Antonio Jiménez García El krausopositivismo de Urbano González Serrano

< Capítulo I >

 
Biografía de Urbano González Serrano

1. El entorno geográfico y familiar

Hasta donde me ha sido posible averiguar los González eran originarios de Navalmoral de la Mata, villa y cabeza del partido judicial del mismo nombre en la provincia de Cáceres{1}. Situada en la parte oriental de la región, en la comarca denominada Campo de Arañuelo, zona comprendida entre los ríos Tiétar y Tajo, era la entrada de Extremadura por la carretera general de Madrid a Badajoz y por la línea férrea de Madrid a Portugal y Lisboa por Cáceres. Su excelente situación geográfica fue la causa primera para que a mediados del siglo XIX{2} se convirtiera en una villa próspera y a ello contribuyó también, en gran medida, la inauguración del ferrocarril en 1874. Su principal fuente de riqueza estaba en la agricultura, con producción de cereales (trigo, centeno y cebada), legumbres (garbanzos principalmente), hortalizas, vino y aceite; se criaba ganado lanar, cabrío, vacuno y de cerda; de su incipiente industria y comercio habría que destacar numerosos telares, fábricas de curtidos de pieles, de tejas, de ladrillos, serrerías y carpinterías, herrerías, molinos de harina y de aceite, lagares, tiendas y comercios. Todo ello contribuyó a hacer de Navalmoral de la Mata esa villa próspera de la que nos hablan las crónicas y escritores de la época. Para el período que nos ocupa, la segunda mitad del siglo XIX, la población estimada de Navalmoral de la Mata oscila, según los autores, de tres mil a cuatro mil habitantes. El Diccionario geográfico-estadístico de Madoz, de 1849, da la cifra de 700 vecinos y 3.835 almas; Pablo Riera, en su Diccionario... de 1882, nos habla de 3.471 habitantes; Emilio Valverde, por su parte, en la Guía de Extremadura del año 1889, retrocede hasta 3.114 habitantes; Víctor Gutiérrez-Salmador da para el año 1874 el número de 870 habitantes, aunque, obviamente, se debe referir al de vecinos: si el baremo de la relación vecinos/habitantes lo situamos en la proporción 1/5 (Pascual Madoz en las cifras por él aducidas lo sitúa en casi 1/5,5) obtenemos el número de 4.350 habitantes{3}. Justo Corchón{4} nos ofrece los datos más fiables desde nuestro punto de vista [14]:

Población de hecho según los censos regulares de 1857 a 1900
Año185718601877188718971900
Habitantes3.2963.1143.4714.0534.5834.504

Don Urbano González Corisco, padre de Urbano González Serrano, nace en Navalmoral de la Mata el día 25 de mayo de 1826{5} siendo hijo de Vicente González, modesto y honrado labrador también de Navalmoral, y de Paula Corisco, natural de la villa de Casatejada, colindante con Navalmoral. Se traslada de joven a Cáceres para estudiar la carrera de escribano y en la capital trabaja en varias relatorías y escribanías de cámara. Regresa a su villa natal y en el año 1847 contrae matrimonio con Dorotea Serrano Moreno, hija de Felipe Serrano y Matilde Moreno, todos de Navalmoral. Durante la epidemia de cólera de 1855 fallece su esposa dejándole cuatro hijos, el mayor de siete años y el menor de pocos meses. Como premio a sus servicios durante la epidemia se concede a don Urbano la notaría de Navalmoral en cuyo servicio le sorprenderá la muerte bastantes años después{6}. Militó en el partido moderado-conservador y fue asiduo lector de La Época.

El matrimonio formado por Urbano González y Dorotea Serrano tuvo cuatro hijos: Urbano, Francisco, Vicente y Ruperta. El primero estudió Filosofía y Letras y fue catedrático de Psicología, Lógica y Ética del Instituto San Isidro de Madrid. Francisco González Serrano estudió Farmacia ejerciendo su profesión en Navalmoral{7} y Vicente González Serrano cursó Derecho siendo notario y alcalde de su villa natal, Navalmoral de la Mata{8}.

