1922Orientaciones del pensamiento en Méjico

[ Eliseo Soaje ]

José Vasconcelos

[ Presentación del Rector de la Universidad Nacional de Córdoba
el día 5 de Octubre de 1922 previa a la conferencia
Orientaciones del pensamiento en Méjico ]

Vinculado a la tradición más ilustre del pensamiento filosófico de todos los tiempos, una sed de totalidad, propia de una conciencia que medita el universo, ha llevado a José Vasconcelos a buscar con afán un principio unificador de las actividades intelectuales, artísticas y morales, y crée haberlo encontrado en el pathos inefable de la belleza. Su espíritu aferrado a la indestructible intuición de la síntesis, aspira al sistema; pues, aún cuando el sistema sea falible y propenso a yerros, a lo menos es un sistema.

La acción del pathos estético, expresado en un pasaje de Kant, le suministra la base del sistema que nos ofrece. Para determinar su naturaleza y cómo se relaciona con las demás fuerzas del mundo, físicas y morales, el pensador atiende a su propia fuerza interior y retornándola al primitivo «yo soy», la compara con la esencia del mundo exterior. [4]

El fenómeno es un tejido uniforme movido por una fuerza obscura y secreta, común a toda substancia. En el interior de la materia opera un movimiento cuyo semejante se encuentra en el orden subjetivo, en lo íntimo de la conciencia del hombre.

Existen, pues, dos movimientos, uno objetivo, el otro subjetivo. Ambos emprenden rumbos diferentes sin divergir. El primero, está gobernado por la gravedad y por todas las leyes físicas: se llama, por esto, newtoniano; el segundo se aparta tangente a la tierra y se dirige al infinito, y se llama por esto, pitagórico. Es el movimiento de la libertad y el pathos estético.

¿Cómo operan uno respecto del otro? El paralelismo psíco-físico pretende someter el subjetivo al objetivo; mas el acto moral y el acto estético parecen suministrar prueba concluida de un procedimiento contrario.

Según esto, la corriente de la vida externa se vierte en la corriente interna y, al principio, la desvía hasta dar la sensación de que sólo impera una energía ciega y pluralista. Pero frente a aquella invasión se yergue la conciencia legisladora, la domina, la transforma en estado de ánimo y la incorpora al libre ritmo del alma. Su fin entonces es el fin Uno y divino.

Vasconcelos no precisa qué fuerza es la [5] que rige la corriente exterior; acaso sea el electrón, cuya naturaleza se nos revela por sus efectos, pero insinúa ya que si lo iones, constituídos por núcleos de electrones, tienden a liberarse, conforme a las teorías de Faraday y Kelvin, no puede ser para una total dispersión sino para pasar a un estado impalpable, lleno de posibilidades, latente, como la energía adormida de nuestra alma, idéntica y semejante a esa energía. Esta confusión de ambas corrientes, que justifica el monismo del sistema, ya anunciado en lo antiguo por la sabiduría de los Upanishadas que afirman la identidad del alma con la esencia del mundo, es una perpetua reversión de la energía mecánica en servicio de la eternidad.

En cada cosa duerme un alma; solo falta que algo la evoque para que despierte y cantando penetre en lo Absoluto. Es el secreto del arte.

Tal es, en líneas escuetas, según lo exige esta somera noticia, la posición mística de Vasconcelos. Añadamos, para concluir, que su síntesis estética es creadora y vital. «En esta época, cuando todas las fuerzas morales vienen a sumar y a cotejar sus significados, la creación entera vuelve a convertirse en el Verbo, como lo enseñan los mitos indostánicos; un Verbo renovado a través de las conciencias humanas de generación en generación; nutrido no solo [6] en una frente sino en todo el mundo admirable y en el mensaje de todas las grandes almas».

 

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Orientaciones del pensamiento en Méjico
Universidad de Córdoba [Argentina] 1922, páginas 3-6.]

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