Blas Zambrano 1874-1938 Artículos, relatos y otros escritos

¿Se consuma la gran infamia?
La Tierra de Segovia, 10 julio 1919

 

Contra todo derecho, contra toda tradición, muy lejos de la más rudimentaria idea de justicia, insisten los vencedores de ocasión en someter al Kaiser, soberano irresponsable e inviolable, según las leyes de su país y de los demás países que lo reconocieron como tal soberano, a un proceso por delito no figurado en ningún código y ante un tribunal no predeterminado y compuesto, además, por enemigos.

Si a un hombre culto de principios de este siglo se le hubiese dicho que tal infamia, absurda en sus fundamentos, bajamente apasionada en el propósito, insidiosa en la preparación, abusiva de fuerza en el medio empleado, falsa y parcial en los motivos que habrán de buscarse para dictar la sentencia, cruel, impía en el fin –condenar a un noble vencido, menos responsable que los demás jefes de naciones en la horrenda catástrofe de la mundial contienda, según están probando ahora, documentalmente, los periódicos socialistas franceses que un hecho tal, de conjunto incalificable, en fuerza de ser monstruoso, iba a ser producto ostensiblemente, ante la faz del mundo y sin su airada protesta, habrá creído imbécil, o loco vidente.

¿Decís que me indigno demasiado?

No es por el vencido mi estupor, aunque como vencido y prisionero en tierra extraña es digno de todas las consideraciones y defensas; no es por el vencido mi estupor, es por los vencedores.

Se necesita haber perdido todo noble sentimiento, y todo pudor moral para hacer ante el mundo presente y futuro lo que hacen hoy los implacables vencedores.

Que un pobre juez de entrada español, sepultado en un pueblo andaluz o gallego, dicte mal una sentencia, por fundado temor de que lo arruinen a fuerza de traslados de uno a otro extremo de la península, es, a más de poco justo, poco gallardo, y el pobre condenado, digno de lástima, de defensa viril, de noble amparo.

Pero si ese mismo juez se sintiera mirado por el mundo y la historia, si tuviese que dictar sentencia en un asunto de colosal importancia ¿no se exaltarían sus sentimientos de justicia? ¿no sentiría la solemne gravedad, la cúspide que hacía el tiempo en ese instante?

Esta falta de sentido de lo grande y el impudor consiguiente a esa y a otras ausencias en el espíritu de los directores de la Entente y naciones asociadas, es lo que me pasma, lo que no acierto a concebir siquiera.

No es, pues, la simpatía hacia el Kaiser, aunque no niego ¿por qué he de negarlo? que se la profeso muy aumentada desde su vencimiento y su destierro; pero no es eso lo que mueve mi pluma con temblores de indignación. Es el asombro que me produce la conducta de los vencedores, desde el armisticio hasta el presente.

Yo tengo la seguridad moral plena de que, si se juntan, de un lado, la representación de la verdadera intelectualidad europea y de otro, los más típicos apaches y golfos de París, Londres y Roma, puestas en ambas reuniones a dictar la paz a Alemania, ni una ni otra habrían dictado la que acaba de firmarse.

<<< >>>

La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto filosofía en español
© 2001 filosofia.org
  Edición de José Luis Mora
Badajoz 1998, páginas 256-257