Urbano González Serrano, el mayor de los hermanos, nace en Navalmoral de la Mata el día 25 de mayo de 1848 según consta en el Archivo Parroquial de la Iglesia de San Andrés Apóstol donde fue bautizado{9}. A los siete años pierde a su madre en la epidemia de cólera que asoló la región morala en 1855 y este suceso teñirá su espíritu de una honda melancolía que no le abandonará jamás. En 1859 su padre le interna en un colegio de Talavera de la Reina para estudiar los dos primeros años del bachillerato. De allí pasa, en 1861, a Madrid para continuar sus estudios como interno en un centro que tenía su sede en la calle de la Colegiata. En esta época traba amistad con Nicolás Salmerón según dice Concepción Sáiz{10}.

En el año 1864 ingresa en la Universidad Central para hacer las carreras de Derecho y Filosofía y Letras, obteniendo los títulos de Bachiller en la primera y de Doctor en la segunda. Oigamos lo que al respecto nos dice su biógrafa: «La Universidad madrileña le recibió en su seno en el curso de 1864. Allí estudió, simultáneamente, la carrera de Filosofía y Letras (elegida por él) y la de Derecho, designada por su padre. Al terminar la segunda, se negó rotundamente a licenciarse (aún sabiendo que tal negativa disgustaba a su padre, a quien profesaba tierno afecto y hondo respeto), porque temía llegase un momento en que las ventajas económicas ofrecidas por un bufete le alejasen del cultivo de la Filosofía, alto ideal de su vida»{11}.

La familia de Urbano González Serrano

Recién acabada la carrera, en 1869, sustituye a Salmerón en la cátedra de Metafísica de la Universidad Central, pues el político, durante el sexenio revolucionario, apenas si dispone de tiempo para dedicarse a la tarea docente. Con intervalos más o menos largos, González Serrano será Profesor Auxiliar de Metafísica hasta 1875. Pero es evidente que la enseñanza universitaria no le tentó jamás. A pesar de que amigos íntimos, en varias [16] ocasiones, le aconsejaron opositar a alguna cátedra universitaria él, que ya había demostrado sobradamente su capacidad en este tipo de docencia, prefirió la tranquilidad de la enseñanza media para, sin ruidos pero con tenaz esfuerzo y dedicación, encerrado en el sosiego de una vida pacífica, «plantar –por decirlo con sus mismas palabras– un arbusto en el campo de la cultura patria». En esto se diferenció de sus amigos más íntimos que profesaron cátedra universitaria como Leopoldo Alas, Manuel de la Revilla, Adolfo Posada y Sales y Ferré entre sus coetáneos; o Moreno Nieto, Gumersindo de Azcárate, Francisco Giner y Nicolás Salmerón entre los de la generación anterior.

En 1873 gana por oposición la Cátedra de Psicología, Lógica y Ética del Instituto San Isidro de Madrid en donde permanecerá como profesor hasta su muerte logrando desarrollar una enseñanza modélica varias veces reconocida por el Claustro de Profesores.

Una vez consolidada su posición gracias a la cátedra, contrae matrimonio con la señorita Petra de la Calle Corisco{12} dándose la curiosa circunstancia de que sus hermanos Francisco y Vicente habrían de casarse con las dos cuñadas de don Urbano: Ángela y Antonia de la Calle, respectivamente. El matrimonio formado por don Urbano y doña Petra tuvo cuatro hijos, de los cuales sobrevivieron dos: Pedro Urbano y Dorotea{13}.

Pedro Urbano nació en Madrid el 12 de noviembre de 1879. Estudió el bachillerato en el Instituto San Isidro, donde su padre era catedrático, y la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad Central donde obtuvo los grados de Licenciado con nota de sobresaliente y de Doctor con premio extraordinario. Dedicado a la docencia universitaria fue auxiliar de cátedra de Lengua y Literatura Latinas de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid desde 1926 hasta 1932 y catedrático por oposición de Latín y Sánscrito en las Universidades de Salamanca, Madrid, Valencia y Barcelona. Ocupó durante este período los cargos de Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Salamanca y Vocal del Consejo Nacional de Cultura. Al finalizar la guerra civil emigró primero a Colombia enseñando lingüística, latín y sánscrito en la Escuela Normal Superior de Bogotá; el Instituto «Rufino J. Cuervo» y la Universidad de Bogotá; pasó luego a México para enseñar en el Colegio de México y en la Universidad Nacional Autónoma. Falleció en esta última ciudad en 1966{14}. Su numerosísima obra está orientada, principalmente, hacia la lingüística, la filología y la historia, deteniéndose en figuras como Luis Vives, Nebrija, los dos Sénecas, Fox Morcillo, el Brocense, el padre Mariana, el Conde-Duque de Olivares, Salmerón, Unamuno, &c.{15}

Volviendo de nuevo a la biografía de nuestro filósofo, ésta apenas si tiene sobresalto alguno, dedicado por entero González Serrano a la enseñanza y educación de los bachilleres y participando, cada vez más tímidamente, en la vida política nacional desde las filas del partido republicano siempre al lado de su maestro Salmerón.

