura. Entonces sí que hay razón para temer los accidentes que tienen tanta conexión con la operación, como son el destrono del tejido celular que une a la vejiga con la parte posterior de los huesos del pubis, la cojera perpetua, la inflamación de la matriz, de la vejiga y del recto, la incontinencia de orina, la colección de pus en el bajo vientre y tejido celular de la pelvis, la desgarradura de las sinfisis sacro-iliacas, y todos los desórdenes que de estos resultan.

Concluyamos que la operación cesárea aunque constantemente buena para la criatura, pocas veces deja de ser peligrosa y la más mortal para la madre, que al contrario; la sección del pubis, limitando más su utilidad, es más peligrosa para la criatura que para la madre: conclusión que bien examinada es conforme al resultado de las experiencias que tenemos cada día. De lo dicho resulta que en caso de optar estas dos operaciones, por ejemplo, siendo la estrechez de la pelvis de más de dos pulgadas y media, sería en tal caso preferible la sinfiseotomía, porque si con [259] ella se arriesga a perder uno de dos individuos, puede también salvar a ambos; en vez de que con la operación cesárea no se puede salvar más que uno, y sacrificar el otro.

Pero supongamos que la mujer, aunque padezca las más horribles angustias y congojas en el parto, no quiere someterse a ninguna operación, y que por otra parte sus parientes se oponen a ellas con obstinación ¿qué conducta debe observar entonces el comadrón? ¿Esperará a que muera la madre para ver si puede salvar la criatura haciendo en aquélla la abertura del abdomen; o perforará el cráneo de la criatura y la sacrificará para salvar a la madre, como se practica en Inglaterra? En el primer caso se arriesga a que los dos perezcan porque no es cierto, ni aun probable que la criatura sobreviva a la madre que muere en el parto. En el segundo no puede esperar que salve a la madre sino cuando no sea muy grande la estrechez de la pelvis; porque si lo es de modo que se oponga a la introducción de la mano, y de los instrumentos en la matriz, la embriotomía es tan peligrosa como las operaciones que se desaprueban. Finalmente, en todos casos el profesor oiga la voz y preceptos de una sana moral que le dicen: haz todo lo bueno, y evita todo lo malo: de este modo cumple con sus deberes religiosos, y nada tendrán que tacharle los facultativos. [260]


<<< De la sinfiseotomía / Pragmática de Carlos Tercero >>>
Inocencio María Riesco Le-Grand, Tratado de Embriología Sagrada (1848)
Proyecto Filosofía en español ~ filosofia.org