Gustaba González Serrano de las charlas de café y de las discusiones científicas en alguna librería mientras consumía, incansablemente, puros habanos, como él mismo [17] reconoció en cierta ocasión: «Parroquiano asiduo del Universal y de la librería de Fe, es aficionado impenitente a los toros, donde siente y no razona, y quién sabe si explica su afición por la acción de lo Inconsciente»{16}.

Vivió González Serrano en las proximidades del Instituto de San Isidro, primero en la calle Noblejas, nº 3, segundo, cuyo nombre se debía a las casas que en ella edificó el duque de Noblejas, calle comprendida entre las de Rebeque y San Nicolás, junto al Palacio Real y la plaza de Ramales. Posteriormente se trasladó al nº 15 de la calle de Fomento, situada en la Cuesta de Santo Domingo y la calle del Río; el nombre de Fomento procedía de que al crearse el ministerio de ese nombre se instaló en el edificio que fue antigua residencia del inquisidor general en la citada calle. En la actualidad estas calles conservan los mismos nombres y apenas si han variado su aspecto ya que el barrio de Palacio ha sido el que menos transformaciones ha sufrido en el último siglo.

Precisamente en este piso de la calle de Fomento falleció González Serrano el 13 de enero de 1904, a los 55 años de edad, víctima de un padecimiento digestivo-intestinal que se le había venido agravando en los últimos años. Sabemos, por su correspondencia con Unamuno, que iba durante el verano a Solares, por lo menos desde 1902, para tomar las aguas. Se siente viejo, a pesar de la edad, según confesión hecha al pensador salmantino: «Yo marcho a pasos agigantados hacia una vejez que en mi egoísmo estimo prematura»{17}. En esta misma carta le anuncia su salida para la región montañesa: «En la semana próxima salgo para Solares (Santander), donde cuidaré mi dispepsia con sus ribetes de hipercloridria [sic], según dicen los doctos». De nuevo le vuelve a escribir desde Solares haciendo hincapié en su enfermedad: «Aquí me tiene U., en el rincón de la montaña santanderina, esperando curar con las aguas de Solares una dispepsia, que creo que se ha de convertir en crónica como signo evidente de vejez»{18}.

Lejos de mejorar con la terapia seguida, el estado de González Serrano se fue agravando cada vez más. El primer aviso de su gravedad le sorprendió mientras, fiel a su ideal republicano, recorría los colegios electorales durante las elecciones de las Cortes de 1903: «Visitando uno de los colegios le acometió el primer ataque de la enfermedad que nueve meses después le llevó al sepulcro»{19}. El aviso definitivo llegó mientras trabajaba en la edición de las obras completas de Ramón de Campoamor: «El 12 de enero de 1904, a las dos de la tarde, González Serrano, que se dirigía a casa del Sr. Valdés, donde, en unión de él, de Vicente Colorado y de D. Mariano Ordóñez, preparaba la publicación del tomo noveno y último de las obras completas de Ramón de Campoamor, al llegar a la calle de Sevilla sintióse atacado de agudo dolor intestinal, y tomando un coche llegó a su casa, cubierto ya del frío sudor de la agonía»{20}.

De Navalmoral de la Mata llegaron sus hermanos Francisco y Vicente, asimismo su hija Dorotea, que no vivía en Madrid. Todos se unieron a su mujer, Petra, y a su hijo, Pedro Urbano. La casa se fue llenando de parientes, amigos y compañeros, entre ellos Francisco Giner, Nicolás Salmerón y Concepción Sáiz. A las once y treinta y cinco de la [18] noche del 13 de enero dejó de existir Urbano González Serrano. Su biógrafa y discípula, Concepción Sáiz, narró, con contenida emoción, los últimos instantes de su vida, así como su multitudinario entierro que tuvo lugar el día 14 de enero de 1904.{21}

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{1} Para los datos geográficos y estadísticos he consultado las siguientes obras: Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico histórico de España y sus posesiones de ultramar, Imprenta del Diccionario geográfico-histórico-estadístico de D. Pascual Madoz, Madrid 1849, Tomo XII, voz «Navalmoral de la Mata», págs. 56-59; Pablo Riera y Sans, Diccionario geográfico, histórico, biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar, Imprenta y Librería Religiosa y Científica del heredero de D. Pablo Riera, Barcelona 1882, tomo VII, voz «Navalmoral de la Mata», págs. 628-629; Emilio Valverde y Alvarez, Guía de Extremadura, Imprenta de Fernando Cao y Domingo de Val, Madrid 1889, pág. 758; Víctor Gutiérrez Salmador, Navalmoral de la Mata, Recopilación de trabajos literarios originales y guía industrial y comercial de la población, Edición oficial patrocinada por el Excelentísimo Ayuntamiento, Imprenta Ébora, Talavera de la Reina 1945, 48 págs. Sin numerar, del mismo, Tierras moralas. Apuntes para su historia, Obra subvencionada por la Excelentísima Diputación de Cáceres, Gráficas Voluntas, Madrid 1947, 32 págs.; también «Historia moderna de Navalmoral de la Mata (Cáceres)», artículo publicado en el diario Arriba del 24 de junio de 1945; Justo Corchón García, El Campo de Arañuelo (Estudio geográfico de una comarca extremeña), Ministerio de Educación Nacional, Departamento de Publicaciones de la Dirección General de Enseñanza Media, Madrid 1963, 434 págs.; José Bueno Rocha, Navalmoral, 600 años de vida, Excmo. Ayuntamiento de Navalmoral de la Mata, 1985, 247 págs.

{2} Pablo Riera, en el Diccionario geográfico..., señala el despegue económico de Navalmoral justo en la mitad del siglo XIX: «Mucho ha aumentado el número de edif. que forman aquélla [se refiere a la población] en los últimos treinta años, en términos que más de dos terceras partes de los que con hoy cuenta [1882], se han construido desde aquella época»; l.c., pág. 629.

{3} Sobre estas obras, vid. la nota 1.

{4} Justo Corchón, op. cit., pág. 318.

{5} Los datos biográficos están tomados, en parte, del Diccionario histórico, biográfico, crítico y bibliográfico de autores, artistas y extremeños ilustres del que es autor Nicolás Díaz y Pérez, Pérez y Boix, Madrid 1884, vol. I, págs. 590-592. Es preciso advertir que esta obra no es muy fiable. Refiriéndose a ella ha dicho J. Corchón: «Este diccionario está lleno de errores y, lo que es más lamentable, de fantasías inventadas por el autor, que en esto bate el record de imaginación y de falta de decoro profesional» ... «el autor es un falsario de marca mayor... Las obras de Díaz Pérez hay que leerlas con mucho cuidado». En Bibliografía Geográfica Extremeña, Imprenta Provincial, Badajoz 1955, págs. 47 y 427-428.

{6} Según testimonios familiares murió en 1905.

{7} Francisco González Serrano, segundo hijo de don Urbano y de doña Dorotea, contrajo matrimonio con la señorita Ángela de la Calle Silos, natural de Casatejada y tuvo tres hijas: María Luisa, Ángela y Concepción. Falleció Francisco González Serrano el 4 de enero de 1905. Su hija María Luisa González de la Calle casó con José Giral Pereira, Catedrático de Farmacia de la Universidad Central de la que fue Rector del 7 de junio de 1931 al 20 de enero de 1932, y destacado político republicano que ocupó los siguientes cargos: Ministro de Marina en los Gobiernos de 14 de octubre de 1931, 16 de diciembre del mismo año, 19 de febrero de 1936, 7 de abril de 1936, 13 de mayo de 1936, 19 de julio de 1936, 20 de julio de 1936; Ministro sin cartera en los Gobiernos de 5 de septiembre de 1936, 5 de noviembre de 1936 y 5 de abril de 1938; Ministro de Estado en el Gobierno de 18 de mayo de 1937. Ocupo la Presidencia del Consejo de Ministros en el Gobierno de 20 de julio de 1936. Tuvo una destacada actuación, además, en los Gobiernos de la República española en el exilio: ocupó la Presidencia en el que se constituyó en agosto de 1945 y también en el de mayo-junio de 1946; en este último la simultaneó con la cartera de Estado, Dimitió en París el 22 de enero de 1947 presionado por los socialistas y falleció en México el 23 de diciembre de 1962. Datos obtenidos de Pedro Voltes, Tablas cronológicas de la historia de España, Editorial Juventud, Barcelona 1980, 160 págs.; Juan María Gómez Ortiz, Los Gobiernos Republicanos, Bruguera, Barcelona 1977, 192 págs. y M. Tuñón de Lara, J. Marichal, F. Giral y otros: Guerra y Política, Taurus, Madrid 1976, 248 págs. Vol. 2 de El exilio español de 1939, obra dirigida por José Luis Abellán.

{8} Vicente González Serrano casó con Antonia de la Calle Silos, natural de Casatejada, y falleció el 7 de junio de 1919.

{9} El acta bautismal de Urbano González Serrano tiene equivocado el nombre de su madre, a quien por dos veces llama Dorotea Moreno. Sin embargo el mismo documento afirma que sus abuelos maternos fueron Felipe Serrano y Matilde Moreno, de donde se deduce el nombre correcto que es el de Dorotea Serrano Moreno. La biografía de Concepción Sáiz también da equivocado el nombre de su madre a quien llama Dorotea Serrano Luengo. Afirma también esta escritora que la madre de González Serrano estaba emparentada con la familia del Príncipe de la Paz, cosa que no ha sido probada en absoluto. Vid. la reproducción del acta de bautismo en los Apéndices.

{10} «En 1861 vino a Madrid a continuar sus estudios, como alumno interno en un colegio establecido en la calle de la Colegiata. En él conoció a D. Nicolás Salmerón. Dada la apasionada condición del adolescente extremeño y el alto espíritu del Sr. Salmerón, se comprende fácilmente el culto rendido por el discípulo al maestro y la predilección de éste hacia aquél, a quien llamaba 'hijo de su pensamiento'.» En Urbano González Serrano (Boceto biográfico), Librería General de Victoriano Suárez, Madrid 1914, pág. 9.

{11} Ibid., pág. 9. En esta cita podemos observar la alta idealización en que la autora tenía a González Serrano al hablarnos de su apego por las ideas puras y el rechazo de una profesión más prestigiosa para lo político y lo social y más rentable para lo económico. Sobre estas mismas ideas, he aquí otra cita de la misma obra, esta vez de la pág. 31: «González Serrano perteneció congénitamente a la estirpe de los altos espíritus especulativos; lo demuestra cuando en su primera juventud desoye los consejos de su padre y las afectuosas exhortaciones de Moreno Nieto y se niega, con inquebrantable firmeza, a licenciarse en Derecho. Al renunciar al título de abogado, consagra la vida al cultivo de su vocación filosófica (que, como todos sabemos, no le ofrecía otro porvenir que una mal retribuida cátedra) y se cierra la retirada al amplio campo de la jurisprudencia, desde el cual un hombre de talento puede encaminarse fácilmente a los más altos puestos o a la más sólida fortuna».

{12} Según su biógrafa, «la señorita Petra de la Calle Corisco pertenecía a acaudalada familia de Casatejada», en op. cit, pág. 11. Ambos eran primos segundos.

{13} Dorotea González de la Calle casó con Francisco Barnés Salinas. Dorotea había nacido el 9 de febrero de 1877 y morirá el 31 de marzo de 1966. Francisco Barnés (Algeciras, 1877-México, 1947) era hijo del krausista Francisco José Barnés y Tomás, cuyos dos apellidos, aunque parezca lo contrario, son ingleses, pues un antepasado suyo se quedó en España a comienzos del siglo XVIII tras la Guerra de Sucesión. Barnés Salinas, dedicado a la historia, fue catedrático de dicha asignatura en los Institutos de Pamplona y Ávila, así como del Instituto-Escuela. Militante del partido Izquierda Republicana fue diputado en las Constituyentes y Ministro de Instrucción Pública en vanas ocasiones: en el Gabinete Azaña de 12 de junio de 1933, en el de Casares Quiroga de 13 de mayo de 1936 y en el de Giral de 20 de julio de 1936. Exiliado en México tras la guerra civil, fue profesor en el Colegio de México y participó activamente en la creación del Museo de Historia de Chapultepec, en la capital de la República. Datos obtenidos de los libros citados en la nota 7, y de los vols. 1, 3 y 5 de El exilio español de 1939, obra dirigida por José Luis Abellán, cit. anteriormente.

{14} Los datos biográficos de Pedro Urbano González de la Calle han sido tomados de Pilar Parra Garrigues, Historial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid (Ensayo bio-bibliográfico), C. Bermejo, Impresor, Madrid 1956 y de El exilio español de 1939, Taurus, Madrid 1976-1978, 6 vols.

{15} Entre sus obras podemos destacar: Sebastián Fox Morcillo. Estudio histórico-crítico de sus doctrinas, Madrid 1903; Francisco Sánchez de las Brozas, el Brocense, Salamanca 1912; Ideas político-morales del P. Juan de Mariana, Madrid 1915; Varia. Notas y Apuntes sobre temas de letras clásicas. Librería General de Victoriano Suárez. Madrid, 1916; Influencia de las Literaturas clásicas en la formación de la personalidad, Madrid 1920; Francisco de las Brozas. Su vida profesional y académica, Imp. Cervantina, Madrid 1922, La paradoja segunda del Brocense, Coimbra 1924, Arias Montano, humanista, Publicaciones de la Revista del Centro de Estudios Extremeños, Badajoz 1928; Contribución a la biografía del Brocense, Tip. de Archivos, Madrid 1928; Contribución a la biografía de Manuel da Costa, doctor subtilis, Coimbra 1930; Contribución al estudio de la primera versión castellana de la Eneida, Madrid 1933; Luis Vives y España, Bogotá 1940; Recuerdos personales de la vida profesional del maestro Unamuno, Nueva York 1941; Orientaciones doctrinales para la investigación lingüística y filológica del castellano en América, Bogotá 1944; Elio Antonio de Lebrija, Bogotá 1945; Admoniciones para el estudio de la gramática histórica del castellano, Bogotá 1946; Contribución al estudio del bogotano. Orientaciones metodológicas para la investigación del Castellano en América, Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá 1963; Quevedo y los dos Sénecas, El Colegio de México, México 1965.

{16} Palabras de González Serrano escritas en diciembre de 1888 a petición de Clarín, su amigo íntimo. Están tomadas de Concepción Sáiz, op. cit, pág. 12. Su biógrafa nos habla de «su adhesión a los gustos nacionales, buscando hasta en las distracciones los centros y espectáculos castizamente españoles». Ibid. págs. 13-14.

{17} Carta de González Serrano a Unamuno escrita en Madrid el 3 de julio de 1902. La dispepsia consiste en una dificultad crónica de la digestión, y la hiperclorhidria es un exceso de ácido clorhídrico en el jugo gástrico.

{18} Carta de González Serrano a Unamuno escrita en Solares el 10 de agosto de 1902.

{19} Concepción Sáiz, op. cit., pág. 29.

{20} Ibid., págs. 73-74.

{21} «Amigos cariñosos habían separado a la esposa y al hijo, anonadados por lo duro e inesperado del golpe; en la habitación mortuoria, los varios doctores llamados para curar, los compañeros, los amigos, los deudos, contemplaban doloridos la extinción tranquila y serena de una vida noble y digna. A los pies del lecho, don Francisco Giner de los Ríos dejaba correr silenciosas lágrimas; a ambos lados, Francisco y Vicente González Serrano contemplaban, desgarrados por el dolor, al hermano querido y admirado, que había sido norte de su vida; a la cabecera, Concepción Sáiz, la fraternal amiga del moribundo, le cerraba piadosamente los ojos y hacía sobre su frente la señal de la cruz. Eran las once y treinta y cinco minutos. El día 14 de enero de 1904, los catedráticos y alumnos del Instituto de San Isidro rendían, contristados, el último tributo a aquel a quien un mes antes oyeran lleno de vida, trazarles rumbos para lo porvenir. Tras la comitiva fúnebre. presidida por D. Nicolás Salmerón y los hermanos de González Serrano, desfiló el «Madrid que sabía leer» y tal número de políticos y de gentes del pueblo, que el Gobierno (tal vez para hacer resaltar más tan inmensa manifestación de cariño y respeto) prohibió que el cortejo siguiese el camino de la calle de Preciados y Puerta del Sol, obligándole a desfilar por las angostas calles de Jacometrezo y Caballero de Gracia», Ibid, págs. 75-76.

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Urbano González Serrano
Antonio Jiménez García
Diputación de Badajoz
Badajoz 1996, páginas 13-18